Después de dos días, aun Gianna no podía levantarse de la cama, ya que, en efecto, pescó un fuerte resfriado desde ese día. Y parecía que, en su estado, el malestar se multiplicaba.Se había estado comunicando con la oficina por teléfono, y levantó la cabeza cuando su madre llegó con una taza de té caliente en sus manos.—¿Qué es?—Son hierbas especiales que compré esta mañana en el mercado… te ayudarán mucho…Gianna aceptó el té, y luego lo tomó despacio, pero volvió su mirada a Bianca, que la miraba con extrañeza.—¿Estás bien, mamá? —su madre asintió.—Es que no sé… te notó diferente…Gianna asintió con una sonrisa.—Eso es porque casi no puedo respirar, tengo mi nariz tan roja como un tomate, y me veo terrible después de dos días de resfriado.Su madre asintió para decirle alguna otra cosa, pero fueron interrumpidas de inmediato por una llamada en su teléfono.Y se trataba de la misma Antonella.—Madre… debo contestar, es mi jefa… —Bianca salió de la habitación, y esta vez Gianna
—El movimiento extraño del embrión nos confunde… esto parece una amenaza de aborto… —los labios de Gianna temblaron rudamente cuando un médico explicó.Estaban en un hospital cerca de empresas Cavalli, quizás el primero que encontraron en el camino.Gianna notó como Enzo se desajustaba la corbata ante la noticia, y se acercaba al monitor del médico con un rostro pálido.—Pero… ¿Estará bien? —su hermano Ángelo se había quedo afuera por petición de él mismo, mientras otro calambre retorcía el cuerpo de ella.—Debemos esperar… ya estamos colocando algunos medicamentos para contrarrestar esto… —y luego ese doctor se giró hacia Gianna—. ¿Ha tomado algo que esté contraindicado con su estado?Ella abrió los ojos y negó rápidamente.—No… he tenido un resfriado durante días… y solo he tomado antigripales que no son nocivos para el bebé… y…—ella se quedó pensando por un momento—. Un té… por la mañana…El médico frunció el ceño.—¿Qué plantas eran? —pero ella negó.—No lo sé… me lo dio madre…El
Gianna abrió los ojos lentamente, entre tanto descubrió que sus puntadas infernales en el vientre estaban desapareciendo, y ahora tenía una leve molestia al moverse.Llevó sus dos manos para acariciar su piel, mientras sintió cómo un fuerte dolor de cabeza se apoderaba de su sistema.—Lo siento… por favor… tienes que ser fuerte… ¿De acuerdo? —habló al bebé mientras alzó la cabeza para notar que todo el medicamento en su vena ya había pasado, y se movió otro poco para llamar por el intercomunicador—. Enfermera…No demoraron tres minutos cuando una enfermera estaba entrando a su habitación, y detrás de ella, Enzo.No podía adivinar cuándo tiempo había pasado aquí, pero sentía los ojos pesados e hinchados, y la mirada de Enzo sobre ella, la avergonzó de inmediato.—Podemos llamar al doctor… porque solo indicó esto… —dijo la enfermera, y Enzo intervino.—¿Cuánto tiempo tardará en venir dada la hora? Tenemos nuestro propio médico… ¿Hay alguna forma de irnos y de ir a otra parte? —La mujer
Al día siguiente Enzo llamó al doctor Dago para contarle todo, pero por alguna razón, él le confirmó que podía ver a Gianna en cinco días, ya que estaba de viaje en un foro de médicos.Por suerte Gianna no tuvo sangrados, ni ningún peligro de aborto después del día de ayer, lo único que tenía que hacer a continuación, era reposar, así que el siguiente paso, era llamar a Antonella.—Qué milagro… ayer te llamé durante toda la tarde y noche, y no tomaste mis llamadas…Enzo tocó sus ojos masajeándolos mientras dejaba el móvil en alta voz.—Buenos días, Anto… dejé mi móvil aquí en la oficina el día de ayer.—¿A si? ¡Qué cosas…!—Gianna tuvo un incidente ayer… incluso una amenaza de aborto…—¿Qué? Pero…—Le pedí que viniera a mi oficina… para cambiar el contrato… entonces ella se sintió mal, y tuvimos que ir a urgencias.—¿Por qué cambiarías el contrato? —entonces Enzo respiró profundamente mientras se recostó en el asiento. Esto era en lo único que ella pensaba.—No voy a hablar contigo po
