MAXIMILIANO—Lo volvería a hacer con tal de declararle la guerra a la mafia rusa. Esos animales no merecen vivir.Me sorprende la intensidad de su odio y entre mas hable, mejor para mi.—¿Tú eres consciente de que acabas de dañar un tratado de paz que nos beneficia a todos? Cuando no somos enemigos, podemos trabajar juntos y prosperar, acabar con nuestro mayor enemigo que es la mafia italiana.Rusland se ríe con desprecio y es lo que necesito, claramente.—No me importa. Ustedes son los que están mal en el mundo. La mafia rusa es una plaga que debe ser erradicada.Me enfurezco al escuchar sus palabras dejando que se hunda el solo el puñal.—¿Por eso traicionaste, vendiste y mataste a tu propio jefe? ¿Porque estaba trabajando con la mafia rusa?—Sí, por eso. Mi jefe era un cobarde que se había vendido a los rusos. No merecía vivir.Me doy cuenta de que Rusland está consumido por su odio hacia la mafia rusa y que no hay vuelta atrás para él.Miro a Alita con una expresión fría y distant
MAXIMILIANO.Mi hermano y yo habíamos trazado un plan ambicioso desde el principio. Cuando me casé con Alita, no fue solo por acabar con la enemistad entre los chechenos y los rusos. Ese fue solo un paso en nuestro plan más grande. En realidad, queríamos obtener el poder de los chechenos. Mi hermano y yo habíamos estado trabajando hacia ese objetivo durante años, y mi matrimonio con Alita fue solo una parte de nuestro plan. Aunque no me gustó casarme con ella, lo hice porque sabía que era necesario para alcanzar nuestro objetivo. Y aunque mi hermano no está vivo para presenciarlo, voy a cumplir con los propósitos que teníamos los dos, a toda costa.—Como líder de los lituanos y de la mafia lituana, tengo la autoridad para hablar y dirigirme hacia ustedes —dice—. Hay algo importante que debemos realizar.Uno de los líderes asiente con la cabeza, indicando que sabe exactamente a lo que se refiere Alaska.—Necesitamos elegir quién sera el sucedor, a partir de este momento, quien va a dir
MILAMe encuentro en un estado de asombro, con la vista fija en el vasto mar que se extiende ante mí. La isla en la que hemos llegado esta mañana es un lugar paradisíaco, con aguas cristalinas y una arena blanca que parece brillar bajo el sol. Mientras mis hijos duermen, no puedo dejar de contemplar la belleza del mar, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo.La noticia de que pasaríamos un par de días juntos había sido una sorpresa para mí, pero no había dudado en aceptar la oferta de Maximiliano.Llega y me abraza, besándome suavemente el hombro. Sonrío, sintiendo su calor y su cercanía.—¿En qué piensas? —me pregunta, su voz baja y suave.—El mar es demasiado hermoso —respondo, sin dejar de mirar el horizonte.—Nunca lo habías conocido antes, ¿verdad? —dice, sonriendo.—No, es la primera vez —admito.Maximiliano me mira, con una sonrisa pícara.—¿Por qué no te vas a bañar? —sugiere.Me río, sintiendo un poco de vergüenza.—No traje v
MILAAlgo me da en el pecho cuando cierro la puerta detrás de mi y Maximiliano esta con la espalda pegada al cristal, con unos baqueros negros y las manos dentro de los bolsillos. El torso fornido lo tiene descubierto, el cabello le cae a la frente sin fijador y se ve tan atractivo que trago saliva.—Hola—camino nerviosa y me siento como aquella adolescente a la cual los nervios la atacaba cada que sus ojos la miraban.—Demoraste —es amable pero lo siento apático, seco conmigo y trago saliva despacio con la mirada distante que me da, manteniendo la misma posición.—Lo siento—le respondo—mis nervios.—¿Qué te tiene nerviosa —doy un paso dejando mi bolsa en el sillón.—Tu—mantengo la distancia cuando me detengo, no se si acercarme o no, y tomar por primera vez la iniciativa.—Yo, pero no tienes idea como me pones tu a mi.—¿Cómo? —juego con mis dedos nerviosa.—Excitado, nervioso, impresionado—eso es peor y me tomo un tiempo antes de hablar.Me acerco a Maximiliano con una sonrisa seduc
