Hoy me levanté un poco tarde porque ayer me dormí hasta en horas de la madrugada pensando en ese hombre que conocí ayer.
Yo que juré no volver a tener sentimientos por un hombre, y ahora se atraviesa en mi camino semejante obra de arte creada a la perfección por todos los dioses de la belleza que existen. ¿No es justo, verdad?
Me intriga saber qué pasa con la madre de la pequeña Eliana, su padre es muy raro, no dice nada de ella y al parecer la niña no la conoce.
¿Será que está muerta? Hay no, Dios quiera que no, porque eso debe ser muy triste crecer sin su madre.
A las siete de la mañana me dirijo al instituto "Sagrado Corazón de Jesús", Allí trabajo de consejera y doy un par de clases a varios cursos también.
Trabajo la jornada completa, mañana y tarde. Me estoy postulando para ser la directora general de esta institución educativa, porque el director actual está a punto de jubilarse y me sugirió que concursara para poder tomar su lugar, él es muy bueno conmigo, me trata como a su propia hija.
Aunque dudo que me den ese cargo porque dentro de los aspirantes está la supuesta amante de uno de los diputados de este distrito y él se cree el mandamás por eso.
En ocasiones el dinero y el poder político puede más que la inteligencia y la preparación académica y personal.
Al finalizar con mi jornada laboral, me dirijo hacia la salida, espero que el señor Montoya ya esté allí.
Y en efecto, yo que salgo del portón y la pequeña Eliana corre hacia mí gritando, ¡mamá! ¡Mamá!
― Hola preciosa, que bueno verte de nuevo. ― Le digo, tomándola en brazos y besando sus mejillas coloradas y rellenitas.
― Vamos, allá está papi. ― Me señala un auto diferente al de ayer y veo al señor Montoya recostado fuera de este.
― Buenas tardes, Wilmer.
― Buenas tardes, Marleny. ¿Cómo fue tu día de trabajo?
― Excelente, como siempre diría yo.
Wilmer le dice a su chofer que nos lleve a su casa.
― Señor, pensé que iríamos a la mía.
― No. Vamos a la mía mejor para que la conozca, nosotros ya estuvimos en la suya, además, no le quiero poner gastos económicos a usted por prepararle algo a mi hija.
― ¿O es que le da repulsión estar en mi casa? Pues por lo que veo usted tiene un buen trabajo.
― ¿Cómo puede pensar eso de mí, señorita? Es más, para que vea que no es así, vayamos a su hogar.
El chofer cambia de dirección y se dirige a mi apartamento.
― Princesa, ya llegamos. ― Le digo a la niña que está dormida con sus pies en las piernas de su padre y su cabecita recostada en las mías.
Ella se despierta y salta emocionada. Cuando le pregunto si está lista para que me ayude con el pastel, responde, ― Claro que si mami yo te ayudaré.
― Papi, ya escuchaste, yo ayudaré a mamá a hacer mi pastel de cumpleaños.
― Si mi bebé ve a ayudarle a tu madre, yo me quedaré en la sala viendo un partido y terminando un trabajo pendiente.
― La nena y yo comenzamos a hacer el pastel, ella está subida en la barra del desayunador con un cuenco aparte agregando cada uno de los ingredientes que yo utilizo para la elaboración del pastel.
Estábamos jugando y riéndonos, la verdad a mí me encantan los niños era mi sueño tener un hijo, pero con la persona adecuada, lastimosamente desde hace un tiempo perdí todas las esperanzas de ser mamá.
Gracias a Dios, tengo sobrinos y los amo como si fuesen míos.
Estaba tan concentrada en un baile que estábamos haciendo, mientras esperábamos a que la torta se cocinara. Y no me había percatado de que Wilmer estaba recostado en la puerta de la cocina, observando lo que hacíamos, y con una sonrisa en su rostro.
Mientras la niña era ajena a que su padre nos estaba observando, yo me detengo y apenada le digo.
― Lo siento, señor, solo quería que su hija se divirtiera.
― No se preocupe Marleny, yo vine a echar un vistazo porque escuchaba las risas de la niña y vaya que buena sorpresa me he llevado al ver a mi hija tan feliz.
