Capítulo 3 - Secreto

Leo y Mylene estaban sentados en la terraza del hotel, frente a una mesa llena de platos de alta cocina. El sol brillaba en el cielo, y una brisa fresca soplaba en el aire.

Ella estaba un poco incómoda en su silla mientras miraba el plato gourmet que le habían servido, el aroma fuerte y desconocido invadió sus sentidos mientras lo observaba con curiosidad.

Era una combinación de ingredientes exóticos que nunca había visto antes: langostinos, algas marinas, hierbas aromáticas y un aderezo de frutas tropicales.

Mylene se sintió insegura al no estar acostumbrada a este tipo de comidas. No quería parecer inexperta en este tipo de platos frente a Leo así que finalmente le dio una probada, el sabor del langostino no le parecía malo, pero cuando mordió la alga marina se sintió invadida por un sabor amargo y extraño.

Intentó disimular su incomodidad pero Leo la notó de inmediato.

-¿No estás acostumbrada a este tipo de comida? -preguntó extrañado.

Mylene dudó por un momento antes de responder en voz baja.

-No, En la granja suelo comer cosas más simples.

A lo que Leo se sorprendió de oír aquella respuesta, ella también pertenecía a una familia adinerada como el, por lo que no debería de ser extraño para ella este tipo de comidas.

-¿Que acostumbras a comer mayormente? -preguntó, necesitaba eliminar aquella sospecha.

-Suelo comer risotto de champiñones, polenta con salsa de tomate y hierbas frescas que cultivamos, también suelo hacer queso con la leche de las vacas. -comentaba la chica mientras una pequeña sonrisa se asomada en su rostro al recordar aquello.

El rubio entonces se llevo una mano al rostro, y es que se acababa de corroborar sus sospechas.

La razón por la que ella era tan distinta a Irene, aparte del hecho de que nunca había oído hablar de ella, sumado al hecho de que por lo visto no tenia ni idea de la vida adinerada. Solo tenia que tener una explicación.

-Eres la hija que nació fue del matrimonio. -habló firme, sin ninguna duda en su voz.

Mylene quedó paralizada al escuchar las palabras de Leo. Sabía que tarde o temprano tenía que hablar sobre el tema, pero no esperaba que fuera tan pronto. Tragó saliva y bajó la mirada, jugueteando con la comida en su plato.

-Si, pero aun tengo el apellido Anderson, si es eso lo que le preocupa.

Leo vio como la chica se sentía incomoda al hablar del tema, pero esto era algo que no podía evitar hablar y aclarar con ella.

-Mira, se que quien debería estar aquí es Irene, pero tu y yo ya estamos casados.

Mylene asintió en silencio, sin saber qué decir. Leo siguió hablando, con un tono un poco más serio que antes.

-Imagino que también firmaste el acuerdo prenupcial, así que sabrás que tenemos que estar juntos por lo menos un año. -Leo entonces la miro fijamente, sin embargo la chica aun tenia la mirada baja- Mylene, mírame. -ordenó, a lo cual ella obedeció, encontrándose con aquellos zafiros azules mirándola fijamente.

-Nuestras compañías se benefician una con la otra con este matrimonio, así que espero que entiendas la importancia de nuestra unión. -continuó Leo con un tono de voz algo duro- Lamento que estés en esta situación, pero no puedo anular el matrimonio, esta empresa es todo lo que me importa en este mundo.

Mylene tragó saliva y asintió levemente, sintiéndose impotente ante la situación. Leo notó la reacción de la chica y suspiró. Sabía que su actitud podía ser algo intimidante cuando negocios se trataba, pero no podía permitir que la situación se saliera de control. Por lo cual trató de suavizar la situación.

-Aparte, si no te gusta algo simplemente tienes que decirme, encontrare la manera de resolverlo. -dijo mientras llamaba al mesero- ¿Pan recién horneado con mermelada esta bien?- Preguntó a la chica al tener ya al mesero frete a el.

-¿Uh? -preguntó extrañada la chica- S-si, claro.

