Mylene se quedo de piedra al oír las palabras de la rubia, sintió como su boca se secaba y como su estomago se revolvía levemente.Trató de disimular su incomodidad y siguió abrazando a Irene, aunque no podía evitar sentirse un poco tensa. Se preguntó si Leo había escuchado lo que había dicho Irene y si también se sentiría incómodo al respecto.En ese momento, Irene se separó del abrazo y corrió hacia los brazos de su madre, quien estaba parada a pocos metros de distancia.Todavía en shock por la situación. Leo, que estaba parado cerca de ella, notó su expresión.-¿Estás bien, Mylene? -preguntó el rubio, con preocupación.-Sí, sí estoy bien. -respondió Mylene, con una voz débil.Pero Leo sabía que no era cierto. Él conocía a Mylene lo suficientemente bien como para saber que algo le estaba molestando. Se acercó un poco más a ella y le puso una mano en el hombro.Mylene no podía evitar pensar en la rubia y en lo que había dicho sobre Leo. Finalmente, decidió preguntarle directamente.-
Mylene se sentía un poco confundida y molesta por la actitud de su hermana. A pesar de que Irene parecía estar tratando de ser amable y educada, podía sentir una energía incómoda entre ellos. Era como si su hermana quisiera recordarles que originalmente ella era quien debería estar con Leo, no ella. Se preguntó si había alguna intención detrás de las palabras de Irene, o si simplemente estaba siendo paranoica. Por otro lado, los padres de Irene observaban la escena con una sonrisa maliciosa, como si estuvieran disfrutando del espectáculo. Mylene no podía entender por qué sus padres parecían estar disfrutando de la situación, y se preguntaba si había algo más que ella no sabía. Comenzó a sentir una sensación de inquietud, como si su familia estuviera tramando algo que ella no podía entender. Intentó descartar esos pensamientos, pero no pudo evitar sentir que algo andaba mal.Podía sentirse en el aire que tenían algo entre manos. De repente, Irene se alejó y comenzó a caminar hacia d
El rubio era conocido por su actitud jovial y su aparente fortaleza. A menudo ocultaba sus emociones y se mostraba como un hombre perfecto, pero ella sabía que había mucho más detrás de esa fachada.Ella había aprendido a leer su lenguaje corporal y a notar incluso los cambios más sutiles en su comportamiento. Podía ver a través de su máscara de fortaleza y entender que había momentos en los que se sentía vulnerable y triste.Mientras lo observaba desde lejos, podía notar como aquellos ojos azules tenían un destello de melancolía.A veces, el rubio parecía llevar todo el peso del mundo sobre sus hombros, como si se sintiera responsable de hacer todo bien y no permitirse mostrar debilidad. Pero ella sabía que era importante que se permitiera sentir sus emociones y que no tenía que ser fuerte todo el tiempo.Se levantó del sofá y se acercó a Leo con paso lento. No quería hacer que se sintiera incómodo, pero al mismo tiempo, no podía ignorar la sensación de que tenía que preguntarle si t
Podía ver al rubio dando vueltas de un lugar a otro, haciendo llamadas e intentando encontrar una habitación en algún hotel cercano, pero su cara de preocupación indicaba que no estaba teniendo éxito en su búsqueda.Mientras tanto, todos los que habían asistido al funeral ya se habían ido del lugar después de la ceremonia, lo que hacía que la búsqueda de un hotel fuese aún más difícil.La luz del sol comenzaba a desvanecerse en el horizonte, lo que aumentaba la presión de Leo, quien quería encontrar una solución lo antes posible.Antes de que todos se retiraran del lugar, Leo había hablado con Mylene en privado sobre la situación. Ambos estaban preocupados de que su familia pudiera hacer trampas en la lectura del testamento, y que lo mejor sería quedarse lo más cerca posible para evitar cualquier tipo de engaño.Así que habían decidido no tomar el avión de regreso a casa esa noche y en cambio, quedarse en un hotel cercano al lugar del funeral.Pero ahora, la búsqueda de un hotel se ha
