Los primeros rayos de sol se filtraron con intensidad a través de las cortinas, golpeando el rostro de Hayley y obligándola a abrir los ojos lentamente. La luz era implacable, y el malestar que recorría su cuerpo no le permitió seguir durmiendo. Con un gesto automático, llevó las manos a su frente y comenzó a masajearla, intentando aliviar el dolor punzante que palpitaba en su cabeza, como si en cualquier momento fuera a estallar. Un gemido ahogado escapó de sus labios al no poder soportar la presión, mientras el sabor amargo y seco en su boca le recordaba la cantidad de alcohol que había ingerido la noche anterior.Se incorporó con dificultad, y al bajar la mirada, su respiración se detuvo por un instante. Su vestido negro había desaparecido, y solo llevaba puesta su ropa interior. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, y un escalofrío de vergüenza recorrió su cuerpo.—¡Oh, por Dios! —exclamó, llevándose las manos al rostro.Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a golpearla c
No estaba segura de cuánto tiempo había dormido, pero al despertar, se sintió renovada, como si la resaca y el malestar de horas atrás no hubieran existido. Una energía inesperada recorría su cuerpo. Se incorporó lentamente, estirando los brazos con suavidad, y su mirada se dirigió al espejo que colgaba en la pared. Esta vez, su reflejo le devolvía una imagen mucho más decente. Su rostro limpio, sin rastro del maquillaje corrido, y su cabello, aunque algo alborotado, lucía más presentable. Satisfecha, alisó la tela de su camisa arrugada con las manos y decidió salir de la habitación.En la cocina, encontró una nota de Noelia junto a una bandeja cubierta. La caligrafía pulcra de la empleada doméstica le explicaba que había preparado el almuerzo y que solo debía calentarlo, ya que seguramente estaría frío para cuando despertara. Había intentado despertarla antes de marcharse, pero Hayley no había reaccionado.Una sonrisa se dibujó en sus labios. Era consciente de que Noelia no solía tra
Durante toda la velada, Evan permaneció a su lado, aunque parecía más taciturno de lo habitual. Su presencia, sin embargo, lograba mitigar la sensación de soledad y la incomodidad que Hayley sentía en aquel entorno al que no estaba acostumbrada. Los asistentes, en su mayoría magnates de renombre, se regodeaban de sus títulos y cargos. Sus actitudes altaneras y soberbias creaban una atmósfera de superioridad, como si cualquier persona fuera de su círculo fuera irrelevante.Aunque Hayley había sido presentada a algunos de ellos, no podía evitar sentir que la cortesía que le ofrecían era superficial, motivada únicamente por el hecho de ser la esposa de un Bourousis. Si no fuera por esa conexión, estaba segura de que recibiría miradas de desprecio, como la que le lanzaba una mujer rubia de ojos grises que no apartaba los ojos de ella. Aunque, al observarla mejor, parecía que el verdadero objeto de su interés era el hombre que estaba a su lado.Evan, por su parte, parecía completamente aje
Finalizado el evento, Evan se levantó de la mesa y le pidió a Hayley que lo esperara mientras iba al baño. El salón ya comenzaba a vaciarse, y entre los invitados que se habían retirado estaban Frederick y Loren. Esta última, con un gesto irritable, había insistido en marcharse debido al daño que sus incómodos tacones le causaban en los pies. Así que, ahora sola y rodeada de extraños, Hayley decidió distraerse con su móvil. Desbloqueó la pantalla y revisó el chat de un grupo de lectoras empedernidas al que pertenecía, notando una larga lista de mensajes sin leer. Había estado tan ocupada en las últimas semanas que apenas tenía tiempo para participar en lo que antes había sido su refugio más preciado.Aquel grupo era su conexión con la pasión que siempre había amado; los libros. A través de él había encontrado un espacio donde podía leer y escribir libremente, lejos de las estrictas prohibiciones de su padre. Desde pequeña, él había despreciado sus intereses literarios, llegando inclus
