Gianna sabía que esta situación haría parar de cabeza a Antonella, pero al menos tenía la seguridad de que alguien cuerdo estaba en este asunto y eso, de cierta forma, la tranquilizó más.Ella comió esta vez en medio de una conversación amena, y en media hora más, estaban dirigiéndose a su casa, mientras ella notó como Enzo hacía detenerse al conductor unas cuadras antes.—Está un poco oscuro hoy… será mejor que al menos te acompañe… —pero ella negó.—No es necesario… es una zona tranquila…—Bien… Y Gianna… déjeme decirle que, hablaré con mi abogado para cambiar el contrato de nuestro acuerdo…—Está bien… pero al menos no elija lo que debo desayunar, porque no estoy tolerando mucho las mañanas…Enzo sonrió, y luego tomó su mano para ayudarla a bajar del auto.—Mañana estaré muy ocupado, pero me gustaría reunirme de nuevo para el contrato en dos días… por lo demás… —ella notó que él sacó su móvil y se lo dio en sus manos—. Escriba aquí su número…Era una nimiedad, pero allí estaba de n
—Debes quitarte esta ropa… —cuando Enzo dijo las palabras, Gianna lo miró fijamente mientras negó.—Era mejor irme a casa, señor…—Tus padres pensarán que somos inhumanos si llegas en estas condiciones, y la verdad es que si… ¿Has pensado en que vas a enfermarte con esta lluvia y este frío? —Enzo le quitó la chaqueta, y la arrimó hacia la chimenea de la sala, que anteriormente había encendido—. Buscaré algo para ti…—Por favor… —ella lo detuvo en forma de súplica—. No me dé nada de su esposa… la conozco.El hombre apretó los dientes, y luego asintió para subir a su habitación.La mayoría de sus empleados no estaba, y era que él acostumbraba a que todos se fueran a casa, o terminaran su jornada finalizando la tarde. Casi nunca cenaba con Antonella allí, así que no era indispensable que nadie se quedara, a expresión de su seguridad fuera de toda la casa, y de la residencia.Además, siempre había sido celosos con la intimidad familiar, y prefería servirse un vaso de agua por la noche, qu
—¿Gianna? —el golpe en su pecho volvió con fuerza, y ella tomó el aire para girarse.—Señor… creo que… olvidé avisarles a mis padres… deben estar muy preocupados… —ella estuvo a punto de ir por su celular, pero Enzo la detuvo.—Escucha… llama de mi teléfono… sé que no deberías mentirles, pero no van a entender nada de esto. Diles que se te descargó el teléfono, y que en una hora estarás allá…Gianna supo que él tenía razón. Tomó el teléfono que Enzo le ofreció, y marcó a su casa para escuchar a su madre.—¿Mamá? —¿Gianna? Hija, estaba preocupada por ti… —Lo sé… se me olvidó avisarte… ya casi voy a terminar aquí… y mi teléfono se descargó. —Bien, cariño, por favor no llegues tan tarde… —No. No te preocupes… todo está en orden… «¿Pero realmente estaba en orden?», sacudió su cabeza, finalizó la llamada, y luego le pasó el teléfono a Enzo teniendo cuidado de que sus dedos no se tocaran esta vez.En unos minutos de silencio, Enzo sirvió los platos, y caminó hacia un comedor para anima
Después de dos días, aun Gianna no podía levantarse de la cama, ya que, en efecto, pescó un fuerte resfriado desde ese día. Y parecía que, en su estado, el malestar se multiplicaba.Se había estado comunicando con la oficina por teléfono, y levantó la cabeza cuando su madre llegó con una taza de té caliente en sus manos.—¿Qué es?—Son hierbas especiales que compré esta mañana en el mercado… te ayudarán mucho…Gianna aceptó el té, y luego lo tomó despacio, pero volvió su mirada a Bianca, que la miraba con extrañeza.—¿Estás bien, mamá? —su madre asintió.—Es que no sé… te notó diferente…Gianna asintió con una sonrisa.—Eso es porque casi no puedo respirar, tengo mi nariz tan roja como un tomate, y me veo terrible después de dos días de resfriado.Su madre asintió para decirle alguna otra cosa, pero fueron interrumpidas de inmediato por una llamada en su teléfono.Y se trataba de la misma Antonella.—Madre… debo contestar, es mi jefa… —Bianca salió de la habitación, y esta vez Gianna
