Milo le enseñaba la nueva habitación a Rosa, mientras colocaba la maleta a la par de su cama. —Espero y te guste tu habitación temporal mi hermosa vieja — Maddie y Rosa de inmediato lo miraron. —¿Temporal? — preguntó Madison extrañada y sorprendida. Milo solo pudo sonreír mientras asentía. — Sí cariño, temporal, quiero que me acompañen — dijo tomando la mano de Madison y extendiendo la otra para que Rosa la tomara y ella así lo hizo. Las llevó escaleras abajo, y salieron por la puerta de la cocina, pasaron la piscina y luego de cinco minutos caminando llegaron a un lugar dónde ya varios hombres trabajando. —¿Qué es esto? — Milo miró a su mujer y le sonrió, ella parecía tan inocente. —Esto mi cielo será el nuevo hogar de Rosa y Tara, ya sabía que mi vieja hermosa y iba a decir que ella quería seguir ayudando, porque sé que siempre ha sido una mujer independiente y fuerte, por eso decidí que un hogar muy cerca de nosotros le iba a servir, además, el día que Tara se case y se vaya s
Madison se encontraba alistandose para ir a su tercer cita, ya cumpliría cuatro meses de embarazo, y todo estaba yendo de maravilla. Tara se había ido hacía tres meses para España, sabía que aunque Miller tenía que volver a España aún no lo iba hacer, y en la empresa de Italia Marena trabajaba ahí, así que podía encontrarla y Tara no quería eso, además que hacía unos meses su hermana estaba extraña, pero había quedado con Milo en ir a visitarla ese fin de semana, pero no le diría, haría que fuera sorpresa, porque cada vez que le decían que ellos irían algo inventaba para que no fueran y eso le estaba extrañando mucho. Ella y Miller aún no se hablaban como antes, ella seguía distante, pero era amable con él hombre, quién se veía algo triste, pero que últimamente lo veía mucho con Marena, ella estaba de vacaciones en Londres con la familia Bianchi, quienes volverían a Italia en un mes más, todos eran amables y agradables con ella, y a veces sentía que traicionaba a su hermana, cada ve
—¿Desde cuándo lo sabes? —¿Por qué me preguntas eso? —Sólo responde Marena, quiero que me digas la verdad.—Milo, te amo, pero te recuerdo que yo ya tengo un padre — ese comentario lastimó a Milo, por lo que él la miró y asintió, por algo no le hablaba con la verdad directamente. —Tienes razón, ya mismo llamo a nuestros padres, así les digo de una vez que te metiste a la cama de un hombre estando ebrio y enamorado de otra —sus palabras tan duras hirieron profundamente a Marena. —¿Él te lo dijo? — preguntó en un susurro. —No me lo dijo como debía haberlo dicho, solo dijo que él estaba muy borracho y que luego llegaste, yo intuí lo que no me quiso decir, ¿ahora me vas a contestar? ¿O llamo a papá? — Marena suspiró derrotada. —Lo supe desde el crucero, pero también sabía que yo había llamado su atención, pensé que si me esforzaba podía elegirme a mí. —No era una competencia Marena. — ella asintió. —Lo sé, pero era algo que no podía evitarse, Miller es demasiado caballero por eso
Cuando Maddie y los demás llegaron a la casa de Tara, se alegraron cuando vieron a ambos abrazados en el sofá, Tara tenía unos papeles en la mano. Era la ecografía de los bebés. Ya tenían rato hablando cuando ellos llegaron. —Me alegra verlos juntos — dijo Rosa realmente feliz — traje estas cosas para mis nietos. — Tara aún no había comprado nada, solo tenía unas pijamas que Christian le había dado. —Gracias abuela, yo aún no he comprado nada, todavía no lo podía creer, solo tengo dos pijamas y fue un regalo. —¿De quién? ¿Del hombre guapo que es tu jefe? — La sonrisa a Miller se le fue del rostro, en absoluto le gustó el comentario de Rosa, los demás sólo pudieron reírse. —Sí Abu, de él — Miller se movió incómodo, Tara miró a su hermana y luego recordó que él día anterior ella sabría el sexo del bebé. —Maddie, ¡por Dios!, aún no me has dicho el sexo de este angelito —Madison miró a Milo y sonrió. —Será niña — dijo emocionada y ya enamorada de su princesa, Tara la abrazó feliz p
