Capítulo 0003
Ximena se dio la vuelta y se dirigió hacia su pequeño scooter eléctrico.

Al ver que Ximena realmente se iba, Lisandro apresuró el paso para alcanzarla.

En su mente, esperaba que Ximena hiciera todo lo posible por retenerlo.

Jamás imaginó que Ximena simplemente se marcharía con tanta determinación.

¡Todavía tenía que recuperar su reloj de oro, pensaba ir a casa con Ximena!

—¿Necesitas algo más? —Ximena, al ver que Lisandro la detenía sin decir palabra, no entendía qué pretendía.

Después de pensarlo un segundo, se dio cuenta de que había algo que debería aclarar en ese momento.

—Aquella vez te ayudé porque era lo correcto, jamás esperé que me lo agradecieras. Agradezco aceptar la propuesta de matrimonio y lo siento mucho. Si en el futuro te casas de nuevo y tu esposa tiene algún problema con ello, le explicaré que nuestro matrimonio fue solo de nombre, sin ningún vínculo real.

—No pienso casarme de nuevo —respondió Lisandro.

—¿Cómo es eso posible? Eres muy guapo y de buen carácter, seguramente muchas personas te persiguen.

Incluso en el mundo del entretenimiento, Lisandro destacaría por su apariencia. Independientemente de su situación económica, era alguien muy deseado por mujeres.

Lisandro no dijo nada.

En realidad, él también tenía un hijo, de cuatro años. No quería buscar una madrastra para él y había decidido no casarse nunca más.

Ximena pensó, ¿acaso Lisandro tuvo alguna complicación de salud después de esa grave herida en el pasado?

De repente sintió lástima por Lisandro, pero también lo admiraba.

En ese momento, el celular de Ximena sonó.

Era una llamada de su madrastra, Marcela López.

Había descubierto que la mayoría de las cosas en la habitación de Ximena habían desaparecido y supo que Ximena tenía la intención de mudarse. Le pidió a Ximena que devolviera la vivienda alquilada.

—Si vivimos juntas, yo puedo ayudarte cuidando a Felicia mientras trabajas —decía Marcela.

—¡No me siento tranquila sabiendo que una chica como tú vive sola! ¿Qué pasa si te encuentras con un desequilibrado? —agregó Marcela, y comenzó a llorar.

Desde que Ximena quedó embarazada antes de casarse, Marcela siempre se sintió culpable por no poder proteger a Ximena adecuadamente.

Ximena suspiró, luego habló sobre su matrimonio, lo que enfureció tanto a Marcela que rugió al otro lado del teléfono.

—¡Está bien! ¡De hecho, estaba planeando llevar a Lisandro a casa! —replicó Ximena.

Originalmente, Ximena sólo tenía la intención de mostrar a Marcela el certificado de matrimonio cuando regresara a casa, pero no esperaba una reacción tan vehemente.

Después de colgar, Ximena se sintió realmente indecisa.

Por otro lado, Lisandro se mostró decidido, dio un gran paso con sus largas piernas y se sentó directamente en el scooter eléctrico.

—¡Voy contigo a tu casa! —declaró.

La amabilidad de Lisandro tocó a Ximena, quien le dijo: —Después de lidiar con mi madre, le diré que volviste a tu unidad militar y que nunca más se volverán a ver.

La identidad militar de Lisandro era simplemente perfecta.

No sólo intimidaría a Gael Torres, el joven heredero adinerado, sino que al afirmar que estaba en una misión militar y que no regresaría en mucho tiempo, no surgirían sospechas en casa.

La familia de Ximena tenía un pequeño supermercado llamado «Bazar de Ximedrés»

Estaba ubicado en un edificio de dos plantas con vista a la calle.

El lugar estaba algo deteriorado, con grandes trozos de pintura desprendiéndose de las paredes, y un gran carácter «demolición» estaba pintado en ella.

—¿Podrías quitarte las gafas de sol al ver a los mayores? No es muy cortés llevarlas —señaló Ximena.

Lisandro se quitó las gafas de sol y sus fríos ojos se entrecerraron incómodamente, lo que los hacía aún más penetrantes e imponentes.

Cinco años atrás, sus ojos también resultaron heridos. Aunque se había recuperado, todavía tenía la costumbre de usar gafas de sol.

—¿Podemos entrelazar nuestros brazos? Pareceríamos más cercanos y no daría lugar a sospechas —dijo Ximena. Normalmente, no estaba interesada en los hombres guapos, pero al estar cerca de alguien tan atractivo como Lisandro, se sentía un poco tensa.

A Lisandro no le gustaba que lo tocaran, pero no rechazó la sugerencia de Ximena.

El delicado y agradable aroma que emanaba de Ximena le resultaba extrañamente familiar a Lisandro.

Probablemente era el mismo aroma que percibió cuando ella lo rescató hace cinco años.

Sin pensarlo mucho, entró en la casa con Ximena.

Marcela estaba ordenando paquetes de entrega.

Pensaba que, siendo la primera vez que su yerno venía a casa, no debía parecer desordenada.

Y aunque fue Ximena quien había salvado a Lisandro cinco años atrás, de cierta forma, Lisandro también había salvado a Ximena.

Marcela nunca había visto a Lisandro antes. Al verlo, quedó satisfecha con su apariencia atractiva y su porte elegante. Sin embargo, el hecho de que viniera con las manos vacías la desagradó un poco.

—Mi hermano y su esposa suelen hacer transmisiones en vivo en internet vendiendo snacks. Las ventas son bastante buenas, por eso hay tantos paquetes en casa —explicó Ximena, mientras llevaba a Lisandro a una silla y le servía un vaso de agua.

Marcela se sentó frente a Lisandro y comenzó a hacerle preguntas.

Lisandro, frente a sus mayores, se mostró cortés y con buenos modales, respondiendo a todas las preguntas.

Después de charlar por un rato, el semblante de Marcela comenzó a tornarse cada vez más serio.
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