La ambulancia llegó rápidamente, con las luces parpadeando en la entrada de la cafetería y el sonido de la sirena cortando el aire, como una advertencia de la gravedad de la situación. Marco estaba de rodillas junto a Emilia, sosteniendo su mano, su rostro pálido y lleno de preocupación. Los paramédicos corrieron hacia ellos, uno de ellos comenzando a examinar a Emilia con cuidado.
—Ella... está embarazada —dijo Marco, su voz temblorosa. Las palabras parecían difíciles de pronunciar, como si el miedo de perderla le impidiera hablar con claridad—. Ha estado sangrando mucho. Se golpeó al caerse.
Los paramédicos intercambiaron miradas rápidas, asintiendo en silencio mientras trabajaban. Con eficiencia, la subieron en una camilla y la aseguraron, colocándole una máscara de oxígeno. Marco no se separó de ella, aunque apenas e
El avión se movía suavemente sobre las nubes, pero dentro de la cabina el ambiente estaba cargado de tensión. Matthew miraba por la ventana, sin prestar atención a las vistas espectaculares que normalmente le habrían impresionado. Esta vez, lo único que ocupaba su mente era la imagen de Emilia en una cama de hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte. No había podido sacarse de la cabeza las palabras del coronel. «Tu esposa y tu hijo están en peligro». Todavía le costaba asimilar lo del bebé. Su bebé. ¿Cómo no se había dado cuenta?A su lado, Evan permanecía en silencio, concentrado en sus propios pensamientos. Ambos vestían el uniforme de combate, listos para cualquier cosa... excepto para enfrentar la realidad que los esperaba en Nueva York. El zumbido del motor del avión era la única banda sonora en un momento
Matthew caminaba de un lado a otro, incapaz de quedarse quieto. Las paredes blancas del hospital le resultaban opresivas, y el aroma a desinfectante parecía invadir cada resquicio de sus pensamientos. No podía concentrarse en nada que no fuera la imagen de Emilia postrada en una cama, luchando por sobrevivir. El reloj en la pared marcaba el paso del tiempo, pero para él, cada segundo era una eternidad.Emma estaba sentada, con la cabeza entre las manos, agotada tanto física como emocionalmente. Habían pasado casi veinticuatro horas desde que los médicos llevaron a Emilia a la sala de emergencias, y las noticias eran escasas. El silencio en la sala de espera solo servía para intensificar la ansiedad que ambos sentían.—Emma, ¿qué fue lo que pasó exactamente? —preguntó Matthew de repente, su voz ronca por la tensión acumulada.Emma levantó la mirada hacia él, sus ojos aún rojos por el llanto. Sabía que este era un momento delicado, y que debía explicarle todo con calma, aunque ella mism
Emma regresó al cabo de un rato tras ver a su hermana, con los ojos aún brillantes por las lágrimas porque la veía tan frágil, como ni siquiera con una gripe la vio jamás.—Está débil, pero está consciente —dijo en voz baja, acercándose a Matthew—. Me preguntó por ti.Esas palabras le dieron un destello de esperanza. Tal vez todavía había una oportunidad. Tal vez no todo estaba perdido.Pero hasta que pudiera verla, hasta que Emilia le hablara directamente, Matthew no podría sacudirse la sensación de que su mundo estaba tambaleándose al borde del colapso.—¿Puedo pasar ahora? —preguntó Matthew con la voz entrecortada.Emma asintió, pero su rostro reflejaba preocupación. Había algo en su mirada que lo hacía sentir que lo que estaba a punto de suceder no s
