Cuando Vincenzo terminó de arreglarse, Kaia todavía seguía sumida en sus pensamientos. – ¿Te vas a quedar todo el día acostada?Kaia lo miró y no se movió.–En un momento me levanto.–Aquí en casa hay un horario para cada comida, el que no esté a tiempo tendrá que prepararse sus propios alimentos.Kaia se levantó rápido de la cama y corrió al baño, por nada del mundo iba a incendiar la cocina de los Leonardi. Ella no sabía cocinar.–Gracias por avisarme, te puedes ir.Después de escuchar eso, Vincenzo solo salió de la habitación, no tenía tiempo para educar a su esposa.En el comedor estaban Maximus, Dafne, y Aitana y llegaba Kaia para hacerles compañía, desde luego, también quería desayunar. Vincenzo y Keelan, habían salido mucho más temprano para el conglomerado. Tenían una junta muy importante a primera hora.Kaia había ignorado por completo lo que le había pedido Vincenzo y bajó con ese horrible maquillaje, ella no iba a cambiar nada más porque él se lo pedía. Se detuvo y no supo
Kaia se volteó por completo, quedando frente a frente con Aitana. Ella podría ser su madre, pero también es bastante estúpida.–Parece que estás provocando algo en concreto, pero no seré yo la que dé el primer golpe.– ¿Me estás amenazando?–No te estoy amenazando, si me atacas te ataco.–Tus padres son unos pobretones que tuvieron que vender a su hija para ganar estatus ante la sociedad.–De mí, puedes decir lo que te dé la gana, pero a mis padres no los metas en esto.–No puedes tapar el sol con un dedo, si no hubiera sido por ese contrato, tú no estarías aquí, solo mírate, eres un pato feo delante de la belleza y el glamour de mi hermana.–Seré un patito feo y todo lo que tú digas, pero mira, este anillo que está aquí en mi dedo lo dice todo. El cisne de tu hermana, ¿sabes dónde está ahora?Kaia quería gritarle en su cara las andanzas de Raissa, pero no le correspondía, Vincenzo se lo había confiado y no lo podía dejar como un chismoso.–En la casa de mis padres, como toda una dama
Las trasmisiones de los videos eran guardadas en cajas de seguridad y nadie podía entrar a verlas, nada más que los señores, ni siquiera los guardias podían hacer cualquier modificación, si eso era lo que quería Aitana.–Si no se pueden hacer nada, entonces bórrenlas, quemen todas esas grabaciones.–Señora, nosotros no tenemos la autorización de dañar estos instrumentos.–Les daré lo que sea, les buscaré nuevos empleos y mejores pagados, si por eso están temiendo.–Tenemos la confianza de los señores puesta en nosotros, nadie nos va a dar trabajo sabiendo que hemos fallado en la mansión Leonardi.De eso estaban seguros todos, incluso la misma Aitana. No les podía asegurar que durarían en sus nuevos trabajos. Se dio por vencida y regresó a su habitación, estaba en graves problemas.Kaia no había salido de su habitación, quería evitar a toda costa a Aitana, a Maximus y a todos en general, Maximus no había logrado que ella abriera la puerta después de él haber visto los videos.Cuando Ma
Vincenzo subió a la habitación en busca de su esposa, pero no estaba seguro que ella bajara, Aitana respiró con normalidad, no le quería ver la fea cara a su concuña, ya era una incomodidad haber bajado en esas condiciones.De no ser por el hecho de que Keelan le había dicho que afrontara sus acciones, ella no se hubiera dignado tampoco a bajar. Pero ahí estaba dando la cara, aunque fuera obligada.–No, padre, esas son las ganancias de las empresas que adquirimos el mes pasado.Muchas veces ellos empezaban a platicar de cuestiones de negocios en la mesa, aunque eso no era del agrado de Dafne, se podía hablar de otro tema, incluso si no se hablaba nada durante la cena.–Me alegra que la empresa Paidousi esté en nuestras manos, muy pronto se empezaran a ver los dividendos.Para la mala suerte de Aitana, escuchar sobre eso le revolvía el estómago, ellos harían que esa empresa saliera a flote, deberían dejar que se fuera a la ruina, no entendía a su suegro, tendrían que invertir una millo
