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Marcada por el Alfa Supremo
Marcada por el Alfa Supremo
Por: Lu Fabiano
Capítulo 1. Noche de celebración

Capítulo 1. Noche de celebración

Milenka Müller

El cuerpo de la joven loba, ardía en llamas, era lo que sentía Milenka. No se acordaba cuando fue la última vez que había visto a su hermana y ya se quería regresar a su casa, pues se empezaba a sentir verdaderamente mal. Algo estaba muy raro, porque se encontraba en una habitación extraña, acostada en una cama inmensa, y no sabía cómo había llegado ahí. Cerró los ojos e intentó, con todas sus fuerzas, moverse, aunque fuera un poco.

– ¿Qué intentas hacer?

Al escuchar la potente voz del hombre que estaba acostada a su lado y que no notó cuando abrió los ojos, giró su cabeza y lo vio de frente. La cara del hombre se le quedó grabada en la mente, era hermoso y tenía un aura dominante. Poco podía hacer ella delante de este ser formidable. Pero dejó de pensar por un segundo en él y habló de lo que más le estaba preocupando en realidad. 

–No sé quién eres y necesito ir a casa. Mis padres estarán preocupados si no llego a tiempo.

El hombre se había encaprichado con la chica y se juró que no la iba a dejar ir hasta que se saciara de ella, y a pesar de que ya habían pasado varias sesiones de intenso enlace, no dejaba de desearla, todavía no tenía suficiente de ella, el deseo lo consumía cada vez que la miraba durmiendo a su lado.

–Ahora me perteneces preciosa, y aún no he acabado contigo.

El hombre se abalanzó sobre la tierna joven, y la besó como antes lo había hecho, sin que ella lo evitara, respondió al ardiente beso, pensando que eso ya había pasado antes, porque reconoció su sabor, Milenka llevó sus manos al pelo espeso del hombre y metió sus dedos en la cabellera para poder acercarse más a él.

Un fuego ardiente corría por sus venas, pero no se sentía mal, al contrario, por su mente pasó la loca idea de que estaba hecha para eso. La sensación de estar en las nubes, se sentía tan real, tan exuberante, como algo único, y ella no era nadie para perderse de esos encantos del fornido hombre. Los gemidos y suspiros no se hicieron esperar, pues se empezaron a escuchar en toda la habitación.

–Hazme tuya, te pertenezco solo a ti.

Él había sido sutil la primera vez que la poseyó, pero una vez que rompió esa barrera, las demás veces había sido salvaje, pero a ella no le incomodó, pues estaba bajo el efecto de una potente droga, de un afrodisiaco que la había hecho resistente a todo.

–Desde luego que eres mía, eres toda mía, pequeña.

Sus labios recorrieron todo el cuerpo de la pequeña loba, la pasión ardiente comenzó de nuevo a avasallarlos, necesitaban con desesperación acabar con el fuego líquido que amenazaba con consumirlos. En la cama se estaban reconociendo dos cuerpos, dos almas y ellos mismos no sabían el poder que estaba desatando esa unión.

–Me gusta lo que me haces sentir.

Milenka no se reconocía, no sabía de donde había salido esa voz llena de lujuria, de deseo y que imploraba que la hiciera suya. Ya no sabía si lo que decía estaba mal o bien, ella solo quería seguir sintiendo todo lo que ese hombre le producía, era algo nuevo para ella y le gustaba demasiado.

–Tú también me haces sentir demasiado, no sé qué me has hecho, pero no quiero pararme a averiguar, eres mi bruja preferida, tu hechizo ha funcionado a la perfección.

Ella había pensado lo mismo, que él la había hechizado y por eso se estaba comportando de esa manera tan abierta, que no le daba miedo estar en sus fuertes brazos, como si lo que le habían advertido sus padres no valiera nada. Definitivamente, era otra persona en los brazos de ese hombre y no se arrepentía de lo que estaba haciendo.

– ¡Tócame!

Como movido por la magia de sus palabras, él comenzó a buscar sus piernas y poco a poco las fue separando, estaban cegados por la pasión y tenían que calmar esa sed que cada uno tenía del otro. La volvió a hacer suya y en medio de su creciente pasión solo necesitaba sellar esa unión.

–Dame tu cuello.

Le dijo como si nada, él ya había decidido que ella sería la madre de su hijo, de su heredero, la que lo cautivó en cuanto sus miradas se cruzaron. No había vuelta atrás, ella era la indicada, su loba destinada, por lo tanto, sería marcada, y completaría en enlace cuando se unieran en matrimonio.

– ¿Cómo?

En cuanto las palabras salieron de sus labios, su cuello se arqueó hacia el hombre, era como si el embrujo que él había hecho estuviera dando resultados, no podía hacer más que obedecer. Milenka estaba bajo el efecto del poder de un hombre posesivo. No le quedó más remedio que entregar su alma y su cuerpo cuando él se lo pidió.

Bajando su boca hacía el cuello blanco y tierno de la joven loba, él mordió la suave piel, estaba dejando su marca en ella, así nadie más la podía reclamar como suya. Y estaba seguro de haber dejado sembrada su semilla en ella, había encontrado lo que tanto buscaba, a su luna y engendrado a su heredero.

Sintió como los colmillos se clavaban en su piel, emitió un aullido ronco que solo se escuchó en la habitación, era una loba joven, apenas experimentado lo que había considerado que pasaría cuando encontrara a su lobo destinado, aquello no tenía nada que ver con lo que se decía que pasaría, eso había sido la consumación de una pasión desmedida que había nacido de los dos. 

–Ahora eres mía, estás marcada por mis colmillos y no serás de nadie más, he dejado mi huella en ti.

Limpió el líquido vital de sus labios, bebió todo lo que había querido y se enlazó con la tierna loba, y supo que ella era su loba destinada, nunca nadie antes le había llamado la atención de esa forma, las demás lobas habían sido solo para el disfrute de sus actos carnales. Esta era diferente, la que la Diosa Luna tenía destinada para él.

–No tengo a nadie más.

Milenka miró a los ojos del hombre, eran rojos como una llamarada, era inconfundible que se trataba de un lobo poderoso, dominante y salvaje, pero ella nunca había escuchado hablar de él. Ni siquiera en las noticias que llegaban hasta su manada.

–Lo sé, yo soy el único que puede poseer tu cuerpo, porque yo te he hecho mujer. De ahora en adelante solo responderás a mí.

El hombre la abrazó y los dos pronto encontraron el descanso que se merecían, después de haber llegado al punto máximo de su unión. Muy temprano en la mañana, Milenka se dio cuenta de que en algún momento de la noche el sujeto la había dejado libre, por lo que aprovechó y se vistió con las ropas que encontró tiradas en el piso y decidió salir de la habitación sin hacer ruido. Tendría que buscar a su hermana, no podía llegar sola a la casa.

Ella miró por última vez hacia la cama donde se encontraba el hombre que la había convertido en mujer, no pensaba que lo volvería ver en su vida, después de esto, no creía que sus padres la dejaran salir de nuevo, por lo que sonrió y se guardaría el secreto en su alma y en su corazón. Se dirigió al balcón y saltó sin ningún miramiento.

Milenka no sabía que le esperaba al llegar a su casa, pero de seguro no sería nada bueno.

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