UN MES DESPUÉS Ambas mujeres se encontraban hermosas y muy nerviosas, hoy era el gran día, la celebración se llevaría a cabo en el jardín botánico de Kew, el lugar era hermoso y las O'Neill quedaron encantadas cuando lo vieron. Toda la familia de Milo, Miller estaban presente, Tara aún se sentía incómoda con Marena, Maddie le había contado lo que Marena había hecho y lo molesto que estaba por ella meterse en una relación, cuando habían llegado a Londres y la encontró en la empresa Marena no pudo evitar la sorpresa al verla embarazada y aún más al verle el anillo de compromiso, la mujer no pudo evitar dolor en la mirada, pero aún así le sonrió y la felicitó, luego había dado media vuelta y había salido de la empresa y no había vuelto. Miller, se había instalado en la casa de Rosa, no soportaba estar lejos de Tara, ahora que se casaban por fin ella se iría con él, había comprado una casa hermosa para ella, y para sus futuros hijos, estaba deseando poder empezar esa vida que siempre q
Milo y Maddie estaban desesperados uno por el otro, Milo la besaba con desesperación, amaba sus labios, y ella le correspondía, Maddie se acomodó perfectamente entre las piernas de él y sus sexos se están tocando y eso los excitaba y hacía que se pusiera duro, ella lo nota porque suelta un gemido en la boca de Milo. —¡Si no quieres que siga será mejor detenernos!, ¡porque sino no habrá vuelta atrás! — Milo sabía que ella debía alimentarse, aunque en el avión hubieran comido. Pero aún así, se moría por hacerla suya, por hacerle el amor como nunca nadie se lo ha hecho, él siempre quería dejar una marca diferente en su ahora esposa. —¡Y quién ha dicho que quiero detenerme!—Te deseo Maddie, deseo hacerte el amor, deseo hacerte mía.—Adelante, mi amor yo no te voy a detener.Y esas palabra son su detonante, la apretó fuertemente contra él y empezó a besarla, con pasión y lujuria, deseaba que fueran uno solo, empezó a bajar el zipper del vestido que lo tiene de medio lado, haciendo caer
Maddie estaba muy excitada no podía negarlo, en especial cuando Milo, llevó uno de sus pechos a la boca por encima de la ropa, lo deseaba, quería ser suya, y no le importaba nada más. —Quiero ser tuya justo ahora Milo.—¿Estás segura? — dijo a punto de venirse de lo excitado que estaba, la deseaba y necesitaba tanto como el aire que respira, pero suponía que estaría cansada por el viaje pero la mujer lo había atacado apenas habían llegado. —Sí, estoy muy segura. —Bien, pero quiero que sepas que una vez que te voy hacer mía una y otra vez, porque eres solo mía. —Sólo tuya — dijo decidida, lo que más deseaba era calmar ese calor que tenía en todo su cuerpo. Milo la besaba tratando de transmitir todo el amor que estaba sintiendo por ella, quería hacerla sentir segura, querida. Sus manos agarraban el rostro de ella impidiéndole que se le alejara, pero poco a poco sus manos empezaron a descender por su cuello, llegando a sus hermosos senos, esos que le apetecía chupar desde que la vio
Madison no podía dejar de llorar, su abuela aún no reaccionaba, de camino al hospital había llamado a su hermana, quién de inmediato le había dicho a Miller que la llevara al hospital. Cuando llegaron al hospital de inmediato la pasaron para poder hacerle varios análisis. Milo miró a su mujer como lloraba y eso le partió el corazón, por lo que se acercó a ella y la abrazó. —Amor, se que no puedo pedirte que dejes de llorar o que no te preocupes por Rosa, pero si que tranquilices un poco, porque le hace mal a ti y al bebé, puede que lo de ella no sea malo, tal vez solo sea cansancio o que no ha comido bien, no lo sé, solo esperemos que no sea nada malo. — Maddie se refugió en los brazos de su esposo él la hacía sentirse segura y protegida, trató de tranquilizarse, porque no quería que después se le adelantara el parto. —Tienes razón, es sólo que nunca la había visto así y la verdad me asusté mucho. — Maddie levantó la mirada y miró a su esposo, todos estos meses a su lado habían sid