★ Aria Walker Podía sentir el cuerpo firme de Damien contra el mío. Su pecho se presionaba contra mi espalda, y la tensión en sus músculos era evidente, sin duda una constante que siempre percibo cuando está conmigo. No quería despertar de esa burbuja de satisfacción, de amanecer envuelta en los brazos del hombre que amo, ni tampoco deseaba interrumpir ese momento perfecto. La seguridad y la ternura de su toque me hicieron sonreír, apreciando cada segundo de ese contacto tan íntimo. —Buenos días, gatita —murmuró en un tono suave y cálido, sus labios rozaban mi cuello con un beso ligero y lleno de cariño. —Buenos días, amor —respondí, mi voz aún estaba llena de sueño, mientras él sonreía contra mi piel. Su sonrisa se sentía como una caricia adicional. —Hueles exquisito esta mañana —comentó, su aliento era tibio y sus labios trazaban un recorrido delicado por mi cuello, dejando pequeñas mordidas juguetonas que me hicieron estremecer. Giré lentamente para estar cara a cara con él. S
—Te ves cansada —comentó Damien mientras me acariciaba la cabeza, con sus dedos deslizándose suavemente entre mis cabellos enredados. Sus ojos azules me observaban con preocupación, reflejando el cansancio que debía ser evidente en mi rostro. —Siempre logras cansarme, no te puedo seguir el ritmo —mencioné con una ligera sonrisa, disfrutando de la calidez de su tacto. Sus caricias siempre tenían el poder de calmarme, aunque mi cuerpo aún temblaba ligeramente por la intensidad de nuestra reciente intimidad. —Deberías quedarte a descansar. Yo iré a la oficina a encargarme de unas cosas y en la noche tendremos nuestra cita. No olvidaré que ayer íbamos a salir, pero me pusiste a comer con el enemigo —mencionó, y yo comencé a reír, recordando lo incómodo que había sido. Sus labios formaron una mueca divertida, pero sus ojos seguían reflejando un poco de molestia. —Lo siento, sí que se sintieron muy tensas las cosas entre ustedes dos. No volveré a hacerlo, ¿me perdonas? —dije mientras
★Emily. Arthur es un verdadero idiota. Me hace amarlo y, aunque sé que solo me usó, no puedo negar mis sentimientos. Ese hombre me consume de una manera que no puedo explicar, como si mi alma estuviera encadenada a la suya, atrapada en un vórtice de deseo y dolor. Aria corría de un lado a otro, y al verla entiendo por qué uno de los alfas más despiadados está tan enamorado de ella. Sin duda, Aria está loca, pero también tiene una energía que es imposible ignorar. Es como un huracán, arrasando con todo a su paso. Ella entró al probador para probarse un vestido rojo que le sugerí mientras yo seguía buscando algo para mí. Los minutos comenzaron a pasar y ella no salía. Mi olfato detectó algo extraño, un olor metálico y frío que hizo que mi corazón se acelerara. Corrí al probador, pero ella no estaba allí. Intenté rastrearla con la ayuda de mi loba, pero no había señales de Aria en la boutique. La desesperación se apoderó de mí, y justo cuando salí corriendo, choqué contra alguien. S
★ Damien Otra reunión interminable, y la espera de noticias de Aria se estaba volviendo agonizante. Ya era más de medio día y no podía concentrarme en nada. Mi inquietud aumentaba, y mi lobo interno aullaba en mi mente, en un coro de advertencias y temores que no podía ignorar. —La reunión ha terminado, pueden irse —anuncié, poniéndome en pie con impaciencia. La inquietud se apoderaba de cada fibra de mi ser, mientras un terror primitivo se arraigaba en mi pecho, y mi lobo gruñía, compartiendo la misma ansiedad. Me dirigí a mi oficina con pasos rápidos y llamé a Aria, pero no hubo respuesta. Su silencio solo intensificó la furia y la preocupación que me consumían. —¡Maldita sea! —grité con furia, golpeando la mesa con tanta fuerza que se astilló. “Ella está en peligro” resonaba en mi mente como una advertencia que no podía pasar por alto. Salí de mi oficina a toda prisa y me encontré con Nikolai en el pasillo. —¿Qué ocurre? —preguntó, notando la tensión en mi rostro. —Necesito
