Gianna abrió los ojos lentamente, entre tanto descubrió que sus puntadas infernales en el vientre estaban desapareciendo, y ahora tenía una leve molestia al moverse.Llevó sus dos manos para acariciar su piel, mientras sintió cómo un fuerte dolor de cabeza se apoderaba de su sistema.—Lo siento… por favor… tienes que ser fuerte… ¿De acuerdo? —habló al bebé mientras alzó la cabeza para notar que todo el medicamento en su vena ya había pasado, y se movió otro poco para llamar por el intercomunicador—. Enfermera…No demoraron tres minutos cuando una enfermera estaba entrando a su habitación, y detrás de ella, Enzo.No podía adivinar cuándo tiempo había pasado aquí, pero sentía los ojos pesados e hinchados, y la mirada de Enzo sobre ella, la avergonzó de inmediato.—Podemos llamar al doctor… porque solo indicó esto… —dijo la enfermera, y Enzo intervino.—¿Cuánto tiempo tardará en venir dada la hora? Tenemos nuestro propio médico… ¿Hay alguna forma de irnos y de ir a otra parte? —La mujer
Al día siguiente Enzo llamó al doctor Dago para contarle todo, pero por alguna razón, él le confirmó que podía ver a Gianna en cinco días, ya que estaba de viaje en un foro de médicos.Por suerte Gianna no tuvo sangrados, ni ningún peligro de aborto después del día de ayer, lo único que tenía que hacer a continuación, era reposar, así que el siguiente paso, era llamar a Antonella.—Qué milagro… ayer te llamé durante toda la tarde y noche, y no tomaste mis llamadas…Enzo tocó sus ojos masajeándolos mientras dejaba el móvil en alta voz.—Buenos días, Anto… dejé mi móvil aquí en la oficina el día de ayer.—¿A si? ¡Qué cosas…!—Gianna tuvo un incidente ayer… incluso una amenaza de aborto…—¿Qué? Pero…—Le pedí que viniera a mi oficina… para cambiar el contrato… entonces ella se sintió mal, y tuvimos que ir a urgencias.—¿Por qué cambiarías el contrato? —entonces Enzo respiró profundamente mientras se recostó en el asiento. Esto era en lo único que ella pensaba.—No voy a hablar contigo po
Carmina caminó de aquí para allá por la cocina, mientras su cabeza recordaba esa mirada en el pasado.Había sido como la lleva y trae de Antonella desde que comenzó a trabajar en esta mención, pero tenía mucha más afinidad con el señor Enzo. Y sabía que esa mirada de su señora, solo indicaba problemas.Ella saltó cuando escuchó la puerta de la entrada, y caminó un poco para notar al señor de la casa con un maletín.—Hola, Carmina… ¿Mi esposa? —ella abrió la boca, y luego negó.—Señor… ella… acaba de irse…Enzo arrugó el ceño dejando su maletín a un lado.—¿Estás segura? Acabo de decirle que venía en camino… —él sacó su teléfono celular y marcó. Pero fueron intentos fallidos—. ¿Le dijo a donde iría? ¿La escuchó decir algo? —Carmina se mordió la boca por dentro.—Señor… yo… creo que… —Enzo la miró extrañado.—¿Sucede algo? La noto muy nerviosa… —entonces la mujer agachó la cabeza.—Es que creo que ella está enojada.—Bueno… sabemos que ese es el estado natural de Antonella… —la sonrisa
—Realmente me siento avergonzada… —Enzo no alzó a mirada y se apresuró a tomar la copa de vino en su mano, cuando en el momento estaban compartiendo una cena—. Quiero pedirle disculpas… realmente quiero hacerlo.—Si fuera yo… no las recibiría… ella no tiene por qué aguantar tus personalidades arrebatadas… —Antonella alzó la barbilla un poco orgullosa.—¿Has hablado con ella? —Enzo afirmó lento.Y no estaba mintiendo, la había llamado por teléfono para buscarla ese mismo día, pero Gianna le había pedido distancia.Una distancia que apuñaló su corazón.“Señor… no lo tome a mal, pero quiero estar sola”, las palabras habían retumbado en su mente todos estos días, y aunque todo en él quería saber cómo se encontraba, había un muro que se lo impedía.¿Cómo podía un hombre casado ir tras de otra mujer de la forma en como sus pensamientos lo querían?, y no podía mentirse a sí mismo, no solo estaba preocupado por su bebé, estaba ansioso por ver a Gianna y comprobar que no lo odiaba por no queda
