-Señor…- Uno de sus hombres, de los más novatos y del que no tenía idea de su nombre, estaba esperándolo a la salida del hospital con uno de sus vehículos que solo podía usar su hombre más confiable. -¡¿Qué significa esto?!- le gritó. Desquitándose toda la bronca acumulada de hace un momento con él- ¿Dónde está Gómez? - Se acercó amenazante hacia el muchacho. Quien retrocedió asustado y chocó su espalda con fuerza contra el auto. -S-se-ñor- comenzó a tartamudear del miedo. -Vamos, habla de una maldita vez- Lo tomó de su playera y lo sacudió en el aire. Estaba impaciente- No tengo todo el maldito día-¡Perdón mi señor!- Gritó asustado cerrando con fuerza los ojos- Será mejor que venga conmigo hacia el galpón-¿Disculpa?- dijo largando una risa sarcástica- ¿Y desde cuando soy yo quien recibe las órdenes? Nicolás cerró el puño con fuerza, preparado para golpear el rostro a estrenar del muchacho. En esos momentos no le venía mal una bolsa de boxeo.-¡Por favor!, solo me dijeron que lo
Luego de mi discusión con Nicolás, volví a la habitación con mi hijo y me quedé completamente dormida acostada a lado suyo sobre la cama. Al despertar aún seguía con dolor de cabeza y la irritación por la pelea con mi esposo. Ya me estaba hartando de llamarlo de esa forma. ¿Todos los hombres de mi vida me van a hacer la vida imposible?El único que me amaba de verdad era mi padre, como lo extraño. Él me hubiese dado un buen consejo para una situación como esta. Me levanté lentamente para no despertar a mi hijo que aún descansaba plácidamente y miré todos los regalos que había traído Nicolás, de tan solo ver tanta exageración y colores me molesté aún más, me hacía mal a la vista. Los tomé todos, excepto un pequeño osito color marrón que se veía sencillo, lo dejé a un lado de la cama y todo lo demás lo saqué de la habitación. Justo en ese momento pasaba una niña con su familia, ella miró los globos y el gran peluche con un brillo en sus ojos. Me agaché a su altura-Ey- dije con du
-Entonces, ¿Estoy perdonado? - Dijo luego de un rato de ambos estar callados mirando jugar a mi pequeño con el osito. -Aún tengo que pensarlo bien- admití seriamente. No quería apurarme con mi decisión. Si, había sido bueno con el niño, aún así, no me podía comprar tan fácil. No esta vez. -Está bien- dijo volteandose hacia mí. Me tomó de las manos y miré con vergüenza a mi hijo, que no se había dado cuenta, por suerte. –A tu tiempo- Me sonrió de forma comprensiva y besó mis manos. - Yo voy a estar esperando. -Gracias. – dije y mi celular sonó arruinando el momento. Él se alejó respetando mi privacidad, eso me sorprendió, era una nueva actitud en él. Tomé el celular y vi que era un mensaje de texto de un número desconocido. Abrí el mensaje con curiosidad. “Hola Carlita, soy Lily. ¡No, no te estoy hablando para sacarte a tu marido! Jaja, solo que tengo una información sobre tu difunto padre, que en paz descanse, que te puede interesar mucho. Si quieres saber más te espero en el
Leí una y otra vez los papeles que Lily me había dado donde se inculpaba al padre de Nicolás por el asesinato por ajuste de cuentas de mi padre. Lamentablemente, según la historia de Nicolás, Federico Hamilton estaba muerto, por lo tanto, jamás recibiría justicia por el mío. La documentación parecía bastante convincente, hasta en los papeles había copias de un cuaderno viejo, con una letra bastante similar a la de Nicolás en las que estaban anotadas todas las deudas de muchas cifras de mi padre para con la banda mafiosa de los Hamilton, hasta las fechas coincidían con unos meses antes de su muerte. - ¿y bien? - dije levantando la mirada hacia Lily con la poca compostura que me quedaba. Increíblemente, ella se había mantenido en silencio mientras leía todo. - ¿Y bien qué, primor? - dijo ella fingiendo no saber a qué me refería. -Vamos dime- Exclamé impaciente- ¿Qué quieres a cambio de todo esto? ¿Eh?-Oh vamos Carlita, esto es de mujer a mujer, solo lo hago para que abras los ojos.
