CAPÍTULO 99: AMENAZAEsa noche regreso a la gran hacienda y caigo rendida en mi cama. El cansancio es demasiado intenso, así que me dejo llevar por el sueño y ni siquiera reviso mi celular.A la mañana siguiente, despierto con el sonido de la alarma y una especie de bulla en el exterior. Abro mis ojos, somnolienta y con un cansancio en todo mi cuerpo que no esperaba. El ejercicio con Rocky es saludable, pero al mismo tiempo me está dejando sin energías.Me desperezo con calma hasta que escucho una voz escandalosa abajo. Me apresuro a cambiarme y bajo corriendo las escaleras pensando que ha pasado algo malo.Veo a Débora discutiendo con Tamara. El niño está entre sus brazos, confundido y mirando la casa como si buscase a alguien.—¿Qué sucede aquí? —pregunto llego al pie de las escaleras.—Señora Isabella, esta… mujer quiere entrar a la fuerza al estudio del señor Ricardo. Ya le dije que no puede hacer eso, pero está empeñada en que él le ha dejado algo ahí.—Retírate Tamara, yo me enc
CAPÍTULO 100: AL DESCUBIERTONo puedo dejar de darle vueltas al mensaje de amenaza que me han enviado. Se me ocurren varias personas que podrían ser responsables. Leonardo, Leona, Camila o hasta la misma Débora.No sé cuál de ellos o si incluso todos están implicados en esto, pero no puedo dejar pasar esto por debajo de la mesa. Sé que son capaces de lo peor, ya lo han intentado antes y por eso perdí a mi bebé.—¿Qué hago? —me pregunto en voz alta.Miro el número de Ricardo y una parte de mí quiere llamarlo, avisarle lo que está sucediendo, pero… ¿eso resolvería algo? A él no le importaría en lo absoluto. Aun así, mi voz interna me insta a marcar el número.Estoy a punto de hacerlo cuando recibo una llamada entrante. Mis latidos se disparan al ver el nombre en el identificador. Contesto enseguida con una sonrisa ensanchada en mis labios.—Edward…—Hola Isabella, qué gusto me da escuchar tu voz —saluda con una cortesía demasiado exagerada.—Hola… ¿cómo estás? —pregunto, repentinamente
CAPÍTULO 101: DAME UNA OPORTUNIDADPuedo sentir la tensión en el aire después de haber soltado esas palabras. Edward no dice nada de inmediato, tiene los puños apretados y la mirada endurecida. Mi corazón palpita tan rápido que puedo escuchar mis propios latidos en los oídos.«Por favor, di algo. Por favor, no me alejes», pienso, pero no me atrevo a decir nada.—La madre de mi hijo murió de cáncer hace tres años —sentencia al fin.—Yo no… Edward, por favor, escúchame, solo quería conocerlo, quería… —Él levanta la mano interrumpiéndome.—No, no voy a escuchar nada de lo que digas. Pensé que había conocido a una buena mujer, pero… veo que me equivoqué. No quiero que te vuelvas a acercar a mí o a mi hijo, ¿entendiste? Si vuelvo a verte cerca voy a ponerte una orden de restricción por acoso.Mis ojos se inundan de lágrimas. Jake corre hacia nosotros, me doy la vuelta pues no quiero que me vea llorando.—Papá ¿qué pasa?—Nos vamos.Edward toma a mi hijo y se lo lleva jalándolo del brazo au
CAPÍTULO 102: UNA POSIBILIDADAgacho la cabeza sintiéndome realmente avergonzada. Edward tiene razón, pero cuando estás poseída por la ansiedad y el miedo, difícilmente puedes escuchar a la lógica.—Lo lamento, no quería parecer una desquiciada, te juro que no tengo malas intenciones. —Mis palabras salen apresuradas, no puedo mirarlo porque me siento terrible—. Solo quería acercarme a él sin la presión de decir quién era en realidad, yo…Soy interrumpida por una llamada en mi celular. Lo saco para silenciarlo, pero me sorprendo al ver que es Dan. Cuelgo y dejo el celular a un lado.—Perdóname, por favor —suplico, esta vez sí que lo miro a los ojos.—Quiero creer en tus palabras Isabella, pero no puedes culparme. Ese niño es la luz de mi vida, lo único que me queda después de perder a Andrea. Él no tiene idea de que es… adoptado.—Y te juro que no quiero apartarlo de ti. Durante años he vivido atormentada sin saber qué había sido de él, sin saber quién lo tenía ni cómo lo estaban cuida
