NARRA EMERSONSentía como si estuviera flotando por los aires, envuelto en un clima caluroso. Estaba muy cómodo en donde sea que me encontraba y había un exquisito aroma. Sentí un pequeño estremecimiento pero no era capaz de abrir mis ojos, estaba muy cansado y solo quería dormir.Podrían haber pasado horas, días o meses. No era consciente de nada de lo que pasaba a mí alrededor. Escuché muy lejanamente el sonido de mi celular.Abrí lentamente los ojos y me sentí desorientado. No tenía idea en donde estaba. Lo último que recordaba era estar con Berenice en mi oficina y luego en el auto a punto de besarla. Abrí desmesuradamente los ojos, no podría haber querido besarla, estaría delirando por la fiebre. Sí, eso tenía que ser.Sentí que la puerta se abría pero no ingreso nadie a la habitación.—Abió los ojitos señod etraño —me sobresaltó la voz de un niño de no más de tres años. ¿De dónde había salido? —. Mami dice que esta enfermito. ¿Es vedad? —Preguntó trepándose a la cama y se sentó
NARRA BERENICE—Cariño, despierta —traté de despertar a mi dormido hijo, por decimocuarta vez.—¿Tarea difícil? —preguntó una profunda voz a mis espaldas.Cuando me di vuelta, un despreocupado Emerson venia hacia mi lado.—Despertar a Dante es una tarea casi imposible, tiene el sueño muy pesado —respondí con una sonrisa—. ¿Te sientes mejor?—Muchísimo mejor, gracias otra vez —respondió—. ¿Me puedes dar las llaves del auto? Ya es hora que regrese a mi casa —colocó sus manos en los bolsillos de su pantalón.—¡Oh, claro! —exclamé y fui hasta el mueble para darle lo que me pidió—. Ten.—Gracias de nuevo, déjale un saludo a Dante de mi parte —señaló con su cabeza a dijo a mi hijo dormido profundamente.—Claro, te acompaño a la puertaTomamos el ascensor y nos fuimos hacia la puerta del edificio. El coche estaba aparcado exactamente en el mismo lugar que lo dejé ayer.—Nos vemos mañana, Berenice. —Comenzó a despedirse—. No tengo palabras para agradecerte, hasta luego.Asentí con la cabeza e
NARRA EMERSONMe bajé del auto y me encaminé hacia la entrada de mi hogar. Me sentía muchísimo mejor y todo se lo debía a… Berenice; ese apodo verdaderamente le hacía justicia.Descubrí que era una mujer encantadora y se preocupaba por los demás. Era muy servicial e iba a estar muy agradecido con ella por toda su ayuda para conmigo. Había criado a un hijo maravilloso, que había logrado sacarme varias sonrisas, en poco tiempo de conocernos.Además que todos eran una familia encantadora y simpática, Ernest y Rosario me habían caído de maravillas, claro que no tenía con ellos tan buena relación como con Berenice y Dante. Seguía dando vueltas por mi cabeza, ¿Dónde estaría el padre de Dante? Al parecer no había ido a dormir a la casa ni tampoco estaba en el desayuno. Si yo tuviera esa familia hermosa, trataría de estar todo el tiempo con ellos.—¡Mi niño! —Exclamó Veronica una vez que entre a la mansión—. ¿Estás mejor? ¿Necesitas algo? —preguntó atropelladamente.—Veronica, tranquila. Esto
NARRA BERENICE—Dante vamos a dormir, es muy tarde y mañana tenemos que madrugar —repetí como un disco rayado a mi hijo por… ya ni recuerdo cuantas veces se lo dije.—Pero quiedo jugad más tiempo con mi auto —refunfuñó sentado en el piso haciendo andar su juguete nuevo.Mi nuevo jefe —porque eso realmente era ya que no lo reconocía— le regaló a Dante un auto de juguete de su personaje favorito que, seguro, costaba la mitad de mi sueldo. Estaba muy sorprendida por su gesto hacia Dante, pero mi pequeño era más que feliz con su coche nuevo.—Mañana sigues jugando con ese juguete, pero ahora vamos a dormir. —Hizo un puchero—. Ven, esa carita no me convencerá esta vez —sin quitar su tierno puchero, guardó el auto en su caja y vino a la cama junto a mí.—Pométeme que mañana puedo juegad ota vez. —Dijo serio, colocando los brazos en su pequeña cintura.—Lo prometo —contesté solemne elevando mi palma derecha al aire con una sonrisa en los labios.—Mami… —comenzó enderezando su postura solo un
