Habían pasado dos días desde que se habían integrado al trabajo, el día anterior cuando Maddie se despidió Milo frunció el ceño. —¿Te vas? ¿A tu casa? — le había preguntado casi indignado, Madison estaba sorprendida. —Sí y sí, ya he terminado mi día laboral, son las seis de la tarde cariño, creo que también deberías ir a descansar. — Milo seguía con su ceño fruncido — ¿Qué pasa? — le preguntó, porque realmente no lo entendía. —Pasa que te vas — su tono exagerado género una sonrisa en ella. —¿Y cuál es el problema con eso? Milo, si no me dices lo que pasa no podré entenderlo. ¿Necesitas que me quede por más tiempo? Porque si es así no tengo ningún problema. —No Maddie, el problema es que te vas a tu casa — Ahora fue el turno de ella de fruncir el ceño, no entendía nada de lo que él decía — Cariño, no quiero que te vayas a tu casa, te quiero en la mía, en tu casa no hay nadie, estarás sola, y en mi casa también estaré solito, sin compañía, sin el calor del hermoso cuerpo de mi muje
Madison no podía dejar de sonreír, no podía creer lo feliz que se sentía al lado de Milo, ese hombre la hacía sentir única y especial, se miraba la mano sin poder disimular su amor y felicidad. —¿A qué se debe esa hermosa sonrisa? — Maddie levantó la cabeza al oír la voz de Eddy, Ginna estaba a su lado, ambos la miraban sonrientes. Ella levantó la mano y enseñó su anillo, ambos amigos gritaron de emoción. —Es mi anillo de promesa — dijo con la felicidad burbujeando en ella. —He oído sobre esos anillos — Ginna tomó la mano de Maddie y acarició el anillo — está hermoso, Milo definitivamente está muy enamorado de ti. — Y yo de él, es un hombre increíblemente perfecto, es lo mejor que me ha pasado. — Maddie tenía una sonrisa tan hermosa que irradiaba tanta felicidad que podía iluminar el planeta entero, que no se habían dado cuenta que varios hombres habían llegado. —Preciosa y con esa sonrisa más que perfecta — Madison se tensó al escuchar esa voz, todos se giraron a los recién lleg
En cuánto salieron de la sala de juntas Milo buscó a Maddie, odiaba ese sentimiento de inseguridad, ese Miller estaba seguro que era un hombre soltero y sin compromisos, Miller sí no tendría problema de darle una estabilidad a Maddie, una que él en este momento por culpa de Sabira no podía darle, la mujer no contestaba las llamadas, y sus ex suegros le dijeron que ella no había regresado, que estaban muy preocupados. Milo sabía que ella solo estaba llamando la atención, pero no pensaba seguirle el juego, apenas diera con ella le llevaría los papeles del divorcio, quería estar libre de ella de una vez por todas. Vio a Madison detrás del escritorio concentrada en lo que hacía y una hermosa sonrisa apareció en su rostro, definitivamente era un tonto enamorado llegó hasta ella y la tomó de la cintura. —Hola hermosa, ¿Quieres ir por un helado? — Madison le devolvió la sonrisa, amaba a ese hombre, así que le dio un pequeño beso antes de responderle. —Sí, me gustaría ——Bien, iré un mome
Miller había llegado al hospital más cercano y privado que encontró e hizo que atendieran a Madison de inmediato estaba preocupado porque no había reaccionado y estaba muy asustado. —Creo que debes llamar a Bianchi, papá, él debe saber lo que le pasó a Madison. — él hombre asintió y de inmediato sacó su celular para llamarlo. La primera vez que lo llamó no tuvo éxito, en la segunda contestó algo agitado y molesto. —Ahora no puedo atenderlo señor Marquina, estoy buscando a Madison. —Justo por eso lo llamo Milo, Maddie se desmayó en cuanto usted entró a la oficina y mi hijo quiso traerla de inmediato a un hospital, ella aún no ha reaccionado. — Milo a este punto se había quedado congelado, tanto que Ginna y Eddy se acercaron a él preocupados, ya que ellos estaban ayudándole a buscar a su mujer. —¿Qué? — preguntó en un susurro. — ¿Por qué no me avisaron de inmediato? — Milo se devolvió a su oficina, tomó sus llaves y salió casi corriendo hasta su auto, sus amigos sin saber qué pasaba
