AMANDANo podía soltar la mano de Luke mientras Rita manejaba a toda velocidad lejos del muelle. Miraba por la ventana, pero en realidad no veía nada. Seguía atrapada en los recuerdos de lo que acababa de pasar, de todo lo que habíamos vivido. La adrenalina todavía me hacía temblar, y no podía parar de pensar que Andrés estaría furioso. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que nos alcanzara de nuevo? Estaba cansada de toda esta situación. Yo no nací para huir de un desgraciado que lo único que ha hecho es arrebatarme mi felicidad y mi tranquilidad.La camioneta avanzaba rápido, en silencio, solo con el ruido del motor y nuestras respiraciones intentando encontrar su ritmo. Cada tanto, veía a Rita mirar por el retrovisor, asegurándose de que nadie nos estuviera siguiendo. En mi mente, repasaba una y otra vez lo que había hecho: los disparos, los golpes, la sangre… Nunca imaginé que llegaría a ser capaz de algo así. Me sentía distinta, como si algo en mí se hubiera roto o transformado para s
AMANDAEsa misma noche había pasado junto a Luke, pensando en nuestro plan, que al inicio parecía descabellado, pero no teníamos otra alternativa. Rita había hecho café junto a Ginger. Kev estaba pensativo, pero no quería opinar nada al respecto. Tener a Nerea acá no me daba tranquilidad, por lo que le habíamos encargado a Ginger que primero la llevara a la policía. Ahí la cuidarían bien. Estaría protegida de todo el peligro que se iba a desatar.La zozobra se respiraba en todo el ambiente. Luke había sacado un mapa de una mansión cerca de una industria que ya no estaba en uso. Según Luke, esa misma industria era la que Andrés utilizaba para fabricar droga. Según él, ese era el único lugar que podría tomar como refugio.—Entonces, ¿dices que podemos entrar antes que él y dispararle a la cabeza desde la azotea? —le pregunté a Luke.—Sí, pero el tirador seré yo. Conozco bien el lugar, como la palma de mi mano, y sé que si uno de ustedes falla, seremos hombres muertos —respondió.Kev se
AMANDALo primero que sentí fueron los rayos del sol filtrándose en la sala de la cabaña. Estoy sola; no tengo los brazos de Luke rodeándome. Veo que son las cinco y quince de la mañana. Los demás están dormidos. Me levanto para ver qué ha pasado con Luke cuando escucho que está hablando con alguien afuera. Salgo de la cabaña y no solo veo a Luke, sino también a un hombre de su misma estatura frente a él. Detrás de ellos hay varios hombres vestidos de negro junto a unos coches. No sé cuántos son, pero me llevo la mano al pecho, asustada. —Amanda… —me dice Luke, sonriente—. Qué bueno que ya estás despierta, porque vamos a partir dentro de poco. Te presento a mi buen amigo Thomas. Él vino conmigo a la isla desde un inicio y nos estará ayudando con la emboscada a Andrés. Me acerqué al hombre que me sonrió. Le di la mano y él asintió. —Mucho gusto, señorita. Es un placer conocerla. Mi amigo Luke me ha hablado mucho de usted. Ahora veo por qué está enamorado: es una mujer muy hermo
LUKE: Era muy arriesgado pero era la única forma de acabar con ese hombre de una vez por todas. Iba a ponerme en posición para poder dispararle pero alguien más bajó del coche. Andrés la tomó del brazo de manera brusca y la jaloneó con el. No puede ser. Nerea. —¿No es la chica que estaba con ustedes? —quiso saber Thomas. —Si, ¿cómo demonios llegó hasta aquí? —Se te olvida que Andrés siempre está un paso adelante. Es obvio, la tomó de rehen. ¿Y ahora que hacemos? Por la posición en la que estaba Nerea era casi imposible dispararle sin que ella se viera afectada. Maldije a lo bajo y solo pude pensar en Amanda, en que ella la debe de estar viendo. —Tengo que buscar a Amanda —le hago saber.—Espera —me dice Thomas. —¡Amanda, se que estás aquí! ¡Sal, no quiero discutir mas contigo, me parece que fue suficiente! —grita Andrés. ¿Cómo demonios sabía todo eso? ¿Cómo sabía que íbamos a estar aquí? No entiendo nada. Alguien le dijo, alguien de los nuestros. Tomé el celular y le marq
