—Disfruten de la fiesta y siéntanse como en su casa. Tenemos preparadas un montón de sorpresas para todos. —Nos guiño un ojo y volvió a su anterior charla. Alexey me tomó de la mano, guiándome entre el tumulto de personas.Sería fácil perderse, ¿cómo alguien podía conocer a tanta gente? En esta casa ya no cabía ni un alma. Era todavía muy temprano, pero ya había unos cuantos borrachos o al menos pasados de copa. Hice una mueca de asco al notarlo. Que falta de autocontrol.Alexey le quito dos copas aún camarero que pasaba frente a nosotros, me entrego una y se bebió la mitad de la suya de un solo trago. Lo mire con una ceja alzada, él me devolvió el gesto y decidí que sería no hacer ningún comentario.Mi mirada bajo hasta su muñeca, observando la hora en su reloj digital. Aún faltaba al menos cuarenta minutos para los once. Las otras diez chicas llegaron más temprano para poder evaluar el área. Había reconocido a una que otra desde que entramos.—¿Quieres bailar? —pregunto el Boss de p
Alexey estaba reunido en una esquina de la piscina con otros hombres. Charlaba animadamente con uno de los invitados y no pude dejar de admirar lo guapo que se veía. Di un par de pasos, pero me detuve detrás de una planta al escuchar que hablaban de mí.—Debo admitir que eres el hombre más arriesgado que conozco. —comentó el desconocido en un tono jocoso. —Eso de tener a la esposa y la amante bajo el mismo techo es temerario, Volkov. —inquirió riendo. ¿De qué demonios hablaba?Alexey no respondió, simplemente se limitó a beber un trago de su copa. El otro hombre le dio un par de palmaditas en la espalda en señal de camaradería. No me gustaba ni un poco a dónde iba está conversación. Pero igualmente no me moví de mi lugar.—¿Sabe tu esposa sobre tus amoríos con Emily Lombardo? —inquirió.Mi corazón dejó de latir durante un momento. Las arcadas volvieron de nuevo.¿Emily Lombardo? ¿La hermana de Luciano? ¿Qué demonios tenía que ver con Alexey? Estuve atenta con la esperanza de que fuese
Dos de los guardias a cargo de la seguridad de La Costra Nostra aparecieron en las escaleras. Ambos nos miraban de forma suspicaz. No perdí tiempo y los detalle rápidamente.Uno ya alcanzaba la mediana edad y el otro era prácticamente un niño. Aunque claro, seguramente el primero tendría menos años de los que aparentaba y su compañero más de los que lo podían detallarse a simple vista.—¿Puedo ayudarlas en algo señoritas? —preguntó de forma cordial. Su tono de voz no concordaba para nada con el hecho, de que, su mano había viajado directamente a la funda del arma que le colgaba alrededor de la cintura. Bufe por lo bajo.En lugar de sentir rabia por su total falta de respeto hacía mi rango, la situación me causaba una increíble diversión. Les obsequie una sonrisa avergonzada, en un intento ocultar la burla en este. Negué moviendo la cabeza de un lado a otro.—No tiene por qué preocuparse. Solo queríamos ir al tocador y tardamos un poco en encontrar el baño. —Señale con un dedo la habit
—Probablemente. Aunque secretamente estarán felices de que hubiese logrado ponerle los pelos de punta a Alexey Volkov. —Me lanzó una sonrisa pícara que no dude en imitar. —Lamentablemente tendré que confesarles que no fue obra mía, sino de su joven e inteligente esposa. —declaró en un tono de fingido dolor.—No sé preocupe, su secreto estará a salvo conmigo. —asegure guiñándole un ojo. El ritmo de la música cambio y Yukata-san tomó una de mis manos entre la suya y empezó a deslizarnos por toda la pista de baile. Estaba realmente impresionada por ello.Era un muy buen bailarín, mejor de lo que había imaginado y realmente parecía disfrutar de la actividad. Gracias a su talento no bailábamos, sino que flotábamos en el piso. Para el ojo externo sin duda alguna debíamos ser algo digno de admirar.—Debo admitir que es usted muy astuta. No quisiera tenerla como enemiga. —afirmó estirando mis brazos sobre la cabeza. —Nunca había visto al Boss tan tensó como esta noche. —Me contuve de echar un
