MILAMe encuentro en un estado de asombro, con la vista fija en el vasto mar que se extiende ante mí. La isla en la que hemos llegado esta mañana es un lugar paradisíaco, con aguas cristalinas y una arena blanca que parece brillar bajo el sol. Mientras mis hijos duermen, no puedo dejar de contemplar la belleza del mar, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo.La noticia de que pasaríamos un par de días juntos había sido una sorpresa para mí, pero no había dudado en aceptar la oferta de Maximiliano.Llega y me abraza, besándome suavemente el hombro. Sonrío, sintiendo su calor y su cercanía.—¿En qué piensas? —me pregunta, su voz baja y suave.—El mar es demasiado hermoso —respondo, sin dejar de mirar el horizonte.—Nunca lo habías conocido antes, ¿verdad? —dice, sonriendo.—No, es la primera vez —admito.Maximiliano me mira, con una sonrisa pícara.—¿Por qué no te vas a bañar? —sugiere.Me río, sintiendo un poco de vergüenza.—No traje v
MILAAlgo me da en el pecho cuando cierro la puerta detrás de mi y Maximiliano esta con la espalda pegada al cristal, con unos baqueros negros y las manos dentro de los bolsillos. El torso fornido lo tiene descubierto, el cabello le cae a la frente sin fijador y se ve tan atractivo que trago saliva.—Hola—camino nerviosa y me siento como aquella adolescente a la cual los nervios la atacaba cada que sus ojos la miraban.—Demoraste —es amable pero lo siento apático, seco conmigo y trago saliva despacio con la mirada distante que me da, manteniendo la misma posición.—Lo siento—le respondo—mis nervios.—¿Qué te tiene nerviosa —doy un paso dejando mi bolsa en el sillón.—Tu—mantengo la distancia cuando me detengo, no se si acercarme o no, y tomar por primera vez la iniciativa.—Yo, pero no tienes idea como me pones tu a mi.—¿Cómo? —juego con mis dedos nerviosa.—Excitado, nervioso, impresionado—eso es peor y me tomo un tiempo antes de hablar.Me acerco a Maximiliano con una sonrisa seduc
— ¿Estás segura? —me pregunta.— Sí, estoy segura —respondo con firmeza mientras pasea la cabeza de su miembro por mis partes húmedas.— Si iniciamos, ahora no voy a detenerme —me advierte, su mirada apasionada.— No quiero que te detengas —digo, mi voz llena de deseo y pasión.Maximiliano me acaricia la piel, su contacto me hace temblar.— ¿Estás segura de que estás lista para esto? —me pregunta de nuevo.— Sí, estoy lista —respondo, mi cuerpo listo para recibirlo.— Entonces, no te preocupes, te voy a hacer sentir cosas que nunca has sentido antes —me dice, su voz llena de promesas y deseo.— Quiero sentir todo —digo, mi voz llena de pasión y entrega.Maximiliano me besa apasionadamente, sacándome del borde de la cama para penetrarme lentamente, haciendo que sienta las venas de su miembro abrir mis paredes.Es tan grande….Me lleva al límite, y su cuerpo se une al mío con una pasión intensa. Sus movimientos son bruscos, pero yo me siento envuelta en su calor.Me coloca las piernas s
MAXIMILIANO.No puedo dejar de mirarla. Mila está acostada a mi lado, boca abajo, desnuda y con su cabello cubriendo su rostro. La luz suave de la mañana ilumina su piel, resaltando cada curva y contorno de su figura. La cabaña en la que estamos no tiene paredes ni puertas, así que podemos ver el exterior de la isla, el mar y el cielo azul.Me siento invadido por una oleada de emociones. La belleza de Mila me deja sin aliento. Su piel es suave y luminosa, y su cabello parece un manto de seda que cubre su rostro. Me siento atraído por ella, no solo físicamente, sino también emocionalmente.Mila se mueve ligeramente, y su cabello se desliza hacia un lado, revelando su rostro. Me siento impactado por su belleza. Sus ojos están cerrados, pero puedo imaginar su brillo y su color. Su nariz es pequeña y delicada, y sus labios son suaves y voluptuosos.—¿Qué haces? —pregunta Mila, despertando de repente y mirándome con una sonrisa.—Nada —respondo, sonriendo también—. Solo te estoy admirando.
