Al noroeste en una provincia llamada Hackney, una mujer pelirroja le daba de comer a los animales de la granja que posee su familia, su sonrisa de satisfacción no la puede borrar por nada; cuando observa a todos comer con gran felicidad, antes de oír el llamado de su Padre fuera del establo, decide ir en su búsqueda al dejar el balde de comida, sobre una pequeña repisa de madera, que usa para preparar los alimentos de cada animal.
Con pasos certeros, pero seguros sale del establo que le hace falta una buena pintada para que su belleza no disminuya, cosa que deja de lado; al estar cerca de su Padre aquel que siempre Alba a admirado desde que tiene memoria, curvas una sonrisa detallando que se percata de su presencia.—Buenos días papá. —Saluda, con total cariño a su progenitor.
— ¡Buenos días! mi preciosa niña. —Respondió, su Padre y ella abrazarlo, como suele hacer cada vez que lo ve.
Enseguida ella miro su vestimenta, que consistía de un pantalón de jeans grueso para hombres de campo, junto a su camisa manga corta de cuadros, unido con su sombrero, como si fuera un vaquero en color marrón que por nada del mundo, se quita por más que Alba se lo diga, a excepción de la Sra. Carmen que obedece como buen esposo que es, o eso imagina ella.—Papá… alimente a los animales y están mega felices. —Objeto, con gran orgullo.—Eso me alegra hija, pero necesito ¿qué me ayudes con algo?—Pidió y ella enseguida asintió esperando la orden.
— ¿Tú dirás Padre?
Cuando vio que se tocó la nuca y exhalo pesadamente, fue el indicativo para Alba preocuparse, así que se apresuró hablar.
— ¿Qué sucede? —Pregunto ansiosa.
—Vamos a cabalgar un rato, y te digo pequeña. —Sugirió, a lo que Alba estuvo de acuerdo.
A su vez caminaron al establo, su Padre se tomó el tiempo en ver como se encontraban los animales, tenía más de veinte años de conocimiento en todo lo que era la parte ganadera como veterinaria estaba orgullosa de conocer como cada uno, tenía algo que aportar para ayudar o realizar su trabajo, mientras tanto ella busco a su guerrero corcel apodado (Müller); que al verla estaba alegre y relinchaba de gusto; por lo que la hizo sonreír.
De igual modo; el sr. Pablo busco el otro corcel de piel negra y carácter tosco, que solamente él y su esposa podían manejar; ya que con su hija no se da; al ser macho suele sacar su carácter indomable o eso dice Alba, cada vez que sale junto a Müller, que es una yegua llena de vida. Luego, que ambos salen con cada caballo, emprenden la marcha para visualizar como amaneció sus tierras tanto que el sol está en su mejor momento, a comparación con la capital, que constantemente es lluvioso como frío. Al principio Alba, se queda observando como su Padre un poco más adelante que ella cabalga, con algo mucha fuerza, toca a su yegua con cariño; dándole el incentivo de alcanzar a su progenitor. El tiempo transcurre, sin ellos darse cuenta, hasta que llegan a una colina montañosa, es ahí donde ella decide hablar mientras están mirando todo el horizonte como sus tierras.—Papá… me vas a decir ¿qué sucede?— volvió a preguntar, a lo que él giro su rostro para contemplarla.
Un denso silencio los invadió a cada uno, tanto que Alba pensó nunca diría una sola palabra, hasta que lo hizo.—La granja se venderá. —Confeso al fin.
La sorpresa recayó en Alba de una forma tremenda, que solo apretó las riendas del caballo, conociendo que todo lo que ven ahora va a cambiar; tanto que sus primeros pasos fueron dados en esa misma hacienda, que muchos dirán que es poco; pero para el corazón de la pelirroja es su mundo entero.
Mordió su labio inferior, cerrando a la vez sus ojos y luego de abrirlos para mirar nuevamente a su Padre, que estaba serio contemplando el horizonte como también las tierras vecinas, que cada día crecen con algo nuevo.—Hija solo dímelo. —Pidió saber, algo que la pelirroja asintió levemente.
