Capítulo 4

Despierto por unos movimientos en mi cama, abro los ojos y veo que es la pequeña Eliana.

― Hola cariño - le digo medio adormitada. Y pienso - Que lindo deber ser tener un hijo y dormir junto a él.

― Hola mamá dice ella y se lanza a repartir besos por toda mi cara. Yo comienzo a hacerle cosquillas y ambas caemos de la cama riéndonos. De repente se escucha el timbre de la puerta principal.

― Vamos pequeña princesa, arriba que alguien llama a la puerta y no sé quién pueda ser tan temprano.

Bajamos al primer piso para abrir la puerta, ambas aún en pijama. Bueno, la niña está usando una de mis blusas y le llega casi a los tobillos, se ve muy graciosa.

― Buenos días, princesas bellas.

Nooo, este hombre está muy loco para presentarse a esta hora en mi casa.  ―Pienso en mi interior. 

― Buenos días, Wilmer ¿qué te trae por aquí tan temprano?

― Bueno, es que como no sabía a qué hora te ibas a trabajar, decidí venir temprano y traerle su ropita a la niña. Además de invitarte a desayunar.

― ¿Pero, y eso no lo podías preguntar por teléfono? Que a qué hora me iba a trabajar. ― Digo, poniendo los ojos en blanco. 

En eso la niña ve a su padre y se nos acerca

― Buenos días, papito. ― Saluda la niña y se tira a sus brazos.

―Buenos días, mi pedacito de cielo, ¿cómo amaneció la princesa de papá?.

Saluda Wilmer, tomando en brazos a la niña y besando su cabecita.

  ― Mira papá, mamá me prestó su camisa para dormir porque tú no me trajiste mi pijama. ― Dice la niña haciendo un puchero.

  ― Lo siento mi amor, de ahora en adelante te prometo que cargaré unos en el auto para cuando decidas quedarte con tu mami de nuevo.

― Síiii, gracias papi.

― Bueno, quédate aquí que nosotras iremos a cambiarnos.

― Por mí, encantado si te quedas con ese pijama sexy, preciosa.

Me dice Wilmer al oído y yo siento mi entrepierna húmeda y palpitante.

Tomo a la niña de la mano y me apresuro a subir, escucho una carcajada de Wilmer y yo voy casi tropezando por los nervios que me causa su presencia.

Visto a la niña y tomo los libros y todo lo que necesito en el instituto. Fuimos a desayunar a un lugar bastante tranquilo y Wilmer me comentó que por hoy la niña se quedaría con el tío porque había despedido a la niñera y hoy llegaría la otra para la entrevista.

― ¿De qué trabajas tú, Marleny?

― Soy consejera en el instituto y también doy clases.

― Vaya, qué sorpresa con usted profesora.  ― Me dice con una sonrisa ladeada 

― ¿Y tú a qué te dedicas? Supongo que tienes un buen trabajo porque los tipos de auto que usas necesitan de un buen sueldo porque deben de costar una buena fortuna.

― Trabajo como asistente del director de un hospital.

― ¡Oh! Vaya, qué bueno.

― Claro, cuando te sientes mal, ve a ese hospital y yo te ayudaré, es más, te recomiendo al ginecólogo de ese hospital, aseguran que es bueno en esa rama.

― Gracias. Pero la verdad no me puedo permitir la atención médica de un hospital privado.

― No te preocupes, cuando necesites solo dímelo.  El director es muy amigo mío y le diré que mi amiga irá y él no te cobrará.

― No. Cómo crees que haría eso, me da pena porque tú pensarás que soy una oportunista.

― Claro que no pienso y ni pensaría eso. Anímate y haz una cita cuando quieras con el ginecólogo es más, puedes llegar sin hacer cita previa y él te atenderá porque él sabrá que vas de mi parte.

― Está bien. Vamos a probar que tan bueno es ese ginecólogo famoso, y llegaré sin hacer cita para ver que tan cierto es que tú eres muy amigo de él.

