Los tres estaban sentados en una mesa de la cafetería, al menos cuarenta minutos después de toda la revisión, y los resultados.—Yo… me siento muy feliz por ustedes dos… realmente esto es… increíble… —los pensamientos de Enzo se despejaron, mientras vio cómo Gianna tomaba su taza de capuchino en sus dos manos y los felicitaba.Ella parecía de otro mundo. Porque a pesar de recibir un ataque tan vil como el de Antonella, aquí se alegraba por su felicidad. «¿De qué estaba hecha?»—Gracias… —Antonella respondió, pero su mirada solo estaba en Enzo, que no dejaba de mirar a Gianna—. Ya vez… te sorprendí… mis preciosos óvulos son increíbles…Gianna bajó la cabeza cuando la mano de Antonella reposó en la de Enzo.—Gianna… realmente Antonella debe decirte algo… —entonces su mujer alzó una ceja, porque lo que menos quería era disculparse con esa tonta.—Bueno… creo que el otro día me sobrepasé… pero ¿Qué hacías en mi casa sin mi consentimiento? —el rostro de Gianna enrojeció, mientras la mandíb
Gianna se bajó del taxi de dónde venía, y se quedó de pie mirando el edificio nuevo, donde supuestamente trabajaría ahora. Y ver ese apellido “Cavalli” en el tope del edificio solo hacía que su pulso se acelerara.Aquí estaba comenzando de nuevo como si todo su esfuerzo se hubiese esfumado de la noche a la mañana, y aunque quizás este sería un mejor puesto de trabajo en todos los sentidos, de seguro iba a extrañar ese piso, que fue su único aliento por años.Al menos aquí no tenía que llevar un uniforme estricto, aunque cuando hablara con el señor Enzo, iba a exponerle su inquietud con respecto a cuando su vientre estuviera inflamado y ya no hubiese forma de ocultarlo a sus padres.Entró a la recepción y presentó su identificación. La hicieron pasar al segundo piso, y pudo notar que, desde lejos, podía reconocer al hombre que la esperaba al final de la oficina.Este era Ángelo Cavalli.Tomó el aliento.Para esta ocasión había utilizado un traje color crema de pantalón y chaqueta, junt
Enzo levantó la mirada cuando su hermano y Gianna entraron en su oficina, mientras la mano de Antonella, aún estaban en sus hombros. Lo había tomado por sorpresa que su esposa llegara a la oficina a primera hora, y además siendo tan cariñosa, y sobre todo trayendo un boceto para hacer una habitación de bebé.La situación era compleja, él se sentía tan extraño con su mujer ahora, pero estaba tratando de mantenerse a raya hasta que las dudas en su cabeza no se despejaran. Charles no hablaría con él hasta en unos días, y estaba tratando de mantenerse ocupado la mayoría del tiempo para no pensar.Pero notar esa mirada dulce y sorprendida en él, incluso lo hizo sentir ahogado.No podía dar un paso en falso con Antonella, no con una mujer tan volátil como ella, porque debía pensar también en la protección de Gianna, y la de sus bebés. Aunque esos bebés también fueran de Antonella.Tomó una aspiración profunda, y quitó la mirada de Gianna. Si él no hacia esto, no iba a poder lograr estar neu
—Gianna… —su cuerpo se giró completo ante esos brazos que la envolvieron entera.Ella no supo en qué lugar se habían detenido, pero conocía esta callejuela de una sola vía, que daba con una pared al final de arbustos, y que era poco concurrida.Sus pies se movieron con la fuerza que Enzo ejerció para adentrarla al callejón, y sus brazos vinieron a envolverla completa, mientras su cabeza reposó en su pecho.Era tan alto y tan fuerte, y en estos momentos en que sus emociones estaban tan débiles, necesitaba un hombro donde llorar.No podía contar con su familia ni sus pocos amigos, ¿Cómo les diría que había alquilado su vientre y que de cierta forma su vida se había vuelto un caos?Olvidó su existencia misma, este era un peso que ella no podía llevar sola, ni siquiera podía controlar sus hormonas que poco conocía ahora, y si no se apoyaba en alguien de forma urgente, se perdería.—Señor Enzo… —pronunció bajo con un sollozo, y dejó que sus brazos rodearan la cintura del hombre.Y era cier