Sin temor a equivocarme este ha sido el día más feliz de su vida y eso se lo atribuyo a usted señorita.
― Papi acércate, bailemos con mamá, es muy divertido y mira, mamá tiene una sonrisa muy linda.
― Sí, hija, tu mami tiene una sonrisa muy linda y ella también es muy hermosa, ¿no crees?.
― Si papi, mi mami es linda, mucho, mucho.
Wilmer se acerca a nosotros y extiende su mano para que yo la pueda tomar y comenzamos a bailar los tres.
Él coloca una mano en mi cintura, y yo me estremezco al sentir como va bajando su mano al comienzo de mis nalgas y deja su mano ahí y seguimos bailando.
La niña aplaude y brinca emocionada al vernos bailar juntos, y yo estoy deseando que la tierra me trague. Este hombre hace que lo desee todo a él y no solo a sus manos tocando mis nalgas. Siento calor, mucho calor.
Justo a tiempo la niña se mete en medio de los dos y nos toca separarnos.
― Mamá, ¿ya estará mi pastel? ― Pregunta la niña.
En eso Wilmer me ve y yo me muerdo el labio, él sonríe y sale de la cocina con una sonrisa que promete mucho.
Cuando la torta estuvo la decoramos juntas y cuando ya estaba lista la llevé al comedor y entre los dos le cantamos el feliz cumpleaños a la niña, y ella muy encantada apagó las cuatro velitas que significaban sus cuatro añitos de vida.
A la hora de marcharse, la niña no se quería ir de mi casa.
― Pero papá, tú me dijiste que hoy me podía quedar con mamá. ― Reclama a su padre, la niña, llorando a mares.
Su padre preocupado y con tristeza me volteaba a ver, a mí me dolía el corazón al ver como la criatura lloraba por quedarse con su mamá.
Yo no me aguanté las ganas de saber qué pasaba en esa familia. Así que, me acerqué a Wilmer y le pregunté que dónde estaba la mamá de la niña.
― Es una historia muy larga, por el momento solo le puedo decir que ella nos abandonó cuando la niña tenía dos meses de nacida.
Respondió el hombre y a mí se me estrujó el corazón y se me rodaron las lágrimas, ¿qué clase de mujer abandona a su hija?
― Lo entiendo y lo lamento mucho Wilmer, déjeme felicitarlo porque ha criado a una niña muy obediente y educada.
― Gracias Marleny, no es fácil, créame que no es fácil no tener a quién acudir en estos casos, pero gracias a Dios hemos logrado salir adelante juntos.
― Puede dejarme a la niña para que se quede conmigo esta noche. Mañana la viene a recoger temprano.
― ¿Pero, y si su novio o su esposo llega y encuentra mi hija, aquí no se molestará?
― Señor, yo no tengo esposo, ni mucho menos novio. Yo aquí vivo sola, no se preocupe que conmigo no le pasará nada a su hija, se lo prometo.
Puede dejar a su guardaespaldas vigilando para que vea que no pasará nada.
― Princesa mía, ¿tú te quieres quedar entonces?
― Sí, papá, quiero dormir con mi mamita y contigo también, los tres juntos.
― Verás princesa, tú te quedarás, pero yo no puedo porque tengo que volver a casa a hacer un trabajo que tengo pendiente. Pórtate bien y no hagas molestar a tu mamá.
Te amo preciosa.
― Te amo papi. ―Yo salgo a la puerta a despedir a Wilmer después de que él y su hija lo han hecho.
― Cuide bien de mi hija, Marleny. Ella nunca se ha separado de mí por las noches.
― Descuide Wilmer, que tenga buenas noches.
― Buenas noches para ustedes. ― Me dice, se acerca y me da un beso en la mejilla, se da la vuelta y sale sin decir una palabra.
¿Qué me está pasando con este hombre, Dios mío, que con solo su presencia me vuelve loca? ¿Me estaré enamorando de él?
No, me regaño a mí misma. Tú juraste que no volverías a caer ante los hombres, recuerda que todos son iguales. Además, apenas lo conoces.
