CAPÍTULO 184: EN EL OJO DE LA TORMENTADespierto con el calor de la luz filtrándose por las cortinas. Me siento un poco mejor, aunque apenas puedo decirlo en voz alta. Ricardo está a mi lado, para mi sorpresa despierto. Su mirada está fija en el techo, pero sus ojos parecen estar muy lejos, como si estuviera atrapado en pensamientos que no compartirá. Estiro mi mano hacia él, buscando llamar su atención. Apenas me nota, sonríe.—¿Estás bien? —pregunto con la voz rasposa por el sueño.Él gira su cabeza hacia mí lentamente, sus ojos vuelven a enfocarse. Me mira por un instante, y luego su rostro se suaviza. Me acaricia la mejilla con ternura, su piel cálida contra la mía me hace estremecer.—Sí —me dice, y me da un beso en la frente—. Todo está bien mi chaparrita.Pero puedo sentir que no es verdad. Hay algo en su voz, en la forma en que sus palabras no suenan del todo convincentes. Aun así, no lo presiono. Él está lidiando con todo esto tanto como yo. Me giro un poco, buscando sentirlo
CAPÍTULO 185: MAL PRESENTIMIENTOMe esfuerzo en seguirle el juego, en reírme de sus chistes y disfrutar el momento, pero siento un peso constante en el pecho. Cada vez que el nombre de Jake aparece en mi cabeza, algo se quiebra dentro de mí.—¿Sabes? —dice Ricardo mientras toma una cucharada de su helado—. Creo que deberíamos pensar en nombres para el bebé.—¿Ya? —pregunto, sorprendida. Parece un tema demasiado feliz, demasiado optimista para el estado en el que estamos.—Claro —responde con una sonrisa—. Nunca es demasiado temprano para pensar en eso. Además, creo que nos distraería un poco.—Está bien —acepto, aunque mi corazón no está en ello. Aun así, sé que tiene razón. Necesitamos algo que nos recuerde que no todo está perdido, que hay una pequeña vida creciendo dentro de mí, algo por lo que seguir adelante.—Si es niña, quiero que se llame Irina. Siempre me ha gustado ese nombre —sugiere. Yo no lo he pensado— ¿Y tú? ¿Qué nombre te gustaría ponerle?—No lo sé, nunca he pensado e
CAPÍTULO 186: EL INTERCAMBIORicardoSoy consciente de que esto es una trampa, no soy tan estúpido. Sin embargo, una parte de mí está segura de que podré controlar la situación. Tal vez es esa parte que todavía tiene un ego superior, o quizá es la rabia que me produce pensar que Débora tiene el control del juego en este momento y si hay algo que no soy, es un perdedor.Antes de dirigirme al sitio de encuentro, hago una parada en el despacho de mi abogado, Amir Alcaraz. Esto es solo un "por si acaso", pero sé muy bien que me estoy poniendo en peligro. Si algo me sucede, no voy a dejar a Isabella desamparada, no voy a permitir que ella y nuestro bebé sufran por mis errores.Al entrar en la oficina de Amir, el olor a cuero y madera envejecida me recibe como un viejo conocido. Amir está sentado detrás de su enorme escritorio de caoba, y cuando me ve, suelta una sonrisa amplia, enseguida extiende su mano para saludarme.—Ricardo, qué sorpresa verte por aquí. Hace años que no te veía. ¿Todo
CAPÍTULO 187: HA DESAPARECIDOMe despierto en la mañana con una terrible sensación de malestar, como si algo no estuviera nada bien. Volteo hacia el lado de la cama, pero me doy cuenta de que Ricardo no está. Creo que ni siquiera regresó anoche. El vacío en el colchón parece un eco de lo que siento en mi interior: un montón de incertidumbre y el maldit0 temor que no puedo sacudirme.Me levanto con parsimonia de la cama, sintiendo todavía el sueño pesado sobre mis hombros. De pronto, siento un revoltijo en el estómago, y sin pensarlo, corro al baño. Apenas llego a la taza del inodoro, vomito todo lo que comí anoche. Cuando acabo, el ardor en mi garganta es espantoso, pero la sensación de náusea disminuye un poco.Me limpio la cara con una toalla, tratando de recomponerme. Miro mi reflejo en el espejo y casi no me reconozco. Mi piel está pálida y tengo ojeras profundas.Decido bajar a la cocina en busca de algo que calme mi estómago, aunque el apetito es lo último que tengo. Para mi sor
