Capítulo 4.— ¿No piensas decir nada, Erdogan? ¿Cuál es el problema con que tu hermana se case?— Simoné se cruza de brazo y alza una de sus cejas.— ¿Te atreves a preguntar cuál es el maldito problema?— Erdogan eleva la voz más de la cuenta sorprendiendo a ambas mujeres.—Erdogan... cálmate por favor—, Efsun susurra suavemente cerca de su hermano.— ¡No me voy a calmar!— Mira desafiante a su madre.— ¡No me faltes el respeto, Erdogan! No veo el problema en todo este asunto. Se que amas a tu hermana, pero es parte del ciclo de la vida, ella debe contraer matrimonio y ser feliz—. El disgusto se reflejaba en las facciones de su rostro.— ¿Cómo puedes pensar que será feliz si ustedes piensan comprometerla con alguien que a ustedes les agrade, no alguien a quien ella ame—, suspira fastidiado, siente que esta conversación no los conducirá a nada bueno. —Deja de ser tan soñador hijo— Deja escapar un prolongado suspiro mientras gira su rostro para observar fijamente a la joven—. ¿Acaso estás
Desganada se encerró en su habitación, donde a solas se pudo permitir llorar a gusto. A solas podía permitirse ser ella misma y desbordar el torbellino de sentimientos autodestructivos que en ese momento la embargaba. ¿Qué pasaba con Erdogan? ¿Por qué estaba tan enojado con ella? No recordaba haber hecho nada malo como para ganar su indiferencia. Su actitud dolía, de sólo imaginar que de ahora en más las cosas serían de ese modo una fuerte opresión se asentuaba en su pecho.Por un momento temió que Erdogan haya visto lo que sucedió con Emrah y ese sea el motivo de su enfado. Nerviosa se limpió las lágrimas y abandonó su habitación en busca del castaño. Recorrió cada rincón de la mansión, sin embargo no lo encontró por ningún lado. Frustrada se dejó caer en uno de los elegantes sitiales que adornaban la extensa sala. Se sentía angustiada y necesitaba aclarar las cosas con él. — ¿Por qué tan frustrada, hermanita?— La pregunta de Emrah logró sobresaltarla. No se había percatado de su de
—Papá...— las palabras no salieron, en su mente solo se repetía una y otra vez lo que su padre dijo, donde anunciaba que venían del burdel.Su mirada rápidamente cambió de dirección centrándose en Erdogan, quien se mantenía al lado de su padre en completo silencio y cabizbajo. ¿Por qué se había atrevido a hacer algo así? En vez de arreglar sus diferencias había preferido ir a revolcarse con un montón de prostitutas. Estaba indignada, furiosa y tremendamente celosa. Deseaba gritar, reclamar por sus acciones, sin embargo, todo aquello solo acontecía en su imaginación.—En vez de preocuparte por la vida de tu hermano deberías de preocuparte por prepararte, en unas semanas será tu cumpleaños y debes estar radiante para que pueda presentarte a mis socios—, esbozó una amplia sonrisa—. Me harás ganar bastante dinero, muchos hombres ricos desean tomarte como su esposa.—Como digas, padre. Lamento muchísimo haber interferido en las actividades de mi hermano—, hizo una leve reverencia para lueg
Erdogan estaba sentado en la cama, cabizbajo y en completo silencio. Efsun preparaba todo cuidadosamente para dar inicio a las curaciones. De reojos lo observaba, tan absorto en sus propios pensamientos, tan hermoso e inalcanzable. Un suspiro escapó de sus rosados labios, mientras ponía todo sobre una bandeja y se acercaba a la cama.— ¿Por qué pelearon?— cuestionó con voz suave mientras huntaba un trozo de paño en agua tibia—. Emrah es un imbécil, mira como te dejó— hace una mueca con los labios haciendo un breve puchero.—Se aprovechó de mi estado— murmuró con cierto rencor al momento que desviaba la mirada—. Peleamos por...—, titubeo un instante— peleamos por ti.— ¿Por mí?— Alzó una de sus cejas cuestionando de manera silenciosa la respuesta del contrario.—Te insultó, no puedo permitir eso—. Respondió a regañadientes.—Solo hay que ignorarlo, no caigas en su juego. Precisamente es eso lo que busca— deja un suave beso sobre la magullada mejilla de su hermano—, pero de igual modo g
