★ Damien Otra reunión interminable, y la espera de noticias de Aria se estaba volviendo agonizante. Ya era más de medio día y no podía concentrarme en nada. Mi inquietud aumentaba, y mi lobo interno aullaba en mi mente, en un coro de advertencias y temores que no podía ignorar. —La reunión ha terminado, pueden irse —anuncié, poniéndome en pie con impaciencia. La inquietud se apoderaba de cada fibra de mi ser, mientras un terror primitivo se arraigaba en mi pecho, y mi lobo gruñía, compartiendo la misma ansiedad. Me dirigí a mi oficina con pasos rápidos y llamé a Aria, pero no hubo respuesta. Su silencio solo intensificó la furia y la preocupación que me consumían. —¡Maldita sea! —grité con furia, golpeando la mesa con tanta fuerza que se astilló. “Ella está en peligro” resonaba en mi mente como una advertencia que no podía pasar por alto. Salí de mi oficina a toda prisa y me encontré con Nikolai en el pasillo. —¿Qué ocurre? —preguntó, notando la tensión en mi rostro. —Necesito
★ Aria Walker. —¿Emily? —pregunté sin quitarle los ojos de encima, su cuerpo comenzaba a contraerse y ella gritaba sin parar. —Aria… —gritó en un rugido. Ella estaba luchando contra esa bestia que parecía salir de ella. Su piel se estiraba y sus músculos se movían de una manera antinatural. Era como ver una batalla interna en la que su humanidad se disolvía ante algo mucho más primitivo y salvaje. Las personas alrededor pronunciaban palabras que no lograba entender. Las voces se volvían más fuertes, más resonantes, y Emily gritaba con desesperación. Parecía que las palabras mismas estaban provocando su dolor, que los sonidos reverberantes estaban desgarrando su ser. —Alguien se acerca —mencionó uno de los lobos, siendo su voz grave y profunda. ¿Cómo es que lograba entender lo que decía? Era como si mi mente estuviera conectada con la suya de una manera que nunca antes había experimentado. El miedo y la confusión se mezclaban en mi interior, pero la urgencia de ayudar a Emily supe
—Arthur, en verdad traté de controlarme, pero no podía. Esos brujos me hicieron perder el control sobre mí. Lo siento, por favor, sálvala, por favor… —suplicaba Emily mientras Arthur le colocaba su chaqueta, tratando de calmarla. Sentía que me estaba desgarrando por dentro. Me convertí en humano y él se acercó a Aria. —Si le haces daño… —mencioné con amenaza en cada palabra. —¿Por qué le haría daño a mi hermana? —preguntó mientras se inclinaba hacia ella, susurrando palabras que no podía entender. Ahora debo confiar en mi enemigo para salvar a mi mujer. El comenzó a recitar unas palabras mientras ponía su mano en su pecho y, al terminar, Aria abrió los ojos y su cuerpo pegó una respiración profunda, sus ojos se abrieron dejándolos ver de un gris intenso. —Te amo, hermanita —mencionó, recargando su frente con la de ella. Estaba confundido. ¿Aria estaba bien? El dolor en mi pecho había desaparecido y mi respiración se normalizó. Ella cerró los ojos de nuevo y parecía dormir. —¿Qué
★ Damien. Luego de que Arthur desapareciera con Emily, voltee a ver a Aria. La cargué en mis brazos, sintiendo su calidez, y la saqué de ese lugar lúgubre, dejando atrás el rastro de violencia y desolación. Ella aún estaba inconsciente, pero su respiración era tranquila, sus labios estaban ligeramente entreabiertos susurraban serenidad. No podía llevarla a su casa, donde la encontraran fácilmente, ni tampoco podía dejarla sola. La llevé a la reserva, aunque el peligro nunca estaba demasiado lejos. Al instante de verme llegar con Aria en los brazos, todos los lobos se volvieron hacia nosotros, sus ojos brillaban en la penumbra. Comenzaron a murmurar, sus voces estaban llenas de recelo. Sabía que Aria era una especie de bruja, la hermana de Arthur, pero su cuerpo aún mantenía el olor a humano. Sin embargo, el vínculo entre ella y yo se hizo más evidente, pues ahora desprendía mi olor. Podía escuchar los comentarios de los machos de la manada, susurrando que ella era mi pareja. Entr