Con eso en mente Kaia se fue quedando dormida, tan profunda estaba que no se dio cuenta cuando Vincenzo entró a la habitación, llevando en su mano un plato que contenía comida. Lo colocó en la mesa junto al sofá.–Kaia.Se inclinó colocando su mano en el hombro y moviéndola un poco. Movió la sabana y le retiró el cabello de la cara. El corazón le latía demasiado rápido, no sabía desde cuándo esa chica podía afectar sus palpitaciones.– ¿Qué pasó?–Nada, solamente te he traído algo de comida.Su buen sentido del deber no lo iba a perder, no dejaría que ella se durmiera con el estómago vacío.–No te hubieras molestado, no tengo hambre.Pero en cuanto dijo eso, su estómago se reveló al percibir el aroma de la comida, estaba protestando, pues ya había pasado mucho tiempo desde el desayuno. Su propio estómago estaba en su contra.Vincenzo sonrió, esa mujer suya era demasiado terca y no iba a aceptar que tenía hambre, pero alguien la había delatado, él entró al baño y esperaba que cuando te
Cuando llegaron a la mansión, ya había pasado bastante tiempo desde que habían cenado, por lo que ya no había nadie que los atendiera, además él no sabía si su esposa había cenado en casa de su amigo, ese chico era un vago consumado.– ¿Ya cenaste?–No.–Me lo imaginé, vamos a la cocina a ver que se puede preparar.– ¿Pero quién va a cocinar?–Yo lo haré.Kaia lo miró como si le hubieran salido dos cabezas, el gran Vincenzo, jefe del gran conglomerado Leonardi, iba a cocinar para ella. No lo podía creer, aunque lo fuera a ver con sus propios ojos.– ¿Sabes cocinar?Kaia habló con una voz muy baja, sorprendida de que su esposo supiera cocinar, era como si estuviera viviendo en un mundo paralelo.–No soy el mejor chef, solo te puedo preparan un sándwich de lo que haya.–Muy bien, sorpréndeme con tu arte culinaria.Entraron a la cocina, Vincenzo, se quitó el saco, tomó el delantal y se lo puso con elegancia. Ella recordó cuando la primera noche él se quitó la ropa delante de ella. Eso hi
Kaia estaba feliz después de haber cenado tan delicioso sándwich, en casa de Fabrizio solo había zanahorias y unas lechugas. Y se había tenido que conformar con una ensalada improvisada.– ¿Cuándo podré empezar a empacar?Parecía una niña de siete años a la que le habían prometido el mejor de los regalos. Kaia quería abrazarlo y llenarlo de besos, pero se contuvo. Entre los dos recogieron los platos y los lavaron.–Te dije que estaban buscando la casa, no que ya nos íbamos a mudar.Llegaron a la habitación y ella pensó que de algo tenían que hablar antes de que decidieran acostarse. El sofá en verdad era incómodo, pero no podía llegar y acostarse en la cama así nada más, no tenía la confianza todavía para eso.–Eso lo sé, pero de igual manera tengo que empacar mis cosas.Tomó de nuevo las colchas y acomodó el sofá para dormir. Sabía que amanecería con el cuello doblado, entró al baño y lavo su cara retirando todo el maquillaje, con Vincenzo ya no importaba si la veía sin su disfraz. S
Al despertar al día siguiente Vincenzo no tenía prisa por levantarse, tenía a su esposa cómodamente acostada en su pecho, de nuevo sus piernas estaban entrelazadas. Al parecer esa posición era muy cómoda para ella.Desearía quedarse todo el día así con ella, desde hacía unos días él sentía que había cambiado, la mujer acostada en su pecho tenía la piel de su rostro tan tersa como la de un bebé. Sonrió, no la entendía, pero algún día le preguntaría por qué la cubría de esa forma.El corazón de Kaia se detuvo cuando se despertó y sintió el cuerpo duro de un hombre abrazándola. Pero había dormido como nunca lo había hecho antes. Kaia pensó que una de sus manos la engañaban, pero tenía la palma puesta en el músculo duro, del pecho de Vincenzo.–Es la segunda vez que despertamos de esta manera, y déjame decirte que no es desagradable.Tras escuchar eso, a Kaia le dio un vuelco el corazón, ella estaba pensando en lo mismo. Abrió los ojos y miró de frente a Vincenzo. Había pensado que eso er