Regresando un poco el tiempo a esa misma mañana, encontramos a una limusina que circulando por las calles, la cual transportaba al mismo CEO del Corporativo Barone: Ángelo Barone, un hombre de 25 años de edad de cabello negro, corto y bien peinado, piel de tonalidad clara, ojos color chocolate, alto y de complexión ligeramente musculosa. Quien esos momentos llevaba uno de sus trajes Armani favoritos de color azul rey, con camisa blanca, una corbata color negra adornada con un broche de oro y zapatos negros bien lustrados.
- ¿Entonces está todo listo? – preguntó serio el pelinegro, quien hablaba por teléfono en esos momentos con su asistente personal Giovanni – hm… perfecto, llegaré en unos 10 minutos y no las dejes entrar a mi oficina, que esperen e igual ordenale a Alessia que tiene luz verde si las ve – declaró algo molesto colgando.
- ¿Problemas? – le preguntó un hombre mayor, de cabello negro, al cual se le miraban unas ligeras canas debido a su joven edad de 47 años, porque si… él se decía joven y nadie debía contradecirle…, de piel de tonalidad clara, ojos color verdes, quien también lucía un elegante traje de Armani negro, con camisa blanca, corbata negra y zapatos negros bien lustrados. Su nombre era Romeo Barone.
- Algo así – le contestó Ángelo dejando escapar un suspiro, pero en eso su vista captó algo – ¡waah!, ¡papá! – dijo al ver que este le había dado accidentalmente a propósito sus nuevas tarjetas de presentación a su pequeño hijo, quien estaba con ellos y ya había arrugado la mayoría, pero se miraba feliz – ¡Jin!, hijo esas son de papá – habló haciendo un puchero que provocó la risa del pequeño castaño.
El pequeño Jin, estaba feliz donde seguía estrujando esos cuadritos de cartón y miraba a ver a su padre antes de volver a prestar su atención en los cartones para seguir jugando con ellos.
- Bueno ambos sabemos que no me gusto el diseño y ahora si puedes pedirte unas nuevas y decentes – se burló Romeo – por cierto, tras esta junta quiero que priorices buscar una buena niñera o maestra que le enseñe a mi nieto, ya que con 4 años ya debería hablar – indicó molesto.
- Lo sé, igual, yo he intentado hacerle hablar – dijo tomando a su pequeño que balbuceaba feliz – Jin, di pa-pa.
- Ahh – mencionó feliz moviendo sus brazos de arriba abajo.
- Debes tratar, ya que sabes cómo es nuestro negocio y lo pueden tomar como un niño débil y buscar matarlo.
- No tienes que recordármelo, suficiente con ella… pero bueno, aprendió su lección – indicó haciéndole cosquillas a su pequeño, pues, amaba escucharlo – Jin escucha, papá estará en una junta con el abuelo y para que no te aburras estarás con Casandra y María, quienes jugaran contigo – indicó mirando que este se notaba feliz.
- No deberías confiarle la seguridad de mi nieto a tu puta de turno – reclamó Romeo.
- Estarán en la oficina y tendrán seguridad, así que todo estará bien – indicó Ángelo, escuchando que su chofer les indicaba que habían llegado.
Al llegar a su oficina fueron recibidos por Giovanni, un joven adulto de 25 años, de cabello rubio, el cual estaba algo largo y amarrado en una coleta baja, piel de tono claro, ojos color verde, alto y de compleción ligeramente fornida.
- Todo está listo para la junta – informó Giovanni al entrar al elevador con sus jefes.
- Perfecto, ¿y ellas?
- Como me ordenaste, están esperando fuera e igual le puse cámaras de seguridad a la habitación en todo ángulo para evitar que hagan alguna estupidez.
- Avísales: un solo error o descuido y que se despidan de su miserable vida – opinó Romeo, quien mimaba a su pequeño nieto en esos momentos.
- Si – dijo con calma el rubio.
Tras eso, el elevador se abrió dando paso a una nueva sala de espera, pero esta se notaba más lujosa que la de la entrada principal, ya que aquí había un gran sofá de terciopelo rojo y un escritorio donde estaba sentada una joven de ojos color azul y de piel de tonalidad clara.
- Jefe, buenos días – le saludó la rubia.
- Buenos días, Alessia – le saludó Ángelo, quien al mirar al sofá vio a su actual niñera y su supuesta novia de turno.
