Siento que la presión arterial se me baja en el momento en que vemos que dos autos nos encierran. Mi corazón late con fuerza y mi mente se llena de pensamientos de pánico.—Vamos a morir —dice Alisa, su voz llena de desesperación.Me vuelvo hacia ella y veo el miedo en sus ojos.—No digas eso —le respondo, tratando de mantener la calma—. Tenemos que tener fe.Alisa me mira con una expresión de duda y lágrimas en los ojos.—¿Cómo vas a estar tan segura? —pregunta.—Porque no podemos rendirnos —le respondo, apretando los dientes—. Vamos a luchar por nuestras vidas.En ese momento, el conductor hace una maniobra brusca, y el auto se desvía hacia un lado. Los niños gritan de miedo, y Alisa se aferra a mí con fuerza.—Agárrate —grita el conductor—. Vamos a intentar perderlos.El auto acelera, y nos lanzamos a una persecución desenfrenada por las calles de la ciudad. Mi corazón late con fuerza, y mi mente está llena de pensamientos de pánico. Pero sé que no puedo rendirme. Tengo que luchar
MILALa puerta se abre lentamente, y yo me preparo para defender a mis hijos. Mi corazón late con fuerza, y mi respiración se vuelve agitada. Estoy lista para matar a cualquiera que atraviese esa puerta y amenace la seguridad de mis hijos.Mi mirada se fija en la puerta, y yo aprieto los dientes. La tensión es palpable, y puedo sentir el miedo y la ansiedad que emanan de mis hijos. El conductor y Alisa también están tensos, listos para defenderse.La puerta se abre un poco más, y yo puedo ver una figura en el umbral. Mi corazón late con fuerza, y yo me preparo para disparar.Pero entonces, la figura se mueve hacia adelante, y yo puedo ver su rostro. Es Maximiliano. Mi corazón se detiene, y yo siento un alivio enorme.—Max —susurro, mi voz temblando de emoción.Maximiliano entra en la habitación, su mirada fija en mí y en mis hijos. Su rostro está tenso, y puedo ver la preocupación en sus ojos.—¿Están bien? —pregunta, su voz baja y urgente.Asiento, aún tratando de procesar lo que est
MILAMaximiliano entra en la habitación, su rostro serio y su tono de voz grave. Me tensa inmediatamente, sintiendo un golpe de ansiedad en mi pecho.—Tenemos que hablar —dice, su mirada fija en mí.Natalia y yo nos separamos, y ella me da un abrazo rápido antes de retroceder. Puedo sentir su mirada preocupada sobre mí, pero no dice nada.Me siento en la cama, tratando de prepararme para lo que Maximiliano tiene que decir. Su expresión es grave, y puedo sentir la tensión en el aire.—¿Qué pasa? —pregunto, tratando de mantener la calma.Maximiliano se sienta a mi lado, su mirada fija en mí. Puedo sentir su mano cerca de la mía, pero no la toma.—Es sobre lo que pasó el día de hoy—dice, su voz baja y seria—. Hay algo que debes saber. Algo que podría cambiar todo.Natalia acaba de salir de la habitación, y puedo sentir un poco de alivio después de nuestra conversación. Pero ahora, Maximiliano tiene una expresión seria en su rostro, y puedo sentir que algo está mal.—¿Qué pasa? —le pregun
MILAMe apoyo en la barandilla del balcón, mi mirada perdida en la nada. La vista desde aquí es impresionante, pero no logro disfrutarla. Mi mente está en otro lugar.Frente a mí, la casa de Maximiliano se alza imponente, rodeada de un muro alto y fuertemente custodiada. Los guardias patrullan constantemente, sus ojos vigilantes escaneando cada rincón del jardín. Las cámaras de seguridad están instaladas en cada esquina, grabando cada movimiento. Los drones zumban en el aire, su presencia constante un recordatorio de la amenaza que acecha en las sombras. Pero no es solo la seguridad lo que me preocupa. Es la sensación de estar atrapada, de no poder escapar de esta vida que me ha sido impuesta. La casa de Maximiliano es un refugio, pero también es una prisión.Mi mirada se desplaza hacia el bosque que se extiende frente a la casa. Los árboles se alzan altos y silenciosos, sus ramas susurrando en la brisa. Es un lugar hermoso, pero también es un lugar peligroso. El ataque que sufrieron
