Ximena, a través del espejo, observaba atentamente los cambios en la expresión de Lisandro.—¿Podría... ser?La cara de Lisandro no mostraba cambio alguno, Ximena continuó: —Antes de que te quiten los puntos, sería mejor que descansaras en cama en casa para evitar que las heridas se abran.Lisandro asintió: —Tienes razón.Ximena, después de ayudar a Lisandro a secar el pelo, tomó un poco de la crema para bebés que usualmente usaba Felicia, la puso en las mejillas de Lisandro y suavemente la
¡Esta mujer pequeña realmente lo trataba como si fuera un niño de tres años!Sin embargo, aquellos que se habían convertido en madres tenían un aura maternal, y cuidaban de los demás con gran atención y precisión.Incluso el tiempo después de la comida para tomar la medicación era calculado con precisión, ni un minuto más, ni un segundo menos.Lisandro había terminado de tomar su medicina, y Ximena lo ayudó a acostarse, le arregló la cobija, cerró bien las cortinas, preparó el cargador del ce
—Enrique, ¿tú… en qué consiste principalmente tu trabajo? —preguntó Ximena, claramente perturbada.—Cuando no hay cámaras de vigilancia y no se conoce la identidad del sospechoso, dibujo la imagen del sospechoso basándome en la descripción de la víctima.—Entonces, ¿ya hay un retrato compuesto del… del delincuente? —preguntó Ximena.Enrique sacudió la cabeza con desilusión: —Nadie ha visto su cara claramente, es muy astuto, elige a mujeres que están borrachas y desorientadas.Mujeres borrach
Rebeca, en lágrimas y sintiéndose injustamente tratada, replicó: —Mis padres me criaron con mucho esfuerzo, ¡no podía simplemente ver cómo se preocupaban por reunir el dote para el matrimonio de Toño!Ximena no quería escuchar más peleas, y salió del Bazar.Andrés la siguió: —¡Xime, lo siento! ¿Cómo está Lisandro? ¿Es grave?Ximena pensó en cómo todo el brazo de Lisandro estaba herido, y deseó que Rebeca hubiera tenido que manejar ese coche destrozado.—Heridas superficiales, han tenido que
Rebeca estuvo inquieta toda la tarde.Podía percibir que las palabras de Ximena tenían un significado oculto.¿Acaso Ximena sabía algo?María no se fue ese día, planeaba quedarse en Bazar durante los siguientes días para resolver el asunto de la casa.Aprovechó que Andrés había ido al nuevo almacén a ordenar cosas y llevó a Rebeca a un cuarto para hablar.—¡Seguro que la madre de Isabella escuchó de Ximena que no tenemos casa y por eso propuso romper con tu hermano! Si tenemos una casa, el
—¿Cómo que me volviste a pedir comida?—Me preocupaba que al mediodía volvieras a comer algo sin nutrientes —la voz magnética de Lisandro sonó desde el teléfono, sonando especialmente encantadora.Ximena, con la punta del pie dibujando en el suelo, dijo: —Tú comes comida en caja en casa, y yo como platos gourmet fuera, ¿siento como si te estuviera maltratando?—Tú eres el sustento de nuestra casa, tú come bien y gana más dinero, para que me puedas mantener.—Está bien, te mantendré —Ximena c
Ximena miró hacia abajo y asintió: —Sí, ¿pasa algo?—Vaya…Sofía tiró de Ximena para bajarla de la escalera, apuntando al collar de zafiro en la foto y preguntó con indignación: —¿Sabes cómo se llama este collar?—No, mi esposo no lo mencionó.—Este es…Sofía se llevó la mano al pecho, parecía mal.Ximena rápidamente la ayudó a sentarse y buscó una pastilla en el bolso de Sofía, pero esta la rechazó.—Estoy bien —Sofía tomó un respiro y preguntó de nuevo—. ¿Sabes cuánto costó este collar?
Al volver a su habitación para buscar su libreta de ahorros, se sorprendió al descubrir que la tarjeta bancaria que le dio a Lisandro el día que se casaron, estaba allí, en su cajón.Ximena, con la tarjeta en la mano, preguntó a Lisandro ¿cuándo la había puesto allí?—¡Así que abriste mi cerradura!—Yo no hice eso —Lisandro no admitió.Ximena sabía que Lisandro se sentía avergonzado para admitirlo, así que le colocó la tarjeta en la mano.—Solo hay tres mil dólares en ella, ¡no cubre ni lo