Ana respiró profundo mientras miraba por la ventana. Dentro del auto se respiraba una atmosfera pesada y Ernesto no pronunció ni una sola palabra hasta que se detuvieron en el parqueadero de una cafetería, Ana sabía cuál era, ahí conoció a Maxwell el día de la entrevista y el recuerdo le arrancó una sonrisa, ¿Cómo podía juzgar a Maxwell por rechazarla si parecía una vagabunda?Ana intentó bajar cuando el auto se detuvo, pero aún tenía los seguros, así que se volvió hacia el muchacho.— ¿Me trajiste hasta aquí para hablar en el auto? — Le preguntó Ana y Ernesto apagó el motor, luego respiró profundo un par de veces.— Yo tenía como once o así cuando pasó — comenzó a contarle — Maxwell conoció a Lisa iniciando la universidad, fue un amor de joven adulto intenso, y papá y mamá le dieron tanta libertad que… bueno, él era un muchacho muy inteligente, pero tambien inmaduro, siempre se ha dejado llevar más por las emociones que por la razón, y es extraño para un científico.— ¿A dónde quiere
Maxwell salió temprano del trabajo ese día, estaba más cerca que nunca de encontrar lo que llevaba años buscado, si todo salía bien, podría salvar la vida de millones de personas de enfermedades autoinmunes y eso lo tenía emocionado al igual que a todo su equipo, pero había logrado entender poco a poco que no todo en la vida era trabajo.Desde que Ana se había sincerado con él la noche anterior no había dejado de pensar en ella en todo el día, claro que se sintió incomodo y un poco enojado de que ella no le hubiera contado la verdad desde el principio, pero ¿Cómo podía juzgarla? Él era un desconocido y en el momento en que decidieron darse una oportunidad ella se había sincerado con él, en el momento perfecto y Maxwell se sintió agradecido.Durante el día no pudo evitar recordar el rostro de Ana cuando le contaba, se veía realmente asustada y él se preguntó qué clase de monstruo tenía que ser ese hombre pare despertar en ella ese terror.Cuando llegó a casa dejó el auto en la cochera
Albán no la había golpeado, pero no por eso Ana no estaba aterrada. Después de que Ernesto la había dejado con el policía la había agarrado de la mano con tanta fuerza que los dedos le quedaron marcados sobre la piel, la subió al su patrulla y arrancó a toda velocidad en un silencio sepulcral. Ana no quería hablar, no quería que el hombre se enojara con ella, pero tenía en la frente esa arruga constante que le aterraba tanto. — Yo no quiero estar contigo — le dijo ella después de un rato armándose de valor — no sé por qué haces esto, tú no me quieres — el hombre estiró la mano, la agarró del cuello con fuerza y la estrelló contra el cristal y Ana sintió como el pómulo recibió el impacto. — Cállate — le dijo, no gritó, pero el tono calmado la aterrorizó más — era para toda la vida, nuestro matrimonio lo era y tú lo irrespetaste. — Tú fuiste el que me fue infiel con lo primero que se te atravesó — Albán le golpeó el costado con fuerza. — ¡Y tú te metiste con el malnacido ese! — le g
Ana se tensó tan fuerte que temió se le rompieran un par de costillas.— ¡Tú! — dijo Albán al ver a Maxwell y volteó la mano para agarrar su arma que estaba en la parte de atrás de su pantalón, pero el científico levantó el pie y le dio una patada tan fuerte en el pecho que lo lanzó de espaldas y el policía cayó como un costal de papas frente a Ana que tuvo que levantar los pies para que el hombre no los aplastara.— Si, yo, pedazo de m1era — le dijo Maxwell. Albán sacó el arma del pantalón y cuando le apuntó al hombre Ana le pateó la mano y el arma se disparó rompiendo el cristal de una ventana y rodó por el suelo. Ana vio que las llaves le colgaban de la correa del pantalón y las pisó con fuerza, y cuando Albán se puso de pie, el seguro se rompió.El policía se abalanzó hacia Maxwell, y logró acertarle un puño fuerte en el pómulo que lo desestabilizó, pero para sorpresa de Ana, el hombre le devolvió el puño al policía con tanta fuerza en la nariz que comenzó a sangrar de inmediato.