—Dios… esto está increíble… —Enzo se recostó al sillón para ver cómo Gianna incluso se quemaba la boca, y batía su mano para llevar aire a la pizza.Estaban en un restaurante al aire libre exactamente frente a la costa.Había dejado su chaqueta en el auto, y ahora tenía arremangada su camisa, mientras que sentía que sus hombros se relajaban. Tomó la copa de vino, entre tanto Gianna seguía comentándole acerca de su niñez, y de cómo sobrellevó la sobre protección de su madre, hasta que nació su hermana Rosella.Estaba un poco embobado con su naturalidad, su forma espontánea, y esa sonrisa que, dejaba sus ojos pegados en ella.Y en cuanto a Luke, lo había enviado de vuelta a Roma.—¿No tienes mucha hambre? —Enzo parpadeó mirando su plato casi intacto, y luego se apresuró a tomar un pedazo de pizza.—Ammm… creo que no mucha… de hecho estoy prendado en la conversación, es muy interesante todo lo que me cuentas…Gianna achicó sus ojos y sonrió de nuevo.—Yo creo que más bien es que está imp
¿Ella quería que tocara su boca?, sería una mentirosa si decía que no.La verdad es que siempre admiró de lejos a este hombre, aun cuando ni siquiera conocía su voz. Cuando incluso sus ojos no se posicionaban en los suyos, ni sabía de su existencia.Y la culpa no era solo de ahora. Siempre se había sentido mal por colocar la mirada en este hombre de forma oculta, en admirar su apariencia y en la forma en como todo el tiempo lo distinguía en las fotos de los estados de Antonella.Enzo Cavalli siempre había sido la figura de hombre a la que ella idealizaba, y ahora que sabía quién era en su esencia, no podía decirse a sí misma que era inmune a él, porque no lo era.Pero la situación aquí no se trataba de conocer a alguien y enamorarse, o estar atraída a un hombre que podía corresponder sus sentimientos.Esto ni siquiera era espontáneo, y estaba frente a un hombre totalmente prohibido. Enzo estaba casado, y ahora tenía a los hijos de él y su mujer en el vientre, ¿por qué sus emociones no
Enzo apagó el motor frente a su casa, y se dio cuenta de que la luz de la habitación estaba encendida. Tomó su chaqueta sabiendo que allí se encontraba su celular, pero no lo revisó sabiendo que este estaría repleto de notificaciones de parte de Antonella.Se bajó del auto, entró a la casa, y subió directo a la habitación para notar un extraño silencio en ella, y cuando bajó la mirada al suelo, vio a Antonella allí sentada con todo su maquillaje escurrido por su cara, y con una botella de whiskey en sus manos.—Antonella… —ella alzó el rostro mientras tomaba otro trago, pero él se apresuró a quitarle la botella—. Deja esto… ¿Qué haces?—¿Dónde estabas? —Enzo dejó la botella en la mesa y luego se adelantó a levantar a Antonella.—Necesitas un baño, Anto… que es esto… ¿Por qué estás jodiendo todo?—¿Yo…? ¿Soy yo el problema? ¿Dónde estabas, maldita sea?—Estuve ocupado, punto… no hay nada que discutir…—Fui a la casa de Gianna… —entonces Enzo se frenó de golpe un poco conmocionado.—¿Qu
Gianna sintió el rostro totalmente caliente, mientras su cuerpo comenzó a titilar fuertemente ante el puñal que la invadió completa.Sentía el pecho apretado, y también quería gritar ante su frustración.Después de que Ángelo hizo la pregunta, ella se giró hacia Enzo, y no demoró un segundo cuando comenzó a salir casi corriendo de la oficina para llegar rápidamente al ascensor.Una a una de sus lágrimas fue cayendo precipitadamente por sus mejillas, y cuando las puertas se abrieron, se metió para marcar la planta baja, pero la entrada abrupta de Enzo la frenó haciendo que retrocediera ante su presencia.Ella pudo notar como sus dedos grandes marcaron al piso subterráneo, y ordenó con otro botón a que las puertas se cerraran, observando que por el pasillo venía Ángelo corriendo como si quisiera alcanzarlos.Los dos quedaron solos en el ascensor cuando Enzo se giró hacia ella.—Por favor, perdóname… —Gianna restregó sus mejillas con el dorso de su mano y no alzó la cabeza para mirarlo,