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Capítulo 7: Secuestro

Stefanie llegó a casa y agradeció que la llevaran a su casa, ya que el sol se había ocultado, realmente deseaba golpear e insultar a esas personas, pero sabía que ese chofer no tenía la culpa, por lo cual solo les dio las gracias y se giró para entrar a su edificio.

Miro hacia arriba, notando el humilde edificio de departamento, se veía un poco deteriorado, pero era lo que podía pagar en esos momentos. Subió las escaleras y llegó al departamento número 23, sacó sus llaves e ingreso.

Su departamento era algo humilde: solo tenía un refrigerador viejo, estufa y fregadero que poseía el lugar, adicional una pequeña mesa, un televisor algo viejo, un colchón individual sin una base y un mueble de plástico donde estaban acomodadas sus ropas, otro mueble donde tenía guardados los químicos para limpieza del hogar, jabón para ropa y platos y un escritorio algo dañado donde estaban guardados sus libros.

- Ah… todo un día desperdiciado – dijo triste para sí mientras dejaba sus llaves en la mesa – al menos me dieron algo de cenar – indicó haciendo una mueca y al abrir se asombró al notar la gran cantidad de pasta y carne que tenía – je… se ve que son ricos, pero con esto tendré comida para un día más – mencionó dejándola en la mesa para ir a bañarse, colocarse un pijama y prender la televisión para ver algo mientras cenaba.

Tras acabar y guardar lo que le quedaba de pasta, se fue a dormir colocando su alarma para levantarse temprano, ya que debía trabajar. Ya mañana buscaría cómo averiguar los precios de sus libros para empezar a escribir sus planes de ahorro y buscar otros empleos.

La mañana siguiente inicio con el sonido habitual de su alarma, donde se estiraba para apagarla mientras ahogaba un bostezo, realmente ayer fue un día muy extraño y esperaba ya no volverse a encontrar con esos extraños sujetos, ya que por sus actitudes y la forma fácil en la que portaban armas… sabía que era mejor estar lejos de esas personas, por seguridad. Aunque debía admitir que le había agradado el pequeño Jin y tenía algo de curiosidad por saber ¿por qué le decía mamá a ella? y ¿dónde estaría su verdadera madre?

Ante esos pensamientos sacudió su cabeza regañándose a sí misma, eso ya era pasado y debía seguir con su vida, por lo que se levantó para ir a lavarse la cara y alistarse para su trabajo… o ese era el plan hasta que escucho como tocaban la puerta con insistencia provocando que arqueara la ceja antes de dejar escapar un suspiro, miro el calendario y no era día de pagar su renta, así que fue a ver quién era.

- ¿Qué pasa? – dijo molesta al abrir la puerta, encontrándose a 3 hombres de traje negro con gafas oscuras, provocando que ella frunciera el ceño al sentir de nuevo un ligero déjà vu.

- He…, perdón por molestarte de nuevo, Stefanie – habló el hombre que estaba en medio quitándose las gafas para dejar ver una sonrisa tranquila; donde la pelinegra lo reconoció y vio que era el chofer que la había llevado a casa - pero me pidieron que pase a recogerla para llevarla a casa antes que Jin despierte.

- No – dijo seria buscando azotarle la puerta en la cara, pero vio que este puso su pie para impedir que cerrara la puerta – ya déjenme – dijo molesta buscando hacer presión en la puerta.

- En serio, insisto, debo pedir que me acompañe – pidió Luciano.

- Yo no tengo nada que ver con ustedes y como dije ayer no sé por qué el pequeño me dice mamá – mencionó notando que el castaño empujaba la puerta – además no tengo tiempo para ir a jugar con tu jefe, ya que debo ir a trabajar – indicó buscando cerrar la puerta, pero el pelinegro se movió rápido evitando que la cerrara.

- Perdón, señorita, pero insisto en que me acompañe.

- Y si me niego, ¿qué harás? – indicó molesta buscando ponerse en guardia, ya ella sabía algo de karate y estaba lista para golpear al castaño, quien se movió rápido para bloquear el primer ataque de la chica – tch…

- Bueno, así será – mencionó con calma el castaño mientras empezaban a pelear, donde a veces se asombraba de la velocidad de la pelinegra, ya que le era difícil bloquear algunos ataques, pero en eso recordó de que si tardaba Ángelo lo regañaría y no deseaba eso por lo que con un movimiento rápido busco derribarla para luego sujetarla y taparle su boca con un pañuelo que estaba impregnado con un fuerte somnífero, donde casi al momento ella quedó inconsciente.

- Te dio pelea – se burló uno de los acompañantes del pelinegro – pensé que eras el mejor.

- Bueno, igual buscaba no herirla, ya que si lo hacía me matan – indicó mientras la acomodaba y cargaba al estilo princesa – ustedes recojan todo y póngalo en el camión, yo me adelanto – ordenó.

- Si – dijeron ambos mientras hacían una ligera reverencia, mirando a su jefe alejarse para girarse y llevarse todo lo que había en ese lugar y meterlo en el camión de mudanza que habían llevado.

Por un momento todo se puso negro, pero luego empezó a escuchar una vocecita hablar, pero no intendencia que decía.

- Am… ma…i…

Su cabeza dolía un poco y se sentía mareada, poco a poco empezó a abrir los ojos mientras hacía una mueca donde al lograr enfocar su vista vio un par de ojos color chocolate familiares que le miraban con sus ojitos aguados.

