MAXIMILIANO—Estas muy duro—dice subiendo y bajando la mano, perdiéndome con la delicadeza con que me toma.—Y tu tienes los senos muy grandes—agarro las tetas disfrutando de la sensación que me llena las manos—Me encanta al igual que todo tu cuerpo.—Max.—Ven cabálgame—me siento en el retrete y le clavo mi polla.Sus gemidos son música para mis oídos, y siento que le debo cada latido de mi corazón. Admiro la entrega de la mujer que me permite explorar su boca con mi lengua, sintiendo su calor y su pasión.Mis dedos se mueven con ritmo, percibiendo el fuego que arde en su interior, y ansío sentirlo cuando la elevo y la envuelvo en mi abrazo. La sensación es intensa, y mi cabeza se reclina hacia atrás, sintiendo que esto es lo que necesitaba: sentirla.La posición es perfecta para que ambos disfrutemos, y la atraigo hacia mí, pegando su espalda contra mi pecho. Ella mueve sus caderas con suavidad, enloqueciéndome. No la suelto, ayudándola a mantener el ritmo, y bajo la mirada hacia su
MAXIMILIANOEstoy corriendo hacia la sala, mi corazón late con ansiedad mientras veo a Aleksi tendido en el suelo, herido de gravedad. Alisa y Mila lo rodean, intentando contener la hemorragia, pero la sangre sigue manando de la herida.Abrazo a mi mujer manteniendo la calma porque no es la primera vez que nos sucede este tipo de cosas.—¿Estás bien, Mili?Mila asiente con la cabeza, intentando contener las lágrimas.—Sí, estoy bien. Es la sangre de Aleksi —dice, su voz temblando.Me vuelvo hacia el doctor, que acaba de llegar.—Tienes que salvarlo —le digo—. No puede morir porque si lo hace, te mato.El doctor asiente y comienza a revisar a Aleksi. Después de un momento, se incorpora suspirando.—La bala salió, pero hay que detener el sangrado. Necesitamos subirlo a una habitación con una cama para poder tratarlo adecuadamente.Asiento y cargo a mi amigo que esta consciente de las cosas, lo subo a una de las habitaciones de la mansión. El doctor comienza a pedir lo que necesita para
MAXIMILIANO— ¿Cómo está Aleksi? —pregunto, mi voz llena de preocupación.— La bala salió del cuerpo de Aleksi, pero afortunadamente no le perforó ningún órgano vital —dice el doctor, su voz seria pero aliviada.— ¿Y su estado actual? —pregunta Mila, su voz llena de ansiedad.— Está estable, pero necesita reposo y medicación para recuperarse completamente —responde el doctor.— ¿Qué tipo de medicación necesita? —pregunto.— Le hemos recetado antibióticos para prevenir cualquier infección, así como analgésicos para controlar el dolor —explica el doctor.— ¿Y la alimentación? —pregunta Mila.— Es importante que Aleksi siga una dieta equilibrada y nutritiva para ayudar a su cuerpo a recuperarse —recomienda el doctor— Debería evitar alimentos pesados y grasosos, y optar por alimentos ricos en proteínas y vitaminas —dice el doctor.— Entendido —asiento—. Nos aseguraremos de que siga esas recomendaciones.— Excelente —dice el doctor—. Si tienen alguna otra pregunta o inquietud, no duden en
MILADespués de la noche que pasé con Maximiliano, en la que me pidió que fuera su novia, me siento llena de emoción y felicidad. Nunca había tenido un novio antes, ni siquiera con el padre de mis hijos, Marko. Todo pasó tan rápido con él que cuando me sentí segura con él y él me mostró amor y cuidado, simplemente me entregué. Pero nunca tuvimos una relación formal, nunca le dimos un nombre a lo que teníamos.Me levanto de la cama, me estiro y sonrío al recordar la noche anterior. Me siento renovada y feliz. Me doy un baño y, con la ayuda de la nana, bajo a darle de desayunar a mis niños.Mientras bajamos, la nana me pregunta cómo está Aleksi. Le digo que no sé, pero que espero que esté mejor. La nana me dice que amaneció mejor, que ya desayunó y que Alisa está con él, cuidándolo.— Y Maximiliano está desayunando en la mesa —agrega la nana con una sonrisa.Me siento un poco nerviosa al saber que Maximiliano está desayunando abajo, pero también me siento emocionada de verlo de nuevo. B
