¡Vaya, vaya, vaya! ¿De qué me perdí?Zendaya llevaba veinticuatro días eludiendo la visita de sus padres a su apartamento. No quería que se enteraran de sus mascotas, por lo menos no hasta que no les quedase más remedio que aceptarlas. Aunque rezó para que ocurriera un milagro y un novio árabe apareciera de repente, estaba medio resignada a irse con sus papás los primeros días de enero, por lo que tramitó los permisos de viaje de los animales. Se dijo que tendría a Río en el interior de la casa con aire acondicionado y a Jade la dejaría con su mamá, estaba segura de que con el tiempo la querría. Se presentaría con ellos en el aeropuerto y su padre no podría poner objeción.Para ir a la fiesta, trató de impedir que su familia pasara a buscarla; sin embargo, su papá temía que les estuviera ocultando otras cosas, por lo que le ordenó que los esperara. A pesar de que la chica estaba parada en la ventana de su sala, no le dio tiempo de salir antes de ver a sus progenitores bajar del coche.
Tanteando el terreno. ¿Habrá alguna posibilidad?«¿Nos conocimos? Eras mi crush, quise conocerte y me diste calabazas», pensó Salím, pero su educación solo le permitió decir:―Sí, es cierto, recuerdo haberte visto en la biblioteca.―¿Usted también se dedica a los negocios, señor Abdallah? ―preguntó Zayed a Salím con un brillo de interés en los ojos.―Por favor, llámeme Salím. No, no me dedico a los negocios, soy odontólogo ―respondió.―¿Dentista? ―dijo con un poco de desilusión.―Sí, infantil ―respondió Salím con mirada neutra.―Salím es mi héroe, trabaja para un hospital con pacientes de escasos recursos ―dijo Jade.―Muy loable ―dijo Zoraida―, un hombre que ayuda al prójimo es de admirar. ¿No te parece, hija? ―preguntó la mujer dirigiéndose a Zendaya.―Sí, mamá, es de admirar ―respondió Zendaya, lo miró a los ojos y sonrió coqueta.«¡Oh, mierda! Estoy perdido», pensó Salím.―Creo que tú estudiabas veterinaria ―dijo él.Pensó que era un hipócrita, en ese último año de carrera le gusta
Química, ¿tu cuerpo y el mío?Zendaya volvió al lado de sus padres, trataba de contener una sonrisa de felicidad, en realidad lucía como el gato que se comió el plato de crema, para disimular giró la cabeza en busca de su hermana.―¿Dónde está Zara? ―preguntó.―Anda con la sobrina de los anfitriones, Hope, que vive en la casa de al lado, fueron a buscar un libro.―¿Ya te pidió matrimonio el dentista? ―preguntó su padre con sarcasmo.―No, esperaré hasta mañana y se lo pediré yo ―dijo ella retadora.―¡Zendaya Al-Murabak ni se te ocurra hacer eso! ―ordenó su padre―. ¿No tienes vergüenza? ―susurró abochornado.―Sí tengo, pero me queda una semana de plazo para encontrar marido, y prefiero perder la vergüenza a casarme con Hasan. ―No sabes nada de él ―gruñó su padre.―Tú tampoco sabías nada de mamá cuando se casaron y de Hasan preferiría saber menos cosas ―dijo irónica―. Papá, sé que es divertido, le gustan los animales, me dejaría trabajar y cumple con tu requisito de ser de buena famili
Inspeccionando la guarida.Zendaya se bajó del coche, tomó a Río, lo puso en el piso y lo sujetó con una correa, cada día le parecía que pesaba más. Se giró y tomó el kennel[1] de una furiosa Jade, la gata odiaba esa cosa, pero era la única manera de que no se escapara. Caminó hasta la entrada de la casa de Salím y tocó el timbre. Los ladridos comenzaron desde el piso de arriba, parecía que una jauría avanzaba por toda la casa. Sonrió ante el escándalo, miró a Río para ver su reacción y comprobó que permanecía imperturbable ante el bullicio de los tres chiflados.La puerta se abrió, Salím salió y la cerró a sus espaldas con rapidez sobresaltándola.―Hola, perdona, pero si abro mucho la puerta se me escapan los perros.Zendaya sonrió al verlo tan agitado. Sus ojos lo recorrieron inspeccionándolo, estaba guapísimo con sus jeans negros, una camisa y chaqueta del mismo color. Sin pensarlo mucho se puso de puntillas y rozó sus labios con los de él a modo de saludo.―¿Los gatos no se te esc