- Ángelo, mi amor buenos días – le saludó una hermosa mujer castaña de 20 años de edad, quien en esos momentos trató de acercarse a él y darle un beso.
- Hola Casandra – habló aburrido, esquivando a la castaña para evitar el beso – ahora no, tengo prisa – indicó al ver que estaba por quejarse – por favor supervisa a la niñera y que cuide bien de Jin en lo que estoy en la junta.
- Je, je, je, claro amor, yo pasaré un lindo momento con Jin – mencionó donde el castañito frunció el ceño, ya que no le agradaba mucho esa mujer.
- No lo pierdan de vista, ya regresamos – indicó serio Romeo.
Tras eso, la castaña, junto con la niñera de nombre María, fueron guiadas a una habitación especial con juguetes infantiles y sillones.
- Ven Jin – dijo la niñera abrazando al pequeño quien se dejó hacer – sabes traje algunos juegos para nosotros – mencionó señalando su mochila blanca, la cual tomó y con ello se dirigieron a la habitación para jugar sin algún riesgo, donde la puerta era vigilada por un guardia, para mayor seguridad.
Por su lado la castaña miraba aburrida esa interacción donde fue a sentarse al sofá para revisar su teléfono, pero tras un rato se aburrió, por lo que se puso de pie para estirarse donde noto que el guardia que debía cuidarlos se había movido de su sitio, a lo que sonrió y busco cargar al pequeño castaño.
- ¿Señora?
- Igualada ya te dije que no me digas señora – indicó Casandra mirándola mal – ven Jin aquí uno se aburre, vamos a jugar a fuera.
- No debemos salir, el señor Barone no lo autorizó y…
- Y te callas, yo seré la futura señora Barone y sé lo que es mejor para Jin – mencionó saliendo a paso decidido de la habitación con rumbo al ascensor para así bajar y salir del edificio.
María al ver esto solo atinó a tomar su mochila y seguirlos, ya que debía cuidar al pequeño o podría irle mal.
Como Casandra era ya conocida en la empresa, nadie le impidió su salida del edificio con el menor, seguidos de la niñera, por lo que todos asumieron que sólo irían de paseo o a comprar algo en algún comercio cercano.
Al principio todo estaba bien, ya que la castaña tenía de la mano a Jin y caminaban despacio mirando los puestos y sus alrededores hasta llegar al parque donde el pequeño fue dejado en el área de juegos, quien al ver a otros niños de su edad empezó a jugar feliz.
- Vez, mucho mejor que estar solo contigo – se burló la castaña al ver que Jin estaba feliz.
- Pero no tenemos permiso – dijo María preocupada.
- En vez de preocuparte, mejor ve por un café para mí con algo de chocolate y canela, ¡y es para ya! – le ordenó.
- Pero… - María estaba preocupada mirando al menor.
- Apúrate o es que te olvidas que YO puedo correrte – le gritó haciendo que la chica temblara y fuera a la cafetería de enfrente por el café de la “jefa” – ash, pero qué inútil – mencionó aburrida y miró al niño con fastidio – no entiendo por qué Ángelo quiere a ese mocoso – opinó molesta y en eso vio que su madre le llamaba por lo que contestó y empezó a charlar con ella.
- Hijos, vengan, debemos regresar a casa – se escuchó un suave grito de una mujer mayor de cabello rubio cenizo, el cual captó la atención de los niños que jugaban con el pequeño castaño, de quien se despidieron para ir a tomar las manos de su mamá.
El pequeño Jin hizo un pucherito al verse solo, donde al girarse no vio a María por ningún lado ni a Casandra, algo que le hizo asustarse.
- Ma…, ma… - tartamudeó mientras empezaba a andar alejándose de la zona de juegos para empezar a andar buscando a alguien que le ayudara, donde para suerte del pequeño este cruzó la calle cuando las demás personas a su alrededor lo hicieron y así empezó a andar donde a veces se tropezaba con sus pies y caía, pero buscaba aguantar el dolor y ponerse de pie para seguir andando y seguir con su búsqueda de “mamá”.
- Señora, ¿y Jin? – María había regresado tras unos 10 minutos, ya que había gente en el lugar.
- Ash, gata esta que te he dicho de decirme señora – le regaño la castaña dejando de charlar con tu mamá – y el mocoso está en la zona de juegos, lo ve… - Casandra quedó pálida al ver que no estaba el niño donde soltó su celular, dejándolo caer al suelo.