—El movimiento extraño del embrión nos confunde… esto parece una amenaza de aborto… —los labios de Gianna temblaron rudamente cuando un médico explicó.Estaban en un hospital cerca de empresas Cavalli, quizás el primero que encontraron en el camino.Gianna notó como Enzo se desajustaba la corbata ante la noticia, y se acercaba al monitor del médico con un rostro pálido.—Pero… ¿Estará bien? —su hermano Ángelo se había quedo afuera por petición de él mismo, mientras otro calambre retorcía el cuerpo de ella.—Debemos esperar… ya estamos colocando algunos medicamentos para contrarrestar esto… —y luego ese doctor se giró hacia Gianna—. ¿Ha tomado algo que esté contraindicado con su estado?Ella abrió los ojos y negó rápidamente.—No… he tenido un resfriado durante días… y solo he tomado antigripales que no son nocivos para el bebé… y…—ella se quedó pensando por un momento—. Un té… por la mañana…El médico frunció el ceño.—¿Qué plantas eran? —pero ella negó.—No lo sé… me lo dio madre…El
Gianna abrió los ojos lentamente, entre tanto descubrió que sus puntadas infernales en el vientre estaban desapareciendo, y ahora tenía una leve molestia al moverse.Llevó sus dos manos para acariciar su piel, mientras sintió cómo un fuerte dolor de cabeza se apoderaba de su sistema.—Lo siento… por favor… tienes que ser fuerte… ¿De acuerdo? —habló al bebé mientras alzó la cabeza para notar que todo el medicamento en su vena ya había pasado, y se movió otro poco para llamar por el intercomunicador—. Enfermera…No demoraron tres minutos cuando una enfermera estaba entrando a su habitación, y detrás de ella, Enzo.No podía adivinar cuándo tiempo había pasado aquí, pero sentía los ojos pesados e hinchados, y la mirada de Enzo sobre ella, la avergonzó de inmediato.—Podemos llamar al doctor… porque solo indicó esto… —dijo la enfermera, y Enzo intervino.—¿Cuánto tiempo tardará en venir dada la hora? Tenemos nuestro propio médico… ¿Hay alguna forma de irnos y de ir a otra parte? —La mujer
Al día siguiente Enzo llamó al doctor Dago para contarle todo, pero por alguna razón, él le confirmó que podía ver a Gianna en cinco días, ya que estaba de viaje en un foro de médicos.Por suerte Gianna no tuvo sangrados, ni ningún peligro de aborto después del día de ayer, lo único que tenía que hacer a continuación, era reposar, así que el siguiente paso, era llamar a Antonella.—Qué milagro… ayer te llamé durante toda la tarde y noche, y no tomaste mis llamadas…Enzo tocó sus ojos masajeándolos mientras dejaba el móvil en alta voz.—Buenos días, Anto… dejé mi móvil aquí en la oficina el día de ayer.—¿A si? ¡Qué cosas…!—Gianna tuvo un incidente ayer… incluso una amenaza de aborto…—¿Qué? Pero…—Le pedí que viniera a mi oficina… para cambiar el contrato… entonces ella se sintió mal, y tuvimos que ir a urgencias.—¿Por qué cambiarías el contrato? —entonces Enzo respiró profundamente mientras se recostó en el asiento. Esto era en lo único que ella pensaba.—No voy a hablar contigo po
Carmina caminó de aquí para allá por la cocina, mientras su cabeza recordaba esa mirada en el pasado.Había sido como la lleva y trae de Antonella desde que comenzó a trabajar en esta mención, pero tenía mucha más afinidad con el señor Enzo. Y sabía que esa mirada de su señora, solo indicaba problemas.Ella saltó cuando escuchó la puerta de la entrada, y caminó un poco para notar al señor de la casa con un maletín.—Hola, Carmina… ¿Mi esposa? —ella abrió la boca, y luego negó.—Señor… ella… acaba de irse…Enzo arrugó el ceño dejando su maletín a un lado.—¿Estás segura? Acabo de decirle que venía en camino… —él sacó su teléfono celular y marcó. Pero fueron intentos fallidos—. ¿Le dijo a donde iría? ¿La escuchó decir algo? —Carmina se mordió la boca por dentro.—Señor… yo… creo que… —Enzo la miró extrañado.—¿Sucede algo? La noto muy nerviosa… —entonces la mujer agachó la cabeza.—Es que creo que ella está enojada.—Bueno… sabemos que ese es el estado natural de Antonella… —la sonrisa