CAPÍTULO 188: SOMETIMIENTORicardoSiento que el mundo se me viene encima, mi cuerpo se siente pesado, como si no tuviese control de este. Lentamente comienzo a despertar y a ser consciente de lo que pasó. El choque eléctrico, la risa de Débora y lo idiota que fui por pensar si quiera un segundo que podría controlar la situación.Me despierto y lo primero que noto es que mis manos se encuentran atadas atrás, en mi espalda. Y estoy recostado en el suelo contra una especie de soporte, que, por la textura, asumo que es de madera y debe ser algún pilar que sostiene el techo de donde me encuentro, no lo sé con exactitud porque no puedo ver nada, mis ojos están cubiertos por una gruesa venda negra. Respiro agitado, no sé dónde estoy, ni qué sucede, pero no tengo miedo por mí, sino por lo que esa loca es capaz de hacerle a Jake.Lucho con todas mis fuerzas intentando liberarme de los amarres, el sudor me chorrea por la frente y apenas soy capaz de controlar mi corazón desbocado y la hiperven
CAPÍTULO 189: NO CREO QUE PUEDA SOPORTARLOHe llorado tanto que me he quedado sin lágrimas. Ya ni siquiera puedo reaccionar, estoy como catatónica, como si mi mente se hubiera ido muy lejos para poder procesar todo el dolor.Intento estar bien por mi bebé, necesito estar bien por la pequeña vida que crece en mi vientre. Porque de otro modo voy a descender a la locura, a la desesperación total por haberlo perdido todo.Llevo más de veinticuatro horas sin saber de él. No tengo idea de dónde está Ricardo, pero algo en mi interior me dice que ella lo tiene. No sé cómo, pero estoy segura de que Débora es la responsable de esto.Rebecca, Lucía y Cristhian se encuentran a mi lado en el rancho. Intentan animarme y darme consuelo. Imagino que temen dejarme sola por miedo a que me pase algo o que yo haga algo estúpido.Pero no lo haré, ya no más.Cuando suena el timbre de la entrada de la casa me pongo de pie de inmediato, pero Julia abre antes de que yo pueda alcanzar la puerta.El capitán Fer
CAPÍTULO ESPECIAL VICarlosSalgo de la casa de Isabella con la cabeza llena de pensamientos. La dirección que Cristhian mencionó, 1897 Westmoreland Road, me suena demasiado. Algo en mi memoria despierta cuando escucho ese nombre, como una alarma que me retumba en los oídos. Esa zona está cerca de un lugar que conozco muy bien, un sitio que pensé haber dejado en el pasado.Mientras conduzco por las calles de Houston, la idea se va formando más claramente en mi cabeza. Es la cabaña, esa maldit4 cabaña donde Débora y yo solíamos vernos. Un lugar apartado, rodeado de árboles, alejado de todo, donde podíamos hacer lo que nos diera la gana sin que nadie nos viera. Durante mucho tiempo, esa cabaña fue nuestro refugio, o al menos, eso creía. En realidad, era solo un lugar donde ella podía manipularme, hacerme creer que yo importaba algo, cuando todo lo que le interesaba era sacarme dinero y usarme para sus juegos.Débora… ella siempre tuvo esa habilidad de arrastrar a la gente a su mundo osc
CAPÍTULO 190: ES EL FINALRicardoDe todos los escenarios posibles jamás imaginé que todo terminaría precisamente así. Carlos, la persona que menos imaginé en el mundo que me ayudaría está ahora a mi lado interponiéndose entre la pistola y yo mientras Edward le apunta.¿Es que acaso estoy alucinando? ¿Es esta una realidad alterna? No lo sé, pero no estoy en condiciones de cuestionarlo justo ahora. Él está aquí y no voy a rechazar su ayuda, mucho menos voy a permitir que lo lastimen.—¡Vaya, vaya!, pero miren quién ha aparecido aquí —canturrea Débora con un sonido que me irrita los oídos—. Si es el traidor abandona hijos de Carlos.—Tiempo sin verte, Débora —responde él con una aparente calma que sé que no tiene. Ambos tenemos las manos levantadas al aire, incapacitados para escapar o defendernos.—Déjalo ir Débora, él no tiene nada que ver con esto —le digo.—¡Cállate! —me grita Edward—, ahora veo que era cierto lo que me dijo Débora. No sé cómo caraj0s llegaste hasta aquí, pero no te