Leí una y otra vez los papeles que Lily me había dado donde se inculpaba al padre de Nicolás por el asesinato por ajuste de cuentas de mi padre. Lamentablemente, según la historia de Nicolás, Federico Hamilton estaba muerto, por lo tanto, jamás recibiría justicia por el mío. La documentación parecía bastante convincente, hasta en los papeles había copias de un cuaderno viejo, con una letra bastante similar a la de Nicolás en las que estaban anotadas todas las deudas de muchas cifras de mi padre para con la banda mafiosa de los Hamilton, hasta las fechas coincidían con unos meses antes de su muerte. - ¿y bien? - dije levantando la mirada hacia Lily con la poca compostura que me quedaba. Increíblemente, ella se había mantenido en silencio mientras leía todo. - ¿Y bien qué, primor? - dijo ella fingiendo no saber a qué me refería. -Vamos dime- Exclamé impaciente- ¿Qué quieres a cambio de todo esto? ¿Eh?-Oh vamos Carlita, esto es de mujer a mujer, solo lo hago para que abras los ojos.
Llegamos a la casa, que ya no sentía como mía ni tampoco como un lugar seguro, sino como mi prisión de lujo, de la cual no podré escapar nunca más si no actúo cuanto antes. Lo observé en silencio desde una esquina, como si fuera una presa rogando que su depredador no la descubriera. Se veía tan tranquilo y feliz. Todo lo contrario, a como yo me sentía en ese momento. “Claro, si consiguió nuevamente lo que quería. A ti” Me dijo mi vocecita más realista. ¿Cómo voy a hacer para escapar de este hombre que sabe cada paso que doy? ¿Qué tiene muchas personas vigilando toda la ciudad constantemente? ¿Cómo?Tengo que pensar en una huida eficaz y rápida. Miré como se relajaba en el sillón y vi su whisky favorito descansando en la mesita al lado suyo. -Te ves un poco tensa- dijo desde el asiento.Aproveché este comentario para empezar mi plan arriesgado. No tenía el tiempo necesario para planificar algo mejor. Que sea lo que Dios quiera. -Lo estoy- Admití mientras me acercaba al sillón fre
El vaso de whisky cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos, pero Nicolás ni siquiera se inmutó por el estruendo, se había quedado completamente dormido en el sillón, roncando suavemente, desplomado con las piernas extendidas y los brazos caídos a los costados. Me levanté sigilosamente de mi sofá, con miedo a que fuera alguna de sus bromas de borracho. Caminé hacia él, esquivando los vidrios rotos y escuché su respiración, era regular y pausada. Examiné el suelo, casi no había whisky en él, se había bajado todo el calmante.Me acerqué más a su rostro y pasé con un poco de miedo mi mano frente a sus ojos, temía que tomara mi mano y ya no tuviera escapatoria. Pero no reaccionó. Intenté una última cosa, le di un buen cachetazo, de esos que varias veces deseé darle, haciendo girar su rostro hacia un lado y nada, no reaccionó. Solo su mejilla blanca ahora enrojeciendo. Era suficiente prueba de que no me estaba tomando el pelo. Subí escaleras y tomé mi viejo bolso del armario, metí rápid
-Ahrgg- un sonido de queja salió de los labios de Nicolás al despertar- ¿Qué pasó? - dijo en voz alta y sintió su garganta seca y dolorida. Necesitaba agua urgente.No recordaba lo último que había pasado anoche, pero cuando pudo finalmente acomodar su visión a la luz blanca y dolorosa que entraba por la ventana, se dio cuenta de que nunca había salido del living. Intentó levantarse, pero todo el cuerpo le dolía. Se había quedado dormido en una posición muy incómoda en el sillón. -¿Carla?- la llamó pidiendo ayuda. Pero su esposa no respondió. Quizás estaba durmiendo en su habitación, pensó y luego se sintió mal, seguramente había arruinado la noche emborrachándose hasta quedar inconsciente. Era su oportunidad de finalmente tener algo más con Carla, y la cagó. Finalmente se pudo incorporar quejándose en el proceso, y apenas puso ambos pies en el suelo, todo le dio vueltas y un agudo dolor de cabeza comenzó a aparecer. Miró con desprecio la botella de whisky casi vacía en la mesita.