Educando a papá.«Es definitivo, los daré en adopción», pensó Salím avergonzado, mientras luchaba con Curly para arrebatarle de la boca lo que quedaba de la cartera de Zendaya. Los perros pensaban que era un juego, con un fuerte tirón lo logró. Ella, que bajó en carrera detrás de él, gimió al ver su bolso mordido en la mano de él. Se lo quitó y se acercó a los perros. Salím se acercó, temeroso de que los golpeara.―¡Curly, Larry y Moe! ¿Quién hizo esto? ―preguntó a los perros meneando la cartera en sus caras y con una voz tan autoritaria que hasta él se enderezó.Curly se tapó la cara, Larry miró hacia otro lado avergonzado y Moe puso cara de no romper un plato.―Las cosas no se comen y se bajan todos del sofá. ¡Ahora! ―ordenó con voz alta.Los perros corrieron hasta la escalera que tenían a un lado del sofá, y que les permitía subir a él, y se bajaron de inmediato. Huyeron hasta el comedor, desde debajo de la mesa miraban a Zendaya con cara de sufrimiento. Salím respiró aliviado.―La
Eso se llama tomar el toro por los cuernos.Salím inspeccionaba el pequeño apartamento de Zendaya, tenía una sala, un comedor, una cocina pequeña y un balcón que haría las delicias en las noches de verano. Ella entró por una de las tres puertas que se veían en un estrecho pasillo. Río se fue tras ella, Jade se subió a su rincón favorito encima de la nevera y lo observó. Cuando Zendaya la metió en el Kennel la gata bufó molesta y él se acercó a consolarla, casi le muerde el dedo. En ese momento le parecía que su mirada era malévola, por lo que se cuidó de no entrar a la cocina. Abbott y Costelo le habían mordido en varias ocasiones, por lo que aprendió a respetar su espacio cuando estaban molestos.El apartamento era bastante impersonal, así que asumió que lo rentó amueblado, una hilera de cajas apiladas frente a una pared hablaba de mudanza. Salím se preguntó si no las desembaló al llegar allí o si, por el contrario, las había preparado para irse con su padre en enero. Ninguna de las
Una negociación complicada.Sentado frente a Zayed Al-Murabak estaba un nervioso Salím flanqueado por sus primos mayores Rashad de un lado y del otro Samir, el jefe de familia, el jeque Khaliq, estaba instalado en el lugar de honor. Antes del almuerzo habló con ellos para pedirle que lo acompañaran a hablar con su posible futuro suegro.―¿Estás seguro de esto? ―preguntó Rashad.―Zendaya me gusta mucho desde que la conocí en la universidad y, a pesar de que la he tratado poco, creo que somos bastante compatibles. Sé que el tiempo no juega a mi favor por el ultimátum que le dio su padre, pero trataré de hacer un compromiso largo; en caso de que las cosas entre ella y yo no funcionen siempre podré romperlo antes de la boda ―dijo Salím.―Ustedes han vivido mucho tiempo aquí, les recuerdo que la mayoría de las bodas en nuestro país son concertadas. La pareja no se ama, solo pueden decir si se gustan o no, y un compromiso firmado en Arabia Saudí es tan vinculante como una boda, si lo rompe
De planes locos y comprometedores.―Como jefe de familia, tengo la potestad de firmar los acuerdos matrimoniales de todos los miembros de mi familia, por lo que haremos un contrato matrimonial Zara y Kazeem. En él, usted especificará que dejará a su hija al cuidado de nuestra familia hasta la boda, será un contrato secreto con solo dos copias, una estará en mi poder y la otra será guardada por su esposa. Si usted muere, cosa que no creo que suceda, habrá un compromiso firme que le dará libertad e independencia a Zara, pero si vive, el contrato será destruido ―propuso Khaliq.―Me gusta su propuesta. Confío en su palabra, jeque, sé que usted y los hombres de su familia son personas honorables. Que así sea.―Llamaré a mi abogado para que redacte los contratos de compromiso matrimonial lo antes posible. Ofrezco para Zara la misma cantidad de dote y condiciones iguales a las que negociamos para Zendaya.―Gracias, jeque, es muy generoso, son condiciones muy favorables ―respondió Zayed.―Pod