CAPÍTULO 103: LA CENAUn par de horas después de todo lo sucedido, camino de un lado a otro de mi habitación sin poder controlarme. Becca me mira de un lado a otro hasta que se echa en la cama.—Ay amiga, creo que estás completamente loca.—Lo sé, pero necesito ir a esa cena, es mi única oportunidad.—¿Ricardo te ha dicho algo?—No, a ese idiota yo no le importo. Deja a sicarios vigilándome, pero es solo una fachada, a él no le importa si me muero o no. Mira, si ya sabe lo del atentado no me ha hecho ni una sola llamada.—Suenas como que eso te molesta.Bufo y ruedo los ojos hasta ponerlos en blanco. Por supuesto que no me molesta.—Me da igual, ya no me importa lo que él diga o haga.—Bien, y entonces ¿cuál es el plan?—Lo he estado pensando y creo que tú puedes ayudarme. Solo serán unas horas. Me escaparé por la ventana y tú te quedarás aquí fingiendo ser yo.Becca abre los ojos como platos y se echa a reír.—No lo puedo creer… al fin. ¡al fin!—¿Al fin, qué?—Al fin estás despertan
CAPÍTULO 104: SÍ ME IMPORTARicardoNo sé de dónde saco el autocontrol necesario para no moler a golpes al tipo que sostiene las manos de Isabella en este momento. Tuve que volver mucho antes de mi viaje a Japón, aunque había dicho que iría a otro lugar; pero no me importó dejar las cosas a medias. En cuanto me enteré del atentado contra ella, sabía que debía regresar.Me hice un juramento a mí mismo, me prometí que la protegería luego del primer atentado. Pero he fallado miserablemente en eso, no debí irme sabiendo que ella está en peligro y lo peor es que ahora se ha acercado a otro hombre. No me gusta verla con él, no me gusta esta cercanía que estoy detectando en sus ojos.—Ricardo —dice con sorpresa. Automáticamente aleja las manos del tipo.Sé muy bien quién es él. Edward Brown, dueño de una de las empresas de moda más destacables del país y padre adoptivo del hijo de Isabella.—Buenas noches, tú debes ser Ricardo Velazco —saluda el tipo intentando ponerse de pie para estrechar m
CAPÍTULO 105: NO VOY A CAEREl silencio de Ricardo acelera mi corazón de manera involuntaria. Una parte de mí, la más irracional y vulnerable, espera que diga que sí le importa. Que me mire a los ojos, que me diga que lo nuestro aún tiene arreglo, que hay una chispa de sentimiento bajo toda esta maraña de odio y resentimiento. Pero no lo hace. Solo se queda ahí, callado, con los labios apretados y la mirada perdida en algún lugar que no alcanzo a ver. La indiferencia con la que me trata a veces duele más que cualquier rechazo directo.Suspiro, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Estos días que estuvo lejos creí que me habían servido para superar lo que siento por él. Pensé que había logrado desconectarme, que las heridas se estaban cerrando poco a poco. Pero volverlo a ver, tenerlo tan cerca, ha traído de vuelta todo eso que intento reprimir. Ese fuego latente que siempre aparece cuando estamos juntos, aunque lo niegue, aunque lo odie.Y de alguna manera, me sentí como si lo
Becca y yo despertamos temprano. La noche anterior, cuando regresé a mi habitación después de todo el caos con Ricardo y Edward, ella ya estaba dormida, exhausta tras todo lo que había pasado. No quise despertarla, así que solo me acosté al borde de la cama, en silencio, intentando procesar todo lo que sentía. Por la mañana, me levanté de la cama sintiéndome más agotada de lo que esperaba. Becca se despereza a mi lado y me mira con ojos curiosos. Sabe que algo me sigue molestando, y la verdad es que no puedo dejar de pensar en lo que sucedió en la cena de la noche anterior. Cuando le conté los detalles, su incredulidad se reflejó en sus ojos, que se abrieron como platos. —No puedo creer que haya aparecido así —dice finalmente, todavía tratando de procesar la historia—. ¿Cómo supo dónde estabas? —Creo que fue por mi celular —respondo, suspirando. La verdad es que en ese momento no pensé demasiado en eso, pero ahora que lo menciona, todo encaja—. Él fue quien lo reactivó cuando salí d