ALISA—Es completamente normal sentir eso —me dice Natalia—. El abuso y la violencia pueden dejar cicatrices profundas, no solo físicas, sino también emocionales. Pero quiero que sepas que puedes sanar. Puedes superar esto. Se inclina hacia adelante, su voz suave y reconfortante. —¿Quieres hablar sobre lo que te pasó? —me pregunta—. ¿Quieres contarme sobre tus experiencias?Trago saliva, mi mirada fija en Natalia. Luego, asiento lentamente.—Sí —digo, mi voz apenas audible—. Sí, quiero hablar sobre ello.Natalia sonríe suavemente y me toma la mano.—Estoy aquí para escucharte —me dice—. Estoy aquí para ayudarte.Tomo el café que me ofrece Mila, quiere irse, pero le digo que se quede, ella sabe todo, y no tengo que ocultarle nada.—Fue paulatino —comienzo a decir—. Él no fue agresivo al principio. Me hizo creer que todo era normal, que todo estaba bien. Pero yo sentía que algo no estaba bien. Sentía que algo no era correcto.Natalia asiente, su expresión atenta.—¿Y cómo te sentiste cu
MILAEstoy sentada en la oficina de Natalia, rodeada de papeles y carpetas llenas de información sobre las tres organizaciones que ella maneja. Me siento un poco abrumada, pero también emocionada de estar ayudando a organizar los eventos para recaudación de fondos.Natalia me mira con una sonrisa y son muchas responsabilidades, pero tambien me ayuda a mantener la cabeza aislada de tantos problemas.—Mila, gracias por ayudarme con esto, es la primera vez que alguien mas me ayuda, siempre lo he hecho sola.—De nada, Natalia —digo—. Estoy feliz de ayudar.Natalia comienza a explicarme los detalles de los eventos y se nota lo mucho que la emociona este tipo de actividades.—Tenemos tres organizaciones que estamos apoyando: una para víctimas de abuso, otra para niños en situación de calle y otra para mujeres en situación de violencia de género.—Entiendo—tomo nota.—Cada organización tiene sus propias necesidades y objetivos —explica—. Necesitamos asegurarnos de que los eventos que organic
MILA—Los voy a dejar solos —dice Natalia.Natalia voltea a verme y sigo sin respirar.—Piensa bien las cosas, Mila.—Está bien, muchas gracias—le respondo.Natalia sale de la habitación, dejándome sola con Maximiliano. Me siento nerviosa con su cercanía, y mi corazón comienza a latir con fuerza.Maximiliano se acerca a la niña y la carga en sus brazos. Su perfume me impacta, y siento un escalofrío recorrer mi espalda.—¿Me tienes una respuesta?—Aún no. Tengo más razones para quedarme que para irme.Maximiliano me mira fijamente, su expresión intensa y expectante.—¿Y cuáles son esas razones? —pregunta, su voz baja y suave, pero con un tono de curiosidad.Me siento nerviosa bajo su mirada, pero trato de mantener la calma.—Tengo que pensar en el bienestar de mis hijos—le respondo—. Y también tengo que considerar mis propias necesidades y deseos.—Entiendo —dice—. Pero también debes considerar lo que yo quiero. Lo que yo necesito.Su voz se vuelve un susurro profundo y envolvente, y s
MAXIMILIANOMe encuentro en el corazón de la fábrica de armas, rodeado de máquinas y herramientas que trabajan sin cesar para producir las armas más avanzadas y mortíferas del mercado. Mi mirada se centra en el diseñador que se acerca a mí, llevando consigo una caja de madera oscura.—Boss, tenemos algo nuevo que creemos que le interesará —dice el diseñador, abriendo la caja para revelar un rifle de asalto avanzado.Me acerco, mi mirada analizando cada detalle del arma. La forma en que la luz se refleja en su superficie metálica, la disposición de los componentes, la ergonomía del mango...—¿Qué es esto? —pregunto, mi voz baja y controlada.—Es un rifle de asalto avanzado —explica el diseñador—. Utiliza un sistema de disparo selectivo, que permite al usuario elegir entre diferentes modos de disparo, incluyendo un modo de disparo automático y un modo de disparo de precisión.Tomo el rifle, sintiendo su peso y equilibrio. Lo miro desde diferentes ángulos, analizando su diseño y funciona