Gianna miró la mano del hombre que estaba presentándose, y luego aquel rostro le hizo clip en su cabeza.Por supuesto, se trataba de Ángelo Cavalli, el hermano que le seguía al señor Enzo. Conocía perfectamente a esta familia, y el número que los procedía, porque ella había preparado el cumpleaños número 28 de Antonella el año pasado. En ese momento se hizo cargo de todas las invitaciones, y de toda la organización, quedando del detrás de cámaras todo el tiempo en el evento.Ángelo tenía 30 años, y de igual forma, era un empresario como su hermano. Gran parte de los viñedos de Italia, eran presididos por estos dos, y sus caras siempre eran la representación de tal negocio.Luego de Ángelo, le seguía Alexia, de 28 años, que era muy distante de Antonella, y por último Carlo, de 25 años, que estudiaba en el exterior. La familia era numerosa, sin duda alguna, pero ninguno se había casado, a excepción de Enzo.—Me llamo…—Ella es Gianna… —Enzo se adelantó a cortarla, y ambos lo miraron con
Unos días después, Antonella estaba frente al médico un día antes de la intervención de Gianna, porque el doctor Dago la había mandado a llamar por un asunto que se presentó de improviso.—He venido lo más pronto… ¿Qué ocurre?El doctor Dago la miró pasando un trago.—Señora Cavalli… se ha presentado un problema… a decir verdad… un gran problema…Antonella negó varias veces.—Hable ya… ¿Qué pasa?—Señora… hay una dificultad con sus óvulos… ellos, no pueden ser fecundados… usted realmente tiene un problema para concebir…Antonella abrió sus ojos desmesuradamente sin poder decir una sola palabra.—¿Qué dice? —el doctor Dago se quedó en silencio, y luego aspiró el aire para comenzar a explicar:—Su útero no es el problema, aunque anteriormente era una mentira… tiene un excelente útero, pero sus óvulos… —él negó—. Sus óvulos…—¡Cállese…! —Antonella se levantó de golpe—. ¿Dónde están esos exámenes…? ¡Démelos…! Hablaré con alguien más capacitado ahora mismo.El doctor Dago le pasó los papel
—¿Qué pasa? Estás muy callada… y esto no es de ti… —Antonella se giró con la copa en su mano, mientras una cena íntima se suscitaba en su casa, porque ella misma había mandado a preparar.Pero el hecho era que no podía pensar en otra cosa, sino en ese embarazo, que aún no había sido comprobado, y que a la larga ella no pertenecía en el asunto.Derramó una lágrima por su mejilla izquierda mientras Enzo se tensó.—¿Dime qué ocurre?Antonella sonrió mientras negó y tomó la copa de golpe.—Estoy feliz… ya han pasado unas semanas… el tratamiento fue un éxito ese día, y pronto sabremos si ya estamos siendo padres…Enzo asintió, y luego masajeó su sien.—Aún no sé cómo abordar el tema con mi familia.—¿Y eso importa? —él se giró de golpe, mientras su ánimo se agrió.—Importa sí, y mucho… es mi familia Antonella… lo más importante para mí.—¿Y yo donde quedo aquí?Un bufido salió por la boca de Enzo totalmente exasperado, y se levantó de inmediato diciendo.—Pensé que eras parte de ella… pero
—Solo debemos tomar una muestra, para saber las semanas… pero con esto, tenemos la fiabilidad suficiente… —el doctor Dago achicó los ojos en el eco, estaba un poco confundido con el embrión, pero no notó alguna situación extraña.—Entonces… ¿Ella…?—Sí… —el médico cortó a Enzo—. Gianna está en embarazo… sus síntomas se deben a las deficiencias que el cuerpo comienza a exigir, y necesitará una muy buena alimentación, complementos, y menos estrés…Enzo escuchó los latidos del corazón de aquel bebé, y los sintió prontamente en sus entrañas, mientras Gianna miraba la pantalla observando como es bolita se movía de aquí para allá.—Es tan diminuto… e indefenso… —Enzo bajó la mirada hacia ella cuando lo mencionó, y luego escuchó cómo el doctor Dago le dijo.—Serás una buena cuidadora… estoy seguro…Gianna asintió lento, y luego el médico le pasó una toalla para que se limpiara.—Puedes ir a cambiarte… te esperaremos…Ella asintió siguiendo la orden, mientras el hombre observó a Enzo.—La señ
