Ambos nos pusimos de pie, Andrés me tomó de la mano y me llevó hacia la puerta de salida. —¿Me explicaras todo? Porque estoy muy confundida, hay mucho caos en la isla y todos dicen que son mafiosos. No entiendo por qué. —le hice saber. —Creí que eras más inteligente, cariño, la mafia está buscándome por culpa de ese muchacho. El los puso en mi contra y ahora estamos en guerra. Necesito protegerte. Asentí. —Esta bien. Cualquier cosa también estoy preparada —le dije, enseñándole mi arma. Andrés sonrió. —Como siempre prevenida —me felicita—por algo te supe entrenar muy bien, porque sabía que cuando llegara un momento como este serías una hija ejemplar. Nos subimos al ascensor, siempre actuando. —Ahora cuéntame, ponme al día de todo lo que ha pasado por aquí. Quiero saberlo todo. He estado al tanto pero confío más en tus palabras para saber cómo es que los ineptos de mis abogados creyeron que tenía un hijo por otro lado. Salimos al estacionamiento seguido de sus hombres. Nos mon
Golpeé la puerta con fuerza, tratando de controlarme, mientras el eco de mis gritos retumbaba en la habitación vacía. La frustración me quemaba por dentro, la rabia mezclada con un miedo incontrolable. Sabía que Andrés podía ser cruel, pero nunca imaginé que su odio llegara tan lejos, ni que estuviera dispuesto a hacerme tanto daño.Caminé de un lado al otro, intentando pensar en una salida. La ventana estaba sellada y las paredes de la habitación parecían de concreto. Revisé cada esquina, cada centímetro, buscando alguna esperanza de escape, pero no había nada. Andrés había planeado esto meticulosamente; no iba a ser fácil salir de aquí.Entonces, recordé el celular en mi bolsillo. Con manos temblorosas lo saqué y, para mi sorpresa, aún tenía señal. Marqué el número de Luke, aunque sabía que sería peligroso si Andrés llegaba a oírme. Me cubrí con una manta y me acerqué al rincón más lejano de la puerta.—Luke… —susurré apenas al escuchar su voz del otro lado.—Amanda, ¿dónde estás? —
Después del sonido que había escuchado, miré un cuerpo que estaba boca abajo. No lo podía creer, era un muerto y el asesino era Luke.—Lo tenía que hacer, cariño, te aseguro que si ese tipo nos hubiera descubierto, nos mataría sin pensarlo. Ellos no tienen clemencia como uno —asentí. Me tomó de la mano y seguimos el trayecto en medio de la oscuridad—. El coche está cerca. Espero que no lo hayan descubierto.Luke caminó junto a mí de manera sigilosa. Su pistola estaba cargada y lista para la próxima detonación.—Estoy harto —escuchamos a unos tipos que venían hablando en pareja—. Te apuesto que estaría con mi esposa disfrutando de una cena, pero mira lo que nos tocó, y todo por el capricho del jefe.Luke me hace señas para que me agache más. Ellos estaban armados y caminando en un camino más elevado que el nuestro.—Yo sé, pero no tenemos otra alternativa; además, la paga acá es muy buena y no la tendríamos en otro trabajo de ocho horas diarias —se quejó su amigo.Luke estaba camuflado
LUKE—Andrés, no le hagas daño a ella, Amanda no tiene nada que ver en estos asuntos, el problema es entre tú y yo—. Andrés me mira con esa mirada llena de maldad, la misma con la que me enfrenté años atrás.—Ahora resulta que dejaste tu oficio para convertirte en abogado; creo que tienes talento—. Se ríe descaradamente.— ¡Vamos, llévenlo a la sala y prepárenlo para mí!—¡No!— grita Amanda, tratando de hacer algo por mí, pero ese sujeto estúpido la lastima tomándola del brazo.—¡Déjala, Andrés!— espeto, luchando entre dos tipos que me sostienen—. Recuerda que está embarazada, maldito.Andrés se gira hacia mí con mucha furia y me da un puñetazo que me doblega.—Cierra la boca cuando estoy delante de mis empleados; tú más que nadie deberías estar agradecido por todo lo que te he brindado—. Me da otro golpe. Siento cómo mis entrañas se retuercen. Escupo sangre y sonrío.—Uno no puede agradecerle a la persona que más daño le ha hecho en la vida—. Me limpio con el pecho—. Tú y yo sabemos q