— ¿Estás segura? —me pregunta.— Sí, estoy segura —respondo con firmeza mientras pasea la cabeza de su miembro por mis partes húmedas.— Si iniciamos, ahora no voy a detenerme —me advierte, su mirada apasionada.— No quiero que te detengas —digo, mi voz llena de deseo y pasión.Maximiliano me acaricia la piel, su contacto me hace temblar.— ¿Estás segura de que estás lista para esto? —me pregunta de nuevo.— Sí, estoy lista —respondo, mi cuerpo listo para recibirlo.— Entonces, no te preocupes, te voy a hacer sentir cosas que nunca has sentido antes —me dice, su voz llena de promesas y deseo.— Quiero sentir todo —digo, mi voz llena de pasión y entrega.Maximiliano me besa apasionadamente, sacándome del borde de la cama para penetrarme lentamente, haciendo que sienta las venas de su miembro abrir mis paredes.Es tan grande….Me lleva al límite, y su cuerpo se une al mío con una pasión intensa. Sus movimientos son bruscos, pero yo me siento envuelta en su calor.Me coloca las piernas s
MAXIMILIANO.No puedo dejar de mirarla. Mila está acostada a mi lado, boca abajo, desnuda y con su cabello cubriendo su rostro. La luz suave de la mañana ilumina su piel, resaltando cada curva y contorno de su figura. La cabaña en la que estamos no tiene paredes ni puertas, así que podemos ver el exterior de la isla, el mar y el cielo azul.Me siento invadido por una oleada de emociones. La belleza de Mila me deja sin aliento. Su piel es suave y luminosa, y su cabello parece un manto de seda que cubre su rostro. Me siento atraído por ella, no solo físicamente, sino también emocionalmente.Mila se mueve ligeramente, y su cabello se desliza hacia un lado, revelando su rostro. Me siento impactado por su belleza. Sus ojos están cerrados, pero puedo imaginar su brillo y su color. Su nariz es pequeña y delicada, y sus labios son suaves y voluptuosos.—¿Qué haces? —pregunta Mila, despertando de repente y mirándome con una sonrisa.—Nada —respondo, sonriendo también—. Solo te estoy admirando.
Me paro en la cocina, preparando el desayuno para los tres pequeños que están sentados en sus sillas, mirándome con ojos curiosos. Mila está a mi lado, ayudándome a darles de comer. Miro a la niña y sonrío, ella es idéntica a mi hermano Marko, cuando la vi, no tuve dudas de que Mila decía la verdad y los niños se parecen mucho a su madre. Me generan tanta ternura, tanto amor. Los quiero como si fueran mis hijos propios.Son el legado de mi hermano fallecido, y yo soy el que los va a proteger. Me siento responsable de ellos, y haré todo lo posible para darles la vida que se merecen.Mientras le doy de comer a la niña, Mila me interrumpe.—Sabes, los niños cumplen un año en cinco días —dice, sonriendo.Me sorprendo, no me había dado cuenta de que ya estaba tan cerca su cumpleaños.—¿De verdad? —pregunto, mirando a los niños con una sonrisa—. No puedo creer que ya estén cumpliendo un año.Mila se ríe y me acaricia el brazo.—Sí, ya están creciendo —dice—. Y debemos celebrar su cumpleaños
MILAEstoy en la mansión de los padres de Maximiliano, sentada en el salón con Maximiliano y sus padres. Acabamos de contarles la verdad sobre quién soy yo y quién es el padre de mis hijos. La habitación está llena de tensión y emociones.Natalia, la madre de Maximiliano, camina de un lado a otro, visiblemente alterada.—¿Cómo es posible que nos hayan engañado de esa forma? —pregunta, su voz llena de indignación.Maximiliano se acerca a ella, intentando calmarla.—Fue la única forma que vi en ese momento de proteger a Mila y a los niños —explica—. Sabemos lo que pasará si Alaska se entera de que Marko la engañó y que fruto de ese engaño hay tres inocentes niños.Natalia se detiene frente a mí, su mirada llena de dolor y confusión, tanto que me hace tragar grueso porque no quería decepcionarla.—¿Por qué no nos dijiste la verdad? —me pregunta, su voz llena de emoción.Era dificil hacerlo, y mas por como sucedieron las cosas.—Lo siento mucho —le digo, intentando encontrar las palabras