Me paro en la cocina, preparando el desayuno para los tres pequeños que están sentados en sus sillas, mirándome con ojos curiosos. Mila está a mi lado, ayudándome a darles de comer. Miro a la niña y sonrío, ella es idéntica a mi hermano Marko, cuando la vi, no tuve dudas de que Mila decía la verdad y los niños se parecen mucho a su madre. Me generan tanta ternura, tanto amor. Los quiero como si fueran mis hijos propios.Son el legado de mi hermano fallecido, y yo soy el que los va a proteger. Me siento responsable de ellos, y haré todo lo posible para darles la vida que se merecen.Mientras le doy de comer a la niña, Mila me interrumpe.—Sabes, los niños cumplen un año en cinco días —dice, sonriendo.Me sorprendo, no me había dado cuenta de que ya estaba tan cerca su cumpleaños.—¿De verdad? —pregunto, mirando a los niños con una sonrisa—. No puedo creer que ya estén cumpliendo un año.Mila se ríe y me acaricia el brazo.—Sí, ya están creciendo —dice—. Y debemos celebrar su cumpleaños
MILAEstoy en la mansión de los padres de Maximiliano, sentada en el salón con Maximiliano y sus padres. Acabamos de contarles la verdad sobre quién soy yo y quién es el padre de mis hijos. La habitación está llena de tensión y emociones.Natalia, la madre de Maximiliano, camina de un lado a otro, visiblemente alterada.—¿Cómo es posible que nos hayan engañado de esa forma? —pregunta, su voz llena de indignación.Maximiliano se acerca a ella, intentando calmarla.—Fue la única forma que vi en ese momento de proteger a Mila y a los niños —explica—. Sabemos lo que pasará si Alaska se entera de que Marko la engañó y que fruto de ese engaño hay tres inocentes niños.Natalia se detiene frente a mí, su mirada llena de dolor y confusión, tanto que me hace tragar grueso porque no quería decepcionarla.—¿Por qué no nos dijiste la verdad? —me pregunta, su voz llena de emoción.Era dificil hacerlo, y mas por como sucedieron las cosas.—Lo siento mucho —le digo, intentando encontrar las palabras
MAXIMILIANOEstoy abrazando a Mila, tratando de calmarla mientras ella solloza contra mi pecho. Con delicadeza, le limpio las lágrimas de sus mejillas con mis dedos.—Bueno, ya ves —dice Mila, su voz temblando—. Tu mamá piensa que soy una cualquiera, una mala mujer.—No, Mila —le digo, mi voz suave y tranquilizadora—. No eres eso, sácate esas ideas de la cabeza.Mila se aparta un poco de mí, sus ojos rojos y hinchados de llorar.—Sí, lo soy —dice, su voz llena de dolor—. Al menos, eso es lo que tu mamá piensa.La atraigo de nuevo hacia mí, abrazándola con fuerza.—No importa lo que piense mi mamá —le digo—. Lo que importa es lo que sientes tú. Y yo sé que tú no eres esa persona.Mila asiente lentamente, sus lágrimas comenzando a secarse.—Tienes razón —dice—Lo siento. Solo necesito un poco de tiempo para que tu mamá se calme.—Tienes todo el tiempo que necesites —le digo, besando su frente—. Estoy aquí para ti, siempre.Mila se aparta de mí y se dirige hacia los tres niños, revisándol
—Bueno, Natalia no tomó muy bien la relación entre Maximiliano y yo —digo—. Se sintió traicionada y engañada, y cree que estoy traicionando la memoria de mi hermano.Alisa frunce el ceño.—Eso es muy difícil para ti —dice—. ¿Cómo te sientes al respecto?Suspiro.—Me siento triste y confundida —digo—. Quiero que Natalia me entienda y me apoye, pero al mismo tiempo, entiendo por qué se siente de esa manera. Es una situación muy complicada.—Lo entiendo, Mila —dice—. No es fácil para Natalia aceptar la relación entre tú y Maximiliano. Pero creo que debes darle tiempo, permitir que procese sus emociones y que entienda que tu relación con Maximiliano no es una traición a tu hermano.Me miro a Alisa, agradecida por su comprensión.—Sí, tienes razón —digo—. Pero es difícil ver a Natalia sufrir de esta manera. Por fin pensé que iba a tener una familia unida, con abuelos para mis hijos, algo que yo nunca tuve. Pero ahora, con la reacción de Natalia, todo se ha complicado.Alisa asiente, su ros