AMANDA: Con mucha dificultad saqué mis manos de las esposas. Daba gracias que mis manos fueran tan delgadas que cabían perfectamente en ellas. Suspiré profundo y me acerqué de nuevo a la puerta, dándole de patadas y golpes para ver si la podía derribar. Como eso no funcionaba entonces lancé lo primero que encontré hacia la puerta, para hacer todo el ruido que pudiera, que Andrés se concentrara en mi y no en Luke. Lancé unas tenazas, la lámpara, la mesita de noche. Fui al baño y lancé todo lo que encontré, al menos había agrietado la puerta. Tomé un martillo que encontré en el baño y golpeé la cerradura, nada es imposible, hasta esta puerta tiene que ceder. Me dolían los dedos y las manos pero tenía que salir de aquí y salvar a Luke. Tenía miedo de que Andrés lo matara. —¿¡Que demonios haces, Amanda?! —Andrés estaba del otro lado de la puerta—Deja de hacer escándalos y berrinche como niña chiquita. Me irrumpes mi cita con Luke. —dice. Me separo de la puerta y pongo detrás de ella, es
—Tranquila —me dice, sacándose el cinturón—esto no aguantará mucho en el aire, buscaré algo aquí para ver si podremos sobrevivir en el océano. Lo bueno es que la avioneta puede flotar un rato ya en el agua. —Un rato —repetí, eso no me daba mucho ánimo—¿y después, Luke? ¿Que haremos después? No quiero morir ahogada. —No estamos muy lejos de tierra. ¿Sabes nadar? —Si pero jamás aguantare todo el trayecto que hemos recorrido —le digo. Luke se pasa a la parte de atrás y yo lo sigo. Había dejado la avioneta en modo automático mientras tanto aguantaba en el aire. Luke buscó cosas en maletas y se sorprendió con algo. Me acerqué para ver de qué se había sorprendido. Dinero. Había una maleta llena de dólares. Abrí la boca del asombro y miré a Luke.—No es una maleta nada más, son cinco —me dice, señalando las demás maletas rojo y negra que estaban en una esquina. —Quizás deben de haber unos cinco millones entre las cinco. Andrés sabe hacer dinero. —Y estará muy enfadado el saber que no
Era Donna con sus amigos. —¡Pero miren a quien tenemos por aquí! —dice Donna, sonriente, burlándose. —Si es a la adoptada. Oye, ¿no es que te están buscando? Estás en todas partes para mi desgracia —me dice. —Donna, se que odias a Amanda pero allá atrás vienen unos tipos que nos quieren matar. Dime, tu odio es demasiado grande como para ver a Amanda muerta —le pregunta Luke. Es obvio que si. Arrójenme a los tiburones mejor. Donna se me queda viendo seria. —¡Milton, saca la escalera! —le grita a alguien. Nos acercamos a la escalerilla y subimos al yate con todas las cosas. —Escondanse en los dormitorios, nosotros nos encargamos de esos tipos —nos dice. Donna no venía sola, siempre llevaba a su grupo de amigos y también una seguridad increíble. No creo que esos tipos puedan contra todos estos. —Gracias —le dije seria. —Como sea, espero que después de todo esto nuestra guerra siga en pie —me guiña un ojo—me entretienes mejor viva. Luke me tomó de la mano y me llevó abajo, haci
AMANDANo podía soltar la mano de Luke mientras Rita manejaba a toda velocidad lejos del muelle. Miraba por la ventana, pero en realidad no veía nada. Seguía atrapada en los recuerdos de lo que acababa de pasar, de todo lo que habíamos vivido. La adrenalina todavía me hacía temblar, y no podía parar de pensar que Andrés estaría furioso. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que nos alcanzara de nuevo? Estaba cansada de toda esta situación. Yo no nací para huir de un desgraciado que lo único que ha hecho es arrebatarme mi felicidad y mi tranquilidad.La camioneta avanzaba rápido, en silencio, solo con el ruido del motor y nuestras respiraciones intentando encontrar su ritmo. Cada tanto, veía a Rita mirar por el retrovisor, asegurándose de que nadie nos estuviera siguiendo. En mi mente, repasaba una y otra vez lo que había hecho: los disparos, los golpes, la sangre… Nunca imaginé que llegaría a ser capaz de algo así. Me sentía distinta, como si algo en mí se hubiera roto o transformado para s