★ Aria Walker. Me desperté y, al abrir los ojos, observé a mi alrededor. No reconocía el lugar donde me encontraba. Me levanté tambaleante y lo único que venía a mi mente era la imagen de Emily llorando, sus sollozos resonaban como un eco en mi cabeza. Me toqué la frente, tratando de aclarar mis pensamientos, sintiendo cómo los recuerdos de mi infancia volvían a mi mente con una intensidad abrumadora. ♪Recuerdos —Arthur, siempre debes proteger a tu hermana —decía mi madre, quien era una hermosa mujer de cabello negro y ojos verdes penetrantes, que brillaban como esmeraldas bajo la luz de la luna. Ella era la reina del aquelarre, un aquelarre pacífico. Vivíamos en armonía con los lobos que merodeaban por nuestros territorios. A menudo, las noches se llenaban de sus aullidos, creando una melodía de paz y fuerza. —Mamá, yo puedo cuidarme sola —protestaba mientras Arthur me despeinaba el cabello con una risa burlona—. ¡Mami, dile a Arthur que deje de molestarme! —grité, frustrada, m
Los lobos giraron hacia nosotros, sus ojos brillaban con una malicia salvaje. Arthur, aún inexperto en sus habilidades mágicas, intentó defendernos con hechizos torpes que se disipaban sin efecto. La magia, ineficaz frente a la ferocidad de los lobos, solo aumentaba el sentimiento de impotencia. —¡Corran! —gritó mamá, llena de dolor y desesperación. Aunque estaba gravemente herida, usó sus últimos vestigios de poder para derribar a algunos lobos, su esfuerzo heroico contrastaba con el desmoronamiento que se producía a su alrededor. —¡Mamá! —Arthur se resistía a irse, bañado en lágrimas. Sabía que quedarse significaría nuestra muerte inevitable. Uno de los lobos la derribó con una ferocidad brutal, sus colmillos desgarraban su costado. La sangre brotaba a borbotones, manchando la tierra y las hojas. El grito de mamá resonó en el bosque, era una llamada desgarradora que se mezclaba con los aullidos de los lobos. —¡Mamá! —volvió a gritar Arthur. —¡Sácala de aquí, protege a tu herm
—Despertaste —pronunció Damien, su voz profunda resonaba en la penumbra del cuarto después de que se llevaron a Luna. Su figura imponente estaba parcialmente oculta por las sombras, sus ojos brillaban con un matiz salvaje y doloroso. —¿Dónde está Emily? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago. Damien desvió la mirada por unos segundos, sus labios estaban apretados, antes de volver a encontrarse con mis ojos. —Ella murió, tu hermano se la llevó —dijo. —No, ella no puede estar muerta, ella no quería hacerme daño, estaba luchando por controlarse, estaba sufriendo, no… ella… Las palabras salían atropelladas de mi boca mientras retrocedía, con horror y la incredulidad nublando mi mente. Di unos pasos atrás, pero Damien me tomó de la mano, su agarre era firme. Me atrajo hacia él y me abrazó, su calor irradiaba a través de su piel. —Gatita, Arthur está destrozado ahora. Sabía que sufría, podía sentirlo como sentía tantas otras cosas. Tenía que analizarme, controlar mi poder o me
De ida y vuelta, a la manada de Damien. Él estaba en el balcón de la mansión, justo en la misma habitación donde me desperté. —Hola —mencioné, intentando no sonar nerviosa. —¿Todo bien? —preguntó Damien, con su voz profunda y calmada. —Sí, creo que tú y yo tenemos que hablar —dije, extendiendo mi mano hacia él. Él la aceptó, y caminamos juntos hacia la barandilla del balcón. Tomamos asiento, él estaba frente a mí y acarició suavemente mi mejilla. —¿Eres un hombre lobo? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta. —Sí —respondió con una leve sonrisa—. ¿Pero qué hay de ti? Arthur es tu hermano y él es un brujo. ¿Eso te hace a ti una bruja también? —Arthur sello mi poder cuando era niña, justo antes de que nuestro aquelarre fuera atacado durante la guerra. Muchas personas murieron y el objetivo era yo. Él quería protegerme, por eso me selló. Crecí toda mi vida ignorando este mundo, pero siempre supe que algo me faltaba. —¿El aquelarre del oeste? —preguntó, desviando su mirada hacia e
