Pasar la noche con el.

CAPÍTULO 2.

Lo más extraño es que cuando salían del club, tenía la sensación de que alguien la vigila. Lola se dio cuenta de que había olvidado su bolso en el salón VIP, le dijo a Nicole que esperara y volvió adentro.

En un abrir y cerrar de ojos, vio a Elena, que venía en dirección a ella. Llevaba un vestido rojo y tacones altos, y se paró delante de ella como lo que era, una bruja.

Elena Leblanc, es la amante y ahora esposa de su padre. Si Elena no se hubiera metido en el matrimonio de sus padres, si no hubiera estado embarazada, su madre no se hubiera deprimido. Y lo más escalofriante era que solamente tres meses después de la muerte de su madre, su padre trajo a su amante a casa y la dejó ocupar el lugar de señora de la casa.

 Cuando se fue de la casa de su padre, Elena Jones, todavía estaba embarazada. Ahora el pequeño debe tener casi siete años, y es su hermanastro.

―¡Nicole, ven conmigo! ― los labios rojos de Elena se movieron con arrogancia.

Ella pensó instintivamente que la presencia de Elena tenía algo con ver con ese horrible hombre, Emiliano. Así que se puso alerta y tenía intenciones de huir, pero se vio rodeada por dos hombres corpulentos.

―Tu padre cometió un error en su inversión y su cadena de capital salió mal, así que el Sr. Ferrara prometió prestarle a tu padre 200 millones de dólares, a cambio de unirse en matrimonio con una de sus hijas. ― sus labios se curvaron en una sonrisa sarcástica ―Como sabes, Aspen está comprometida con Daniel, así que… solo quedas tú, Nicole.

El corazón le latió con fuerza y sus grandes ojos azules la fulminaron con el más profundo odio.

―¿Crees que soy una marioneta que puedes manipular?

Elena hizo una mueca y se miró sus impecables uñas rojas ―Más o menos.

El peligro fermentaba en el aire y a Nicole le sudaban las palmas de las manos. Instintivamente, se llevó la mano a la nuca y sintió algo rígido y frío, pero cuando lo toco se dio cuenta de que era una aguja.

―No te preocupes, esto solo debilitara tus músculos y te dejara un poco mareada.

Elena acarició suavemente el delicado rostro de Nicole.

―Ah, olvide decirte que tiene una reacción adversa. Digamos que… te sentirás necesitada, necesitada del amor de un hombre. ― Sonrió con maldad y de repente ordeno ―Llevátela.

―¡No, suéltame, suéltame! ― lucho desesperadamente, pero tal y como había dicho Elena, no podía ejercer ni un ápice de fuerza.

El terror, la desesperación, como un tsunami, se abatieron sobre ella.

La metieron en un auto y pronto la llevaron a un hotel donde la esperaba Emiliano Ferrara.

Nicole, yacía indefensa en la cama, solo con un vestido floreado y a merced de los demás. Su cuerpo comenzaba a sentir los efectos de la droga. Un calor inexplicable se concentraba en su centro y la necesidad de ser tocada, se hacía cada vez más urgente.

―Me encanta la expresión de miedo en la cara de una mujer cuando me mira a los ojos, es simplemente precioso. ―Emiliano estaba tan impaciente por poseerla que cerro los ojos y sonrió con calma ―Estoy acostumbrado a ducharme antes de empezar. Presiento que esta noche, no tendré suficiente de ti, pequeña belleza.

Tal vez ver el miedo en el rostro de Nicole le dio seguridad, se levantó y sonrió.

―Bueno, no es que puedas escapar de todos modos.

Se oyó el sonido del agua corriendo en la ducha.

El tiempo pasaba y los rostros de Daniel, Aspen, Elena y su padre. Todos pasaron ante ella y una ira sin medida se arremolinó en su interior. Ninguno de ellos sentía el mínimo aprecio por ella. Nadie se preocupaba por ella.

No podía creer el terrible destino al que estaba a punto de enfrentarse. Pero ella no se daría por vencida, no en esta vida.

Apretó los dientes, rodó sobre sí misma, y cayó al suelo y, con las rodillas débiles, se arrastró poco a poco hacia la puerta, no podía levantarse, su cuerpo estaba caliente y débil. Encontró difícil alcanzar el picaporte.

Lo intento una y otra vez, cayendo al suelo cada vez. Pero decidió que no se daría por vencida. Justo cuando estaba más desesperada, la puerta se abrió de repente.

Un camarero entró llevando una gran maleta, sin darse cuenta de que había alguien detrás de la puerta.

Nicole no hizo ruido, sino que espero que saliera con la esperanza de que no se preocupara por cerrarla. La suerte estaba de su lado, el camarero salió sin cerrar la puerta. Una vez que se marchó, reunió todas sus fuerzas para levantarse, apoyándose en las paredes, y luchó por salir de allí.

Camino a través del pasillo, luchando con la droga en su cuerpo y rezando a Dios para que Elena no la encontrara. Un camarero vio su aspecto enfermizo y le pregunto preocupado ―Señorita, ¿Qué le pasa?

―Por favor, ayúdame… ―Nicole trató de gritar con todas sus fuerzas, pero no podía hacerlo. Su cuerpo necesitaba desesperadamente tener sexo.

El camarero se acercó a Nicole, pero ella lo evitó a toda costa, el hombre pensó que se trataba de una mujer pasada de tragos y decidió que no se entrometería. Normalmente, los huéspedes de este tipo suelen ser molestos. Por lo que fue y la dejó sola.

Nicole siguió caminando, manteniendo su cuerpo en pie a través de las paredes. En ese momento, Emiliano gritó desde la habitación, así que corrió lo más rápido que pudo. Toco cada puerta que encontraba, pero todas estaban cerradas, hasta que finalmente, una estaba abierta.

Entro a toda velocidad y cerró la puerta tras ella. La habitación estaba a oscuras, sus ojos intentaban adaptarse al entorno, cuando de repente su cuerpo fue abrazado por unos musculosos brazos y su boca fue besada por unos labios ardientes.

Su mente le decía que debía resistirse; sin embargo, su cuerpo opinaba de manera diferente, respondía al toque de estas manos. No obstante, la conciencia la golpeo con más fuerza, ella trató de alejarlo.

―No… vete.

Todavía incapaz de apartarse, la voz seductora la consoló.

―Sisi, relájate ― la voz profunda y melodiosa del hombre sonó en su oído.

Se quedo helada, esta voz le resultaba familiar y desconocida.

En la oscuridad de la habitación su conciencia se volvió borrosa gradualmente y se dejó llevar por las sensaciones en su cuerpo, su último pensamiento fue que buscaría la manera de hacerles pagar.

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