Ximena tuvo el impulso de acariciar la cabecita de Mateo, pero al levantar su mano, dudó y la dejó suspendida en el aire.Lisandro jamás hubiera imaginado que Ximena y Mateo se llevarían tan bien.Felicia, temiendo que Lisandro regañara a Mateo, corrió hacia él, levantando su pequeña carita y tomando la mano de Lisandro suplicó:—¡Tío, por favor, perdona a mi hermano! ¡Él no se escapó, solo vino al kínder a buscarme!—¡Fui yo quien lo trajo a casa!—Si vas a regañar a alguien, ¡hazlo conmig
Felicia lamía sus labios, mirando con ojos suplicantes a Lisandro, y susurró muy bajo: —Yo también quisiera dormir junto a ti, tío.Desde hacía tiempo, ella había deseado dormir junto a su tío para que le contara cuentos antes de dormir, pero antes no había tenido el valor de decirlo.Esa noche, su hermano iba a dormir con el tío y, motivada por el deseo infantil de no quedarse atrás, quiso unirse.Mateo abrazó fuertemente a Lisandro y exclamó: —¡No! ¡Él es mi papi!En este punto, Mateo ya v
—Me contó que te chantajeó para casarse contigo porque te salvó la vida. Me pidió que no te culpara por todo —Mateo compartió.Lisandro sabía que Ximena había intentado proteger la relación entre él y su hijo al cargar con toda la responsabilidad.—¿Y te dijo algo más? —inquirió Lisandro.—Me explicó por qué se casaron y por qué pronto se divorciarán —Mateo respondió.Eso sonaba tanto a Ximena.Siempre siendo honesta, tratando a los niños como adultos, sin mentiras ni engaños.—Me dijo que
Lisandro no quería admitirlo, pero parecía haber desarrollado sentimientos por Ximena.Y los sentimientos eran algo con lo que jamás quiso involucrarse en su vida.Decidió primero sondear las intenciones de Ximena.Sin embargo, la respuesta de Ximena lo dejó desilusionado.—¿Cómo podríamos no divorciarnos? Lo acordamos, ¡tenemos que divorciarnos! —Ximena se levantó para recoger los platos, evitando que Lisandro viera las lágrimas en sus ojos.Si hubiera sido antes, cuando no sabía que Lisan
Mateo, sentado en su silla, miró el festín frente a él, tan sorprendido que parecía que sus ojos se saldrían de sus órbitas.—¿Sabías, tía, que es la primera vez que me doy cuenta que mi papi sabe cocinar?—¡Deja de hablar y come! —le reprendió Lisandro, mientras le servía un huevo estrellado.Felicia, mordisqueando su tostada, comentó con picardía: —Yo ya he probado varias veces la comida de mi tío, ¡y es bien sabrosa!Mateo le lanzó una mirada de desdén a Felicia: —¡Cállate y come!Felici
La voz de la mujer en el interior le resultaba demasiado familiar.Era Isabella.Ximena nunca hubiera imaginado que la chica que siempre parecía tan respetuosa y sumisa con ella, la considerara de esa manera.Ximena soltó una risa sarcástica.Sin más, abrió la puerta y entró, declarando: —Ya basta, lo escuché todo.Sin siquiera mirar a Isabella, se dirigió directamente hacia Luis para preguntarle dónde planeaba colocar el relieve de cactus.Ximena no quería perder más tiempo en asuntos int
—¡Lisandro! ¿Cómo puedes culparme por esto? —Las lágrimas de Elena rodaron, mostrándose herida—. Yo cerré la puerta con llave. ¡Fue Mateo quien salió por la ventana!—¿Por qué encerraste a Mateo en la habitación? ¿Qué estabas haciendo? ¿Así cuidas a Mateo cuando no estoy? —gritó Lisandro.—Lisandro...Con los ojos llorosos, Elena, con una expresión de angustia, llevó su mano al pecho: —Soy la madre biológica de Mateo. ¿Cómo podría hacerle daño? ¿Acaso alguien te ha estado llenando la cabeza c
—¿Crees que tu papi aún querrá estar contigo? ¡Donde hay una nueva mamá, hay un nuevo papá! ¡Él ya no te amará! ¡Amará a la hija de esa mujer y será el papi de alguien más!—¡Vas a quedarte solo, sin que nadie te quiera! ¡Nadie más te va a querer! ¡Todos pensarán que estás de más, que eres una carga!Sofía abrió la puerta de golpe y entró corriendo. Mateo estaba acurrucado en una esquina del sofá, abrazando sus rodillas y con la cabeza gacha, sin decir palabra.—¡Elena, cómo pudiste decirle e