—Yo… yo no puedo hacer lo que me pide, señora Antonella… —Gianna retrocedió un paso hacia atrás, mientras un pinchazo hundía su pecho.
Le faltaba el aire, incluso sentía que iba a desvanecerse en el momento.
—Gianna… —esta vez dictaminó su jefa en un tono amenazador—. Te necesito, no puedo confiar en otra persona, y… no olvides que he pagado lo suficiente. Sin embargo, tendrás una gran compensación por este hecho…
Ella negó varias veces, y sin poder soportarlo más, salió de aquella oficina, y en el camino, se chocó con su compañera de piso haciendo que todos los bocetos cayeran al suelo.
—Lo siento… lo siento mucho… —después de eso salió disparada, y con la mente completamente confusa, sacó la mano a un taxi, y se metió en él, como si fuese su bote salvavidas.
Dio la dirección al conductor y luego se tapó la boca para escurrirse en el asiento.
No podía creerlo, no podía imaginar aceptar tal situación, no podía.
Cuando llegó a su casa se limpió rápidamente las lágrimas, y acomodó su cabello detrás de la oreja, para abrir una reja que daba con un jardín pequeño.
La construcción era vieja, pero estaba bien cuidada y sus muros eran gruesos. Esta casa había pertenecido a todos sus parientes, y su madre se esmeraba porque siempre se viera como un tesoro reluciente.
Rosella fue la primera en recibirla, mientras vio cómo su padre aún continuaba en la parte trasera de la casa, quizás cultivando alguna de sus plantas favoritas.
—Mia figlia (Hija, mia) —su madre saludó y ella la abrazó de inmediato como si buscara un refugio—. Has llegado muy temprano… ¿Sucede algo…?
Gianna se separó de ella, pero en el momento fueron interrumpidas por Rosella.
—Hermana… mamá y yo vimos esta mañana el salón de ballet… —sus dientes relucientes volviendo a pinchar su corazón.
—¿No me esperaron?
—No te enojes… literalmente obligué a mamá para que saliera de casa… solo queríamos verla… solo por fuera… y… —Gianna se giró a su madre que sonreía.
—Allí estaban unas chicas practicando… —completó Bianca.
Gianna sonrió olvidando un poco sus problemas, y acarició la quijada de su hermana.
—Por cierto, cariño… hemos recibido un paz y salvo, no tenemos alguna deuda de la casa… y todo gracias a ti… —en el momento en que su madre dijo esto, a ella se le borró la sonrisa.
—La mia bambina è qui? (¿Mi chica está aquí? —preguntó Carlo llegando al sitio con las botas embarradas.
—Oh, Carlo… ¡Ve afuera! Ensucias mi piso…
Tanto Rosella como Gianna comenzaron a reír, pero a Gianna le costó más superar el hecho.
De una risa desenfrenada, pasó a un llanto inconsolable, que le borró la felicidad a toda su familia en el instante.
—¿Estás segura de que solo es mucho trabajo? —Gianna asintió hacia su padre, cuando Bianca comenzó a servir la cena.
—Sí, papá… no te preocupes… —ella pudo notar como su padre cambió de expresión, y le puso una mano en seguida para preguntar—. ¿Por qué el cambio?
—Mi salario… es una tontería que solo trae la comida… pero tú… tú te encargas de todo, de la hipoteca, de las cuentas grandes, cuando esto no debería ser así…
—Papá… estás incapacitado… tu columna no está en las mejores condiciones… y si estás trabajando en esa tienda, es únicamente porque así lo quieres… Yo te dije que me haría cargo.
Carlo tomó su mano, y le sonrió.
—Pero no es lo justo… no sé qué haríamos sin ti…
—Mi hermana es la mejor de todas… ni siquiera puedo creer que vaya a esa academia de ballet… estoy tan emocionada —completó su hermana Rosella.
Gianna se echó a llorar toda la noche, apagó su teléfono, y al siguiente día se despertó con los ojos tan hinchados que tuvo que usar más maquillaje de lo que acostumbraba.
Y para cuando estuvo de nuevo en la empresa, respiró profundo cuando fue a entrar en la oficina de su jefa, aquella que, como un arma mortal, había utilizado todos sus favores en su contra.
—Buenos días, Gianna… —Cuando la vio entrar, Antonella se levantó para saludar, muy amable—. ¿Pudiste descansar?
Gianna asintió lento, y luego caminó dos pasos más.
—No tengo otra opción señora… tengo que aceptar su propuesta…
La sonrisa de Antonella se amplió y rápidamente caminó hasta ella para darle un abrazo.
Jamás había recibido un gesto de su parte de esta magnitud, pero ahora ella necesitaba cualquier consuelo, y no dudó en sollozar en sus brazos porque se sentía muy indefensa.
—Ya… ya… no llores… No es para tanto… te juro que, si te queda alguna estría, o rollito de más, pagaré tus arreglos… —Gianna parpadeó varias veces, porque en lo que menos pensaba ahora, era en su cuerpo.