- ¡Jin! - gritó María angustiada empezando a correr por todo el parte y preguntando a las personas – Casandra, reacciona y ayúdame a buscarlo – dijo enojada jalándola para que reaccionara e igual ayudara a buscarlo.
- Sí… - dijo empezando a buscar por todo el parque, pensando que no se había alejado del lugar, claro que nunca pensaron que él caminaría y se alejaría tanto de ese lugar.
Pasaron unos 15 minutos donde ya se veían muy alteradas. - Casandra, creo… - No te atrevas a decirlo, ¿sabes lo que te pasará? - ¿Me pasará? – preguntó María confundida - todo fue TU idea. - Ah, no criada, no tendré problemas con Ángelo por tu culpa, ya que no supiste cuidar al mocoso. - No perderé mi empleo por una zorra como usted – indicó María, pero justo en eso recibió una bofetada en la cara. - Date por muerta igualada - Casandra corrió buscando para llegar primero a la empresa y logrando tomar primero el elevador rápidamente y dejando a María atrás burlándose de ella dedicándole una sonrisa burlona. Tras eso buscó fingir estar muy angustiada y hasta llorar un poco apenas las puertas del elevador se abrieron notando para su suerte que Ángelo recién salía de su junta – ¡Ángelo, amor! – gritó corriendo mientras buscaba abrazarse a él. - Casandra, estate quieta – dijo deteniéndola – estamos en público, ¿qué te pasa? - Es que María, ella… - ¿Qué le pasa? – preguntó Romeo, q
Ignorando el caos que se estaba desarrollando unos pisos arriba de ella, Stefanie en ese momento tenía “otros” problemas, ya que estaba aguantándose las ganas de mal contestarle a esa mujer porque acababa de insinuar que ella era una ofrecida. - Creo que estás confundiendo las cosas – opinó Stefanie. - ¿En qué?, se ve que eres una ofrecida más que desea atención por parte de mi jefe para tener su vida asegurada – indicó con arrogancia la rubia mirándola con superioridad. - “El león cree que todos son de su misma condición” – se burló la pelinegra, notando que sus palabras hacían enojar a la rubia – pero como te dije antes necesito hablar con esa persona, porque necesito preguntarle algo importante. - M*****a gata corriente, ahora mismo te enseñaré tu lugar – mencionó enojada tomando el teléfono para llamar a seguridad y que echaran a la pelinegra del edificio. Justo en eso las puertas del elevador principal se abrieron dando paso a Giovanni; quien se miraba agitado, pero aliviado
- Señorita, él es el señor Ángelo Barone –, indicó Giovanni presentando a su jefe, mientras hacía una reverencia y se retiraba… aunque eso era en apariencia porque se quedaría detrás de la puerta con su arma lista, por cualquier cosa – Alessia necesito toda la información que conseguiste.- Ya estoy sacando el reporte e igual busqué ponerle un virus de rastreo en su teléfono – indicó la chica de forma seria, quien igual se quedó alerta con su arma en mano y cargada, por cualquier cosa.- Mucho gusto señorita – mencionó Ángelo colocándose de pie.- Tú eres el padre del pequeño – afirmó ella, al ver el obvio parecido entre el castaño y el pelinegro.-Si, así es – indicó sonriendo buscando acercarse para ver a su pequeño - soy el padre de Jin, gracias por encontrarlo – dijo extendiendo sus manos para tratar de tomar a su hijo, pero noto que la chica le miraba mal y no soltaba al pequeño.- Sabes no porque tengas dinero deberías descuidar de esa forma a un niño pequeño – le regaño donde Á
Por su lado, Stefanie, miraba su teléfono y consultaba el buscador local para ver los lugares que tiene cerca o un lugar económico para comer, luego buscaría retomar su viaje por las librerías cercanas para ver precios e igual ver en las tiendas de segunda mano para empezar a crear un presupuesto. Lamentablemente de nuevo la vida no quería que hoy fuera a ver sus asuntos porque apenas estaba por cruzar la calle, cuando sintió que alguien la sujetó con fuerza de su brazo izquierdo y la giró, donde ella estaba lista para golpear a esa persona, notando que era el abuelo del pequeño castaño. - Suélteme – dijo enojada ella buscando zafarse. - ¿Qué le hiciste a mi nieto? – preguntó mientras rechinaba sus dientes por el enojo. - ¿Qué? – pregunto confundida ella y en eso vio que igual padre e hijo llegaban a donde estaban, donde el pequeño Jin busco abrazarse a ella tratando de calmar sus lágrimas. - Mami, mami – le llamaba entre lágrimas. - … - Stefanie miro confundida esta situación, q
