AMANDADimitri, sentado al lado de Nerea, no dejaba de mirarla. Nerea, por su parte, estaba más serena de lo que debería estar. La conocía, y detrás de esa calma había una mezcla de miedo y confusión. Lo peor era que su actitud parecía agradarle al tal Dimitri. Yo no confiaba en él ni un poquito, pero si jugaba bien mis cartas, tal vez podía aprovechar su interés.—¿Y cómo es la vida en Hawaii? —preguntó Dimitri, su atención completamente centrada en Nerea.Nerea dudó un instante antes de responder.—Es… diferente a esto, eso seguro. Allá no hace tanto frío y la gente es más relajada.Dimitri sonrió, un gesto que intentaba ser encantador pero que a mí me dio escalofríos.—Aquí el clima puede ser un poco… inhóspito, pero tiene su belleza, ¿no crees? —dijo mientras giraba su copa de vino entre los dedos.—Supongo que sí —respondió Nerea, evitando su mirada.Intenté intervenir para que Dimitri no siguiera intimidándola.—La verdad, no esperaba terminar en Rusia. Todo esto ha sido bastant
LUKELa llamada con Ricollinos no fue sencilla. Después de un tenso intercambio de palabras, logré convencerlo de escucharme. A pesar de que para él yo era un hombre muerto por lo que según le había hecho a su pareja, las pruebas que tenía contra Andrés le llamaron la atención. Quedamos en vernos en un lugar neutral, un almacén abandonado a las afueras de la ciudad.—Thomas, ¿está todo listo? —pregunté mientras terminaba de cargar mis armas.—Sí, jefe. El equipo está preparado y listo para moverse. ¿De verdad crees que Ricollinos va a ayudarte? —preguntó, su escepticismo evidente.—No tengo otra opción. Si quiero salvar a Amanda y Nerea, necesito un ejército. Y Ricollinos es mi única carta ahora.Cuando llegamos al lugar del encuentro, un convoy de camionetas negras ya estaba estacionado afuera. Bajé del coche con Thomas y Kev a mis espaldas. Los hombres de Ricollinos, todos vestidos de negro y armados hasta los dientes, nos miraron con hostilidad. Uno de ellos abrió la puerta del alm
AMANDARegresar a Hawaii después de todo lo que pasó en Rusia fue como un respiro para el alma, aunque no del todo. La mansión que Luke había preparado como nuestro refugio estaba en ruinas, física y emocionalmente. Los pocos muebles que quedaban estaban fuera de lugar, las paredes tenían marcas de balas y los recuerdos de todo lo que Andrés había hecho seguían acechándonos.Luke no paraba ni un segundo. Desde que aterrizamos, había estado hablando con Thomas y Kev para intentar reorganizar todo, asegurándose de que los hombres de Andrés no hubieran dejado rastros. Aunque había muerto, su sombra aún nos perseguía. Yo, por otro lado, trataba de mantenerme ocupada con cosas menores, como limpiar lo poco que podía. Pero la verdad es que apenas tenía fuerzas.El cansancio no era solo físico; también era mental. Desde el rescate, no podía dormir bien. Las imágenes de Andrés apuntándome, de Dimitri y sus frías palabras, de la sangre... todo seguía vivo en mi cabeza. Pero tenía que mantenerm
—Lo siento, Amanda. La mafia rusa es demasiado poderosa. Mucho más que la italiana donde estaba Andrés y Ricollinos. Si Dimitri, el jefe de la mafia, quiere que Nerea sea su mujer entonces eso es lo que logrará hacer. Parpadeé varias veces ante lo que Luke me estaba diciendo: estaba tratando de decirme que no se puede hacer nada con Nerea. —Luke, hablas como si no podemos hacer nada por ella —me senté—Y la tienes que rescatar. —Amanda —Luke suspiró—Yo también quiero, no me gusta que hayamos sacado a Nerea de la calle para que unos mafiosos la secuestraran. Nerea está bien y Dimitri jamás le haría daño. Créeme. Al menos por ahora no podemos hacer nada. Lo que menos necesitamos es otra guerra. No quiero perderte y se que no te quedarás quieta así que hago esto por tu bien. Suspiré resignada. No puedo creer que Nerea esté con unos mafiosos en estos momentos, ella tan pequeña. Apenas va a cumplir dieciséis años, no se lo merece. Debe de estar muy asustada. Me niego a aceptarlo. Y tod