Madison estaba más que feliz por lo que le estaba sucediendo, estaba segura que ella podría hacer muy feliz a Milo, que podría darle todo aquello que él anhelaba. Milo no podía creer lo feliz que se encontraba. —Iré afuera para avisar que estás bien. — en su voz se podía notar su emoción. —¿Quienes están? — preguntó algo confusa, solo recordaba la discusión con Sabira y la pregunta de Miller, luego la oscuridad la había invadido. —La familia Marquina está afuera, ellos te han traído, y Ginna y Eddy vinieron conmigo, necesito decirles que seré padre — eso último lo dijo con una gran emoción que quería salirle del pecho. Maddie le sonrió. —Primero quiero saber ¿qué pasó con Sabira? — dijo pensativa y su sonrisa había desaparecido del rostro m—Sólo puedo decirte que soy un hombre libre para ti mi amor, ahora podré hacer las cosas correctamente, está vez se que la mujer que estoy eligiendo es la correcta y con la que voy estar toda la vida. — Milo la besó con pasión — Te amo Maddie,
Ese mismo día le dieron de alta a Madison del hospital, por lo que Milo insistió en que se fueran para la casa, ella aunque quería regresar al trabajo, no hubo poder humano que hiciera a Milo cambiar de opinión, él la quería descansando, quería pasar ese día junto a ella. Ginna y Eddy estuvieron de acuerdo, ellos podían hacerse cargo de la empresa y ahora con una noticia así más. —Aún no lo puedo creer — dijo Milo sentándose en la terraza de su habitación — Me siento como en un sueño y si te soy sincero, no quiero despertar nunca. Maddie se sentó en las piernas de él, Milo la tomó por la cintura y la pegó a él, quién besaba sus mejillas repetidas veces y ella solo podía sonreír. —Te amo, gracias por llegar a mi vida cariño, por darme una razón para seguir adelante — Milo estaba más que enamorado, como nunca lo había estado — ¿Le vas a contar a tu abuela? — Madison sabía que su abuela hablaba con ella todas las noches, pero quería decírselo en persona y no por medio de una pantalla.
Madison despertó al sentir besos en su espalda desnuda, el día anterior después de llegar de la cena Milo le había hecho el amor dulcemente, le había demostrado cuánto la amaba, y lo feliz que estaba por saber que iba a ser padre. —Mmm — dijo aún adormilada. —¿Quieres ir a trabajar? — Maddie inmediatamente se levantó. —¿Hablas en serio? Amor, no quiero que me trates como una inválida o algo parecido, solo estoy embarazada, mi vida la puedo seguir normal. — Milo bajó su rostro avergonzado. —Lo sé, es sólo que tengo miedo — dijo sincero — recuerda que para ti es el primer ángel encamino, el mío sería el cuarto y tengo miedo, porque sé que aunque los otros casos han sido por culpa de Sabira, si existen los abortos y tengo miedo, fui sincero cuando dije que no soportaría otro y menos si es a tu lado, quiero todos y cada uno de los bebés que vengan, no quiero que nunca pases ese dolor cariño. — Madison no pudo evitar abrazarlo muy fuerte. —Te amo, prometo cuidarme y traer a este bebé
Madison se encontraba trabajando cuando unos deliciosos chocolates fueron puestos enfrente de ella, por lo que levantó la mirada sorprendida. Miller se encontraba frente a ella con una gran sonrisa. —Me alegra mucho verte muy bien. Esto es para ti — Maddie no pudo evitar sonrojarse, y odiaba que eso le pasara. —Gracias. — dijo tomándolos—No hay de qué, ¿Cómo va el bebé?, ¿Ya fueron donde un doctor. —Está de maravilla, hoy fuimos ¿Quieres ver su fotografía? — Miller no sabía de qué hablaba, porque simplemente no sabía nada de bebés, pero asintió. Maddie sacó de su cartera la pequeña foto que le había dado la doctora y se la mostró. Ella vio como él fruncía el ceño y se rio. —Mira este puntito de aquí es mi bebé, tengo cuatro semanas de embarazo. Miller observó con interés la fotografía y luego sonrió, era algo pequeño y estaba seguro que sería hermoso. —Estoy seguro que será un bebé hermoso y muy sano Madison, muchas felicidades. —Gracias, Miller — ella se quedó en silencio unos