Me sentí aliviada cuando aterrizamos. El cansancio estaba matándome y sentía los pies muy hinchados. Debía quitarme estos tacones cuanto antes. Alexey estaba dormido con la cabeza ligeramente inclinada sobre la ventana del helicóptero.Se había dejado crecer la barba y ahora era una sombra de pelo rubio en su rostro, lo cual le daba un aspecto mucho más masculino e intimidante. La forma tan pacifica en que se veía dormido me causaba mucha ternura. Lamentablemente tuve que despertarlo.—Alexey ya llegamos. —susurre con suavidad, moviéndolo del brazoIntente hacerlo con la mayor delicadeza posible, pero aun así su mano fue directamente hacía la Makarov que colgaba de su cintura. Estuvo desorientado unos segundos, hasta que por fin me observó con reconocimiento. No se notaba feliz.Atrás había quedado el hombre que dormía como un ángel y en su lugar me dejo al mismísimo diablo del infierno. Alce mi mano frente a él para cortar cualquier reprimenda que fuese a decir, no tenía nada de gana
Alexey no vacilo a la hora de venir a ayudar, de hecho, parecía incluso deseoso de hacerlo. El toque de sus manos sobre mi piel me envió una corriente eléctrica por todo el cuerpo, causando que me apartara inmediatamente, presa del pánico por aquello. El Boss me miró confundido, sus labios se habían separado para hablar, pero negué con la cabeza, haciéndole saber que todo estaba bien. —Muchas gracias. —dije antes de esconderme en el vestidor. Estando allí me dejé caer sobre un banquillo. Definitivamente las sensaciones que ese hombre me causaba terminarían por volverme loca. Lo peor es que me sentía de la misma forma. Y había descubierto que mi cuerpo respondía de forma automática ante él. Mejor corrijo esa oración, porque es el eufemismo del año. Eso ya lo sabía perfectamente, pero ahora lo estoy aceptando. Al menos conmigo misma, porque tal parece que era la única a la que engañaba. La idea me provoco una carcajada. Eso hasta que recordé que él salía con otra mujer. Mi animo se
Nunca me acostumbraría a andar en helicóptero, la sensación era demasiado incomoda. Agradecí que no tardamos mucho tiempo en aterrizar de nuevo. Como siempre, nos recibieron en lo alto de una azotea. El viento me alborotaba el cabello.—¿Acaso vamos a una batalla campal? —Alexey enarcó una ceja en mi dirección. Era evidente que no entendía mi comentario. —Mira la cantidad de guardaespaldas que llevamos. —afirmé señalándolos. —¿Algo de lo que deba preocuparme? —pregunte.Compuse mis brazos en mi cintura en forma de jarras. Más le valía comenzar a explicarme todo. Si había alguna amenaza sobre nosotros, era importante que lo supiera. No quería llegar allí y ser la única que ignoraba todo. Me negaba a verme como ignorante.—Están aquí por precaución. —respondió caminando hacía el ascensor. Tuve que correr para alcanzarlo, ya que por cada paso que daba yo debía dar tres. —En este tipo de reuniones nunca se sabe lo que pueda pasar. —aseguró encogiéndose de hombros.Muy bien, ahora si estab
—Lo mejor será que demos de baja a Luciano Lombardo cuanto antes. —concluyó un hombre asiático miembro de La Triada. —Es imperativo que mitiguemos cualquier complot en nuestra contra. —declaró dejando caer el puño en su mesa. El golpe provocó un sonido gueco que me hizo saltar en mi silla. Me hubiese caído de no ser por Alexey.Todos asintieron, mostrándose de acuerdo con sus palabras.Llevaban aproximadamente cuarenta minutos debatiendo el castigo que merecían dichos traidores. Nadie había intentado matarse aún, lo cual era todo un logro en si mismo.Cada poco segundos alguno de los presentes me observaba con curiosidad, también reconocimiento. Entonces Alexey les lanzaba una mala mirada y me cubría con su cuerpo.—¿Qué haremos con la Yakuza? —preguntó el representante de La Camorra. Detrás de él sus hombres lo corearon, pero los silencio con un solo movimiento de cabeza. —Según el documento es solo un pequeño grupo sublevándose. Y el nombre del jefe no figura por ninguna parte. No p