Aquella mañana observó cómo las empleadas corrían de un lado a otro, la sala estaba impregnada de un delicioso aroma a Jazmin y al adentrarse en la cocina pudo apreciar a tres de las cocineras preparar diversos platillos. ¿De qué se estaba perdiendo? Confundida, se acercó a una de las cocineras para saber a través de ella que pasaba.—Buenos días señora Rouse— Efsun le dedica una cálida sonrisa, mientras sacude un poco su vestido de polvo imaginario.—Buenos días, señorita. ¿Desea desayunar?— La mujer deja de hacer sus quehaceres y seca sus arrugadas manos con un paño.—Aun no, esperaré a que Erdogan baje—, se sienta junto a la mesada de la cocina observando todo—. ¿Por qué están preparando tanta comida?— Alza una de sus cejas con curiosidad.—El joven Erdogan no va a desayunar en casa, salió muy temprano junto a su padre—, la mujer continuó limpiando la fina vajilla—. Hoy vendrán invitados a cenar, su padre ha pedido que se preparen los mejores platillos para sus invitados—. La mujer
Efsun se estremeció ante aquel gesto tan atrevido por parte de Emrah, ese roce de labios en su cuello le provocó un escalofrío tan intenso que le erizo la piel. Alterada, posó sus manos en el pecho del Moreno y lo apartó con cierta brusquedad.—No vuelvas a tocarme de esta manera, Emrah—, por más que se esforzó por sonar amenazante su voz tembló ligeramente a causa del miedo y rechazo que el mayor generaba en ella.—Vamos Efsun, no a sido para tanto. Tampoco es un secreto para ti saber que me vuelves loco—. Resignado le permitió su espacio personal—. Tampoco es necesario que te desquites conmigo por lo que Erdogan te hace.— ¡Erdogan no me a hecho nada! Si se casa o no es su jodido problema—, dice indignada para luego volver su mirada al paisaje del exterior. Siente sus ojos arder y no sé permitirá llorar frente a Emrah, ni frente a nadie más.—Como digas, mi querida Efsun—. Se gira levemente mirando el paisaje y dándole la espalda a la chica. Había logrado su objetivo, por ahora la d
Erdogan se encontraba sentado junto a su padre, quién mantenía una postura rígida e impecable. Frente a ellos la señora Stuart bebía un poco de té importando, mientras Adela, la hija de esta, miraba nerviosa hacia abajo. El ambiente se percibía bastante tenso, por lo que ambos jóvenes guardaban silencio mientras los adultos platicaban.—Señor Evans, nos sentimos sumamente agradecidas de que se tomarán la molestia de venir a recogernos—, deja elegantemente su taza de té a un lado.—Es todo un placer, Ana—. Edmundo esboza una sonrisa galante.—Adela, querida—, la mujer fija su mirada en la joven— podrías enseñar los jardines a Erdogan, sería muy bueno que se conozcan un poco más, después de todo contraerán matrimonio en unos meses.—Por supuesto, madre—, la joven se puso de pie y sacudió un poco su vestido, alisando arrugas invisibles.Edmundo miró de reojo a su hijo, quién de mala gana se puso de pie y ofreció educadamente su brazo a la joven. Adela, gustosa se aferró al brazo del homb
Rechinaba los dientes cada vez que el cuero de la fusta se azotaba con violencia contra su espalda. Desde niño le inculcaron que los hombres no debían llorar, debían ser fuertes y soportar todo estoicamente, sin embargo, quería ser un poco menos hombre y llorar como niño pequeño. Ya había perdido la cuenta de los latigazos que su iracundo padre le había propinado como castigo por su falta de respeto, la espalda le escuece y puede sentir la sangre deslizarse por su blanquecina piel.— ¡Me dejaste en ridículo maldito infeliz! Por tu falta he perdido la oportunidad de extender mi poderío—. Azotó con fuerza desmedida la fusta sobre la ensangrentada espalda del chico.Erdogan quiso replicar, decir cualquier cosa con tal de que Edmundo se detuviera, simplemente no pudo, con el último golpe la inconsciencia se hizo presente y para él todo se tornó en una densa oscuridad. Edmundo al ver a su hijo desmayado mando a llamar un par de sirvientas para que limpiarán el cobertizo y retiraran las man