CAPÍTULO 189: NO CREO QUE PUEDA SOPORTARLOHe llorado tanto que me he quedado sin lágrimas. Ya ni siquiera puedo reaccionar, estoy como catatónica, como si mi mente se hubiera ido muy lejos para poder procesar todo el dolor.Intento estar bien por mi bebé, necesito estar bien por la pequeña vida que crece en mi vientre. Porque de otro modo voy a descender a la locura, a la desesperación total por haberlo perdido todo.Llevo más de veinticuatro horas sin saber de él. No tengo idea de dónde está Ricardo, pero algo en mi interior me dice que ella lo tiene. No sé cómo, pero estoy segura de que Débora es la responsable de esto.Rebecca, Lucía y Cristhian se encuentran a mi lado en el rancho. Intentan animarme y darme consuelo. Imagino que temen dejarme sola por miedo a que me pase algo o que yo haga algo estúpido.Pero no lo haré, ya no más.Cuando suena el timbre de la entrada de la casa me pongo de pie de inmediato, pero Julia abre antes de que yo pueda alcanzar la puerta.El capitán Fer
CAPÍTULO ESPECIAL VICarlosSalgo de la casa de Isabella con la cabeza llena de pensamientos. La dirección que Cristhian mencionó, 1897 Westmoreland Road, me suena demasiado. Algo en mi memoria despierta cuando escucho ese nombre, como una alarma que me retumba en los oídos. Esa zona está cerca de un lugar que conozco muy bien, un sitio que pensé haber dejado en el pasado.Mientras conduzco por las calles de Houston, la idea se va formando más claramente en mi cabeza. Es la cabaña, esa maldit4 cabaña donde Débora y yo solíamos vernos. Un lugar apartado, rodeado de árboles, alejado de todo, donde podíamos hacer lo que nos diera la gana sin que nadie nos viera. Durante mucho tiempo, esa cabaña fue nuestro refugio, o al menos, eso creía. En realidad, era solo un lugar donde ella podía manipularme, hacerme creer que yo importaba algo, cuando todo lo que le interesaba era sacarme dinero y usarme para sus juegos.Débora… ella siempre tuvo esa habilidad de arrastrar a la gente a su mundo osc
CAPÍTULO 190: ES EL FINALRicardoDe todos los escenarios posibles jamás imaginé que todo terminaría precisamente así. Carlos, la persona que menos imaginé en el mundo que me ayudaría está ahora a mi lado interponiéndose entre la pistola y yo mientras Edward le apunta.¿Es que acaso estoy alucinando? ¿Es esta una realidad alterna? No lo sé, pero no estoy en condiciones de cuestionarlo justo ahora. Él está aquí y no voy a rechazar su ayuda, mucho menos voy a permitir que lo lastimen.—¡Vaya, vaya!, pero miren quién ha aparecido aquí —canturrea Débora con un sonido que me irrita los oídos—. Si es el traidor abandona hijos de Carlos.—Tiempo sin verte, Débora —responde él con una aparente calma que sé que no tiene. Ambos tenemos las manos levantadas al aire, incapacitados para escapar o defendernos.—Déjalo ir Débora, él no tiene nada que ver con esto —le digo.—¡Cállate! —me grita Edward—, ahora veo que era cierto lo que me dijo Débora. No sé cómo caraj0s llegaste hasta aquí, pero no te
CAPÍTULO 191: EL PEOR DÍA DE MI VIDA Nunca pensé que un mensaje de texto pudiera provocarme tal oleada de emociones. En el momento en que lo recibí, sentí que mi corazón se detenía. Lo leí y lo releí, convencida de que era una especie de broma cruel, una jugarreta del destino. Pero cuando Cristhian me aseguró que no era así, que Carlos jamás haría algo tan bajo, supe que era real.Apenas informamos a Fernández, nos dijo que debíamos esperar en la casa, pero ni yo ni mis amigos teníamos la intención de obedecer. Ningún poder en el mundo me impediría ir a ver a Ricardo, asegurarme de que estaba bien.Ansiedad no es palabra suficiente para describir lo que siento en este momento. Mis uñas ya están destrozadas, y mi pierna no deja de moverse, incapaz de quedarse quieta. El auto parece avanzar a paso de tortuga, y cada segundo que pasa es un martirio.—Déjame conducir —murmuro, más para mí misma que para nadie, mientras miro fijo el camino. La cabaña está cada vez más cerca, pero no lo su