—Papá en realidad no sé… que decirte; lo único que puedo pensar es en mamá. ¿De causalidad lo sabe? —Añadió y el silencio de su Padre, fue la respuesta que no espero.
Después de un minuto, la voz grave de su Padre se hace presente.
—Todavía no lo sabe, pienso decírselo hoy en la noche; conoces que Carmen no le puedo ocultar nada hija. —Ella asiente, pero le toma la mano haciendo que la mire.
—Sabes… me duele saber que la venderás; pero me dirás el motivo de la venta. —Menciono.
Otro suspiro salió de los labios de él; pero Alba se mantuvo firme ante cualquier noticia inesperada.
—No tengo fondo suficiente, para seguir costeando la granja como la casa, tenemos solo tres meses para desalojarla. —Pauso y ella negó.—Eso no es posible Papá… pero el trabajo que tienes como hacendado ¿Qué paso con él? —pidió saber, mientras tocaba el pelaje de su yegua.
—Hubo problemas con la junta de hacendados, tanto que muchos quedaron sin empleos y uno de ellos fui yo; lo que te quiero decir con esto es…
Fue interrumpido.
—No tienes trabajo y con ello; sin dinero para cancelar las cuentas de la granja, como la casa. —termino de agregar.—Así es. —Zanjo, azuzando el caballo.
Conforme su Padre se alejó, supo que necesitaba espacio como ella, para asimilar tal noticia que la dejo con un gran sabor amargo, sin embargo decidió correr con Müller, hacia el árbol que su amiga Olivia y ella iban cada vez para relajar su mente como su corazón, fue el incentivo que necesitaba para todo lo que debía pensar.
En el momento que llega a su destino, las flores la reciben al caer del árbol, como puede baja del caballo y con sus botas de campo recorre el sendero, toma asiento en el gran pasto; donde cruza sus piernas admirando el lugar, por un instante, cierra los ojos disfrutando de la brisa, que arropa su cuerpo como cabello; para cuando abre sus ojos lagrimas salen sin ella esperarlo, pero necesitaba sacarlas su familia estaba pasando una situación grave porque quedarían en la calle, algo que ni sus parientes cercanos podían solucionar algunos vivían lejos no tenían más opción que marcharse. Se tomó su tiempo de pensar en cómo solucionar, lo de sus Padres pero Alba no se iba a quedar de brazos cruzados; primero haría lo que fuera antes de verlos en la calle; siendo personas adultas, no podían trabajar para cubrir los gastos, ella sería la que los harías, tiene la fuerza como edad para laborar y con ese pensamiento se puso de pie, para estar tomando las riendas subiendo al caballo con facilidad. Con una idea en su cabeza cabalgo, devuelta a la hacienda; esperando poder darle la noticia a sus Padres, su mejor amiga estaba en la ciudad; es seguro que la podría ayudar para comenzar a laborar en alguna empresa o tienda de mensajería, pero ella no se quedaría de brazos cruzados.«Trabajaré y me esforzare de eso no tengo duda.» —Exacto conciencia, lo haremos por la familia.…
Al momento que Alba llega a la casa con estructuración hogareña de campo, teniendo unas verjas en color negro, que la cuidan como también divide de las tierras donde ellos cultivan trigo; solo que la cosecha no ha sido la mejor de su época, desmonta su caballo y la vez le da una leve caricia y con mente firme procede a entrar a su hogar ese que la hecho feliz desde que tiene uso de razón. Con pasos seguros, logra pasar la puerta de madera unido con un mosquitero para evitar la plaga; que normalmente invade las moradas de cada casa; decide buscar a sus Padres y los consigue en la sala conversando, pero las lágrimas que tiene su Madre le indica que lo sabe todo eso la hace fruncir el ceño, hacia su Padre que tiene la mirada puesta, sobre el suelo tocando su cabeza como frente alternadamente. De inmediato pone un paso al frente, y decidida habla:—Mamá ya lo sabes ¡Cierto! —quiso saber y la aludida asintió.