—No pienso eso señora Antonella… pienso en mis padres… en… mi hermanita…
—Encontraremos una solución… pero todo a su tiempo… yo estoy emocionada de que hayas aceptado —Y, halándola, la sentó frente a su escritorio—. Escucha, todo continuará igual… seguirás trabajando aquí… tendrás mejores compensaciones, y te pasaré otro pago mensual, por tu vientre en alquiler…
Gianna levantó la cabeza cuando lo mencionó de nuevo, mientras su estómago se revolvía.
Ni siquiera sabía cómo iba a poder continuar con esto, o simplemente llevarlo a cabo.
—Está bien… siempre y cuando pueda pagar mis deudas… y… después de esto no tendré moras con usted, señora Antonella…
—¡Oh, no!, no te preocupes, no me deberás ni un euro, además estarás muy bien compensada.
Gianna asintió lento mirando sus manos, y luego una pregunta se formó en su cabeza.
—¿El señor Cavalli está de acuerdo con esto? —la mirada oscura de Antonella fue un poco intimidante, pero ella la vio asentir.
—Lo está… Enzo ve por mis ojos, Gianna… y… yo tengo un problema en mi útero para concebir… tú… nos darás la dicha de ser padres, y estará muy agradecido contigo también.
Ella asintió de nuevo, y cuando fue a levantarse para irse, Antonella volvió a interrumpirla.
—¿A dónde vas?
Gianna se giró confundida, y alzó los hombros para responder lo obvio.
—Al trabajo… como siempre a esta hora.
Antonella negó sonriente, tomó su bolso y se levantó del asiento.
—No cariño, ahora mismo recoge tus cosas, porque nos reuniremos con Enzo…
Gianna estaba tronando sus dedos debajo de la mesa, en un lujoso restaurante, donde Antonella estaba pidiendo un desayuno para ambas, mientras esperaban a Enzo.—¿Te provoca el plato número dos? —Gianna alzó la vista ante la pregunta, y luego miró la carta.—Creo que solo me tomaré un capuchino… realmente desayuné antes de salir de casa…Antonella sonrió, y luego miró al camarero.—Lo de siempre, entonces…—Por supuesto —dijo el hombre retirándose, y luego Antonella comenzó observándola detenidamente.—No quiero esa cara, Gianna… Enzo pensará que estoy colocando un arma en tu cabeza…Gianna pensó que sí lo hacía, literalmente estaba entre la espada y la pared, y no había decisión que tomar, porque ella no tenía opciones.Prefirió quedarse callada, y entonces su vista se alzó cuando pudo notar que el esposo de su jefa, estaba entrando en el lugar.Ella se tensionó visiblemente cuando lo detalló en un traje a su medida, y su apariencia perfecta. Tenía lentes oscuros como los solía usar,
Gianna miró la mano del hombre que estaba presentándose, y luego aquel rostro le hizo clip en su cabeza.Por supuesto, se trataba de Ángelo Cavalli, el hermano que le seguía al señor Enzo. Conocía perfectamente a esta familia, y el número que los procedía, porque ella había preparado el cumpleaños número 28 de Antonella el año pasado. En ese momento se hizo cargo de todas las invitaciones, y de toda la organización, quedando del detrás de cámaras todo el tiempo en el evento.Ángelo tenía 30 años, y de igual forma, era un empresario como su hermano. Gran parte de los viñedos de Italia, eran presididos por estos dos, y sus caras siempre eran la representación de tal negocio.Luego de Ángelo, le seguía Alexia, de 28 años, que era muy distante de Antonella, y por último Carlo, de 25 años, que estudiaba en el exterior. La familia era numerosa, sin duda alguna, pero ninguno se había casado, a excepción de Enzo.—Me llamo…—Ella es Gianna… —Enzo se adelantó a cortarla, y ambos lo miraron con
Unos días después, Antonella estaba frente al médico un día antes de la intervención de Gianna, porque el doctor Dago la había mandado a llamar por un asunto que se presentó de improviso.—He venido lo más pronto… ¿Qué ocurre?El doctor Dago la miró pasando un trago.—Señora Cavalli… se ha presentado un problema… a decir verdad… un gran problema…Antonella negó varias veces.—Hable ya… ¿Qué pasa?—Señora… hay una dificultad con sus óvulos… ellos, no pueden ser fecundados… usted realmente tiene un problema para concebir…Antonella abrió sus ojos desmesuradamente sin poder decir una sola palabra.—¿Qué dice? —el doctor Dago se quedó en silencio, y luego aspiró el aire para comenzar a explicar:—Su útero no es el problema, aunque anteriormente era una mentira… tiene un excelente útero, pero sus óvulos… —él negó—. Sus óvulos…—¡Cállese…! —Antonella se levantó de golpe—. ¿Dónde están esos exámenes…? ¡Démelos…! Hablaré con alguien más capacitado ahora mismo.El doctor Dago le pasó los papel