★ Aria Walker. —¿Emily? —pregunté sin quitarle los ojos de encima, su cuerpo comenzaba a contraerse y ella gritaba sin parar. —Aria… —gritó en un rugido. Ella estaba luchando contra esa bestia que parecía salir de ella. Su piel se estiraba y sus músculos se movían de una manera antinatural. Era como ver una batalla interna en la que su humanidad se disolvía ante algo mucho más primitivo y salvaje. Las personas alrededor pronunciaban palabras que no lograba entender. Las voces se volvían más fuertes, más resonantes, y Emily gritaba con desesperación. Parecía que las palabras mismas estaban provocando su dolor, que los sonidos reverberantes estaban desgarrando su ser. —Alguien se acerca —mencionó uno de los lobos, siendo su voz grave y profunda. ¿Cómo es que lograba entender lo que decía? Era como si mi mente estuviera conectada con la suya de una manera que nunca antes había experimentado. El miedo y la confusión se mezclaban en mi interior, pero la urgencia de ayudar a Emily supe
—Arthur, en verdad traté de controlarme, pero no podía. Esos brujos me hicieron perder el control sobre mí. Lo siento, por favor, sálvala, por favor… —suplicaba Emily mientras Arthur le colocaba su chaqueta, tratando de calmarla. Sentía que me estaba desgarrando por dentro. Me convertí en humano y él se acercó a Aria. —Si le haces daño… —mencioné con amenaza en cada palabra. —¿Por qué le haría daño a mi hermana? —preguntó mientras se inclinaba hacia ella, susurrando palabras que no podía entender. Ahora debo confiar en mi enemigo para salvar a mi mujer. El comenzó a recitar unas palabras mientras ponía su mano en su pecho y, al terminar, Aria abrió los ojos y su cuerpo pegó una respiración profunda, sus ojos se abrieron dejándolos ver de un gris intenso. —Te amo, hermanita —mencionó, recargando su frente con la de ella. Estaba confundido. ¿Aria estaba bien? El dolor en mi pecho había desaparecido y mi respiración se normalizó. Ella cerró los ojos de nuevo y parecía dormir. —¿Qué
★ Damien. Luego de que Arthur desapareciera con Emily, voltee a ver a Aria. La cargué en mis brazos, sintiendo su calidez, y la saqué de ese lugar lúgubre, dejando atrás el rastro de violencia y desolación. Ella aún estaba inconsciente, pero su respiración era tranquila, sus labios estaban ligeramente entreabiertos susurraban serenidad. No podía llevarla a su casa, donde la encontraran fácilmente, ni tampoco podía dejarla sola. La llevé a la reserva, aunque el peligro nunca estaba demasiado lejos. Al instante de verme llegar con Aria en los brazos, todos los lobos se volvieron hacia nosotros, sus ojos brillaban en la penumbra. Comenzaron a murmurar, sus voces estaban llenas de recelo. Sabía que Aria era una especie de bruja, la hermana de Arthur, pero su cuerpo aún mantenía el olor a humano. Sin embargo, el vínculo entre ella y yo se hizo más evidente, pues ahora desprendía mi olor. Podía escuchar los comentarios de los machos de la manada, susurrando que ella era mi pareja. Entr
★ Aria Walker. Me desperté y, al abrir los ojos, observé a mi alrededor. No reconocía el lugar donde me encontraba. Me levanté tambaleante y lo único que venía a mi mente era la imagen de Emily llorando, sus sollozos resonaban como un eco en mi cabeza. Me toqué la frente, tratando de aclarar mis pensamientos, sintiendo cómo los recuerdos de mi infancia volvían a mi mente con una intensidad abrumadora. ♪Recuerdos —Arthur, siempre debes proteger a tu hermana —decía mi madre, quien era una hermosa mujer de cabello negro y ojos verdes penetrantes, que brillaban como esmeraldas bajo la luz de la luna. Ella era la reina del aquelarre, un aquelarre pacífico. Vivíamos en armonía con los lobos que merodeaban por nuestros territorios. A menudo, las noches se llenaban de sus aullidos, creando una melodía de paz y fuerza. —Mamá, yo puedo cuidarme sola —protestaba mientras Arthur me despeinaba el cabello con una risa burlona—. ¡Mami, dile a Arthur que deje de molestarme! —grité, frustrada, m