Llegamos a la casa, que ya no sentía como mía ni tampoco como un lugar seguro, sino como mi prisión de lujo, de la cual no podré escapar nunca más si no actúo cuanto antes. Lo observé en silencio desde una esquina, como si fuera una presa rogando que su depredador no la descubriera. Se veía tan tranquilo y feliz. Todo lo contrario, a como yo me sentía en ese momento. “Claro, si consiguió nuevamente lo que quería. A ti” Me dijo mi vocecita más realista. ¿Cómo voy a hacer para escapar de este hombre que sabe cada paso que doy? ¿Qué tiene muchas personas vigilando toda la ciudad constantemente? ¿Cómo?Tengo que pensar en una huida eficaz y rápida. Miré como se relajaba en el sillón y vi su whisky favorito descansando en la mesita al lado suyo. -Te ves un poco tensa- dijo desde el asiento.Aproveché este comentario para empezar mi plan arriesgado. No tenía el tiempo necesario para planificar algo mejor. Que sea lo que Dios quiera. -Lo estoy- Admití mientras me acercaba al sillón fre
El vaso de whisky cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos, pero Nicolás ni siquiera se inmutó por el estruendo, se había quedado completamente dormido en el sillón, roncando suavemente, desplomado con las piernas extendidas y los brazos caídos a los costados. Me levanté sigilosamente de mi sofá, con miedo a que fuera alguna de sus bromas de borracho. Caminé hacia él, esquivando los vidrios rotos y escuché su respiración, era regular y pausada. Examiné el suelo, casi no había whisky en él, se había bajado todo el calmante.Me acerqué más a su rostro y pasé con un poco de miedo mi mano frente a sus ojos, temía que tomara mi mano y ya no tuviera escapatoria. Pero no reaccionó. Intenté una última cosa, le di un buen cachetazo, de esos que varias veces deseé darle, haciendo girar su rostro hacia un lado y nada, no reaccionó. Solo su mejilla blanca ahora enrojeciendo. Era suficiente prueba de que no me estaba tomando el pelo. Subí escaleras y tomé mi viejo bolso del armario, metí rápid
-Ahrgg- un sonido de queja salió de los labios de Nicolás al despertar- ¿Qué pasó? - dijo en voz alta y sintió su garganta seca y dolorida. Necesitaba agua urgente.No recordaba lo último que había pasado anoche, pero cuando pudo finalmente acomodar su visión a la luz blanca y dolorosa que entraba por la ventana, se dio cuenta de que nunca había salido del living. Intentó levantarse, pero todo el cuerpo le dolía. Se había quedado dormido en una posición muy incómoda en el sillón. -¿Carla?- la llamó pidiendo ayuda. Pero su esposa no respondió. Quizás estaba durmiendo en su habitación, pensó y luego se sintió mal, seguramente había arruinado la noche emborrachándose hasta quedar inconsciente. Era su oportunidad de finalmente tener algo más con Carla, y la cagó. Finalmente se pudo incorporar quejándose en el proceso, y apenas puso ambos pies en el suelo, todo le dio vueltas y un agudo dolor de cabeza comenzó a aparecer. Miró con desprecio la botella de whisky casi vacía en la mesita.
Estuve alerta todo este tiempo mientras esperaba la hora de subir al tren, mirando con sospecha a todas las personas que caminaban alrededor nuestro, todos parecían ser secuaces de Nicolás, no podía confiar en nadie. Mi niño se había dormido abrazando a Teddy en mi regazo, era tan pequeño y vulnerable, lo abracé acercándolo más a mí, debía protegerlo a toda costa. Sabía que en cualquier momento el doctor o alguna de las enfermeras se daría cuenta que uno de sus pacientes había desaparecido de la nada, así que, además de cuidarme de Nicolás y de sus hombres debía esquivar también a la policía. Era su madre, pero el niño aún no estaba dado de alta, lo iban a catalogar como secuestro. Miré la hora en el gran reloj de la estación. Eran las 7 y 45, solo faltaban 15 minutos para que saliera el tren. Lentamente me levanté del asiento cargando a mi niño en brazos, tratando de no despertarlo, luego agarré el bolso y mi cartera y comencé a caminar hacia el andén. El tren ya estaba estacionad