Regresaron a casa envueltos en un tenso silencio, cada uno sumergido en sus propios pensamientos. Hayley, con el ceño levemente fruncido, reflexionaba sobre el turbio asunto que, aunque no le concernía directamente, la involucraba de manera inevitable debido a su conexión con su hermana. Hanna se había enredado en un peligroso juego, y como consecuencia, ella también se veía arrastrada, quisiera o no. El poder y la influencia de Alexander, aquel hombre que no solo poseía una fortuna considerable, sino también una red de contactos que lo hacían temible, la mantenían en un estado de constante alerta. Sabía que si él deseaba silenciarla para proteger su secreto, lo haría sin dudar.El problema era más grave de lo que parecía. Alexander había embarazado tanto a Hanna como a su esposa, dos seres inocentes que cargarían las consecuencias de los errores de los adultos. La castaña no podía evitar sentir un peso en el pecho cada vez que pensaba en los bebés, ajenos a la complej
Mientras tanto, Evan permanecía sentado al borde de la cama, una sonrisa satisfecha curvando sus labios. Había logrado su objetivo, y eso le complacía. Estaba seguro de que Hayley no tendría más opción que aceptar la tarjeta que había dejado a su disposición. Sabía que el gesto la pondría en una posición incómoda, pero también confiaba en que ella no abusaría de la oportunidad. Hayley era prudente por naturaleza, y aunque tenía la libertad de gastar cuanto quisiera, Evan estaba convencido de que su esposa evitaría cualquier gasto excesivo. Era parte de su esencia, esa mezcla de humildad y orgullo que tanto admiraba en ella.Para él, sin embargo, el asunto era sencillo. Era su esposa, y su dinero también era suyo. No veía motivo alguno para que ella se contuviera. Compartir sus recursos con ella no solo era natural, sino que lo hacía con genuino agrado. En su mente, aquel gesto no era algo extraordinario, sino un recordatorio de que ella formaba parte de su vida de
Evan había fantaseado tanto con ese momento que, cuando finalmente ocurrió, le pareció irreal, como un sueño del que no quería despertar. Hayley le correspondía con la misma intensidad, y su mano, temblorosa pero decidida, la atrajo hacia él, eliminando cualquier espacio entre sus cuerpos. Sus labios se encontraron en un beso cargado de vehemencia y dulzura, un beso que parecía contener todas las emociones reprimidas que ambos habían acumulado. Los labios de la joven eran los más suaves y dulces que había probado jamás, y por un instante, el mundo dejó de existir para ellos.Sin embargo, como un balde de agua fría, la realidad lo golpeó de repente. Evan cayó en cuenta de que solo llevaba una toalla cubriendo sus caderas. La vergüenza y la conciencia de su impulsividad lo hicieron separarse abruptamente, dejando a Hayley entre confundida y sorprendida. Su mente, hecha un lío, gritaba. ¿Qué es lo que había hecho? la culpa lo invadió. “¡Oh, por Dios! ¡La he besa
—Desde que conocí a Jared, se ha comportado como un caballero conmigo. Jamás me ha faltado el respeto ni me ha confundido como tú lo haces constantemente —respondió con veneno, sus palabras cargadas de reproche—. Tú, en cambio, te escondes tras esa máscara de indiferencia y frialdad porque tienes miedo. Miedo de expresar lo que realmente sientes. ¿Por qué eres tan egoísta, Evan? ¿Por qué tuviste que besarme y confundirme aún más solo para después decir que fue un error?Su voz se quebró ligeramente al final, pero rápidamente enderezó los hombros, intentando recuperar la compostura. No iba a permitir que él viera cuánto la había herido. —Hayley... —intentó tocarla pero ella apartó su rostro.—¿Sabes qué? —continuó, su tono ahora más frío, aunque sus ojos brillaban con dolor y rabia—. Tienes razón. Lo mejor será olvidar que esto pasó. No soy tan ilusa como para creer que me amas solo por un insignificante beso. Un hombre como tú no es capaz de sentir a