NARRA BERENICEMe subí al asiento del copiloto, no sin antes que Emerson me abriera la puerta muy caballerosamente, sorprendiéndome con el gesto. Él se subió en el lado del conductor y arrancó el coche camino hacia el departamento.No tardamos en llegar, estábamos a poca distancia.—Gracias por traerme —dije, una vez que llegamos a mi destino.—Basta de agradecer, no fue ninguna molestia —contestó desabrochándose su cinturón de seguridad, yo hice lo mismo dispuesta a bajar, pero la mano de Emerson fue mas rápida e impidió que abriera la puerta. Cuando salí de mi confusión, mi jefe estaba esperando a que salga con mi puerta ya abierta. Enarqué una ceja—. Es una costumbre que parece que volvió —frunció el ceño.—Nos vemos mañana en la empresa —dije cuando salí del auto y quedé parada en frente de él.—Claro, hasta mañana —saludó en respuesta.Me elevé en mis puntitas de pie y lo saludé con un beso en la mejilla. Al darme cuenta de mi ataque de confianza me fue corriendo —literalmente— h
NARRA EMERSONSentía la necesidad de protegerla a cada minuto, sinceramente no sabía que me pasaba pero eso era lo que sentía. Cuando la vi llorar sentí un nudo en mi estómago por no poder hacer nada, por no poder abrazarla y consolarla como quería.No sabía que le sucedía y eso me carcomía por dentro, a quien sea que le hacía daño tendría que vérsela conmigo, ni a Berenice ni Dante iba a dejar que hicieran sufrir.Jamás me había pasado algo igual con alguna mujer, aunque claro… jamás vi a las mujeres como personas, porque ellas mismas no dejaban que se las trate como tal, ni tampoco me interesaba caerles bien.Berenice era distinta a las demás, no sé que tenía pero lograba atraerme sin siquiera darse cuenta.—¿Qué es lo que tiene tan pensativo? —preguntó mi prima entrando a la sala.—Hola Farrah, ¿Cómo estás? —pregunté irónico. Ella me miró estupefacta y se llevó las manos cubriendo su boca—. ¿Qué te pasa? —enarqué una ceja.—¿M-Me pre-preguntaste c-como estaba y me s-saludaste? —pre
NARRA BERENICE—¡Uff! —Pasé mi mano por mi frente—. No me imaginé que fuese tan agotador —agregué, terminando de preparar las mesas—. Tú no hagas fuerza —ordené a mi hermana, señalándola con el dedo índice.—No seas exagerada, Berenice —dijo poniendo los vasos que faltaban.—¿Ya van a venid, mami? —preguntó Dante, estaba impaciente desde que se levantó.—Si cielo ya no falta mucho —acaricié sus cabellos—. Ve a ayudar al tío Ernest, pásale los globos —indiqué al ver como mi cuñado luchaba con ellos.Hoy nos habíamos levantado tempranísimo, casi a la madrugada. Teníamos muchas cosas que hacer: dejar listo el salón, decorarlo completamente, terminar de hacer la comida y, además, vestirnos para la ocasión; imaginé que iba a ser cansador pero tampoco tanto.Habíamos invitado a todos los compañeritos del maternal de Dante y ellos vendrían con sus padres, eran muy chiquitos para que se quedaran solos. Además, para mantener a los niños entretenidos había contratado a dos animadores y un lindo
NARRA EMERSONHaber asistido al cumpleaños de Dante fue una de las mejores cosas que había hecho. Se notaba que todos estaban disfrutando de la fiesta y eso hacia un ambiente muy agradable. Aunque lo que me ponía aún más feliz era que Dante estuviese contentísimo y se divirtiera mucho.Berenice había hecho mucho esfuerzo en realizar esta fiesta y se notaba el buen resultado. Ella estaba preciosa, con ese vestido color azul que hacia resaltar el color de su piel y que se amoldaba perfectamente a sus curvas. Estaba maquillada tan natural que parecía que no traía maquillaje, simplemente perfecta.—Es una hermosa mujer, Emerson —dijo Veronica siguiendo mi atenta mirada hacia Berenice.—Lo es —respondí.—Pero no lo digo solo por fuera, se nota que es muy dulce y atenta. —Siguió halagando a Berenice, sabía donde quería llegar.—Veronica, no trates de convencerme de algo —reproché burlón.—No te trato de convencerte de nada, solo digo lo que veo. Y veo que una mujer que difícilmente encuentr