Stefanie llegó a casa y agradeció que la llevaran a su casa, ya que el sol se había ocultado, realmente deseaba golpear e insultar a esas personas, pero sabía que ese chofer no tenía la culpa, por lo cual solo les dio las gracias y se giró para entrar a su edificio. Miro hacia arriba, notando el humilde edificio de departamento, se veía un poco deteriorado, pero era lo que podía pagar en esos momentos. Subió las escaleras y llegó al departamento número 23, sacó sus llaves e ingreso. Su departamento era algo humilde: solo tenía un refrigerador viejo, estufa y fregadero que poseía el lugar, adicional una pequeña mesa, un televisor algo viejo, un colchón individual sin una base y un mueble de plástico donde estaban acomodadas sus ropas, otro mueble donde tenía guardados los químicos para limpieza del hogar, jabón para ropa y platos y un escritorio algo dañado donde estaban guardados sus libros. - Ah… todo un día desperdiciado – dijo triste para sí mientras dejaba sus llaves en la mesa
- Es decir, que no me dejas opción – menciono ella mirando que para ellos era normal esas amenazas.- Vamos no soy mala persona, si lees bien el contrato ganaras más de lo que ganabas en ese trabajo mediocre que tenías e igual vivirás aquí con todos los lujos – menciono con burla - algo mucho mejor que habitación de pordiosera en la que estabas con ese simple colchón viejo.- … - Stefanie solo frunció el ceño mirando mal al pelinegro antes de bajar su mirada para ver la carpeta – y tendré horarios laborales normales o ya me condenaste a vivir atada a esta casa y a tu hijo – hablo empezando a leer el contrato.- Bueno los horarios y días libres dependerán de que tan bien cuides a mi hijo y que no nos traiciones.- ¿Traicione?- Pese a que eres una civil normal, sé que todos somos humanos y existen las tentaciones, algo que siempre aprovechan mis enemigos para motivar a las traiciones y en tu caso podrían motivarte para que dañes a mi heredero.- Eso suena rastrero.- Pero así es nuestr
- Bueno, ahora es oficial, así que Stefanie Caruso bienvenida a la familia Barone – indico girándose para salir del lugar.- Espera un momento – dijo ella deteniéndolo.- ¿Y ahora qué? Ya no aceptare más clausulas y quejas, porque ya firmaste.- Si sabes que no se nada de esta casa, al menos enséñame lo básico con respecto a la estructura o si hay lugares prohibidos en este lugar – dijo ella mirándolo con la ceja arqueada.- Ah eso… hehe ups tienes razón – indico riendo nervioso el pelinegro, olvidando ese detalle.- Así o más distraído – se burló Romeo, quien se retiró de la habitación para regresar a la suya para dormir un poco.Tras reírse de sí mismo, Ángelo aclaro la garganta y guio a la chica por el lugar, empezando por decirle que su habitación estaría al lado de la de Jin, por obvias razones; le indico que en ese mismo piso estaban las habitaciones de ellos y obviamente no tenía permiso de entrar; de ahí pasaron a la planta baja mirando: la sala, los jardines para que jugara c
En que esperaban le dio al castañito unas uvas para que comiera, quien estaba feliz de esos mimos, tras pasar unos 30 minutos termino de hacer la comida para ambos notando que Ángelo llegaba e igual Romeo.- ¿Que es ese olor? – pregunto curioso Romeo acercándose a ver le cuenco de sopa de su nieto.- Am am abbb – le contesto mostrándole que ya sujetaba su cuchara para comer.Romeo sonrió acariciando el cabello de su pequeño.- Huele bien, ¿qué es? – pregunto Ángelo, quien se sentó a la derecha de su pequeño.- Hice consomé de pollo con arroz y verduras – indico Stefanie, mientras se acercaba para colocarle un babero al castaño, quien estaba emocionado.- ¿Tu cocinaste? – pregunto Romeo frunciendo el ceño.- ¿Porque no te hizo algo el cocinero? – pregunto Ángelo, quien igual se notaba molesto por ese detalle.- Me dijeron que si deseábamos comer que yo misma lo hici…- Señor Ángelo – le interrumpió la sirvienta, quien llegaba seguida de otros cocineros con bandejas de comida – perdón a