Mi nombre es Wilmer, tengo treinta y tres años de edad. Soy padre soltero de una bebé de tres añitos, bueno hoy está cumpliendo sus cuatro años de edad. Es una niña muy bella e inteligente, como padre estoy muy orgulloso de ella. Se preguntarán que ¿cómo llegué a convertirme en padre soltero? Bien les contaré. Hace un par de años atrás estuve casado con la que creí, era la mujer de mi vida, jamás se me pasó por la mente que ella no me quería. Y cuando se dio cuenta de que estaba embarazada quiso ocultármelo para poderlo abortar, pero como yo soy médico ginecobstetra me pude dar cuenta a tiempo por sus cambios. Hablé con ella y le rogué que tuviéramos a la bebé y que si ella aún no la quería al nacer nos divorciaríamos y le daría lo que me pidiera y yo me haría cargo de mi hija porque la verdad yo sí estaba emocionado porque sería padre. Y así fue, desgraciadamente durante todo su embarazo no demostró ningún afecto hacia nuestra hija. Sandra se convirtió en un ser desalmado c
Despierto por unos movimientos en mi cama, abro los ojos y veo que es la pequeña Eliana. ― Hola cariño - le digo medio adormitada. Y pienso - Que lindo deber ser tener un hijo y dormir junto a él. ― Hola mamá dice ella y se lanza a repartir besos por toda mi cara. Yo comienzo a hacerle cosquillas y ambas caemos de la cama riéndonos. De repente se escucha el timbre de la puerta principal. ― Vamos pequeña princesa, arriba que alguien llama a la puerta y no sé quién pueda ser tan temprano. Bajamos al primer piso para abrir la puerta, ambas aún en pijama. Bueno, la niña está usando una de mis blusas y le llega casi a los tobillos, se ve muy graciosa. ― Buenos días, princesas bellas. Nooo, este hombre está muy loco para presentarse a esta hora en mi casa. ―Pienso en mi interior. ― Buenos días, Wilmer ¿qué te trae por aquí tan temprano? ― Bueno, es que como no sabía a qué hora te ibas a trabajar, decidí venir temprano y traerle su ropita a la niña. Además de invitarte a desayunar.
Hoy tenemos planeado ir al hospital. Wilmer no sabe que iré hoy y como la niña está ahí también, aprovecharé a visitarla y le he preparado una torta para llevársela. Le daré una sorpresa. Me coloco un vestido verde menta que me queda arriba de las rodillas, la verdad es que cuando no voy al instituto me gusta vestirme con ropa informal, claro que no sea muy corta o demasiado llamativa. Me calzo unas zapatillas negras y me dirijo a tomar un taxi para pasar por Ana para irnos juntas. Llegamos al hospital y nos dirigimos hasta dónde se encuentra la recepcionista. ― Buen día, señorita. Vengo a revisión con el ginecólogo. ― Buen día, señorita, ¿tiene usted cita? ― No. No tengo. ― En ese caso no le puedo ayudar porque el doctor solamente atiende mediante cita. ― Entiendo. Permítame hacer una llamada, ya regreso. Me retiro un poco y le llamo a Wilmer, creo que él me mintió. ― Hola bonita. Me responde al tercer tono. ― Hola Wilmer estoy en recepción, pero la señorita me dice que e
Llegamos a la habitación de la pequeña Eliana, su padre abre la puerta y nos hace pasar. La niña solo nos ve y viene corriendo hacia nosotros, bueno hacia su padre. ― ¡Papá, mamá está aquí! ― Sí, hija. Mamá, vino a visitarte. ― Hola mamá, mira, tengo muchos juguetes. ¿Jugarás conmigo? ― Claro que sí jugaré contigo mi princesa. Mira, tu tía y yo te trajimos un pastel. ― Yo, ¿tengo un tío y una tía? ― Si hermosa, yo seré su tía. ¡Dios, eres una niña muy bella! ―Dice Ana, inclinándose a la altura de la niña para poder abrazarla y besar sus lindos cachetitos. ― Ahora sí, princesa, vamos a comer una rebanada de este delicioso pastel. ― Bueno, yo las dejo porque tengo que seguir trabajando. ― Dice Wilmer. ― Está bien, nosotras al rato nos iremos. ― Adiós papi. ― Adiós, hija querida, pórtate bien con tu mamá y con tu tía Ana. Wilmer se va y nosotras nos quedamos con la niña y la niñera. Yo siento que esa chica me ve un poco raro, pareciera que no le caigo nada bien. Después de j