—Hija…
—No papá, déjame hablar a mí. —Interrumpió, dejando que su Padre guardara silencio.
Muy segura de sí misma, tomo una respiración profunda la necesaria para darles la noticia de salir adelante, porque para la mente de Alba no iba a ver un ¡No puedo! Sino soluciones.
—Padres… tengo la solución a dicho problema. —Manifestó con un rostro serio.
Sus Padres se miran entre sí, no comprendiendo del todo lo que su hija trataba de decirles por lo que volvió a tomar la palabra.— ¡Voy a Trabajar! —Aclaro, y ellos ponerse de pie, en total desacuerdo.
—Eso no lo harás Alba Ward. —Demando; su Padre a lo que su Madre negaba acercándose a ella.
—Escucha a tu Padre hija, no es necesario que vayas a trabajar; podemos solucionar este problema de otra forma. —trato de persuadirla.
A su vez, Alba negó caminado por toda la sala, hasta que se detuvo en el centro de la misma; pero con una mirada determinante les hizo saber que lo haría con o sin su permiso.—Papá y Mamá sé que sonara egoísta eso que les diré; pero deben saber, que ambos no pueden ponerse a trabajar, están adultos y no pienso permitir que anden desgastando sus últimas energías. —se detuvo un momento, para luego añadir. —Así que he decidido ir a la capital a buscar empleo, puedo lograr antes de los tres meses de plazo, mandarles aunque sea el pago de la cuota en el banco, para después recuperar totalmente la hacienda. —
Cuando hubo terminado de hablar; sus Padres la miraron no creyendo como su hija esa pequeña que han criado, ha crecido tanto convirtiéndose en una mujer de veintiséis años con ideales grandes solo para ayudarlos; pero lo que más llamo la atención de sus progenitores fue ver como la mirada de su hija ese verde en sus iris irradiaba luz y seguridad; así que no tuvieron más remedio que estar de acuerdo con su petición. La sonrisa de Alba; fue el mejor aliciente para ellos, que solo se acercaron para darle un abrazo como la familia unida que siempre ha sido.— ¡Gracias a ambos! No saben lo que significa para mí su aprobación, créanme no los defraudaré. —Susurro contenta, al estar unida a ellos su más grande tesoro.
Después del abrazo familiar, decidieron sentarse a comer mientras la Sra. Carmen servía los alimentos y Alba los ponía en la mesa; donde el Sr. Pablo ordenaba las sillas para invitarlas a sentarse y así lo hicieron, cada uno tomaron asiento y dieron las gracias por la comida recordando que este día no sería el único sino muchos más.
Cuando el almuerzo termino, Alba decidió ir al teléfono central de la casa y llamar a su amiga; aquella que tiene dos semanas que no escucha su voz, esperando buenas noticias de su tiempo en la capital, con una revolución de sentimientos aglomerándose en su pecho; coloco el teléfono sobre su oreja, marcando su número y esperando ser atendida.Al tercer tono logra oír su voz.
—Bueno.—Hablo con Olivia Cott, la grandiosa amiga de una campesina.
La sonrisa de Olivia, fue el incentivo que necesitaba.
— ¡Amiga! No sabes cómo me alegra oírte.—A mi igual Olivia, ¿Cómo te va en la capital?
—Digamos que bien, no es sencillo Alba más bien te hace reconocer que el trabajo duro se gana con verdadero esfuerzo.
—Vaya… entonces ¿te ha ido duro Olivia?
—Digamos que un poco amiga, nada es color de rosa; pero también te ensaña a conocer el verdadero rostro de las personas.
El silencio del otro lado, hace meditar las palabras de Olivia.