Los tres estaban sentados en una mesa de la cafetería, al menos cuarenta minutos después de toda la revisión, y los resultados.—Yo… me siento muy feliz por ustedes dos… realmente esto es… increíble… —los pensamientos de Enzo se despejaron, mientras vio cómo Gianna tomaba su taza de capuchino en sus dos manos y los felicitaba.Ella parecía de otro mundo. Porque a pesar de recibir un ataque tan vil como el de Antonella, aquí se alegraba por su felicidad. «¿De qué estaba hecha?»—Gracias… —Antonella respondió, pero su mirada solo estaba en Enzo, que no dejaba de mirar a Gianna—. Ya vez… te sorprendí… mis preciosos óvulos son increíbles…Gianna bajó la cabeza cuando la mano de Antonella reposó en la de Enzo.—Gianna… realmente Antonella debe decirte algo… —entonces su mujer alzó una ceja, porque lo que menos quería era disculparse con esa tonta.—Bueno… creo que el otro día me sobrepasé… pero ¿Qué hacías en mi casa sin mi consentimiento? —el rostro de Gianna enrojeció, mientras la mandíb
Gianna se bajó del taxi de dónde venía, y se quedó de pie mirando el edificio nuevo, donde supuestamente trabajaría ahora. Y ver ese apellido “Cavalli” en el tope del edificio solo hacía que su pulso se acelerara.Aquí estaba comenzando de nuevo como si todo su esfuerzo se hubiese esfumado de la noche a la mañana, y aunque quizás este sería un mejor puesto de trabajo en todos los sentidos, de seguro iba a extrañar ese piso, que fue su único aliento por años.Al menos aquí no tenía que llevar un uniforme estricto, aunque cuando hablara con el señor Enzo, iba a exponerle su inquietud con respecto a cuando su vientre estuviera inflamado y ya no hubiese forma de ocultarlo a sus padres.Entró a la recepción y presentó su identificación. La hicieron pasar al segundo piso, y pudo notar que, desde lejos, podía reconocer al hombre que la esperaba al final de la oficina.Este era Ángelo Cavalli.Tomó el aliento.Para esta ocasión había utilizado un traje color crema de pantalón y chaqueta, junt
Enzo levantó la mirada cuando su hermano y Gianna entraron en su oficina, mientras la mano de Antonella, aún estaban en sus hombros. Lo había tomado por sorpresa que su esposa llegara a la oficina a primera hora, y además siendo tan cariñosa, y sobre todo trayendo un boceto para hacer una habitación de bebé.La situación era compleja, él se sentía tan extraño con su mujer ahora, pero estaba tratando de mantenerse a raya hasta que las dudas en su cabeza no se despejaran. Charles no hablaría con él hasta en unos días, y estaba tratando de mantenerse ocupado la mayoría del tiempo para no pensar.Pero notar esa mirada dulce y sorprendida en él, incluso lo hizo sentir ahogado.No podía dar un paso en falso con Antonella, no con una mujer tan volátil como ella, porque debía pensar también en la protección de Gianna, y la de sus bebés. Aunque esos bebés también fueran de Antonella.Tomó una aspiración profunda, y quitó la mirada de Gianna. Si él no hacia esto, no iba a poder lograr estar neu
—Gianna… —su cuerpo se giró completo ante esos brazos que la envolvieron entera.Ella no supo en qué lugar se habían detenido, pero conocía esta callejuela de una sola vía, que daba con una pared al final de arbustos, y que era poco concurrida.Sus pies se movieron con la fuerza que Enzo ejerció para adentrarla al callejón, y sus brazos vinieron a envolverla completa, mientras su cabeza reposó en su pecho.Era tan alto y tan fuerte, y en estos momentos en que sus emociones estaban tan débiles, necesitaba un hombro donde llorar.No podía contar con su familia ni sus pocos amigos, ¿Cómo les diría que había alquilado su vientre y que de cierta forma su vida se había vuelto un caos?Olvidó su existencia misma, este era un peso que ella no podía llevar sola, ni siquiera podía controlar sus hormonas que poco conocía ahora, y si no se apoyaba en alguien de forma urgente, se perdería.—Señor Enzo… —pronunció bajo con un sollozo, y dejó que sus brazos rodearan la cintura del hombre.Y era cier