Rosa suspiró, sabía que si todo salía bien esos hombres serían lo mejor en la vida de sus hijas. —Miller, si mi nieta desea darle esa oportunidad yo no tendría porque oponerme, solo no quiero que ella sea el juguete de nadie, si de verdad quieres algo con ella no veo problema, pero, ¿está seguro? Porque yo sé que mis nietas son de un alma noble y pura, ellas se van a enamorar de ese hombre que les demuestre que realmente están para ellas, que les muestre un amor real y sincero. —Rosa, le puedo asegurar que estoy muy seguro de lo que quiero y deseo. Y con solo ver los hermosos ojos de sus nietas me puedo dar cuenta de la clase de mujeres que son y sé que como ellas no hay dos. — y eso era algo que él anhelaba. —Bien, siendo así no tengo problema alguno, serás bienvenido a la familia — le dijo con una gran sonrisa en el rostro. Luego se giró a Maddie — Cariño, me gustaría volver con ustedes — todos se sorprendieron — No me gustaría que estés sola ahora que estás embarazada, yo quiero
Milo ayudó a Rosa acomodar la ropa en la maletas, mientras Maddie y la vieja anciana charlaban en medio de risas sobre el embarazo, eso lo hacía sentir muy emocionado, deseaba poder adelantar los meses y así poder tener a su bebé en brazos de una vez por todas. —¿Confías en Miller? — preguntó Rosa desviando el tema, Maddie miró a Milo quién las observaba. —Sí abuela, es un hombre muy responsable, amable y bueno, no es un hombre que le guste engañar a las mujeres. —También creo lo mismo, solo con ver su mirada me si cuenta, y además creo que a Tara le gustó mucho — dijo la anciana divertida, Milo solo negó con la cabeza y la sonrisa no abandonaba su rostro. —Iré a despedirme de unas amistades que hice, nos vemos dentro de un rato. — dijo Rosa antes de salir. Milo se giró a Maddie y se acercó a ella para abrazarla y pegarla a él. —¿Te he dicho hoy cuanto te amo? — preguntó en tono cariñoso, Madison se pegó aún más a él y levantó su rostro para poder mirarlo a los ojos. —No recuerd
Miller nunca había experimentado lo que ese beso le estaba haciendo sentir, era ilógico enamorarse de alguien que apenas conocía, nunca le había pasado algo igual. —Estoy en el cielo — dijo separándose de Tara y aún con los ojos cerrados, ella estaba igual que él, desorientada y con sus pulsaciones a mil. — Me encantas Tara. — ella solo pudo sonreír y asentir. —Creo que el sentimiento es mutuo — Miller solo pudo sonreír, mientras su corazón latía muy fuerte. —Mi padre siempre fue un alcohólico que le nos pegaba, Maddie, siempre se metía, prefería que fuera a ella a la que golpearan antes que a mí, mi madre nos abandonó, luego mi abuela nos dijo que ellos habían muerto y se hizo cargo de nosotras, no abuela y Maddie son mis héroes, ellas me inspiran a ser mejor ser humano. — Miller había sentido mucha rabia al saber lo que ese hombre les había hecho y también se enorgullecia de Maddie, eso que hacía por su pequeña hermana hablaba muy bien de ella. —Eres un gran ser humano cielo, tú
Miller empezó a besarla y ella le correspondió con la misma pasión e intensidad que él lo hacía. Pero Miller no quería ir tan deprisa, aunque moría por estar entre las piernas de su mujer, quería que fuera especial para ella que recordara su primera vez, toda su vida. Por lo que bajó la intensidad del beso. Él había llevado unos bocadillos para seguir hablando y conociéndose, le encantaba conversar con ella, con ese ser tan puro y hermoso que había conocido. Tara vio con nerviosismo, las trufas, las fresas, el chocolate, e incluso el vino. Ese hombre la hacía sentir miles emociones. Miller la soltó y abrió la botella de vino, aunque no lo demostrara también se sentía muy nervioso, ya que no quería arruinarlo, sirvió en las dos copas del líquido le dio una a Tara y él tomó la suya, para alzarla y brindar con ella. —Por nosotros, nuestras felicidad y por esto que estamos empezando juntos. — Tara sonrió más que feliz, alzó su copa y brindó con él. Ambos tomaron sin dejar de mirarse, T