-Y trae algunas mermeladas, aparte de los jugos naturales de temporada, por ultimo también chocolate para tomar, pero solamente de la marca King. -ordenó al mesero, el cual solo asintió con la cabeza y se retiro, al mismo tiempo que otros meseros se acercaron a la mesa para que retiraran la comida de la chica que no había sido de su agrado.

Mylene lo miró un momento, asombrada por la actitud que había tomado Leo, simplemente podía no haberle prestado atención en lo absoluto y dejarla estar, pero en cambio estaba haciendo todo lo posible para ella se sintiera cómoda.

Después de unos minutos llegó lo que había ordenado el rubio y se quedo sorprendida al ver tanta variedad de cosas. Pero extrañamente lo que mas le había llamado la atención era la delicada taza de chocolate caliente que tenia enfrente.

Había notado como Leo lo había pedido con especial atención, y ahora entendía el porqué. Al dar el primer sorbo, sintió como el sabor del chocolate se derretía en su boca, haciendo que cerrara los ojos con deleite. Era el chocolate mas rico que había probado en su vida.

Leo la observaba con atención mientras ella bebía, notando cómo su rostro se relajaba y una pequeña sonrisa aparecía en sus labios.

-¿Te gusta? -preguntó, rompiendo el silencio que se había formado.

Mylene asintió, sin dejar de sorber el chocolate caliente.

-Sí, es increíble. -respondió Mylene con sinceridad, sin poder contener una pequeña risa de satisfacción- Nunca había probado uno así.

Leo sonrió con satisfacción.

-Que bueno que te guste, ya que lo veras mas seguido, después de todo la empresa de mi familia es la encargada de su elaboración. -comentó sin darle mucha importancia mientras tomaba un sorbo de su café.

Mylene se levantó las cejas en sorpresa. No sabía que la familia de Leo se dedicaba a la producción de chocolate. De echo no sabia nada de lo que se dedicaba.

-¿Enserio?

-Si, ¿Irene no te dijo ni siquiera eso?

-No, solamente me dijo que se llamaba Leo. -respondió apenada.

-Bueno, ¿recuerdas como se llamaba la marca del chocolate? -preguntó sin apartar la mirada de la chica.

-King. -contestó.

-Mi nombre es Leonard King, Futuro heredero de los King's Chocolate.

Mylene no había imaginado que estaba casada con alguien tan importante en el mundo de los negocios. Se sintió un poco abrumada por la situación y trató de mantener la compostura mientras tomaba otro sorbo de chocolate caliente.

-¿Sabes que relación tienen tu familia y la mía? -preguntó el rubio a la chica, a lo cual ella negó con la cabeza- Tu abuelo y mi abuelos fueron amigos de la infancia, ambos se dedicaban al campo pero mi abuelo opto por aventurarse en los chocolates.

Comenzó a contar Leo, mientras Mylene lo miraba atenta.

-Los chocolates eran buenos, pero no lo suficientemente bueno como para sobresalir entre la competencia. Fue entonces que tu abuelo convenció a mi abuelo de usar un nuevo ingrediente, y fue a partir de ahí que los chocolates tomaron esa popularidad abrumadora que aun mantiene hoy en día.

Mylene estaba cada vez más sorprendida. Nunca había imaginado que había una conexión tan interesante entre sus familias. Le preguntó a Leo más sobre la historia y él siguió contando.

-A partir de ese momento, nuestras familias se hicieron muy cercanas. Mi abuelo siempre habla de cómo el chocolate era algo mágico gracias a la calidad de los ingredientes, lo cual lo hacía especial. -continuó Leo, con una sonrisa en el rostro.

Sin embargo Mylene aun tenia una duda en su cabeza.

-Pero no entiendo, ¿por que es necesario este matrimonio?, ustedes pueden replicar nuevos ingredientes.

-No, no podemos- Dijo leo firmemente- Mi abuelo conoce ciertamente los ingredientes, pero solamente tu abuelo sabe la manera en que se hace ese ingrediente.