El jet finalmente aterrizó, abrí los ojos porque me había quedado dormida. Al igual que Nerea. Era igual, un aeropuerto privado. No sabía cuánto tiempo había pasado, era de día y estaba lleno de nieve. La ventana estaba empañada, casi no se podía ver nada. —Llegamos, les recomiendo ponerse un abrigo porque afuera hace demasiado frío —me dice Andrés. Su mano derecha nos entrega abrigos y guantes. Hacemos lo que dice y salimos detrás de él. —¿Donde estamos? —quise saber. —En algún lugar de Rusia, querida. —respondió. Me quedé helada cuando dijo Rusia. Un lugar tan lejano. Luke jamás podrá encontrarnos. Todavía guardaba el celular así que podía enviarle mi ubicación antes de que nos requisaran. —Quiero pasar al baño, no aguanto más—le digo, pero le pase el celular a Nerea, a su bolsas. Ella se dio cuenta del gesto y se puso rígida, tratando de disimular. —No soy tan estupido, revísenla, no quiero que lleve un celular por ahí —les dice Andrés a sos tipos. Dejé que me revisaran y no
AMANDA: —Kaya, muéstrale sus habitaciones a las señoritas —Andrés le ordena a una muchacha joven. Esta asiente y nos hace seña de que la sigamos. Subimos las enormes escaleras detrás de ella. Avanzamos por un pasillo grande y amplio hasta llegar a una puerta de color rojo. —Dormirán aquí —nos dice, abriendo para enseñarnos nuestra habitación. Era grande y tenía dos camas. —Pueden pasar para ponerse cómodas, hay ropa en el ropero y todo lo que necesiten. Si necesitan algo hay un celular en la pared que da a la cocina, no se preocupen por marca a otro número porque solo funciona para llamar dentro de la casa. Entramos a la habitación y la chica cerró con llave después. Nos habían dejado encerradas. —Jamás imagine que conocería Rusia de esta manera —me dice Nerea—tengo demasiado frío. Saqué el celular y empecé a marca el número de Luke, pero parece que la señal estaba intervenida. No me funcionaba ni las llamadas ni los mensajes. —Maldita sea, no funciona. Estoy harta de esto, har
AMANDADimitri, sentado al lado de Nerea, no dejaba de mirarla. Nerea, por su parte, estaba más serena de lo que debería estar. La conocía, y detrás de esa calma había una mezcla de miedo y confusión. Lo peor era que su actitud parecía agradarle al tal Dimitri. Yo no confiaba en él ni un poquito, pero si jugaba bien mis cartas, tal vez podía aprovechar su interés.—¿Y cómo es la vida en Hawaii? —preguntó Dimitri, su atención completamente centrada en Nerea.Nerea dudó un instante antes de responder.—Es… diferente a esto, eso seguro. Allá no hace tanto frío y la gente es más relajada.Dimitri sonrió, un gesto que intentaba ser encantador pero que a mí me dio escalofríos.—Aquí el clima puede ser un poco… inhóspito, pero tiene su belleza, ¿no crees? —dijo mientras giraba su copa de vino entre los dedos.—Supongo que sí —respondió Nerea, evitando su mirada.Intenté intervenir para que Dimitri no siguiera intimidándola.—La verdad, no esperaba terminar en Rusia. Todo esto ha sido bastant
LUKELa llamada con Ricollinos no fue sencilla. Después de un tenso intercambio de palabras, logré convencerlo de escucharme. A pesar de que para él yo era un hombre muerto por lo que según le había hecho a su pareja, las pruebas que tenía contra Andrés le llamaron la atención. Quedamos en vernos en un lugar neutral, un almacén abandonado a las afueras de la ciudad.—Thomas, ¿está todo listo? —pregunté mientras terminaba de cargar mis armas.—Sí, jefe. El equipo está preparado y listo para moverse. ¿De verdad crees que Ricollinos va a ayudarte? —preguntó, su escepticismo evidente.—No tengo otra opción. Si quiero salvar a Amanda y Nerea, necesito un ejército. Y Ricollinos es mi única carta ahora.Cuando llegamos al lugar del encuentro, un convoy de camionetas negras ya estaba estacionado afuera. Bajé del coche con Thomas y Kev a mis espaldas. Los hombres de Ricollinos, todos vestidos de negro y armados hasta los dientes, nos miraron con hostilidad. Uno de ellos abrió la puerta del alm