CAPÍTULO 171: NO ES MALORicardo y yo estamos emocionados por nuestro próximo matrimonio. Quince días parece muy poco tiempo, pero él me asegura que lo tendrá todo resuelto. Por eso, no nos contenemos en enviar una invitación pronta a todos nuestros amigos para hacer una fiesta y celebrar nuestro compromiso.Apenas le llega la invitación a Becca y a Lucía las tengo llamándome al mismo tiempo por el celular.—¡AL FIN! —me grita Becca por el auricular. —Me echo a reír, ella lo sabía, por supuesto—. Necesitamos hablar ahora mismo, ¿vas a venir a la oficina? —pregunta.—No, no puedo, Ricardo quiere que nos casemos en quince días.—¡¿Qué?! Pero eso es muy poco tiempo, no sé qué me voy a poner. ¡Ah! Estoy muy emocionada. Iré a tu casa entonces. Lucía también.Cuelgo, esperándolas con ansiedad.Cuelgo el teléfono con una sonrisa en los labios, aun sintiendo la emoción de Becca y Lucía en mis oídos. Todo está sucediendo tan rápido que casi no tengo tiempo para procesarlo. Quince días para una
CAPÍTULO 172: LA CALMA…La felicidad que siento es casi irreal, como si estuviera viviendo en un sueño del que no quiero despertar. Ricardo y yo estamos abrazados en la cama, su mano acaricia mi vientre con una ternura que nunca había visto en él. Aún no puedo creerlo: estoy embarazada. Esta vez, en vez de miedo o dudas, hay un brillo en sus ojos que me llena de seguridad. Sé que, finalmente, hemos alcanzado la felicidad que tanto habíamos buscado.—¿Cómo te sientes? —pregunta con una voz suave y cariñosa mientras se inclina para besar mi frente.—Feliz... pero nerviosa —admito, mordiéndome el labio mientras mi mente viaja al pasado—. La última vez que estuve embarazada... tú... —No puedo evitar que mi voz tiemble un poco. Ricardo se da cuenta y me mira, sus ojos llenos de culpa.—Fui un idiota, Isabella —dice con firmeza, aunque noto un ligero tono de culpa—. No hay otra forma de decirlo. Me asusté, no sabía cómo lidiar con el compromiso, con lo que sentía por ti... —Hace una pausa,
CAPÍTULO 173: …ANTES DE LA TORMENTAEl aire en mis pulmones se siente pesado, como si estuviera respirando bajo el agua. Mi cuerpo tiembla mientras trato de procesar lo que está sucediendo. ¿Cómo pudo Edward llevarse a Jake sin que yo supiera nada? Mi hijo está con él, y algo dentro de mí me dice que no está bien.Antes de que mi mente se desmorone por completo, veo el coche de Ricardo detenerse frente al colegio. Baja rápidamente y corre hacia mí con el rostro lleno de preocupación. Me envuelve en sus brazos, y de inmediato siento el calor y la seguridad que siempre me ha dado, pero esta vez no es suficiente para calmar mi desesperación.—Isabella, tranquila —dice en voz baja, sujetando mi rostro con ambas manos—. Respira, por favor. Esto es malo para el bebé. No podemos permitirnos que te pongas así.Intento concentrarme en su mirada, en la calma que trata de transmitirme. Es como si una parte de mí quisiera ceder a su tranquilidad, pero otra parte se resiste. Mi hijo está desaparec
CAPÍTULO 174: INCIERTOMi teléfono suena de repente sobresaltándome por el sonido. Miro la pantalla con la esperanza de que sea Edward, pero no. Es Becca.—¿Isa? —su voz suena preocupada desde el otro lado—. Estoy frente a tu rancho para la prueba de vestido de dama de honor, ¿dónde estás?Intento no desmoronarme, pero las palabras me salen a trompicones, explicándole rápidamente lo que ha pasado.—Ay, Becca, lo olvidé. No estoy ahí… —le digo con la voz rota—… Edward se llevó a Jake —suelto sin anestesia.—¿Qué? Pero ¿él no estaba en el hospital? ¿Cómo que se lo llevó? —su tono ahora suena más alarmado.—Salió de alta hoy, puede caminar. Pensamos que lo encontraríamos en su casa, pero no está aquí. No sé dónde está, Becca, no sé qué está pasando.—Voy para allá —me interrumpe—. Dime dónde están.—No, vamos a regresar al rancho, espérame ahí.Cuelgo y me giro hacia Ricardo, que sigue tratando de idear algún plan.—¿Y si Edward realmente…? —No puedo terminar la pregunta. No quiero ni pe