Mylene quedó impresionada por lo que Leo acababa de decir. Era increíble cómo un pequeño secreto culinario podía ser tan valioso y tener tanto poder en el mercado del chocolate.

-Entonces, ¿quieres decir que si no nos fuésemos casado, la receta secreta se perdería para siempre? -preguntó Mylene, tratando de entender mejor la situación.

-Exactamente. -respondió Leo, asintiendo con la cabeza-. Es por eso que nuestros abuelos hicieron este acuerdo hace años. No querían que el secreto pasara a otras manos y por eso decidieron unir nuestras familias.

Mylene se quedó pensativa por un momento, tratando de procesar toda la información que había recibido. Era una situación única y un tanto extraña, pero también era algo que la unía con Leo de una manera especial. Aunque también una duda asomo su cabeza.

-¿Y que pasa si nos divorciamos en un futuro?

A lo cual leo guardo silencio un momento antes de responder.

-Tanto tu abuelo como el mío acordaron que la receta será pasada a nuestros padres, pero si no duramos por lo menos un año de matrimonio entonces las relaciones se romperán, y tanto tu compañía como la mía serán dadas a la caridad. Pero el mayor comprador de tu empresa es la mía, y la mía sin tu ingrediente secreto será superada por las demás empresas he irá a la quiebra.

Mylene asintió lentamente, entendiendo la gravedad de la situación. Estaba claro que el matrimonio no era solo una formalidad, sino una responsabilidad importante para ambas familias y sus empresas.

Leo notó la expresión de preocupación en su rostro y trató de tranquilizarla.

 -No te preocupes, aunque este matrimonio sea una farsa, hare todo lo que este en mis manos para que te sientas cómoda, puedes tener todas las libertades que quieras, y puedes verte con otros hombres, al igual que yo con otras mujeres, pero tendrás que hacerlo discretamente.

Mylene se sintió un poco incómoda con esa idea, no le parecía justo que tuvieran que fingir un matrimonio y además, tener relaciones con otras personas. Pero no quería causar problemas y decidió no decir nada al respecto.

-Gracias, Leo, lo aprecio mucho. -respondió con una sonrisa forzada.

Leo pareció darse cuenta de la incomodidad de Mylene y decidió cambiar de tema.

-Dejemos eso de lado por ahora, ¿sabes donde dejaron el resto de tu ropa?

La chica lo miro confundida, ya que estaba segura que su maleta seguía en la habitación a la vista de todos.

-¿Que quiere decir?, mi maleta sigue en la habitación.

A lo cual Leo la miro un momento en silencio, claro, era algo obvio que ella tampoco tenia idea de lo que había hoy en la noche.

-Hoy es la fiesta en la que nos presentaremos como matrimonio, representando la unión de las empresas, allí estarán tanto tu abuelo como el mío, sin mencionar que nuestros padres también. -dijo Leo con un tono de voz serio.

Mylene se sintió un poco nerviosa ante la idea de la fiesta. No estaba acostumbrada a ese tipo de eventos y mucho menos a estar en el centro de atención.

-Oh, no tenía idea. -respondió con cierta preocupación en su voz- Supongo que tendré que encontrar algo adecuado para usar entonces.

-No te preocupes, primero terminemos de desayunar y arréglate, dudo mucho que tengas un vestido acorde a la situación, así que te llevare de compras.

De acuerdo. -dijo Mylene, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo ante la perspectiva de ir de compras con Leo. Parecía que estaba empezando a darse cuenta de que este matrimonio de conveniencia iba a ser más complicado de lo que había imaginado.

Mientras tanto, en otro lugar lejos de ahí, se encontraba Irene acostada en una silla de playa, recibiendo los rayos del sol mientras que tomaba una piña colada. Sonreía de medio lado mientras que leía en su teléfono la noticia de la boda del año, viendo a su media hermana y a su ex prometido salir en ella.

Pero entonces la pantalla del aparato se vio interrumpida por la llamada de su padre, sin embargo ella procedió a simplemente a colgar y bloquear el numero. Ella siempre se salía con la suya, y esta vez no seria la excepción.

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