― Ve y verás que no te vas a arrepentir, quedarás encantada con sus servicios.

― Perfecto, en este mes me toca revisión porque cumplo los seis meses. Ah, no, no sé ni porque estoy hablando de estas cosas personales contigo.

― Tranquila, eso ahora ya es normal, ya no es un tema tabú.

Terminamos nuestro desayuno y el chofer llegó por nosotros, me pasaron dejando por mi institución y se marcharon a su destino.

A la hora del almuerzo me entró una llamada de Wilmer diciendo que si tenía tiempo para que fuéramos a almorzar, pero lastimosamente yo ya tenía planes con mi amiga de ir a almorzar juntas porque quiere que le cuente personalmente acerca del hombre apuesto que he conocido.

Así que le dije a Wilmer que hoy no podía almorzar con él porque ya tenía planes, que lo dejáramos para otra ocasión.

Llego al restaurante donde habíamos quedado de vernos con Anastasia.

Anastasia es mi amiga de la infancia, con ella fuimos a la primaria, la secundaria y luego fuimos a la universidad también.

Nada más que ella escogió otra carrera, entonces ahí nuestros caminos se separaron, pero siempre seguimos siendo buenas amigas.

― Hola, mi amiga del alma como estás. ― Dice Ana.

― Bien, gracias a Dios, amiga. Y tú cuéntame cómo están esos ánimos con tu novio.

― ¿Novio? Ese tipo no es mi novio, con el solo paso las noches, pero no hay nada sentimentalmente. 

Es más, creo que él está casado en su país y por mientras dure su estadía aquí aprovecharemos la oportunidad para darle rienda suelta a nuestros deseos sexuales.

― Ja, ja, ja amiga, tú eres única, porque no te buscas una relación estable, alguien que ames y que te ame.

― Y mira nada más quién me da ese consejo, ¿una mujer felizmente casada? Pues no, ¿verdad?

― Lo mío es diferente, Ana. A ti nunca te han roto el corazón como a mí.

― Hay Marleny, yo no he nacido para enamorarme y estar para un solo hombre. Mira tú cómo sufriste por lo que te hacían tus parejas anteriores.

No mamita yo nací para ser libre y disfrutar de los placeres que el sexo nos da. 

― Ahí te voy a ver cuando llegue la persona adecuada y te enamores. Te voy a recordar lo que me has dicho hoy para que veas que cuando uno se enamora se vuelve loca de amor por esa persona, aunque uno trate de hacerse el duro, ya lo verás.

― Pues verás que no te daré el gusto de reírte de mí porque eso nunca pasará, jamás me involucraré sentimentalmente con un hombre.

― Te quiero amiga.

― Yo te adoro. Pero ahora cuéntame cómo es eso que te ha salido una hija así tan de repente.

Le conté todo lo que pasó con la niña desde el principio cuando la encontré.

― Y vieras Ana, su padre es tan, pero tan guapo que no creo poder soportar más días sin probar sus labios.

― Me alegro mucho, amiga. Sería bueno que te des una última oportunidad en el amor. Qué tal que él sea el indicado.

Vamos coquetéale, gánatelo y al final sabremos si funciona o no.

― Me ha dicho que cambie de ginecólogo y que vaya con el que trabaja en el hospital donde él trabaja, que se supone que él es bueno, pero me da pena porque tú sabes que la que nos ha estado tratando desde siempre es una mujer.

― Ay, Marleny, ya deja las tonterías y disfruta que el doctor te toquetee, total sentirás más rico. 

― Ay, Ana, definitivamente tú no cambias, eres una golosa.

― ¿Me acompañarás dentro de tres días a hacerme la citología entonces?

― Claro que sí, amiga, yo te acompaño y de paso conoceré al doctorcito, y si está bueno, pues me lo tiro también, claro si tú no lo quieres.

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