Una semana después, Magnolia esperaba por Hope, en el salón de la casa de la anciana. Iba a apelar a la bondad de la mujer. Quería pedirle que intercediera entre ella y William. Él, a pesar de la amistad de años que tenían, no quería recibirla.—Maggie, querida, tengo un compromiso, pero ya que estás aquí, te daré unos minutos de mi tiempo. A ver, en que puedo ayudarte —A Hope no le gustó la actitud que tuvo la joven con la esposa de su nieto, pero por respeto a los años que la conocía la recibió. —Y yo se lo agradezco, Hope, de todo corazón —Magnolia pensó que la anciana mentía, ¿qué compromiso podía tener una vieja viuda?—. No me llevará mucho tiempo, vengo a pedirle ayuda.—¿Ayuda?, ¿sobre qué?, no creo que esta anciana pueda ser de mucha ayuda —una sonrisa de burla hacia ella misma, afloró en los labios de HopeMagnolia se movió con incomodidad en el sillón en el cual estaba sentada. Conocía a Hope, sabía que le sonreía, pero había perdido un poco de su simpatía. En otros tiempos
Dos horas después, Arthur entraba al hospital. No solo le compraron ropa nueva, le hicieron un corte de cabello para que no siguiera viéndose como indigente. Sin embargo, no podía esconder los estragos del alcohol y las drogas. Magnolia, que lo acompaño, explicó, que como él trabajaba fuera del estado, no había podido llegar antes para ver a su esposa. Ella contó una historia lacrimógena que convenció al personal médico de dejar ver a la mujer enferma antes de que llegara el horario de visita.—Hice mucho trabajo para ti, ahora cumple el tuyo. Haz que el dinero que gaste y el que ganaras, valga la pena —le susurró ella cuando una enfermera se ofreció a llevarlo a la habitación donde tenía a Mildred.—Mi trabajo será impecable —se jactó él.—Eso espero, de lo contrario, no cobrarás nada —le dijo ella y le dio la espalda para esperarlo fuera del hospital. No quería pasar mucho tiempo rodeada de enfermos.Él no hizo caso de la amenaza, estaba seguro de cumplir su objetivo. Saldría de aqu
Unas horas de descanso pasaron a ser días de vacaciones. Verónica primero se había negado a quedarse, no quería estar lejos de su madre, que aún se mantenía en el hospital. Sin embargo, fue convencida, Hope y Mildred confabularon, a través de una videollamada, para que complaciera a William. Ahora se lo agradecía, habían pasado unos días increíbles. Le daban deseos de no regresar al mundo real, quedarse en ese pueblito de fantasía.Miró a su derecha y sonrió, su esposo había convencido a uno de los orfebres del lugar, para que los dejara realizar cualquiera de los trabajos que hacían allí. Al principio el hombre se negó, no obstante, William había sido persuasivo. En ese momento, él presionaba a golpe de martillo y un punzón metálico, sobre el reverso de una lámina de plata. El estampado lo habían escogido entre los dos, el orfebre había sido inflexible en ese punto, alegó, que sería un recuerdo que los uniría para toda la vida. Sin embargo, ella tuvo que hacer sobre la otra cara de l
—La chica bonita me dijo que era buena idea. Ella me ayudó a entrar en la habitación de tu madre —respondió Arthur.Verónica y William se miraron, preguntándose de qué chica hablaba. Si había alguien conocido que trataba de dañar a Mildred, querían saber quién era. Arthur les mostró el número de teléfono que ella le dio y cuando William lo vio, se quedó congelado por la sorpresa. Allí, frente a sus ojos, estaba el número de Magnolia.William casi no esperó por Verónica, en cuanto estuvo dentro del automóvil, aceleró para llegar a la casa de su amiga. Quería repuestas y las iba a encontrar. Cuando tocó a la puerta y le abrieron la puerta, Magnolia le tiró los brazos al cuello pensando que él había ido porque no podía seguir lejos de ella.—Viniste, viniste, Will —repetía una y otra vez besándole la mejilla.Ni siquiera se daba cuenta de que él trataba de apartarle los brazos.—Basta, Magnolia. Mi visita no es social —le dijo, apartándola de él—. Déjanos entrar a tu casa, tenemos que ha
