CAPÍTULO 34: ILUSIÓN DE UNA NOCHELlegamos a la casa y Ricardo está prácticamente muerto en el asiento de atrás. Se quedó dormido luego de echarme la culpa de su estado, como si yo lo hubiese mandado a beber así. —Señor Díaz, por favor ayúdeme a llevarlo arriba.—Por supuesto, llama a algunos vaqueros, no podré yo solo.Entro a la casa y le pido a Tamara que consiga un par de vaqueros para que lleven al señor Velazco a su habitación. En cuestión de minutos dos hombres bien fornidos salen a la entrada principal y lo cargan a cuestas como si fuese un costal de papas. Lo recuestan con cuidado en su cama y se despiden para seguir con sus labores.—Señora Isabella, ¿le traigo algo para el malestar? —pregunta Tamara.—Sí, tráele una aspirina, mucha agua y un pañuelo húmedo.Ella asiente y sale de la habitación para traer todo lo que le he pedido. Mientras tanto, empiezo a desvestirlo. Saco sus zapatos, desabrocho la correa de su pantalón y desabotono su camisa con cuidado. Esta es la pri
CAPÍTULO 35: DOLIDADespierto a la mañana siguiente hinchada de tanto llorar. Me siento sucia y usada, me siento como una completa estúpida. Dejé que mi cerebro jugase conmigo y se ilusionara por unos cuantos momentos de plac3r. Quisiera decir que no me dolió que me llamase por el nombre de otra; y no cualquier otra, sino su exmujer; pero estaría mintiendo, sería la más grande mentirosa de todos los tiempos.Me levanto de la cama con lentitud y todavía un dolor punzante en el pecho. Las lágrimas quieren aflorar de nuevo pero me las trago. No voy a dejar que esto me domine. —Ricardo es solo un medio para un fin, recuérdalo —digo en voz alta.Debo presionarlo para que averigüe más a prisa el paradero de mi hijo y acelerar la venganza contra Leonardo y Camila, tengo que salir de esto lo más pronto posible para poner un continente de distancia entre los Velazco y yo. Limpio la gota que, de forma atrevida escapó de mi ojo y me levanto. En la ducha tallo mi cuerpo con insistencia hasta e
CAPÍTULO 36: NO CONFÍO EN TINi Becca ni yo podemos dar crédito a lo que está diciendo Ricardo. ¿De verdad me está pidiendo que la lleve al rancho? —No juegues con algo así.—Yo no juego, Bella, recuérdalo —dice sin apartar sus ojos de los míos—. Es mejor que tu amiga se quede en el rancho, si de verdad quieres ayudarla a rehabilitarse. Hay muchas habitaciones libres. —¡No puede ser! ¿Lo dice en serio señor Ricardo? —pregunta Becca poniéndose de pie. —Por supuesto.—¡Ah! ¡Isabella, tienes el mejor marido del mundo! —exclama, pero yo no puedo mostrarme igual de emocionada, algo más debe haber detrás de todo esto. —Recoge tus cosas, mi chofer nos está esperando abajo —ordena y sale de la habitación. —Ya vuelvo —le digo a Becca, y enseguida salgo detrás de sus pasos. Logro alcanzarlo a la altura de las escaleras, pongo una mano sobre su hombro y le obligo a detenerse.—Espera. —Deberías darte prisa, tenemos cosas que hacer.—¿Qué es lo que estás buscando en realidad? —pregunto. Él
CAPÍTULO 37: SEGUNDO INTENTOLa propuesta de Cristhian resulta ser algo bastante generoso, participar en un rodeo para recaudar fondos para la fundación de niños desamparados, y además, con lo que quede de la subasta, invertir en la construcción de un colegio para ellos. No sabía que Cristhian podía tener un corazón tan bondadoso. Lo que me parece raro es que haya venido con esa propuesta para mí y no para Ricardo. —Lo que espero es que le digas a él para usar las instalaciones del rancho, hay muy buen espacio aquí y podríamos acondicionar el predio para montar un pequeño estadio de rodeo —sugiere.—La idea es ambiciosa, a mí me encanta, pero no sé si Ricardo…—Si se lo dices tú, estoy seguro de que no se va a negar.Me echo a reír, no sé cómo es que nos ve la gente desde fuera, pero no se me pasa ni una sola idea por la cabeza sobre cómo es que él piensa que tengo tanto control sobre Ricardo.—Me subestimas, no sé si pueda convencerlo.—Estoy seguro de que sí —dice poniéndose de pie
