MAXIMILIANO.No puedo dejar de mirarla. Mila está acostada a mi lado, boca abajo, desnuda y con su cabello cubriendo su rostro. La luz suave de la mañana ilumina su piel, resaltando cada curva y contorno de su figura. La cabaña en la que estamos no tiene paredes ni puertas, así que podemos ver el exterior de la isla, el mar y el cielo azul.Me siento invadido por una oleada de emociones. La belleza de Mila me deja sin aliento. Su piel es suave y luminosa, y su cabello parece un manto de seda que cubre su rostro. Me siento atraído por ella, no solo físicamente, sino también emocionalmente.Mila se mueve ligeramente, y su cabello se desliza hacia un lado, revelando su rostro. Me siento impactado por su belleza. Sus ojos están cerrados, pero puedo imaginar su brillo y su color. Su nariz es pequeña y delicada, y sus labios son suaves y voluptuosos.—¿Qué haces? —pregunta Mila, despertando de repente y mirándome con una sonrisa.—Nada —respondo, sonriendo también—. Solo te estoy admirando.
Me paro en la cocina, preparando el desayuno para los tres pequeños que están sentados en sus sillas, mirándome con ojos curiosos. Mila está a mi lado, ayudándome a darles de comer. Miro a la niña y sonrío, ella es idéntica a mi hermano Marko, cuando la vi, no tuve dudas de que Mila decía la verdad y los niños se parecen mucho a su madre. Me generan tanta ternura, tanto amor. Los quiero como si fueran mis hijos propios.Son el legado de mi hermano fallecido, y yo soy el que los va a proteger. Me siento responsable de ellos, y haré todo lo posible para darles la vida que se merecen.Mientras le doy de comer a la niña, Mila me interrumpe.—Sabes, los niños cumplen un año en cinco días —dice, sonriendo.Me sorprendo, no me había dado cuenta de que ya estaba tan cerca su cumpleaños.—¿De verdad? —pregunto, mirando a los niños con una sonrisa—. No puedo creer que ya estén cumpliendo un año.Mila se ríe y me acaricia el brazo.—Sí, ya están creciendo —dice—. Y debemos celebrar su cumpleaños
MILAEstoy en la mansión de los padres de Maximiliano, sentada en el salón con Maximiliano y sus padres. Acabamos de contarles la verdad sobre quién soy yo y quién es el padre de mis hijos. La habitación está llena de tensión y emociones.Natalia, la madre de Maximiliano, camina de un lado a otro, visiblemente alterada.—¿Cómo es posible que nos hayan engañado de esa forma? —pregunta, su voz llena de indignación.Maximiliano se acerca a ella, intentando calmarla.—Fue la única forma que vi en ese momento de proteger a Mila y a los niños —explica—. Sabemos lo que pasará si Alaska se entera de que Marko la engañó y que fruto de ese engaño hay tres inocentes niños.Natalia se detiene frente a mí, su mirada llena de dolor y confusión, tanto que me hace tragar grueso porque no quería decepcionarla.—¿Por qué no nos dijiste la verdad? —me pregunta, su voz llena de emoción.Era dificil hacerlo, y mas por como sucedieron las cosas.—Lo siento mucho —le digo, intentando encontrar las palabras
MAXIMILIANOEstoy abrazando a Mila, tratando de calmarla mientras ella solloza contra mi pecho. Con delicadeza, le limpio las lágrimas de sus mejillas con mis dedos.—Bueno, ya ves —dice Mila, su voz temblando—. Tu mamá piensa que soy una cualquiera, una mala mujer.—No, Mila —le digo, mi voz suave y tranquilizadora—. No eres eso, sácate esas ideas de la cabeza.Mila se aparta un poco de mí, sus ojos rojos y hinchados de llorar.—Sí, lo soy —dice, su voz llena de dolor—. Al menos, eso es lo que tu mamá piensa.La atraigo de nuevo hacia mí, abrazándola con fuerza.—No importa lo que piense mi mamá —le digo—. Lo que importa es lo que sientes tú. Y yo sé que tú no eres esa persona.Mila asiente lentamente, sus lágrimas comenzando a secarse.—Tienes razón —dice—Lo siento. Solo necesito un poco de tiempo para que tu mamá se calme.—Tienes todo el tiempo que necesites —le digo, besando su frente—. Estoy aquí para ti, siempre.Mila se aparta de mí y se dirige hacia los tres niños, revisándol