Verónica corrió hacia William y se dejó caer junto a él, quería asegurarse que no estaba muerto como había dicho uno de los transeúntes. Pero no pudo tocarlo ni siquiera el rostro manchado de sangre, uno de los empleados que salieron al escuchar el accidente la tomó por los brazos y la levantó hasta dejarla en pie. El hombre le decía una y otra vez, mientras ella forcejeaba, que si lo movía podía hacerle más daño que bien. Nicki entendía a esa persona, estaba consciente que era cierto lo que decía, pero los nervios le estaban jugando una mala pasada, le hacía creer que había perdido a William cuando pensaron que tendrían una bonita historia de amor.—Aún vive, mire su pecho como se expande —le señaló la misma persona que no soltaba sus brazos.Ella fijó la mirada donde le decían, quería ver lo mismo que esa persona, aferrarse a algo que le diera esperanzas.Suspiró aliviada cuando escuchó las sirenas de la ambulancia. En su interior, agradeció al responsable de llamar al servicio de e
Una semana después.Hope llegó al hospital y cuando abrió la puerta de la habitación donde tenían a William, lo primero que vio fue a Verónica hablándole mientras acomodaba la sabana que lo cubría. La anciana sonrió, la esposa de su nieto no se había separado de él ni un instante. El único tiempo que tomaba, era cuando visitaba a su madre, para darse una ducha o comer, el resto del tiempo lo pasaba hablándole o leyendo. Se había tomado en serio la información de que los pacientes en estado de coma podían escuchar lo que hablaban a su alrededor. —Dile que su abuela está muy vieja para tantos viajes al hospital, que haga el favor de mejor lo más rápido posible —bromeó Hope, llamando la atención de la joven.—Estoy segura, que solo para molestar, fingiría seguir dormido —bromeó Verónica.—Tal vez está esperando un beso que lo haga despertar, ¿lo has intentado? —Hope siguió la broma.—Yo soy una plebeya, quizás mis besos no funcionan —dijo Verónica de forma sarcástica. —¿Tú crees?, él
Dos semanas despuésEl neurocirujano, que le había hecho la cirugía a William, llamó a Verónica y la familia Tanner para darle nueva información sobre él. El galeno comenzaría a retirar los fármacos que lo mantenían en coma inducido, para que fuera recuperando poco a poco las funciones del cerebro. El proceso sería lento, William no iba a despertar de forma repentina, todo iba a depender del tiempo que tardaran en desaparecer los efectos de los medicamentos en el cuerpo.—No deben preocuparse si no habla o actúa con normalidad. Puede ocurrir que solo haga pequeños movimientos de un dedo, de un pie. Así como esperamos que bajara la inflamación, ahora hay que esperar la evolución que vaya teniendo. —el galeno quería prepararlos para cualquiera que fuera el resultado.Ellos no entendían mucho los términos médicos que le explicaban, lo que sabían era que tendrían a William junto a ellos, siguiendo la vida normal que tenía antes del accidente.Tres días después, abrió los ojos y recuperó f
Un mes y medio después de haber sido dado de alta, transgrediendo las indicaciones del médico, William comenzó a trabajar. Lo único que hacía era sentarse detrás de su escritorio, pero creyó que sentiría la paz que no tenía en casa. Estaba tan confundido de ver, a todas horas, a una esposa que no recordaba haber tomado en santo matrimonio, que corrió a refugiarse en el único lugar que se sentía seguro. Lo que nunca imaginó fue, que Verónica trabajaba en el mismo sitio que él.—Este diseño de aretes puede estar en el próximo catálogo. Es elegante, hermoso. Quizás no sea el más caro de la compañía, pero estoy segura de que causará furor entre los amantes de la joyería —Verónica explicaba sin levantar la mirada de los bocetos que tenía en las manos. Aunque siguieran diciéndole que su esposo volvería a ser el mismo de antes, sabía que escapaba de ella—. Si quieres saber más sobre el diseño, puedo pedirle al propio diseñador que venga.—No es necesario, lo has hecho muy bien —La incomodida