Miró una última vez la foto de la chica, detallándola un poco: piel clara, cabellos rubios y ojos verdes, una belleza se mirara por donde se mirara. Pero eso no le importaba en lo más mínimo. Leo estaba molesto y aburrido por tener que casarse con alguien que no conocía y no le importaba en absoluto. Y es que todo esto era un matrimonio por conveniencia, un acuerdo entre sus familias para fortalecer sus negocios. Escuchó unos golpes en la puerta que lo llamaban, así que dejó la fotografía en la mesa que tenía a su lado y se levantó el sillón para abrir la puerta. Era Rick, su padrino de honor, quien lo llamaba. -Oye amigo, te estamos esperando -habló Rick con una pequeña risa. - ¿Nervioso? -preguntó con algo de burla en su tono mientras le acomodaba la corbata roja de su elegante traje de boda color negro. -Para nada. -dijo Leo de manera cortante mientras pasaba a su lado y comenzaban a caminar por el largo pasillo. Después de unos momentos, llegaron a unas grandes puertas de made
Mylene se encontró sentada en el borde de la cama king size, con el vestido de novia aún puesto. Miraba a su alrededor, inspeccionando la habitación del hotel en la que pasaría su noche de bodas con Leo. Miró alrededor de la habitación, tratando de distraer su mente de sus nervios. Era una suite impresionante, con una cama enorme en el centro de la habitación, una sala de estar con sofás de cuero y una vista impresionante de la ciudad. Todo parecía lujoso y elegante, había pétalos de rosas rojas regados por el suelo y la cama, además que la luz estaba un poco mas opaca de lo normal, dando un ambiente romántico a la situación. Pero ella simplemente no sabia que hacer. Su maleta había sido enviada también, pero no sabia en que momento cambiarse de ropa, aunque también se sentía avergonzada de hacerlo frente a Leo. El cual, por otra parte, se veía cómodo y relajado con la situación, Mylene intentó relajarse mientras veía como el rubio se quitaba la chaqueta de su traje y la colgaba e
Leo y Mylene estaban sentados en la terraza del hotel, frente a una mesa llena de platos de alta cocina. El sol brillaba en el cielo, y una brisa fresca soplaba en el aire. Ella estaba un poco incómoda en su silla mientras miraba el plato gourmet que le habían servido, el aroma fuerte y desconocido invadió sus sentidos mientras lo observaba con curiosidad. Era una combinación de ingredientes exóticos que nunca había visto antes: langostinos, algas marinas, hierbas aromáticas y un aderezo de frutas tropicales. Mylene se sintió insegura al no estar acostumbrada a este tipo de comidas. No quería parecer inexperta en este tipo de platos frente a Leo así que finalmente le dio una probada, el sabor del langostino no le parecía malo, pero cuando mordió la alga marina se sintió invadida por un sabor amargo y extraño. Intentó disimular su incomodidad pero Leo la notó de inmediato. -¿No estás acostumbrada a este tipo de comida? -preguntó extrañado. Mylene dudó por un momento antes de resp
Mas tarde, en la recepción del hotel, Mylene podía percibir como varias personas del lugar la miraban fijamente, y es que ella desentonaba por completo con el lugar. Llevaba un vestido floreado de algodón, además de unas sandalias cómodas y un bolso tejido a mano, con el cabello recogido en una trenza. Por otro lado, Leo caminaba con confianza en su traje oscuro sin corbata, luciendo impecablemente atractivo. La camisa blanca tenia los primeros botones abiertos, logrando destacar su tez musculosa, mientras que la chaqueta entallada resaltaba su físico atlético y bien formado. Sus ojos azules resaltaban detrás de sus gafas de sol, mientras que su cabello rubio estaba ligeramente desordenado, lo que le daba un aspecto juvenil y sofisticado al mismo tiempo. -En marcha. -habló el rubio, sacándola de sus pensamientos. El auto de Leo era un Lamborghini, de un negro intenso y brillante que resaltaba la elegancia y sofisticación del modelo. Los cristales oscuros de las ventanas le daban un