Ana se aferró a la mano de Maxwell mientras corrían por la calle y nunca se había sentido tan libre como en ese momento. Ni el dolor en el cuerpo ni el miedo de las represalias del Albán podían arrancarla de ese momento, con la mano del hombre entre la suya y el corazón martilleando en el pecho.Maxwell había dejado su auto en la esquina y solo después de entrar y arrancar el hombre dejó escapar el aliento.— No puede ser que hiciéramos esto — dijo y Ana estiró la mano para agarrarlo por el hombro.— Gracias — le dijo — de verdad gracias, parecías un superhéroe — Maxwell aceleró y las mejillas se le pusieron un poco rojas.— Papá Emilio prácticamente me obligó a entrenar, él tuvo que pelear a puño limpio varias veces para defender a mamá y bueno, creyó que era mejor que estuviéramos preparados, creo que sí sirvió de algo — los ojos de Ana se llenaron de lágrimas.— Claro que sirvió, me salvaste la vida — Maxwell la miró.— ¿Ese hombre te hubiera matado? — Ana se encogió de hombros.—
Cuando Ana se bajó del auto de Maxwell una oleada de dolor la acometió, no solo por el par de golpes que le había dado Albán, si no por todo el esfuerzo físico que había tenido que hacer. Lo único que quería era darse una ducha larga y dormir.Cuando estaba ya en la puerta, Maxwell evitó que entraran y sacó su celular.— No podemos permitir que Emanuel nos vea así — Ana miró al hombre, le sangraba un poco la nariz y tenía un par de morados en el rostro, pero no se veía tan mal, de seguro lo decía por ella — Ámeli, ya estoy con Ana, estoy en la puerta, pero lleva a Emanuel arriba… Gracias.Esperaron un par de minutos y luego entraron, la sala estaba vacía y cuando Ana se miró en el espejo junto a la mesa casi se cae de la sorpresa.Estaba pálida y sucia, con el labio roto y el pómulo inflamado, si Emanuel la hubiera visto así se hubiera asustado, Maxwell tenía razón.Ámeli bajó por las escaleras y cuando los vio abrió sus grandes ojos claros y se sentó en uno de los escalones.— ¿Qué p
Pasaron un par de días después del encuentro con Albán y Maxwell se sintió más tranquilo al sentir que las represalias del hombre no habían llegado, tal vez nunca lo hicieran, que había entendido que Ana ya no le pertenecía y que tenía ahora quien la protegiera de verdad.Ese día regresó al laboratorio, varios estudiantes tenían practicas esa semana y aparte de trabajar en sus propias cosas, debía ayudarles y estar pendiente de que no incendiaran el lugar, así que llegó bien temprano esa mañana y se puso a trabajar. Y pasado el mediodía el celular vibró en su bolsillo y Maxwell miró el contacto, era papá Emilio.— Papá, ¿Cómo estás? — le preguntó Maxwell y Emilio habló bajito al otro lado.— Bien, Clarissa está en el probador de ropa, de ante mano te digo que te compró una camisa con flores que no te gustará pero tiene que decirle que sí — Maxwell sonrió, extrañaba a sus tres padres, pero Emilio y su madre se merecían ese descanso, y la carrera musical de Xavier le demandaba mucho tie
Cuando Maxwell llegó a casa esa tarde, Ana y Emanuel estaban terminando un trabajo importante del niño donde tenía que construir una historia a base de fotografías y toda la mesa estaba llena de imágenes y recortes llenas de pegamento y él se sentó en la mesa junto a la maestra que le sonrió. Emanuel se los quedó mirando.— ¿Cuándo me piensan decir que son novios? — les preguntó el niño y Ana se atragantó con su propia saliva.— No somos novios — le dijo al y le pasó otro recorte. Lo cierto es que era verdad, novios no eran, pero tampoco solo amigos.— ¿En serio creen que no me doy cuenta que se escapan a la habitación del otro en la noche? — Ana sintió que la cara se le puso roja y negó.— Que imaginación tienes, mejor aplicala a buscar la escena que nos falta — Emanuel miró la revista que tenía en las piernas y murmuró:— Parece que a los que les falta imaginación es a ustedes, esa excusa de que se rodaron por las escaleras no se las cree nadie — Maxwell se aclaró la garganta.— Nos