Ver a toda la manada inclinada ante mí me provocaba una sensación extraña. Era poder y responsabilidad que no estaba segura de querer asumir. —¿Podemos irnos? —le pedí a Damien, sintiendo el peso de las miradas sobre mí. —Tienes que pedirles que se pongan en pie y que dejen de aullar o no lo dejarán de hacer —mencionó mientras acomodaba mi cabello con suavidad. —¿Tengo que hacerlo yo? —pregunté, sintiéndome insegura. Mi voz apenas era un susurro comparada con los aullidos que resonaban en el claro. —Sí, tú fuiste quien lo hizo de esa forma, no yo. Ellos están reconociendo tu poder, así que tienes que hablarles con autoridad —me sentía diminuta, y mi instinto de huir y esconderme se hacía más fuerte. —¿Qué me hiciste? —preguntó Luna, con su voz quebrada por el miedo. Su dualidad se había desvanecido, y la loba orgullosa y feroz que había conocido ahora no era más que una humana temblorosa. No estaba segura de cómo lo había hecho, solo sabía que quería que perdiera su dualidad
Todos comenzaron a aplaudir mientras yo solo los observaba. No había dudas: todos aquí iban a morir. Sus aplausos resonaban huecos y vacíos, como si estuvieran celebrando su propia condena. —Espero que eso no lo moleste, sabemos que usted estaba vinculado con esa loba —mencionó la anciana—, pero aún después de la muerte de ella usted sigue mostrando fortaleza. Me alegra que el vínculo no exista. —¿Eso le alegra? ¿Y quién dice que rompí el vínculo? Perder a la mujer que amo me destruyó, me consumió, y solo me levanto con un solo propósito, Helga. ¿Por qué no adivinas cuál es? —mis palabras eran veneno. Ella volteó a ver a todos lados, buscando apoyo, pero encontró solo rostros indiferentes y temerosos. —Usted solo jugó con ella para destruir su manada, así que... usted es un traidor. No es digno de liderar una tribu de cazadores como esta. No comprendo por qué Dominic Helen lo dejó a cargo —su voz temblaba ligeramente, pero trataba de mantenerse firme. —Yo sí. Él me dejó a cargo pa
Con una ola de mi mano, desencadené una serie de maldiciones sobre Luna y los desterrados. Las cadenas que los sujetaban comenzaron a arder en llamas negras, que no solo los quemaban, sino que también les hacían sentir cada centella como una aguja de acero. Los gritos de los desterrados llenaron el aire, pero mis encantamientos silenciaron cualquier grito de Luna, dejándola en un silencio aterrador mientras el pánico se reflejaba en su rostro. Con un movimiento elegante, hice que los ex lobos fueran sometidos a una serie de torturas que desafiaban la imaginación. Arranqué sus uñas con pinzas de hierro, aplicando una presión gradual hasta que el dolor se volviera insoportable. Cada grito, cada gemido de agonía, alimentaba mi placer. Luego, los forcé a beber una mezcla de veneno y ácido, una sustancia corrosiva que les quemaba las entrañas desde adentro. Sus cuerpos se convulsionaban mientras la sustancia destrozaba su interior. Luna, aterrorizada, intentó resistir, pero un hechizo la
★ Damien Volkov Ver a Aria dormir se ha vuelto un placer inigualable. Sus hermosos mechones, que parecen hebras de seda, caen delicadamente sobre su cuerpo, enredándose suavemente entre las sábanas. La forma en que me abraza mientras duerme es única, siendo un cálido refugio en el que me pierdo. Le acaricié la mejilla con la punta de mis dedos, sintiendo la suavidad de su piel bajo mi contacto. Me incliné lentamente, tratando de no perturbar su sueño, y le dejé un beso tierno en la frente. Pensar que hace solo unas horas esta hermosa mujer estaba sobre mí, parece un sueño en sí mismo. Su pasión y deseo habían transformado la noche. —Te amo —le susurré, con mi voz en un murmullo. Ella se movió lentamente, acercando aún más su cuerpo al mío con un gesto involuntario que reflejaba su necesidad de cercanía. Suspiré profundamente, sintiendo cómo la paz y la satisfacción se apoderaban de mí, y la abracé con más fuerza, como si quisiera fundirme con ella en ese momento perfecto. Luego, in