Riendo suavemente, Andrés le secó las lágrimas y le respondió: —Si tienes antojo, yo te los hago. ¿Qué sabor prefieres?Abrazando fuertemente a Andrés, Rebeca continuó llorando: —Ya no quiero comer, solo quiero ir a casa, snif, snif...—Bien, vamos a casa —asintió Andrés mientras ayudaba a Rebeca a subir al carro. Con cuidado, le puso el cinturón de seguridad y le ofreció pañuelos para que se secara las lágrimas.Mientras tanto, Ximena se quedó paralizada observando desde lejos. Esperó a que
Andrés parpadeó sorprendido: —¿Xime, conoces a Mateo?Ximena también estaba desconcertada: —¿Hermano, tú también conoces a Mateo?Mateo miró a Ximena con asombro: —¿Tú sabes quién soy?Los tres se miraron fijamente, intentando entender la situación.Solo entonces Andrés comprendió que Ximena ya sabía sobre el hijo de Lisandro.Y Ximena recién se enteró de que Mateo era el que había rescatado a Andrés de el pueblo Salazar.¡Eran los hombres de Mateo quienes lo habían ayudado!Andrés bajó a
Ximena tuvo el impulso de acariciar la cabecita de Mateo, pero al levantar su mano, dudó y la dejó suspendida en el aire.Lisandro jamás hubiera imaginado que Ximena y Mateo se llevarían tan bien.Felicia, temiendo que Lisandro regañara a Mateo, corrió hacia él, levantando su pequeña carita y tomando la mano de Lisandro suplicó:—¡Tío, por favor, perdona a mi hermano! ¡Él no se escapó, solo vino al kínder a buscarme!—¡Fui yo quien lo trajo a casa!—Si vas a regañar a alguien, ¡hazlo conmig
Felicia lamía sus labios, mirando con ojos suplicantes a Lisandro, y susurró muy bajo: —Yo también quisiera dormir junto a ti, tío.Desde hacía tiempo, ella había deseado dormir junto a su tío para que le contara cuentos antes de dormir, pero antes no había tenido el valor de decirlo.Esa noche, su hermano iba a dormir con el tío y, motivada por el deseo infantil de no quedarse atrás, quiso unirse.Mateo abrazó fuertemente a Lisandro y exclamó: —¡No! ¡Él es mi papi!En este punto, Mateo ya v
—Me contó que te chantajeó para casarse contigo porque te salvó la vida. Me pidió que no te culpara por todo —Mateo compartió.Lisandro sabía que Ximena había intentado proteger la relación entre él y su hijo al cargar con toda la responsabilidad.—¿Y te dijo algo más? —inquirió Lisandro.—Me explicó por qué se casaron y por qué pronto se divorciarán —Mateo respondió.Eso sonaba tanto a Ximena.Siempre siendo honesta, tratando a los niños como adultos, sin mentiras ni engaños.—Me dijo que
Lisandro no quería admitirlo, pero parecía haber desarrollado sentimientos por Ximena.Y los sentimientos eran algo con lo que jamás quiso involucrarse en su vida.Decidió primero sondear las intenciones de Ximena.Sin embargo, la respuesta de Ximena lo dejó desilusionado.—¿Cómo podríamos no divorciarnos? Lo acordamos, ¡tenemos que divorciarnos! —Ximena se levantó para recoger los platos, evitando que Lisandro viera las lágrimas en sus ojos.Si hubiera sido antes, cuando no sabía que Lisan
Mateo, sentado en su silla, miró el festín frente a él, tan sorprendido que parecía que sus ojos se saldrían de sus órbitas.—¿Sabías, tía, que es la primera vez que me doy cuenta que mi papi sabe cocinar?—¡Deja de hablar y come! —le reprendió Lisandro, mientras le servía un huevo estrellado.Felicia, mordisqueando su tostada, comentó con picardía: —Yo ya he probado varias veces la comida de mi tío, ¡y es bien sabrosa!Mateo le lanzó una mirada de desdén a Felicia: —¡Cállate y come!Felici
La voz de la mujer en el interior le resultaba demasiado familiar.Era Isabella.Ximena nunca hubiera imaginado que la chica que siempre parecía tan respetuosa y sumisa con ella, la considerara de esa manera.Ximena soltó una risa sarcástica.Sin más, abrió la puerta y entró, declarando: —Ya basta, lo escuché todo.Sin siquiera mirar a Isabella, se dirigió directamente hacia Luis para preguntarle dónde planeaba colocar el relieve de cactus.Ximena no quería perder más tiempo en asuntos int