Después de pasar una tarde muy amena con la niña, su tío loco y Ana. Nos dirigimos a casa de Wilmer porque nos invitó a cenar a su casa y que él sería quién cocinaría unos deliciosos platillos típicos de la ciudad 《palabras del flamante chef Wilmer Montoya》.La niña va muy feliz con sus tíos y su mamá, no sé en qué va a terminar todo este mal entendido porque se nota que la pequeña me tiene cariño y sin mentir yo también ya me encariñé de ella, es tan dulce que a cualquiera le robaría el corazón.Llegamos a nuestro destino, el señor Antonio nos venía mostrando todo el camino. La casa queda un poco fuera de la ciudad pero es muy bonito el lugar, y ni digamos la casa. No, esta no parece casa es una mansión.Es súper grande parece que viviera una gran familia aquí, cuenta con un hermoso jardín con diferentes tipos de flores y de todos colores se ve muy hermoso.A lo lejos está una piscina y se ve un
Cuando estamos devorando nuestras bocas y al mismo tiempo acariciándonos, de repente se abre la puerta y aparece la pequeña Eliana.Nosotros de inmediato nos separamos, y la pequeña le dice a su padre con ojitos suplicantes.- Papi, me duele mi barriguita. Puedo dormir aquí contigo. Di que sí papi para que el dolor se me vaya.- Ja ja ja, hija ese truco ya lo conozco, a ti no te duele nada lo que no quieres es dormir sola.- ¿Mami dormirá con nosotros?. Pregunta la niña.- No princesa, en otra ocasión será. Le digo a la niña tomandola en brazos y dandole besos en su carita. La bajo al suelo y camino hacia la puerta.- Quédate aquí hija, bajaré a despedirme de tus tíos.- Vamos. Le digo a Marleny tomándola de la mano, pero ella de inmediato se suelta.¿Qué pasa? pregunto con una sonrisa.- Es que no quiero que pienses mal de mí. Digo
Al día siguiente...Marleny se dirigía hacia el Instituto, cuando recibió la llamada del director y este le comunicaba que hoy a las diez y treinta minutos de la mañana habría una reunión por parte de la dirección departamental de Educación para nombrar al nuevo director y sustituto del actual director.Marleny no se emocionó porque ya se sabía quién sería la nueva directora.Quién más que una maestra que acababa de entrar a trabajar y no tenía ni la mínima experiencia como maestra, y así la pondrían de directora.Todo por el cuello político que tiene con su amante, y no lo digo yo, toda la institución lo sabe y aunque uno no esté de acuerdo, no puede decir nada porque corre el riesgo de que lo despidan y en los tiempos en que estamos ahorita al encontrar un trabajo hay que cuidarlo y no arriesgarse a perderlo.El autobús se detiene en la estación que queda a una cuadra del instituto. Agar
Hacemos el llamado a nuestro jefe, el señor Wilmer Alexis Montoya.Dice el maestro de ceremonia y yo me quedo en shock, volteo a ver a Wilmer que está a mi lado y este me sonríe y me guiña un ojo, debe estar feliz al ver mi cara de sorpresa.Se levanta como el gran jefe que es y camina hacia el estrado principal, toma el micrófono y comienza a hablar.Yo, ni siquiera presto atención a lo que él está diciendo porque aún no salgo de mi trance. Este hombre además de ser doctor es empresario, que más detalles me ocultará.Y entonces recuerdo cuando él me dijo que el ginecólogo del hospital era muy amigo de él y al final salió que él era el ginecólogo. Ahora sí ya me siento un poco intrigada por saber la vida de este hombre.Antonio se acerca a mi y se sienta en el asiento de Wilmer.- Hola cuñada.- Hola, pero yo no soy su cuñad