★ Aria Walker. Me desperté y, al abrir los ojos, observé a mi alrededor. No reconocía el lugar donde me encontraba. Me levanté tambaleante y lo único que venía a mi mente era la imagen de Emily llorando, sus sollozos resonaban como un eco en mi cabeza. Me toqué la frente, tratando de aclarar mis pensamientos, sintiendo cómo los recuerdos de mi infancia volvían a mi mente con una intensidad abrumadora. ♪Recuerdos —Arthur, siempre debes proteger a tu hermana —decía mi madre, quien era una hermosa mujer de cabello negro y ojos verdes penetrantes, que brillaban como esmeraldas bajo la luz de la luna. Ella era la reina del aquelarre, un aquelarre pacífico. Vivíamos en armonía con los lobos que merodeaban por nuestros territorios. A menudo, las noches se llenaban de sus aullidos, creando una melodía de paz y fuerza. —Mamá, yo puedo cuidarme sola —protestaba mientras Arthur me despeinaba el cabello con una risa burlona—. ¡Mami, dile a Arthur que deje de molestarme! —grité, frustrada, m
Los lobos giraron hacia nosotros, sus ojos brillaban con una malicia salvaje. Arthur, aún inexperto en sus habilidades mágicas, intentó defendernos con hechizos torpes que se disipaban sin efecto. La magia, ineficaz frente a la ferocidad de los lobos, solo aumentaba el sentimiento de impotencia. —¡Corran! —gritó mamá, llena de dolor y desesperación. Aunque estaba gravemente herida, usó sus últimos vestigios de poder para derribar a algunos lobos, su esfuerzo heroico contrastaba con el desmoronamiento que se producía a su alrededor. —¡Mamá! —Arthur se resistía a irse, bañado en lágrimas. Sabía que quedarse significaría nuestra muerte inevitable. Uno de los lobos la derribó con una ferocidad brutal, sus colmillos desgarraban su costado. La sangre brotaba a borbotones, manchando la tierra y las hojas. El grito de mamá resonó en el bosque, era una llamada desgarradora que se mezclaba con los aullidos de los lobos. —¡Mamá! —volvió a gritar Arthur. —¡Sácala de aquí, protege a tu herm
—Despertaste —pronunció Damien, su voz profunda resonaba en la penumbra del cuarto después de que se llevaron a Luna. Su figura imponente estaba parcialmente oculta por las sombras, sus ojos brillaban con un matiz salvaje y doloroso. —¿Dónde está Emily? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago. Damien desvió la mirada por unos segundos, sus labios estaban apretados, antes de volver a encontrarse con mis ojos. —Ella murió, tu hermano se la llevó —dijo. —No, ella no puede estar muerta, ella no quería hacerme daño, estaba luchando por controlarse, estaba sufriendo, no… ella… Las palabras salían atropelladas de mi boca mientras retrocedía, con horror y la incredulidad nublando mi mente. Di unos pasos atrás, pero Damien me tomó de la mano, su agarre era firme. Me atrajo hacia él y me abrazó, su calor irradiaba a través de su piel. —Gatita, Arthur está destrozado ahora. Sabía que sufría, podía sentirlo como sentía tantas otras cosas. Tenía que analizarme, controlar mi poder o me
De ida y vuelta, a la manada de Damien. Él estaba en el balcón de la mansión, justo en la misma habitación donde me desperté. —Hola —mencioné, intentando no sonar nerviosa. —¿Todo bien? —preguntó Damien, con su voz profunda y calmada. —Sí, creo que tú y yo tenemos que hablar —dije, extendiendo mi mano hacia él. Él la aceptó, y caminamos juntos hacia la barandilla del balcón. Tomamos asiento, él estaba frente a mí y acarició suavemente mi mejilla. —¿Eres un hombre lobo? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta. —Sí —respondió con una leve sonrisa—. ¿Pero qué hay de ti? Arthur es tu hermano y él es un brujo. ¿Eso te hace a ti una bruja también? —Arthur sello mi poder cuando era niña, justo antes de que nuestro aquelarre fuera atacado durante la guerra. Muchas personas murieron y el objetivo era yo. Él quería protegerme, por eso me selló. Crecí toda mi vida ignorando este mundo, pero siempre supe que algo me faltaba. —¿El aquelarre del oeste? —preguntó, desviando su mirada hacia e