Los días se hicieron interminables para Matthew. Habían pasado varios desde aquella conversación devastadora con Emilia, en la que le había pedido que se fuera. Sin embargo, él no se había movido del hospital. No podía. Había tomado una pequeña habitación en un hotel cercano, pero cada mañana volvía al hospital, esperando a que Emilia mejorara lo suficiente para que le dieran el alta y pudiera llevarla a casa. O al menos, lo que él seguía considerando como su hogar, aunque cada vez era más incierto si eso siguiese siendo así.Marco también permanecía cerca. Estaba siempre pendiente de todo lo que Emilia pudiera necesitar. Ese hecho llenaba de celos a Matthew, a pesar de saber que Marco solo estaba cumpliendo con su rol de jefe y amigo. Pero era difícil no sentir que estaba ocupando el lugar que le pertenecía a él. Mar
Las habitaciones estaban vacías, los muebles cubiertos con sábanas blancas. Era como si el lugar hubiera sido abandonado hacía mucho tiempo. Matthew se quedó en el centro de la sala, mirando a su alrededor con una mezcla de confusión y desesperación. Cada rincón del espacio que una vez había compartido con Emilia parecía ahora distante, frío, como si todo lo que había construido se hubiera desvanecido en cuestión de días. Había perdido todo por culpa de su orgullo.Se dejó caer en el suelo, la mente retumbando con la idea de lo que había ocurrido. Emilia ya no estaba. Y no solo físicamente. Ella lo había dejado ir, aceptando aquel rechazo al que la relegó. Lo peor de todo era que él no podía culparla. Su ausencia prolongada, su rechazo a enfrentar los problemas, su orgullo herido que le había impedido escucharl
El departamento de Evan era espacioso, luminoso, pero a Emilia le parecía un lugar sombrío y opresivo en aquellos días. No era que no agradeciera la hospitalidad de su cuñado, al contrario, se sentía agradecida por todo lo que él y Emma habían hecho por ella. Pero cada rincón del espacio, por más acogedor que fuera, no lograba calmar la tormenta interna que Emilia vivía.Mientras estaba sentada en el sofá, mirando hacia la ventana, sus pensamientos no dejaban de girar en torno a Matthew. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones. Recordaba claramente la última vez que lo vio, el dolor en sus ojos cuando le pidió que buscara a un abogado, la desesperación en su rostro cuando le dijo que no podía seguir viviendo así. Pero incluso con toda esa amargura, Emilia no podía dejar de pensar en él. Había sido su gran amo
Evan miró la pantalla de su teléfono cuando el nombre de Matthew apareció, pero cuando respondió, no fue la voz de su amigo la que escuchó.—¿Evan? —la voz del otro lado del teléfono sonaba apagada, con un leve murmullo de fondo.“Soy el barman de «El Faro». Tu amigo está aquí... y no está en buenas condiciones.”El corazón de Evan se hundió al instante. Sabía que Matthew estaba pasando por un mal momento, pero nunca imaginó que llegaría al punto de perderse en un bar, ahogando sus penas en alcohol.—Voy para allá —respondió sin dudarlo, su voz cargada de preocupación. Colgó el teléfono y miró a Emma, que ya había captado la seriedad de la situación solo por el tono de su esposo.—¿Qué sucede? —preguntó, levantándose de inmediato.—Matthew. Está en un bar... borracho. Voy a buscarlo.Emma frunció el ceño, con una mezcla de tristeza y empatía. Sabía lo que estaba ocurriendo en la vida de su cuñado, y aunque sentía pena po
Matthew despertó con una sensación de determinación que no había sentido en semanas. La conversación con Evan la noche anterior resonaba en su cabeza como un eco constante. Sabía que había tocado fondo, que su comportamiento no era digno ni de él ni del hombre que Emilia necesitaba. Pero, sobre todo, sabía que tenía que reconquistarla, que cada gesto, cada detalle a partir de ahora sería clave para recuperar su amor.Empezó su día trazando un plan. Recordaba que Emilia no era una mujer de gestos grandiosos; a ella le importaban los pequeños detalles, esas cosas que demostraban cuánto alguien la conocía. Y Matthew la conocía mejor que nadie. Había compartido con ella sus sueños y sus miedos. Aunque en su corazón sabía que la había defraudado, también sabía que podía rectificar, que aú