Antonella encendió unas velas en el comedor principal, y despidió a todo su personal para así tener un tiempo a solas con Enzo.Comprobó la hora, y supo que estaba retrasado, así que buscó su móvil para llamar rápidamente, mientras acomodaba su vestido y se sentaba.Iba a pretender celebrar este momento, pero también utilizaría el evento para tener un tiempo importante con él.Los tonos de la llamada sonaron por largo rato, hasta que el contestador caía, y ella observó el teléfono con curiosidad.—¿Dónde estás, Enzo?—Aquí… —ella dio salto girándose de forma rápida, y se puso de pie, cuando vio el aspecto cansado en su marido.—¿Qué ocurre?Enzo caminó lento, y luego detalló la mesa.—¿Qué celebramos?—El embarazo… lo que tanto deseaste… —dijo en tono irónico, entre tanto el hombre frunció una mueca disfrazada de sonrisa, y luego se sentó.—¿Lo que tanto deseé? Entonces, ¿no haces parte de esto? —los hombros de Antonella se tensaron, pero supo que él no estaba pensando lo mismo que el
Eran las cinco y media y Enzo aún esperaba abajo en el auto, cuando decidió decirle a su chofer que lo esperara, y que demoraría al menos cinco minutos en regresar.Caminó por toda la planta de diseño de Antonella, y se metió en el ascensor privado para llegar al tercer piso, donde sabía podía encontrar a Gianna.Había mucho personal ir de aquí para allá como si apenas comenzaran su jornada, y se adentró hasta el ala de Antonella, donde la encontró a esa chica contestando llamadas.Pudo notar como sus ojos claros se agrandaron cuando lo vio de pie frente a ella, y luego la escuchó decir:—Te llamaré luego… pero, por favor… que ella tenga los bocetos hoy mismo, así sean las doce de la noche… —dejó caer el auricular y colgó el teléfono sin quitarle la mirada—. Señor… lamento la tardanza… he tenido algunas complicaciones…—Déjalo para mañana…—Pero…—No hay peros, toma tus cosas, y vámonos… —Gianna abrió su boca para refutar, pero ante su mirada seria, decidió no discutir. Si alguna cosa
Gianna sabía que esta situación haría parar de cabeza a Antonella, pero al menos tenía la seguridad de que alguien cuerdo estaba en este asunto y eso, de cierta forma, la tranquilizó más.Ella comió esta vez en medio de una conversación amena, y en media hora más, estaban dirigiéndose a su casa, mientras ella notó como Enzo hacía detenerse al conductor unas cuadras antes.—Está un poco oscuro hoy… será mejor que al menos te acompañe… —pero ella negó.—No es necesario… es una zona tranquila…—Bien… Y Gianna… déjeme decirle que, hablaré con mi abogado para cambiar el contrato de nuestro acuerdo…—Está bien… pero al menos no elija lo que debo desayunar, porque no estoy tolerando mucho las mañanas…Enzo sonrió, y luego tomó su mano para ayudarla a bajar del auto.—Mañana estaré muy ocupado, pero me gustaría reunirme de nuevo para el contrato en dos días… por lo demás… —ella notó que él sacó su móvil y se lo dio en sus manos—. Escriba aquí su número…Era una nimiedad, pero allí estaba de n
—Debes quitarte esta ropa… —cuando Enzo dijo las palabras, Gianna lo miró fijamente mientras negó.—Era mejor irme a casa, señor…—Tus padres pensarán que somos inhumanos si llegas en estas condiciones, y la verdad es que si… ¿Has pensado en que vas a enfermarte con esta lluvia y este frío? —Enzo le quitó la chaqueta, y la arrimó hacia la chimenea de la sala, que anteriormente había encendido—. Buscaré algo para ti…—Por favor… —ella lo detuvo en forma de súplica—. No me dé nada de su esposa… la conozco.El hombre apretó los dientes, y luego asintió para subir a su habitación.La mayoría de sus empleados no estaba, y era que él acostumbraba a que todos se fueran a casa, o terminaran su jornada finalizando la tarde. Casi nunca cenaba con Antonella allí, así que no era indispensable que nadie se quedara, a expresión de su seguridad fuera de toda la casa, y de la residencia.Además, siempre había sido celosos con la intimidad familiar, y prefería servirse un vaso de agua por la noche, qu