- ¿Qué…? - dijo confundida, pero en eso sintió como algo caía encima de ella y sus ropas se humedecían haciéndola despertar.

- Mami, mami.

En eso se sorprendió de ver al pequeño castaño aferrarse a ella llorando donde busco moverse y reconfortarlo para que se calmara.

- Shh tranquilo Jin, estoy bien – dijo confundida, pero buscando calmar las lágrimas del pequeño.

- Ya despertaste – escuchó una voz burlona a su lado, donde al alzar la vista frunció el ceño al ver a ese pelinegro riquillo molesto, provocando que recordara todo haciéndola enojar, ya que ese sujeto había mandado a secuestrarla.

- Tú… - dijo molesta colocándose de pie para afrontarlo lista para golpearlo, donde Ángelo igual le miraba con superioridad, pero la pelea finalizó antes de empezar, por el hecho de que…

- Mamá, papá, je, je, je – dijo feliz Jin donde ambos le miraron a ver.

- ¡Waaa me llamaste, papá! – dijo feliz Ángelo cargando a su hijo y llenándolo de mimos, mimos asfixiantes que no le gustaban mucho al pequeño, por lo que buscaba zafarse para refugiarse en los brazos de su mamá.

- Mamá snifff.

- Cálmate, estás asustando a tu propio hijo – dijo ella mirando al pobre castañito tratar de escapar de los brazos de su padre.

- Pero, es que... ¡¡¡Ah!!! La cámara no lo grabe buaaaaaa – dijo el pelinegro haciendo un berrinche mientras soltaba a su pequeño y ella lo tomaba a tiempo para mirar confundida al hombre que ahora actuaba más extraño que ayer, mientras el castaño reía por las caras graciosas que hacía su papá.

- Descuida Ángelo, yo lo grabé – dijo Romeo, quien entraba a la habitación con una cámara en mano – parece que al final que estés es bueno porque pese a tener 4 años, Jin no había hablado – opinó mirando a los ojos a la chica.

- ¿No hablaba? – dijo Stefanie confundida y asombrada por ese detalle, pero en eso ella misma se regañó – olviden eso, ¿por qué de nuevo estoy aquí a la fuerza?, yo debo estar en mi trabajo y…

- Pero ya estás en tu trabajo – le interrumpió Romeo pateando a su hijo para que ya dejara de actuar de forma lamentable y recuperara la cordura.

- ¿Qué? – preguntó confundida la pelinegra.

- ¡Oye, eso dolió!, viejo verde insensible.

- ¿A quién le llamas viejo verde?, estúpido hijo mío, bueno para nada.

- ¡Qué!, dijiste, Grrrr… - ante eso ambos empezaron a pelear frente a la chica, quien veía extrañada esa rara convivencia y notaba que el pequeño estaba acostumbrado porque solo reía al verlos pelear, en eso al mirar a un lado ella vio unas almohadas.

Antes de que ambos siguieran con su pelea fueron golpeados en la cabeza con un objeto esponjoso, donde ambos miraron enojados a Stefanie por interrumpirlos, pero vieron que ella tenía otra almohada lista para golpearlos e igual miraban a un castañito risueño.

- Je, je, je – Jin reía divertido por eso.

- ¿Qué clase de ejemplo le dan al pelearse así? – dijo mirando mal a ambos adultos - y tu prohibido actuar así de raro, entendido Jin – indicó donde el castaño la vio a los ojos inclinando un poco su cabeza para luego reír y aplaudir.

- Tienes agallas para interrumpirnos mujer – dijo Romeo sonriendo de lado.

- Bueno, agradezcan que no tome la lámpara – le contestó ella retándolo – e igual se lo merece, ya que me involucraron en algo que yo no deseaba participar – indicó molesta – ahora aquí tienen al pequeño y yo me voy – dijo buscando dejar al pequeño sentado en la cama y avanzar a la puerta.

- Tú no te irás – dijo Ángelo bloqueándole el paso – como te dijo mi padre, tú ya estás en tu trabajo

- Explícate – dijo molesta, cruzando los brazos.

- A partir de ahora tú trabajarás para mí como la niñera-mamá de Jin – declaró seguro.

- ¿Y qué te hace pensar que aceptaré?

- Porque ya has renunciado a tu otro trabajo y abandonado tu casa de alquiler – dijo burlón Ángelo, apreciando la reacción de la chica, quien le miró asombrada para luego temblar de ira.

- ¡¿Tú hiciste qué?!

- Y aquí está tu nuevo contrato para que leas y firmes – dijo entregándole la carpeta con los papeles.

- Tú no puedes ordenarme ni decidir por mí.

- Si puedo, es la ventaja de la mafia: hacemos lo que deseamos – indicó burlón tomando a su hijo.

- Mamá…, mamá.

- Espera hijo, tu mamá va a leer algo importante y ahora te abraza – le dijo Ángelo mirando con superioridad a la pelinegra para que entendiera que estaba acorralada y solo le quedaba aceptar lo que él le ofrecía.

- ¿Y qué harás si no acepto? – preguntó ella mirándolo a los ojos.

- Bueno, eres huérfana, así que nadie te extrañara – dijo con calma y algo aburrido, mientras ellos sacaban sus armas y le apuntaban – te dejaré tu tiempo para que lo leas – habló señalando la carpeta.

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