CAPÍTULO 37

Gianna desvió la mirada hacia Enzo, que parecía emanar un tanque de furia, y podía jurar que la ojeada que estaba enviando hacia su esposa, estaba cargada de resentimiento y rabia.

Pero, ¿Qué podía pasar para que toda esta situación se estuviera suscitando?

—Antonella… ¿Qué? —Enzo intentó.

—Necesitaba un poco de aire… quería hablar con alguien… —ella se adelantó—. ¿Crees que puedes llevarme a casa? Ya he terminado aquí…

Gianna retrocedió un paso ante la conversación, pero de un momento a otro, sintió cómo esta mano fría se posicionó en su espalda.

—No puedo llevarte, pero pediré un taxi para que regreses al hospital, Antonella… y llamaré a Luke…

Los ojos de Gianna se abrieron ante la impresión, mientras buscó el rostro sin emoción de Antonella, que se quedó allí plantada, inamovible, solo detallando a Enzo con una extraña mirada.

—Yo… creo que debo irme a casa… —Gianna se adelantó queriendo salir de esta tensión agobiante, pero su brazo fue tomado por Enzo.

—Gianna…

—Deja que la lleve
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