¿Que está haciendo ella aquí? —¿A mi? Luke no está, ¿ya le dijiste? —le dije a Lupe. Ginger se quedó igual de asombrada que yo. O sea, que esté en mi casa la ex de mi novio con su hijo es un poco extraño y raro. Fue de lugar. Mucho. —Si, pero ella quiere hablar contigo también —menciona. —No te voy a quitar mucho tiempo —me dice Marina. Me acuerdo muy bien de su nombre. —Bueno, estaré en la cocina con Lupe —dice Ginger, yéndose con Lupe y dejándome sola con esta mujer. El niño parece tímido, está mirando todo con asombro y algo de miedo. —Siéntate —le pedí. Ella se sentó con el niño. A decir verdad no siento celos de esta mujer, no es por nada pero no me llega ni a los talones. Es todo lo opuesto a mi y a las mujeres que había visto con Luke… aunque no se si eso también era mentira. La chica era mayor que yo, se veía, usaba un enorme vestido, su pelo iba en un moño alto y desarreglado. Toda ella se miraba desarreglada. Tenía un estilo hippie muy viejo. —Te escucho. —Ahora que t
—Vaya… ¿se fue así sin más? —volví a preguntar, porque no me parecía tan lógico que una madre dejara a su hijo así. —Marina me dijo que esta pasando por una mala racha de dinero y que le costará volver a estar en su situación económica de antes. Le dije que yo le iba a mandar dinero para todo lo que Travis necesite pero ella me dijo que mejor me quedara con el. Será mejor para Travis. Claro que no me negué… aunque, no te he preguntado a ti. ¿Estás de acuerdo? Porque si no te parece yo puedo quedarme con Travis en otro lado. —¿Que? —lo miré mal. —¿te irías y me dejarías? —Claro que no te dejaría. Pero Travis ahora solo me tiene a mi. —Yo jamás te pediría o te diría que Travis no se quede. Al contrario, es más que bienvenido pero desde ya me dices que te diré que no. No pongas palabras en mi boca por favor. —Tienes razón. Lo siento. Es que pensé… —No pienses y mejor pregunta. —me puse de pie. —No te enojes con mi papá por favor. —Travis me toma de la mano, un gesto que me descolo
—Ya está inscrito —dijo Luke mientras cerraba la puerta del auto con una mezcla de satisfacción y cansancio. Había pasado la última hora en la oficina administrativa de una de las escuelas más prestigiadas de la zona. Travis iba en el asiento trasero, jugando con una figurita de acción que había encontrado en el bolso de Amanda.—¿Empiezas mañana? —preguntó Amanda con una sonrisa. Se giró para ver al pequeño, quien asintió con entusiasmo.—Sí, dijeron que puedo llevar mi lonchera. ¿Me vas a ayudar a escogerla? —preguntó Travis con ojos brillantes, casi olvidando por completo lo nervioso que estaba al llegar a un lugar nuevo.—Claro que sí —respondió Amanda, aunque no pudo evitar notar cómo sus propias emociones cambiaban al ver la emoción del niño. Travis empezaba a caerle bien, más de lo que había querido admitir al principio. En el fondo, todavía sentía algo de rencor hacia Marina, pero no era justo reflejarlo en el pequeño. Él era dulce, y al verlo tan feliz, Amanda no pudo evitar
El sonido de la puerta abriéndose alertó a Amanda. Se levantó del sofá y caminó hacia la entrada, donde vio a Luke entrar con una sonrisa cansada y una bolsa con algo de comida para la cena.—¿Todo bien? —preguntó ella, cruzándose de brazos. Había pasado las últimas horas inquieta, preguntándose si Luke realmente había ido a “hacer compras” o si escondía algo.—Todo bien —respondió él con tono ligero mientras dejaba la bolsa en la mesa de la cocina. Amanda lo observaba con atención, tratando de captar cualquier signo de que estuviera mintiendo.—¿Qué compraste? —preguntó.—Unos cortes de carne y verduras. Pensé que podríamos hacer una cena especial —dijo Luke, girándose para mirarla. Le dedicó una de esas sonrisas que normalmente lograban desarmarla, pero esta vez Amanda sintió que algo no encajaba.—¿Y por qué te tardaste tanto? —insistió, frunciendo el ceño.—El tráfico. Ya sabes cómo se pone esta zona al atardecer —respondió sin perder la compostura. Se acercó a ella y le dio un be