—Bueno, Natalia no tomó muy bien la relación entre Maximiliano y yo —digo—. Se sintió traicionada y engañada, y cree que estoy traicionando la memoria de mi hermano.Alisa frunce el ceño.—Eso es muy difícil para ti —dice—. ¿Cómo te sientes al respecto?Suspiro.—Me siento triste y confundida —digo—. Quiero que Natalia me entienda y me apoye, pero al mismo tiempo, entiendo por qué se siente de esa manera. Es una situación muy complicada.—Lo entiendo, Mila —dice—. No es fácil para Natalia aceptar la relación entre tú y Maximiliano. Pero creo que debes darle tiempo, permitir que procese sus emociones y que entienda que tu relación con Maximiliano no es una traición a tu hermano.Me miro a Alisa, agradecida por su comprensión.—Sí, tienes razón —digo—. Pero es difícil ver a Natalia sufrir de esta manera. Por fin pensé que iba a tener una familia unida, con abuelos para mis hijos, algo que yo nunca tuve. Pero ahora, con la reacción de Natalia, todo se ha complicado.Alisa asiente, su ros
MILAMe devuelvo corriendo a la oficina de Maximiliano, jadeando y con el corazón acelerado. Entro sin llamar, muy agitada.—Maximiliano, ¡mi tía está aquí! —exclamo, sin aliento.Maximiliano se sorprende y se levanta de su silla viniendo a mi puesto.—¿Qué pasa mujer? ¿estas muy alterada Qué es lo que pasa? —pregunta, confundido.—Mi tía... mi tía está aquí —repito, intentando controlar mi respiración—. Ella puede dañarnos, puede poner en peligro a mis hijos, ella es muy mala Maxi, muy mala.Maximiliano frunce el ceño, intentando entender. Me abrazo a Maximiliano, sollozando desconsoladamente. Mi cuerpo tiembla de miedo y confusión, mientras mi mente se llena de pensamientos aterradores. ¿Qué quiere mi tía? ¿Qué pasará con mis hijos? ¿Están en peligro?Me siento segura en los brazos de Maximiliano, pero no puedo dejar de llorar. La presencia de mi tía ha desenterrado recuerdos y emociones que había intentado enterrar durante años. La confusión y el miedo se han apoderado de mí, y no
MILAMe quedo quieta en el baño, escuchando la conversación que se desarrolla en la habitación contigua. Alaska pregunta a Maximiliano:—¿Quién es esa señora? —pregunta Alaska.—No es nadie importante —responde Maximiliano—. La señora ya se iba.Irse, mi tía no haría eso sin obtener lo que vino a buscar.—No, yo no me puedo ir hasta que usted no me dé la información —dice la señora.—¿Qué tipo de información? —pregunta Alaska.—Eso no es de su incumbencia —responde Max—. Venga conmigo, señora.Puedo escuchar los pasos de Maximiliano que se alejan, y me doy cuenta de que Alaska se ha quedado en la habitación. Mi corazón late con fuerza, esperando a que Alaska descubra mi presencia en el baño.Me quedo en silencio en el baño, esperando a que Maximiliano regrese. Puedo escuchar la conversación que tiene con Alaska, hablando de temas de la mafia. La conversación dura prácticamente dos horas, y me siento cada vez más incómoda y ansiosa. Me pregunto qué habrá pasado con mi tía, y si Maximil
MILAMe acomodo en el asiento, intentando calmarme, pero mi corazón late con ansiedad. No puedo creer que ella esté sentada frente a mí, después de todo lo que sucedió. Nunca pensé que vendría a buscarme, especialmente tan pronto.Mi mente está llena de preguntas y temores. ¿Qué quiere? ¿Por qué ha venido? Me siento nerviosa y ansiosa por saber qué está pasando. Mi cuerpo está tenso, mis manos están sudadas y mi boca está seca.La miro fijamente, intentando leer sus pensamientos, pero su rostro es una máscara de tranquilidad. No puedo entender por qué ha venido aquí, después de todo el tiempo que ha pasado. Me siento confundida y asustada, y no sé qué esperar de esta situación.—Lo siento mucho, Mila. Sé que lo que pasó entre nosotros fue muy doloroso para ti —dice Natalia, con una mirada de tristeza.—Sí, lo fue —respondo, asintiendo con la cabeza—. Pero también entiendo que estabas protegiendo a tu familia.—Sí, eso es cierto —dice Natalia—. Pero también me di cuenta de que fui muy