El denso silencio lo disipa Alba inmediatamente, cambiando de tema.—Discúlpame amiga que te pregunte por cosas, que a lo mejor no deseas contarme. —No nada de eso Alba, más bien quisiera que estuvieras aquí, para hablar mejor. Eso le agrado oír a Alba, que no dudo en contestar.—Bueno ya que estamos hablando de eso, te tengo una noticia importante.— ¿Tú dirás? —Iré a la capital y buscare un nuevo empleo.— ¿Qué? No es verdad.—Pues… si lo es, así que dentro de dos días nos veremos. La sorpresa de Olivia era inmensa y más al saber, que su mejor amiga pronto visitaría la capital; desde ya iba a buscar el mejor empleo, que se ajuste a sus conocimientos, sabiendo que le encantará trabajar para la empresa Weaving Industry Price.*** A todo esto; la vida de la familia Cook como Price es de total desastre, tanto que los días siguientes al robo cada una, ha forjado una alta seguridad contra hurtos; pero los corazones de cada Magnate están destrozados, uno más que otr
Lo que no previo fue que Izan tomo a la Sra. Cook en sus brazos y tomar el ascensor con rapidez para llegar seguramente a la planta baja como trasladarla a emergencia eso supuso Ortencia, al poder hablar con el jefe de seguridad, que no dudo en proceder a realizar su trabajo, como sacar rápidamente a la esposa de su gran jefe.… Una hora después… En el gran pasillo del hospital, del área de cirugía se encontraba el Sr. Cook junto a su hijo que permanecían de pie, en todo momento esperando noticias que todavía no habían recibido desde que la ingresaron desde hace una hora; la mirada de seriedad estaba puesta sobre su hijo, porque supo por su gente que la situación de su hijo pudo a haber puesto en peligro la vida de su esposa, así que mirando a su alrededor y darse cuenta; que estaba algo desolado por la hora, siendo las 2:30 pm de la tarde supo que era momento de hablar severamente con su primogénito, que se mantenía con la mano en la nuca y con semblante preocupado.— ¡Izan Da
En la parte norte de Londres una chica pelirroja se está despidiendo de sus Padres en la estación del tren, la sonrisa que ella les da es como un aliciente para ellos; pero su Madre se toca el pecho con algo de incomodidad, siente un presentimiento extraño, y más por el viaje que su hija va emprender, pero se niega a pensar de forma negativa, ahora no puede darse el lujo de pensar de esa forma. Por lo que, mira a su esposo como la abraza de forma paternal, eso la hace pensar cuando llego por primera vez a la casa, teniendo solo cuatro meses de nacida eso la hace tragar, antes de oír la voz de su hija:—Mamá ¿todo en orden? —Pregunto; al mirar sus facciones algo distraídas.—Todo está bien mi niña, solo pido me llames todos los días, en este caso un horario que no afecte a tu Trabajo por favor, esa nada más es mi petición. —Pidió y su hija acepto.—Así será Madre, además apenas llegue te llamo del teléfono de Olivia. —Agrego, dejando a la señora Ward más tranquila. —Te amo hija.
Los nervios eran notorios en Alba, que miraba una y otra vez la puerta de entrada de la estación de trenes, su viaje duro alrededor de dos horas las suficientes, en dónde se pudo entretener con un libro que su Madre le dio, para cuando estuviera sin hacer nada, en eso la pelirroja era muy feliz al leer; es uno de sus tantos pasatiempos, porque el primero lo gana su caballo Müller. Eso la hizo sonreír, porque al mirar su reloj de muñeca, sintió algo de impaciencia; pero debía esperar, es seguro que su amiga Olivia tuvo un retraso en su trabajo o eso pensó; antes de cerrar el libro que tenía en sus manos, la figura de su amiga apareció frente a ella, descubriendo su vestimenta de trabajo lo supo por su falda negra, camisa manga larga blanca, unido a su chaleco de color amarillo con el logo de la empresa o eso imagino Alba antes de colocarse de pie y recibir el abrazo de su parte. Fue inevitable no oír su voz de alegría, tanto que ella se sintió más tranquila de volver a verla.
