Capítulo 18

Cuando William llegó a la casa, encontró a Verónica sentada en el piso del salón tomando vino. Todo indicaba, por la botella medio vacía que tenía al lado, que llevaba un tiempo largo, tomando de la bebida. Cuando ella levantó la mirada hacia él, vio que lloraba.

—¿Quieres contarme qué sucedió? —le preguntó él, mientras se iba quitando la americana del traje. Luego desabotonó las mangas de la camisa y se sentó a su lado.

Ella no respondió, se recostó a él y siguió llorando. William fue paciente. No hizo preguntas, no se movió de su lado. Quería ser el apoyo que ella necesitaba si estaba alegre o si estaba triste. Cuando ella no tenía más lágrimas para verter y se durmió en sus brazos, la llevó a la habitación para que descansara. Y mientras le llegaba el sueño, hizo planes para los dos.

Planes que llevó a cabo nada más despertar.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó ella creyendo que había entendido mal.

—Iremos a disfrutar de un día a solas. Visitaremos lo mejor de ese pueblo.

Verónica si
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