CAPÍTULO 192: EN RIESGOEl camino hacia el hospital en la ambulancia se siente como una eternidad. El monitor que mantenía los signos vitales de Ricardo es como ver un programa de tortura especialmente diseñado para verme sufrir.Cuando llegamos al hospital todo se vuelve un caos. Los médicos se llevan a los dos hombres y a penas y nos preguntan cosas breves y puntuales. Se meten en la zona restringida para pacientes y visitantes y no volvemos a saber nada más.*No sé cuántas veces he mirado la hora en mi teléfono. El hospital es frío, silencioso y tiene ese olor a desinfectante que me pone los nervios de punta. Miro a mi alrededor y veo a Jake dormido en los brazos de Becca, mientras Lucía se mantiene en silencio a mi lado, con una mano en mi hombro. Mis amigos están aquí, pero no puedo prestarles atención del todo,Ricardo está adentro, luchando por su vida, y yo me siento impotente.—¿Ya le avisaron a Valverde? —pregunto por enésima vez, sintiendo que mi voz suena distante, como s
CAPÍTULO 193: RECONSTRUYENDO LAS PIEZASHa pasado una semana eterna desde la tragedia más horrible de mi vida. Y eso es decir mucho. He pasado por tantas cosas, tantas situaciones desgarradoras que creía que ya nada podría superar lo que ya había vivido. Pero esto… esto es diferente, esto es lo peor.La angustia es constante; me consume. Cada día que pasa sin saber si Ricardo se va a recuperar, si volverá a ser el hombre fuerte y valiente que conozco, es un tormento. Las noches son interminables, y el insomnio se ha convertido en mi compañero. No puedo dejar de imaginar qué pasaría si nunca vuelve a despertar, si su sonrisa y su voz se desvanecen para siempre.Pero en medio de estos momentos tan dolorosos Jake es mi luz. Tenerlo de nuevo conmigo me da algo de paz, un gran alivio. A veces, cuando me acuesto a su lado, escucho su respiración suave y regular, y me recuerdo que, al menos, él está bien. Edward no lo lastimó. Mi pequeño no tiene ni idea del horror que hemos vivido. En su ino
CAPÍTULO 194: BIENVENIDA—¡Pásame la cinta! —me grita Becca.Le alcanzo el rollo de cinta adhesiva mientras no tengo más opción que esperar aquí abajo. Apenas tengo ocho semanas de embarazo, pero ya no quieren dejarme hacer nada, como si fuera una frágil figura de porcelana.—Aquí tienes —le digo.—Gracias.Ella hace un quejido para intentar alcanzar el techo, pero al final logra pegar el cartel en lo más alto. Se sacude las manos y desciende por la escalera con cuidado. Luego retrocede para admirar su obra: un hermoso y enorme cartel de bienvenida para Ricardo.Ahora mismo Cristhian debe estar viniendo con él en el auto. Ya pasó otra semana desde que despertó en el hospital y le estamos preparando esta sorpresa de bienvenida en el rancho. Todos están aquí, incluso Carlos, quien aun lleva un vendaje y un cabestrillo sosteniendo su brazo. Nunca me voy a cansar de agradecer lo que hizo por él, de cómo lo ayudó a pesar del rencor del pasado y todas las cosas que habían acabado mal entre
CAPÍTULO 195: LA ÚLTIMA VEZ QUE TE VEO—¿Qué pasó, Isabella? ¿Quién era? —pregunta Ricardo con una voz tensa y llena de preocupación.Cierro los ojos por un segundo, tratando de calmar mi mente antes de responder.—Edward —digo sin mirarlo directamente—. Se atrevió a pedirme que vaya a verlo.El nombre se escucha y es como si todo el aire cambiase de pronto. Veo cómo Ricardo aprieta los puños, sus músculos se tensan de pura rabia. Sé exactamente cómo se siente. Esa furia que hierve dentro de él, pero que trata de mantener bajo control, igual que yo.Antes de que pueda continuar, Becca, Lucía y Cristhian se acercan. La curiosidad se refleja en sus rostros.—¿Qué pasó? Esa llamada te alteró —comenta Becca, mirándome con ojos atentos.—Edward la llamó —responde Ricardo antes que yo—. Pero no le demos importancia. No podemos permitir que nos sigan atormentando.Asiento, aunque dentro de mí el malestar crece. Aún escucho la voz de Edward en mi cabeza como un eco que se niega a desaparecer.