El día comenzó y los de ojos claros de Alba, se abrieron para iniciar otro día con energía y mucho optimismo, el día de ayer recordó dormir en el suelo en una colchoneta, mientras Olivia lo hacía en su cama individual, las dos no podían hacerlo era súper incómodo fue lo que pensó la pelirroja, ahora que durmió las horas suficientes que requería su cuerpo; se puso de pie con cuidado bostezando en el proceso, miro por el rabillo del ojo detrás de ella a su amiga todavía dormida, por lo que curvo una sonrisa volviendo a su camino hacia el sanitario. Para cuándo llegó; tomo su cepillo de dientes y colocó la crema, abrió después el grifo del lavamanos pasándose agua por el rostro como en la boca, dando inició el cepillarse, duro al menos unos minutos, antes de hacer sus necesidades, para al final salir con rumbo a la cocina; estando descalza teniendo siempre cuidado dio inicio al desayuno, era crucial para su amiga y comprobar si se está alimentándose o ¿no? Pensó por un instante.
—Verá sr. Gómez, este sujeto no me deja hacer mi trabajo, le explique que ese rollo de tela no puede ir con las de tela suave, aun sabiendo que su material es duro para las demás. —Explico, al tener sus manos en su cintura. De inmediato se le quedo viendo al otro, buscando que se defienda y eso fue lo que hizo; al darle la palabra.—Lo que dice no tiene lógica Señor, he trabajado por años y conozco como las telas deben estar ubicadas, pero este hombre pretende decir lo contrario. —Añadió en su defensa, causando que todo quede en silencio. De inmediato el moreno se puso en medio de ambos con su rostro serio, decidió solventar antes de perder más tiempo, cosa que no le agradaba en absoluto, por lo que hablo fuerte y claro.—Les diré algo importante, que me ha hecho solucionar mi trabajo y sé que ambos acataran este consejo; sino lastimosamente los tendré que sacar de la empresa suspendidos un mes completo y sin pago. —Pauso, eso los puso alerta. —Así que las diferencias que tenga
Se mantuvo ahí analizando lo sucedido y nada podía sacarla de ese problema que se ganó, sin buscarlo algo dentro de su corazón; la hacía pensar muchas cosas y más por lo que dejo de abrigarse, colocándose de pie e ir a la cocina por una fruta en este caso tomo su favorito el durazno, al comer fruta su mente podía idear una forma de que ese hombre no vuelva acercarse a ella, pero en todas las llevaba de perder, al reconocer que el hombre tenía dinero lo supo por su vestimenta elegante y perfume caro; que todavía lo podía sentir en su ropa. Soltó un suspiro cansado, terminando de comer su fruta.— ¡Rayos! No tengo como salir de ese problema, además seguramente ese hombre se equivocó de persona y tal vez la mujer que busca, tiene tal vez un parecido, pero eso es… ¡Muy extraño! —Hablo por lo bajo, estando muy confundida. A medida que, pensaba no previo que un ruido en la puerta la alerto en sobremanera, dando un respingo al tocar su pecho a la vez; pero decidió negar el rumbo d
*** Cuando hubo arribado a la delegación, el castaño estaciono el auto un Aston Martin DBX año 2020 en color negro, detrás de él una camioneta del mismo color blindada con dos guardaespaldas que custodian sus pasos, se quedaron aguardando a su jefe mientras iba por su hermano menor. A su vez; de haber entrado se encontró con muchas personas trabajando en sus puestos y otros en recepción recibiendo a las personas por distintos casos, pero obvio lo que veía y siguió su camino hacia una de las oficinas en donde un viejo amigo, mantenía en custodia a sus pariente. Apenas llego al pasillo, dos mujeres oficiales se le quedaron mirando; enseguida el castaño le dio asentimiento de respeto, logrando que ambas curven una sonrisa como seguir su camino, a medida que sus pasos llegaban a la oficina se topó con la puerta de madera por debajo y por arriba, había un vidrio acromado que no dejaba ver nada del otro lado o eso pudo darse cuenta Darío que rápidamente comenzó a dar leves toques en la