—¿Qué pasa? Estás muy callada… y esto no es de ti… —Antonella se giró con la copa en su mano, mientras una cena íntima se suscitaba en su casa, porque ella misma había mandado a preparar.Pero el hecho era que no podía pensar en otra cosa, sino en ese embarazo, que aún no había sido comprobado, y que a la larga ella no pertenecía en el asunto.Derramó una lágrima por su mejilla izquierda mientras Enzo se tensó.—¿Dime qué ocurre?Antonella sonrió mientras negó y tomó la copa de golpe.—Estoy feliz… ya han pasado unas semanas… el tratamiento fue un éxito ese día, y pronto sabremos si ya estamos siendo padres…Enzo asintió, y luego masajeó su sien.—Aún no sé cómo abordar el tema con mi familia.—¿Y eso importa? —él se giró de golpe, mientras su ánimo se agrió.—Importa sí, y mucho… es mi familia Antonella… lo más importante para mí.—¿Y yo donde quedo aquí?Un bufido salió por la boca de Enzo totalmente exasperado, y se levantó de inmediato diciendo.—Pensé que eras parte de ella… pero
—Solo debemos tomar una muestra, para saber las semanas… pero con esto, tenemos la fiabilidad suficiente… —el doctor Dago achicó los ojos en el eco, estaba un poco confundido con el embrión, pero no notó alguna situación extraña.—Entonces… ¿Ella…?—Sí… —el médico cortó a Enzo—. Gianna está en embarazo… sus síntomas se deben a las deficiencias que el cuerpo comienza a exigir, y necesitará una muy buena alimentación, complementos, y menos estrés…Enzo escuchó los latidos del corazón de aquel bebé, y los sintió prontamente en sus entrañas, mientras Gianna miraba la pantalla observando como es bolita se movía de aquí para allá.—Es tan diminuto… e indefenso… —Enzo bajó la mirada hacia ella cuando lo mencionó, y luego escuchó cómo el doctor Dago le dijo.—Serás una buena cuidadora… estoy seguro…Gianna asintió lento, y luego el médico le pasó una toalla para que se limpiara.—Puedes ir a cambiarte… te esperaremos…Ella asintió siguiendo la orden, mientras el hombre observó a Enzo.—La señ
Antonella encendió unas velas en el comedor principal, y despidió a todo su personal para así tener un tiempo a solas con Enzo.Comprobó la hora, y supo que estaba retrasado, así que buscó su móvil para llamar rápidamente, mientras acomodaba su vestido y se sentaba.Iba a pretender celebrar este momento, pero también utilizaría el evento para tener un tiempo importante con él.Los tonos de la llamada sonaron por largo rato, hasta que el contestador caía, y ella observó el teléfono con curiosidad.—¿Dónde estás, Enzo?—Aquí… —ella dio salto girándose de forma rápida, y se puso de pie, cuando vio el aspecto cansado en su marido.—¿Qué ocurre?Enzo caminó lento, y luego detalló la mesa.—¿Qué celebramos?—El embarazo… lo que tanto deseaste… —dijo en tono irónico, entre tanto el hombre frunció una mueca disfrazada de sonrisa, y luego se sentó.—¿Lo que tanto deseé? Entonces, ¿no haces parte de esto? —los hombros de Antonella se tensaron, pero supo que él no estaba pensando lo mismo que el
Eran las cinco y media y Enzo aún esperaba abajo en el auto, cuando decidió decirle a su chofer que lo esperara, y que demoraría al menos cinco minutos en regresar.Caminó por toda la planta de diseño de Antonella, y se metió en el ascensor privado para llegar al tercer piso, donde sabía podía encontrar a Gianna.Había mucho personal ir de aquí para allá como si apenas comenzaran su jornada, y se adentró hasta el ala de Antonella, donde la encontró a esa chica contestando llamadas.Pudo notar como sus ojos claros se agrandaron cuando lo vio de pie frente a ella, y luego la escuchó decir:—Te llamaré luego… pero, por favor… que ella tenga los bocetos hoy mismo, así sean las doce de la noche… —dejó caer el auricular y colgó el teléfono sin quitarle la mirada—. Señor… lamento la tardanza… he tenido algunas complicaciones…—Déjalo para mañana…—Pero…—No hay peros, toma tus cosas, y vámonos… —Gianna abrió su boca para refutar, pero ante su mirada seria, decidió no discutir. Si alguna cosa
Gianna sabía que esta situación haría parar de cabeza a Antonella, pero al menos tenía la seguridad de que alguien cuerdo estaba en este asunto y eso, de cierta forma, la tranquilizó más.Ella comió esta vez en medio de una conversación amena, y en media hora más, estaban dirigiéndose a su casa, mientras ella notó como Enzo hacía detenerse al conductor unas cuadras antes.—Está un poco oscuro hoy… será mejor que al menos te acompañe… —pero ella negó.—No es necesario… es una zona tranquila…—Bien… Y Gianna… déjeme decirle que, hablaré con mi abogado para cambiar el contrato de nuestro acuerdo…—Está bien… pero al menos no elija lo que debo desayunar, porque no estoy tolerando mucho las mañanas…Enzo sonrió, y luego tomó su mano para ayudarla a bajar del auto.—Mañana estaré muy ocupado, pero me gustaría reunirme de nuevo para el contrato en dos días… por lo demás… —ella notó que él sacó su móvil y se lo dio en sus manos—. Escriba aquí su número…Era una nimiedad, pero allí estaba de n