Carmina caminó de aquí para allá por la cocina, mientras su cabeza recordaba esa mirada en el pasado.Había sido como la lleva y trae de Antonella desde que comenzó a trabajar en esta mención, pero tenía mucha más afinidad con el señor Enzo. Y sabía que esa mirada de su señora, solo indicaba problemas.Ella saltó cuando escuchó la puerta de la entrada, y caminó un poco para notar al señor de la casa con un maletín.—Hola, Carmina… ¿Mi esposa? —ella abrió la boca, y luego negó.—Señor… ella… acaba de irse…Enzo arrugó el ceño dejando su maletín a un lado.—¿Estás segura? Acabo de decirle que venía en camino… —él sacó su teléfono celular y marcó. Pero fueron intentos fallidos—. ¿Le dijo a donde iría? ¿La escuchó decir algo? —Carmina se mordió la boca por dentro.—Señor… yo… creo que… —Enzo la miró extrañado.—¿Sucede algo? La noto muy nerviosa… —entonces la mujer agachó la cabeza.—Es que creo que ella está enojada.—Bueno… sabemos que ese es el estado natural de Antonella… —la sonrisa
—Realmente me siento avergonzada… —Enzo no alzó a mirada y se apresuró a tomar la copa de vino en su mano, cuando en el momento estaban compartiendo una cena—. Quiero pedirle disculpas… realmente quiero hacerlo.—Si fuera yo… no las recibiría… ella no tiene por qué aguantar tus personalidades arrebatadas… —Antonella alzó la barbilla un poco orgullosa.—¿Has hablado con ella? —Enzo afirmó lento.Y no estaba mintiendo, la había llamado por teléfono para buscarla ese mismo día, pero Gianna le había pedido distancia.Una distancia que apuñaló su corazón.“Señor… no lo tome a mal, pero quiero estar sola”, las palabras habían retumbado en su mente todos estos días, y aunque todo en él quería saber cómo se encontraba, había un muro que se lo impedía.¿Cómo podía un hombre casado ir tras de otra mujer de la forma en como sus pensamientos lo querían?, y no podía mentirse a sí mismo, no solo estaba preocupado por su bebé, estaba ansioso por ver a Gianna y comprobar que no lo odiaba por no queda
Los tres estaban sentados en una mesa de la cafetería, al menos cuarenta minutos después de toda la revisión, y los resultados.—Yo… me siento muy feliz por ustedes dos… realmente esto es… increíble… —los pensamientos de Enzo se despejaron, mientras vio cómo Gianna tomaba su taza de capuchino en sus dos manos y los felicitaba.Ella parecía de otro mundo. Porque a pesar de recibir un ataque tan vil como el de Antonella, aquí se alegraba por su felicidad. «¿De qué estaba hecha?»—Gracias… —Antonella respondió, pero su mirada solo estaba en Enzo, que no dejaba de mirar a Gianna—. Ya vez… te sorprendí… mis preciosos óvulos son increíbles…Gianna bajó la cabeza cuando la mano de Antonella reposó en la de Enzo.—Gianna… realmente Antonella debe decirte algo… —entonces su mujer alzó una ceja, porque lo que menos quería era disculparse con esa tonta.—Bueno… creo que el otro día me sobrepasé… pero ¿Qué hacías en mi casa sin mi consentimiento? —el rostro de Gianna enrojeció, mientras la mandíb
Gianna se bajó del taxi de dónde venía, y se quedó de pie mirando el edificio nuevo, donde supuestamente trabajaría ahora. Y ver ese apellido “Cavalli” en el tope del edificio solo hacía que su pulso se acelerara.Aquí estaba comenzando de nuevo como si todo su esfuerzo se hubiese esfumado de la noche a la mañana, y aunque quizás este sería un mejor puesto de trabajo en todos los sentidos, de seguro iba a extrañar ese piso, que fue su único aliento por años.Al menos aquí no tenía que llevar un uniforme estricto, aunque cuando hablara con el señor Enzo, iba a exponerle su inquietud con respecto a cuando su vientre estuviera inflamado y ya no hubiese forma de ocultarlo a sus padres.Entró a la recepción y presentó su identificación. La hicieron pasar al segundo piso, y pudo notar que, desde lejos, podía reconocer al hombre que la esperaba al final de la oficina.Este era Ángelo Cavalli.Tomó el aliento.Para esta ocasión había utilizado un traje color crema de pantalón y chaqueta, junt