Milo le enseñaba la nueva habitación a Rosa, mientras colocaba la maleta a la par de su cama. —Espero y te guste tu habitación temporal mi hermosa vieja — Maddie y Rosa de inmediato lo miraron. —¿Temporal? — preguntó Madison extrañada y sorprendida. Milo solo pudo sonreír mientras asentía. — Sí cariño, temporal, quiero que me acompañen — dijo tomando la mano de Madison y extendiendo la otra para que Rosa la tomara y ella así lo hizo. Las llevó escaleras abajo, y salieron por la puerta de la cocina, pasaron la piscina y luego de cinco minutos caminando llegaron a un lugar dónde ya varios hombres trabajando. —¿Qué es esto? — Milo miró a su mujer y le sonrió, ella parecía tan inocente. —Esto mi cielo será el nuevo hogar de Rosa y Tara, ya sabía que mi vieja hermosa y iba a decir que ella quería seguir ayudando, porque sé que siempre ha sido una mujer independiente y fuerte, por eso decidí que un hogar muy cerca de nosotros le iba a servir, además, el día que Tara se case y se vaya s
Madison se encontraba alistandose para ir a su tercer cita, ya cumpliría cuatro meses de embarazo, y todo estaba yendo de maravilla. Tara se había ido hacía tres meses para España, sabía que aunque Miller tenía que volver a España aún no lo iba hacer, y en la empresa de Italia Marena trabajaba ahí, así que podía encontrarla y Tara no quería eso, además que hacía unos meses su hermana estaba extraña, pero había quedado con Milo en ir a visitarla ese fin de semana, pero no le diría, haría que fuera sorpresa, porque cada vez que le decían que ellos irían algo inventaba para que no fueran y eso le estaba extrañando mucho. Ella y Miller aún no se hablaban como antes, ella seguía distante, pero era amable con él hombre, quién se veía algo triste, pero que últimamente lo veía mucho con Marena, ella estaba de vacaciones en Londres con la familia Bianchi, quienes volverían a Italia en un mes más, todos eran amables y agradables con ella, y a veces sentía que traicionaba a su hermana, cada ve
—¿Desde cuándo lo sabes? —¿Por qué me preguntas eso? —Sólo responde Marena, quiero que me digas la verdad.—Milo, te amo, pero te recuerdo que yo ya tengo un padre — ese comentario lastimó a Milo, por lo que él la miró y asintió, por algo no le hablaba con la verdad directamente. —Tienes razón, ya mismo llamo a nuestros padres, así les digo de una vez que te metiste a la cama de un hombre estando ebrio y enamorado de otra —sus palabras tan duras hirieron profundamente a Marena. —¿Él te lo dijo? — preguntó en un susurro. —No me lo dijo como debía haberlo dicho, solo dijo que él estaba muy borracho y que luego llegaste, yo intuí lo que no me quiso decir, ¿ahora me vas a contestar? ¿O llamo a papá? — Marena suspiró derrotada. —Lo supe desde el crucero, pero también sabía que yo había llamado su atención, pensé que si me esforzaba podía elegirme a mí. —No era una competencia Marena. — ella asintió. —Lo sé, pero era algo que no podía evitarse, Miller es demasiado caballero por eso
Cuando Maddie y los demás llegaron a la casa de Tara, se alegraron cuando vieron a ambos abrazados en el sofá, Tara tenía unos papeles en la mano. Era la ecografía de los bebés. Ya tenían rato hablando cuando ellos llegaron. —Me alegra verlos juntos — dijo Rosa realmente feliz — traje estas cosas para mis nietos. — Tara aún no había comprado nada, solo tenía unas pijamas que Christian le había dado. —Gracias abuela, yo aún no he comprado nada, todavía no lo podía creer, solo tengo dos pijamas y fue un regalo. —¿De quién? ¿Del hombre guapo que es tu jefe? — La sonrisa a Miller se le fue del rostro, en absoluto le gustó el comentario de Rosa, los demás sólo pudieron reírse. —Sí Abu, de él — Miller se movió incómodo, Tara miró a su hermana y luego recordó que él día anterior ella sabría el sexo del bebé. —Maddie, ¡por Dios!, aún no me has dicho el sexo de este angelito —Madison miró a Milo y sonrió. —Será niña — dijo emocionada y ya enamorada de su princesa, Tara la abrazó feliz p