CAPÍTULO 38: NO ES TAN FÁCILEspero unos cuantos segundos, cuando de pronto siento la presencia de alguien asomándose debajo del escritorio. Pego un grito y me golpeo con la parte de arriba en el intento por levantarme.—¡Señora Isabella! —exclama Lucía.—¡Demonios, Lucía! Me asustaste.—Perdón, es que esa mujer… casi la atrapa. Por favor dígame que encontró algo.—Primero salgamos de aquí.Las dos nos escabullimos de la presidencia y nos encerramos a toda prisa en mi oficina. Dejo escapar un suspiro de alivio y ella se deja caer en el sofá.—Casi se me sale el corazón, pensé que no se iría.—Lo hiciste bien, no te preocupes —felicito.—¿Encontró los documentos? Niego con la cabeza sintiendo una profunda decepción. —No. No hay nada. Revisé todo el lugar de arriba abajo, ahí no tiene nada. Fue una pérdida de tiempo.Lucía resopla con fastidio y frustración. Imagino que debe sentirse igual que yo.—¡No puede ser! ¿Y ahora? ¿Será verdad que todo eso se perdió? —No lo creo. Si Leonardo
CAPÍTULO 39: ILUSIONES ROTASCon suerte consigo llegar a mi auto y conducir sin estrellarme contra la acera hasta llegar al rancho. Entro y me voy directo a mi habitación con los ojos llorosos y empañados. No puedo más con todo esto, es demasiado para mí.Me siento en la cama y descargo toda mi frustración y rabia. No importa cuánto lo intente me sigo sintiendo prisionera de la familia que destruyó mi vida. Mis manos tiemblan mientras las lágrimas fluyen como un torrente de mis ojos. Lo odio, lo odio con todas las fuerzas de mi ser, no puedo creer que alguna vez estuve enamorada de un tipo como Leonardo.—Pero Ricardo no se queda atrás. Es otro imbécil que solo busca usarme como un beneficio —digo en voz alta. Desde ahí me miro en el espejo. Por fuera he cambiado mucho, pero por dentro, aunque quiera negarlo, sigo siendo la misma tonta de hace tantos años. Caí en la trampa de Ricardo, y dejé que mis emociones se mezclaran con los negocios. —No más —declaro—. No dejaré que me vuelva
CAPÍTULO 40: NO DOY ALGO A CAMBIO DE NADA Mi cabeza recrea la imagen de Ricardo una y otra vez en diferentes lugares del rancho, en la empresa, el ascensor. No soy consciente de que estoy soñando hasta que la desesperación me enloquece. Me despierto de un salto en la cama con la respiración agitada y el corazón palpitando a toda prisa. Me toma un momento recomponerme. Arreglo mi cabello hacia atrás mientras me pongo de pie para ir al baño. Ese sueño se sintió tan vívido, tan real que no podré sacármelo de la mente por un buen rato. Al mirarme al espejo consigo vislumbrar a una Isabella diferente. Si cierro los ojos recuerdo el abrazo que me dio ayer y todo mi cuerpo se estremece. —¿Por qué? ¿Por qué me abrazaste? —pregunto en voz alta. Cada vez que creo descifrar a Ricardo, él vuelve a actuar de una manera completamente opuesta que me vuelve loca. Intento no pensar en eso, termino de arreglarme y bajo a la cocina para buscar algo de comer. Mientras voy caminando recibo un
CAPÍTULO 41: PRIMERA CRISISRegreso a la casa un poco en estado de shock. No puedo creer que sea tan insensible, tan imbécil. Esto me pasa por pensar que podría haber algo diferente en él, que tiene un corazón, cuando sé muy bien que Ricardo Velazco es un maldit0 diablo.—¿Los interrumpí? —me pregunta Rebecca con una risita coqueta. Por supuesto, ella piensa que eso fue un momento íntimo de pareja, y yo debo pretender que es así, porque nadie puede saber la verdad.—Ah… no, no te preocupes, él ya se iba.—Se nota que es un macho en toda la palabra, ¡Dios mío! Mándame uno así —bromea.—Estás loca —respondo poniendo los ojos en blanco. Rebecca suelta una gran carcajada y se muerde el labio, fantaseando con un hombre así. Es obvio que es solo un sueño, porque si ella supiera la verdad, no lo desearía. —Un poco, tal vez, pero, dicen que las mejores personas están locas.Entramos a la casa entre risas, tenerla aquí después de todo es un gran alivio. Le invito a la cocina a desayunar, Jul