Estuve alerta todo este tiempo mientras esperaba la hora de subir al tren, mirando con sospecha a todas las personas que caminaban alrededor nuestro, todos parecían ser secuaces de Nicolás, no podía confiar en nadie. Mi niño se había dormido abrazando a Teddy en mi regazo, era tan pequeño y vulnerable, lo abracé acercándolo más a mí, debía protegerlo a toda costa. Sabía que en cualquier momento el doctor o alguna de las enfermeras se daría cuenta que uno de sus pacientes había desaparecido de la nada, así que, además de cuidarme de Nicolás y de sus hombres debía esquivar también a la policía. Era su madre, pero el niño aún no estaba dado de alta, lo iban a catalogar como secuestro. Miré la hora en el gran reloj de la estación. Eran las 7 y 45, solo faltaban 15 minutos para que saliera el tren. Lentamente me levanté del asiento cargando a mi niño en brazos, tratando de no despertarlo, luego agarré el bolso y mi cartera y comencé a caminar hacia el andén. El tren ya estaba estacionad
Nicolás vio como el tren se llevaba lejos de él a su esposa y al niño. arrebatándolos de sus brazos. Arrodillado en el frío suelo, sentía que se había acabado todo, que tenía que dejarlos ir, porque él era un monstruo que solo causaba daño a esa mujer. -Señor, ¿Se encuentra usted bien? - Se dio media vuelta y miró hacia arriba, encontrándose con su empleado mirándolo desde arriba con lástima, había olvidado por completo que el muchacho estaba ahí. Seguramente vio toda su actuación lastimosa de hace un momento.Oh no, eso sí que no, sus hombres no podían verlo así, él era un hombre fuerte y temerario, si descubren que tenía sentimientos iban a dejar de tomarlo en serio. -Si- dijo secamente, se levantó del suelo y se paró erguido, se sacudió de su traje el polvo de haber estado revolcándose en el suelo. Miró al muchacho, el chico se mostraba realmente preocupado y notó que llevaba en sus manos todos los papeles que Carla le había arrojado desde el tren, los agarró y los volvió a
Bajé del tren y di mi primer paso sintiéndome una nueva persona y con una nueva vida, había llegado nuevamente a mi ciudad natal, de donde había huido hace ya varios años, cuando supe que estaba embarazada de mi niño. Aún recuerdo cómo mi madre me había advertido, cuando estaba comenzando a salir con mi ex esposo:“No te acuestes con ese idiota, te vas a arrepentir toda tu vida”Ya como siempre, no le había hecho caso, mi madre nunca había sido un ejemplo para mí, ella se acostaba con todos. Supongo que lo hice para hacerle la contra a ella. Lo que no sabía es que después quedaría embarazada, nunca me enseñó cómo debía cuidarme. Ahora veo a mi niño y no me arrepiento de mis actos, él es la única persona que realmente amo.Lo que no pensé es que mi madre me echaría de la casa. “¿Ya te divertiste? Ahora no me vengas con ese bombo acá, yo no tengo dinero para darle de comer a una boca más” Me dijo cerrándome la puerta en la cara para siempre. Desde ese momento, nunca volví a verla,
No era una broma, realmente el perro de la pareja de mi madre había usurpado mi habitación, lo tenían como un rey. Mi vieja cama era la suya, un animal gigante e inquietante que me miraba como una amenaza desde dentro de la habitación. Ese perro era un peligro y debía recordarle a mi niño que no intentara jugar con él. Todas mis cosas de adolecente, mis libros, mis póster y mis muñecos viejos, ahora estaban guardados en cajas húmedas y viejas en un armario, ya nada quedaba de mi pasado a la vista. Como si mi madre me hubiese eliminado de su vida y fingido que nunca ha tenido una hija. reemplazándome por ese sucio perro. Prácticamente lo había hecho con mi padre cuando fue asesinado. Pensé que mi madre me tendría un poco de compasión, luego de tantos años sin verme, pero me equivoqué, quería a ese perro más que a mí y a mi hijo. Simplemente me dio unas cobijas viejas para usar en el sillón y me dijo aires de superioridad:-Solo puedes usarlo por las noches, cuando estoy en casa mir