CAPÍTULO 175: DE MANOS ATADASRicardoEl sol comienza a descender en el horizonte cuando el capitán Fernández llega al rancho. Su patrulla se detiene en la entrada, y yo lo espero en la puerta, sintiendo cómo la tensión en mi pecho se convierte en una presión insoportable. Abre la puerta del coche con una calma que me exaspera, pero trato de mantener la compostura. Necesito que actúe rápido.—Ricardo, ¿qué sucedió? —pregunta Fernández ni bien sale del auto, su mirada ya está escrutando la propiedad como si estuviera listo para cualquier tipo de desastre.Isabella está justo detrás de mí, y antes de que yo pueda responder, ella toma la palabra.—Edward se llevó a Jake del colegio —Sus palabras suenan atropelladas, se nota que hace un esfuerzo visible por controlarse—. No sabemos nada de ellos desde entonces.El capitán la mira con cautela y asiente lentamente.—¿Qué relación tiene Edward con el niño? —pregunta para tratar de entender la magnitud del problema antes de actuar.—Es su pad
CAPÍTULO 176: LA LLAMADALos segundos se convierten en una tortura interminable, y mi mente no hace más que divagar en los peores escenarios. Camino de un lado a otro, incapaz de quedarme quieta. La casa se siente más grande y vacía, como si se hubiera tragado a Jake, a Ricardo, a cualquier atisbo de paz que alguna vez existió aquí. La angustia me consume, invadiendo cada rincón de mi cuerpo. No puedo comer, no puedo pensar con claridad, y mucho menos descansar. Mi corazón late tan fuerte que me parece que en cualquier momento se detendrá.Lucía llega poco después de que Ricardo se va con el capitán Fernández. Aunque su presencia debería hacerme sentir mejor, apenas puedo notar que está ahí, sentada en silencio, mirándome con esa expresión que solo ella sabe poner cuando algo malo ocurre. Becca está a mi lado, también preocupada, pero siendo fiel a su naturaleza, siempre trata de sacar algo de humor en medio del caos.—Ay, amiga, para ya. Le vas a abrir una zanja al suelo —me dice int
CAPÍTULO 177: ESTÁ CON SU PADREEdward—Débora, ¿con quién hablabas? —pregunto al entrar en la habitación.La pelirroja se gira con una sonrisa despreocupada, bloqueando su celular con un movimiento rápido.—¿Ah? Con nadie importante. Solo esas molestas llamadas para ofrecerte líneas telefónicas —responde con un encogimiento de hombros, como si no fuera nada—. ¿Ya se durmió tu hijo?—Sí, lo he acostado en la cama de arriba, como me dijiste —digo, dejándome caer en la silla de ruedas con un suspiro. Todavía me duele la cadera, y cada paso que doy parece una tortura. Pero no me arrepiento de haberme marchado del hospital. No podía quedarme ahí sabiendo lo que Isabella y Ricardo estaban planeando. En cuanto Débora me dijo que se casarían en tres días, supe que tenía que actuar. Era ahora o nunca.—¿Qué pasa? —pregunta Débora, acercándose con una preocupación fingida—. ¿Te duele la cadera?—Un poco —admito, pero rápidamente desecho el tema—. No es eso lo que me preocupa.Ella me mira con
CAPÍTULO 178: ANGUSTIA—¿Era ella? ¿Esa maldit4 mujer se atrevió a llamarte? —pregunta Becca al verme tan alterada mientras aprieto el celular con fuerza excesiva.Las lágrimas corren por mis mejillas, pero son más de furia que otra cosa. Una rabia tan intensa y visceral que me produce nauseas. De pronto siento una ligera punzada en el vientre.—¡Ah! —protesto.—¡Isabella! —exclama Lucía y me ayuda a volverme a sentar en el sillón—. Mujer tienes que calmarte, podrías perder al bebé.—Era ella, me llamó para burlarse de mí, para decirme que no voy a volver a ver a Jake nunca más —digo intentando ahogar mi llanto, pero es demasiado difícil cuando todo esto me supera.Acaricio mi vientre y me recuesto en el espaldar. No puedo perder el control, ya estoy pendiendo de un hilo con Jake, si pierdo otro hijo, no creo que pudiese resistirlo.—Por favor, come un poco, tienes que estar fuerte y tranquila —insiste Becca empujando la bandeja hacia mí.No me apetece nada, pero sé que tienen razón.