MILAMaximiliano se acerca al hombre amarrado a la silla, su rostro es una máscara de determinación y control.— ¿Quién te dio la ruta? —pregunta Maximiliano, su voz baja y firme.El hombre amarrado a la silla levanta la cabeza y mira a Maximiliano con desafío.— No te voy a decir nada —dice, su voz firme.Maximiliano sonríe, una sonrisa fría y calculada.— Grave error —dice, su voz baja y peligrosa.Maximiliano coge una herramienta de metal y se acerca al hombre amarrado. Comienza a quitarle las uñas de los dedos, una por una, con una precisión y una calma que me hace sentir un escalofrío.El hombre amarrado a la silla grita de dolor y angustia, su cuerpo se contorsiona en una agonía insoportable. La sangre comienza a manar de sus dedos, y el olor a metal y a sangre llena el aire.Maximiliano sigue quitando las uñas, sin mostrar ninguna emoción ni compasión. Su rostro es una máscara de determinación y control, y su voz es baja y firme.— ¿Quién te dio la ruta? —pregunta de nuevo, su
MILAEstoy sentada en la parte trasera de la mansión, rodeada de jardines exuberantes y un día soleado que ilumina la escena. Estoy tomando té con mi mejor amiga Alisa, y estamos charlando sobre lo que ha estado pasando en nuestras vidas.—¿Cómo está Aleksi? —pregunto, mirándola con curiosidad.Alisa sonríe, y puedo ver un brillo en sus ojos que revela su alegría y preocupación por Aleksi. Sus pupilas se iluminan, y su sonrisa se vuelve más amplia, mostrando su entusiasmo.—Está mejorando mucho —dice, su voz llena de emoción—. Ya se puede parar y caminar un poco. El doctor dice que no quedará con secuelas.Me alegra mucho escuchar eso. Me siento aliviada y feliz por Aleksi, y puedo sentir la tensión en mi cuerpo disminuyendo.—Me alegra mucho —digo, sonriendo también—. Es un alivio saber que se está recuperando bien.Alisa se ríe, y su risa es contagiosa. Me hace reír también porque tenemos buenos dias, no como antes donde todo era incertudumbre, no teniamos un momento de paz y creo q
MILA—Mila, quería decirte algo —dice—. Si en algún momento tú y Maximiliano necesitan tiempo para ustedes, no dudes en dejar a los niños conmigo.—Gracias, Natalia —digo—. Lo tendré en cuenta.Natalia asiente con la cabeza y se vuelve hacia los niños, que están jugando en el suelo.—Recuerda que ellos tienen a la nana que se queda en la mansión —dice Alisa, que está sentada a mi lado—. Así que no te preocupes por dejarlos solos.Natalia se vuelve hacia nosotros y sonríe.—No, no es eso —dice—. Es que me encantaría pasar más tiempo con mis nietos. Quiero que sepan que los amo y que estoy aquí para ellos.—Estoy segura de que ellos lo saben —digo—. Y nosotros también lo sabemos.Natalia asiente con la cabeza y se levanta para abrazar a los niños.—Gracias, Mila —dice—te señale muy mal y eres una gran chica, disculpame por eso.—No, Natalia, es un placer para mí que puedas pasar tiempo con ellos. Me encantaría que fueras una parte más grande de sus vidas.Natalia asiente con la cabeza y
Siento que la presión arterial se me baja en el momento en que vemos que dos autos nos encierran. Mi corazón late con fuerza y mi mente se llena de pensamientos de pánico.—Vamos a morir —dice Alisa, su voz llena de desesperación.Me vuelvo hacia ella y veo el miedo en sus ojos.—No digas eso —le respondo, tratando de mantener la calma—. Tenemos que tener fe.Alisa me mira con una expresión de duda y lágrimas en los ojos.—¿Cómo vas a estar tan segura? —pregunta.—Porque no podemos rendirnos —le respondo, apretando los dientes—. Vamos a luchar por nuestras vidas.En ese momento, el conductor hace una maniobra brusca, y el auto se desvía hacia un lado. Los niños gritan de miedo, y Alisa se aferra a mí con fuerza.—Agárrate —grita el conductor—. Vamos a intentar perderlos.El auto acelera, y nos lanzamos a una persecución desenfrenada por las calles de la ciudad. Mi corazón late con fuerza, y mi mente está llena de pensamientos de pánico. Pero sé que no puedo rendirme. Tengo que luchar